Ser Pilo Paga, el programa de beca-créditos del Gobierno para los estudiantes más pilos del país, ha desatado todo un debate sobre si promueve la equidad, si perjudica a las universidades públicas, y si el que sea un crédito condonable hará que en el futuro los pilos terminen asumiendo el riesgo de deudas impagables.
Este intenso debate se trasladó a los blogs de La Silla, que resumimos aquí:
- ¿El programa debería dar becas o créditos condonables?
- ¿Se debería aumentar la oferta de la universidad pública o la demanda de las privadas?
- ¿Aumenta o disminuye la inequidad?
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Catherine Rodríguez (Ver blog)
Créditos
La autora no piensa que los beneficiarios vayan a fracasar en el intento de graduarse y piensa que generar un incentivo económico es algo positivo.
Las cifras de deserción en Colombia, que son cercanas al 50%, deben ser interpretadas con respecto al nivel académico del estudiante. Si los estudiantes presentaron un Icfes bueno el índice de deserción sería del 37%. En esa medida, la autora dice: "el hecho que estos 10,080 pilos hayan obtenido los puntajes que obtuvieron me indica que estos jóvenes tienen ciertas características que no van a permitir que fracasen en lo que están comenzando".
Además de eso, la autora considera que los subsidios de manutención otorgados por el gobierno aumentarán las posibilidades de que estos alumnos terminen sus carreras. La autora utiliza el ejemplo del programa "quiero estudiar" donde a diferencia del resto de la universidad de los andes donde hay una deserción promedio es del 25% la de dicho programa es del 11%.
Privadas
Lo primero que destaca la autora es el hecho de que fueron los estudiantes los que escogieron aplicar a universidades privadas.
Para la autora existen motivos válidos como "calidad, conexiones sociales, tiempos prometidos de terminación de estudios y salarios prometidos una vez graduados" que hacen que una persona escoja una universidad privada.
La autora dice que el tipo de subsidios a la demanda han tenido experiencias exitosas. Y además dice que ampliar el cupo en las universidades públicas no garantiza mayor equidad en la medida en que estos cupos casi siempre son ocupados por jóvenes provenientes de estratos altos.
La autor afirma que "el costo de financiar un alumno en Los Andes es igual que el costo de financiarlo en la Universidad Nacional ya que el programa le da a las universidades el costo por alumno y no solo el de matrículas".
Disminuye
La autora no piensa que los beneficiarios vayan a fracasar en el intento de graduarse y piensa que generar un incentivo económico es algo positivo.
Las cifras de deserción en Colombia, que son cercanas al 50%, deben ser interpretadas con respecto al nivel académico del estudiante. Si los estudiantes presentaron un Icfes bueno el índice de deserción sería del 37%. En esa medida, la autora dice: "el hecho que estos 10,080 pilos hayan obtenido los puntajes que obtuvieron me indica que estos jóvenes tienen ciertas características que no van a permitir que fracasen en lo que están comenzando".
Nicolás Torres y Ana González (Ver blog)
Públicas
Los autores critican que el Estado haya privilegiado el enfoque de subsidios a la demanda en lugar de ampliar la base de la oferta de las universidades públicas. Según ellos, "ser pilo paga" representa el 6% de los aportes que la Nación hizo a las universidades públicas en el 2013. Sin embargo, este 6% se invierte solamente en el 0.4% de los estudiantes matriculados en instituciones de educación superior.
Aumenta
Para los autores el camino que propone "el programa está planteado desde una perspectiva que entiende la educación superior como un canal para la productividad, por lo cual limita el acceso, y descarta una educación para la ciudadanía". Para los autores la universidad es ante todo un espacio para la formación de posiciones políticas y morales y, contrario a esto, el modelo de "ser pilo paga""promueve una educación superior restringida a los excepcionales, quienes son los que aprovecharían mejor los recursos invertidos, y excluye al resto".
Alejandro Ome (Ver blog)
Becas… pero para la primera infancia.
Frente a la idea de privilegiar becas o subsidios el autor dice que "no hay evidencia para Colombia que demuestre que invertir en una es mejor que en la otra, por lo que el debate, no sorpresivamente, ha estado marcado más por ideologías que cualquier otra cosa."
Por otro lado, el autor piensa que el Estado debería reducir los subsidios a educación superior (o por lo menos no aumentarlos) y aumentar el gasto a la primera infancia y la educación básica. Esto lo argumenta en dos sentidos. En primer lugar porque considera que el desarrollo de capital humano depende sustancialmente de la atención que un niño reciba en su primera infancia. Por otro lado, el autor piensa que los subsidios deberían beneficiar más a los niño pues, "mientras que para un niño es impensable conseguir un crédito para mejorar la educación que recibe, un joven que está por entrar a la universidad sí puede hacerlo".
Aumenta
El autor piensa que el debate sobre el papel del Estado en la educación superior no ha recibido mucha atención. Para el autor la idea de becar por puntaje de Icfes no es algo que se pueda traducir en mayor equidad. De hecho, el autor dice que "privilegiar a los que les va bien en el Icfes asume implícitamente que la variabilidad que se observa en los puntajes corresponde principalmente al mérito o al esfuerzo de los jóvenes, cuando en realidad factores como la zona donde nacieron, las condiciones familiares o la calidad del colegio que les tocó pueden tener una importancia mucho mayor".
El autor opina que en lugar de seguir aplicando un sistema de subsidios solo para los mejores, el Estado debería dedicarse en primer lugar a que todos lo jóvenes se gradúen de bachillerato, y "que una vez ahí todos tengan las habilidades cognitivas para escoger lo que consideren les convenga más, si ir a la universidad por un título profesional, optar por la educación técnica o cualquier otra alternativa".
