La semana pasada Alejandro Ordóñez nombró a Rafael Guarín, un uribista 1A, como su asesor para los acuerdos de La Habana
El nombramiento de Guarín, que ha pasado desapercibido por fuera de la Procuraduría, ha creado mucho ruido en la entidad.
Su cargo oficial es el de Procurador Judicial II de Restitución de Tierras pero no va a trabajar en donde suelen hacerlo los procuradores judiciales ni lo contrataron para el tema de tierras, del que él sabe muy poco.
Su oficina queda en el piso 25 del edificio de la Procuraduría, donde está el despacho del Procurador, el de su secretario privado y el de sus asesores más cercanos. Ningún otro procurador judicial tiene oficina allí y la razón es que en realidad a pesar del título que tendrá dentro de la entidad (y que le permite tener un mejor salario) su verdadera función será la de asesorar a Ordóñez en todos los temas de paz.
Guarín promovió activamente el referendo reeleccionista de la mano de Rodrigo Rivera. Cuando éste fue nombrado por Santos como su primer Ministro de Defensa, Guarín ocupó el viceministerio. Duró en el puesto lo mismo que Rivera y desde entonces se ha dado a conocer principalmente por ser la 'contraparte' uribista en muchos programas de opinión y a escribir en medios.
Como buen uribista, Guarín ha sido un crítico visible del proceso de paz en La Habana. De hecho, fue uno de los demandantes del Marco para la Paz ante la Corte Constitucional -demanda que perdió- después de haber escrito un libro que argumenta que es un marco para la impunidad.
Su nombramiento ha generado cierto resquemor dentro de la entidad porque el puesto de procurador judicial II es muy apetecido porque tiene una remuneración de casi 20 millones de pesos mensuales mientras que el de asesor paga mucho menos.
De hecho, ese cargo es tan apetecido que ha sido usado por Ordóñez y sus antecesores para dar favores políticos. Incluso, el actual Procurador ha mantenido una larga pelea para evitar que el nombramiento de los más de 400 procuradores judiciales II (y más de 200 procuradores judiciales I, que se ganan unos 12 millones de pesos) se haga por concurso en lugar de a su libre albedrío. Hasta ahora ha logrado salirse con la suya.

Y en esta ocasión usó esa prerrogativa (y un cargo que no es precisamente para eso) para nombrar a uno de los alfiles más visibles del uribismo para reforzar el frente que libra contra el proceso de paz.
Los Procuradores Judiciales de Restitución, cargo que oficialmente tiene Guarín, tienen una función importante dentro de los procesos de la Ley de Restitución. Están encargados de hacer seguimiento a los procesos administrativos en los que las víctimas reclaman que les sean restituidas sus tierras; de participar en los procesos de restitución como delegados de la sociedad; y de estar pendientes de que las decisiones de los jueces se ejecuten.
En esa función, tienen acceso de primera mano a la información sobre esos procesos y según una persona que ha seguido de cerca el trabajo de estos procuradores, en varias ocasiones, sobre todo cuando su nombramiento tiene un orígen político, "se convierten en un palo de rueda pidiendo pruebas inconducentes para enredar el proceso y ayudarle a la contraparte de la víctima".
Pero La Silla supo que Guarín no se va a dedicar a esos procesos sino de manera eventual.
En concreto, llega a asesorar a Ordóñez en los temas de paz y justicia transicional, tema que Guarín viene estudiando hace años. Su tarea más inmediata será organizar una discusión amplia sobre los acuerdos de paz ya publicados, una iniciativa que Ordóñez ya presentó hace dos semanas en una entrevista en El Colombiano.
Aunque el Procurador ha planteado que debe ser una discusión amplia, dada la posición que ha asumido Ordóñez contra el proceso de paz y la de Guarín (quien incluso sacó una polémica valla hace un año criticando que ex guerrilleros como Gustavo Petro pudieran ser elegidos), seguramente quiere decir preparar una artillería crítica contra los textos de los acuerdos que se han conocido.
Eso encaja precisamente con la posición pública que ha asumido Guarín de que los sectores críticos, empezando por el uribismo, no se pueden quedar por fuera del debate de la paz y anclados en los mismos argumentos que defendieron durante la campaña electoral.
“El uribismo debe entender que no se puede quedar por fuera, dedicado exclusivamente a tirar piedras, mientras Santos y Timochenko hacen lo que se les da la gana,” escribió hace menos de un mes en su columa en Semana.com. “El uribismo no debe a negarse a discutir con el gobierno sobre la paz y en un momento dado a llegar a un acuerdo”, señaló en julio .
El ex viceministro es de origen liberal y no tiene una relación anterior con Ordóñez (más allá de haberlo defendido en columnas como la titulada irónicamente "¡Abajo el Procurador!" y que el Procurador hubiera avalado su demanda contra el Marco Para la Paz). Pero viene del corazón del uribismo, e incluso sonó insistentemente como cabeza de lista del Centro Democrático a la Cámara en Bogotá en las pasadas elecciones, pero finalmente no se lanzó.
Dado que Ordóñez nunca ha desmentido que tenga aspiraciones políticas y estas serían en una eventual alianza con Uribe para el 2018, que su asesor de cabecera para el proceso de La Habana venga de las entrañas del uribismo le dan a este nombramiento además un cariz político.