Ante los importantes niveles de abstencionismo presentes en nuestro país, vale la pena preguntarse porque quienes no se acercan a las urnas no lo hacen. Para hacerlo voy a utilizar los resultados de Polimétrica del pasado mes de julio, donde encuestamos a 1.500 abstencionistas.
Primero, el abstencionismo no es una variable constante ni homogénea: hay cambios entre elecciones, entre primera y segunda vuelta el abstencionismo bajo de 60% a 52%, y tampoco entre regiones, en segunda vuelta Cundinamarca participó en un 54% y Vaupés en un 25%.
Los abstencionistas, en promedio son más jóvenes, menos educados, con mayor presencia masculina y menores ingresos que quienes votan de forma regular. Son más escépticos frente al concepto general de la democracia y por supuesto frente a la forma como ella funciona en nuestro país. El 60% de ellos no conocen los beneficios de votar.
Las razones por las cuales dicen no votar se pueden agregar en tres tipos, las de carácter operativo, referentes a tener inscrita la cédula o el lugar de votación. Según las respuestas un 25% de los abstencionistas podrían ser llevados a las urnas si hay mejores estrategias en este sentido. Allí la responsabilidad central es de la Registraduría.
Un segundo grupo, son aquellos que no se sienten representados por los candidatos o los partidos. Allí hay un 34% de personas que para acercarse a las urnas deben ser atraídas por las propuestas, los candidatos y los partidos.
Finalmente, hay un grupo de colombianos, un 25%, que realmente no creen, no confían, ni les importa para nada la democracia. A ellos será casi imposible convencerlos. Los restantes no manifestaron ninguna razón para no votar.
Si la Registraduría innova su proceso de inscripción de cédulas, lo hace más fácil y atractivo, y si los Partidos y candidatos se conectan mejor con los ciudadanos y les proponen temas que realmente los afecten, podremos tener menores tasas de abstención.
Anexo: resultados Polimétrica.