Por Jorge Tovar. Seguir a @JorgeATovar
Si algo caracteriza a Colombia, es la excelente información estadística con la que cuenta. Comparado con países de la región, e incluso con algunas economías más avanzadas, no deja de sorprender la diversidad y profundidad de las diferentes fuentes de información, generalmente a cargo del DANE. En algunos aspectos, normalmente justificados en la falta de presupuesto, la recolección no se hace con la frecuencia requerida. Tal es el caso del Censo Nacional Agropecuario. El primero se realizó en 1960. El segundo diez años después. Un lapso aceptable dado el nivel de desarrollo del país. Para el tercero ya el intervalo se alargó excesivamente. No fue hasta finales de 2013 que por fin arrancó el 3er Censo Nacional Agropecuario.
Algo similar sucede con el Censo de Población. El último data de 2005. Idealmente debería hacerse cada 5 años. Pero los costos son tan altos que sólo países como Nueva Zelanda o Corea del Sur pueden permitirse ese lujo. En la práctica suele realizarse cada 10 años. Colombia no ha cumplido con esa regla en los últimos tiempos. Al censo de 1993, siguió el de 2005 y, si los cronogramas se cumplen, se hará nuevamente en el 2016.
Colombia, en censos, está quedada. Pero si el censo de población se mantiene permanentemente en el debate por razones obvias y el censo agropecuario era una necesidad dada la realidad colombiana, del censo económico nadie habla hace años. No debe extrañar, por tanto, que en el país no se realiza un censo económico desde 1990. Van 25 años que, dado que no está en los presupuestos, ni en los planes oficiales, va para al menos 28 o 30 años. Ésta es una visión optimista.
Un censo económico se define como aquel que recolecta información de todos los negocios activos en un momento dado del tiempo. El objetivo del censo económico, además de conocer el estado de la actividad económica, es desarrollar un directorio de firmas, el insumo básico de toda encuesta que realiza el DANE o potencialmente cualquier otra entidad del Estado. Tres o más décadas sin conocer a fondo la actividad productiva del país es inaceptable, más para un país que aspira a compararse con los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Cabe recordar, eso sí, que si bien el censo económico ha estado ausente del debate económico y político desde hace años, en el 2005 se buscó aprovechar el censo de población para actualizar los directorios. Aquel intento fracasó. Abiertamente se reconoció que no era un censo sino apenas un inventario de unidades económicas. Los resultados no fueron los deseados.
Además de facilitar la actualización periódica del directorio de establecimientos que operan en las diferentes actividades económicas del país; el censo es clave en proveer información que permita medir eficazmente algunos sectores que actualmente se miden con suma dificultad. Quizás el ejemplo más importante sea el del sector de microestablecimientos. Estos son aquellos establecimientos pequeños (generalmente de menos de 10 empleados) que no están cubiertos por las grandes encuestas anuales del DANE: Encuesta Anual Manufacturera, de Servicios o de Comercio. Desde hace unos 15 años el DANE ha venido realizando diferentes esfuerzos para medir con la mayor precisión posible un sector que según algunas estimaciones que realicé hace unos años, puede llegar a emplear más de 2.5 millones de personas y representar alrededor del 12% del PIB. El último intento es el denominado módulo de micronegocios de la Gran Encuesta Integrada de Hogares que apenas se presentó en diciembre de 2014 y cuya fiabilidad aún está por evaluar. Todos estos esfuerzos se verían simplificados con un directorio que sólo puede proveer un censo económico.
Un censo económico que, por cierto, no presenta el rezago que hay en Colombia en otros países de la región. Así, México realizó su último censo económico en 2014, Ecuador en 2010, Venezuela en 2007/08, Paraguay 2011, Perú 2013 …. Hay que impulsar un censo económico periódico en Colombia.