David Bardey (Ver blog)
Becas
El autor cree más en una modalidad de becas que de créditos condonables.
La primera razón que el autor da es que no pueden ser los alumnos de estratos más bajos los que deban asumir el riesgo de no terminar la universidad. El autor dice que "las becas son una inversión social en el sentido que es la sociedad entera que se beneficia de eso, por lo cual es la sociedad que debe asumir el riesgo, y no solamente los menos desfavorecidos que la componen".
El autor piensa que el incentivo que produce un crédito condonable puede ser contraproducente. Para sustentar esto da el ejemplo de la caída de donaciones de sangre en la ciudad de Nueva York luego de que se empezara a ofrecer dinero por esto. En esa medida, el autor pone en duda la teoría de que los jóvenes beneficiarios hagan mayores esfuerzos si tienen un crédito a sus espaldas e inclusive considera que los estudiantes pueden llegar a enfrentar presiones tan altas que podrían bajar su rendimiento académico.
Además, considera que no es justificable transferir el riesgo a los hogares más pobres vía créditos condonables.
Disminuye, pero
Al autor dice que las becas “Ser pilo paga” son una iniciativa que se inscribe en una dirección más que deseable, pues promueven una mayor equidad, incrementan la movilidad social y "constituyen un intento para romper la barrera invisible de la segregación social".
Sin embargo, critica la idea de subsidios pues dice que "si queremos equidad real de acceso a la educación, en particular a la educación superior, hay que aceptar que todos los estudiantes, sin diferencia, pueden fracasar en el intento, tanto los becados como los no becados". Pues si unos pueden fracasar con pocas consecuencias y otros no, el programa pierda automáticamente su propósito de mejorar la equidad.
Tatiana Rodríguez (Ver blog)
Becas
Piensa que como programa piloto, ser pilo paga debe considerar la posibilidad de equivocarse. La autora plantea "¿Pero en un programa que no es una beca, sino un crédito condonable, quienes son los que van a pagar estos aprendizajes? Ojalá que no fueran los pilos, y de paso sus familias."
La autora explica que las sumas que podrían llegar a asumir los estudiantes que ingresen a una universidad como Los Andes y no logren graduarse podrían llegar a asumir deudas de 100 millones de pesos, y en el mejor escenario, si un estudiante se retirara en primer semestre, quedaría endeudado por 17 millones.
La autora insiste en que las tasas de deserción dependen también de la universidad y de las facilidades que presten a sus estudiantes. Por ejemplo, departamentos de bienestar universitario, o apoyo por parte de sus profesores, compañeros o unidades administrativas. Por eso piensa que "es preocupante que ni el estado ni las Universidades asuman, al menos, algún porcentaje del riesgo".
Disminuye, pero...
La autora piensa que "ésta será una oportunidad para sacudir siquiera un poco la segregación social en la educación privada, que hace que muchos jóvenes se pierdan la oportunidad de entender mejor la sociedad de la que son parte". Sin embargo, tiene muchas dudas sobre las tasas de deserción que llevarían, en dado caso que los estudiantes no logren graduarse, a unas cargas de deuda enormes.
¿El programa debería dar becas o créditos condonables?
Créditos
La autora no piensa que los beneficiarios vayan a fracasar en el intento de graduarse y piensa que generar un incentivo económico es algo positivo.
Las cifras de deserción en Colombia, que son cercanas al 50%, deben ser interpretadas con respecto al nivel académico del estudiante. Si los estudiantes presentaron un Icfes bueno el índice de deserción sería del 37%. En esa medida, la autora dice: "el hecho que estos 10,080 pilos hayan obtenido los puntajes que obtuvieron me indica que estos jóvenes tienen ciertas características que no van a permitir que fracasen en lo que están comenzando".
Además de eso, la autora considera que los subsidios de manutención otorgados por el gobierno aumentarán las posibilidades de que estos alumnos terminen sus carreras. La autora utiliza el ejemplo del programa "quiero estudiar" donde a diferencia del resto de la universidad de los andes donde hay una deserción promedio es del 25% la de dicho programa es del 11%.
Becas… pero para la primera infancia.
Frente a la idea de privilegiar becas o subsidios el autor dice que "no hay evidencia para Colombia que demuestre que invertir en una es mejor que en la otra, por lo que el debate, no sorpresivamente, ha estado marcado más por ideologías que cualquier otra cosa."
Por otro lado, el autor piensa que el Estado debería reducir los subsidios a educación superior (o por lo menos no aumentarlos) y aumentar el gasto a la primera infancia y la educación básica. Esto lo argumenta en dos sentidos. En primer lugar porque considera que el desarrollo de capital humano depende sustancialmente de la atención que un niño reciba en su primera infancia. Por otro lado, el autor piensa que los subsidios deberían beneficiar más a los niño pues, "mientras que para un niño es impensable conseguir un crédito para mejorar la educación que recibe, un joven que está por entrar a la universidad sí puede hacerlo".
Becas
El autor cree más en una modalidad de becas que de créditos condonables.
La primera razón que el autor da es que no pueden ser los alumnos de estratos más bajos los que deban asumir el riesgo de no terminar la universidad. El autor dice que "las becas son una inversión social en el sentido que es la sociedad entera que se beneficia de eso, por lo cual es la sociedad que debe asumir el riesgo, y no solamente los menos desfavorecidos que la componen".
El autor piensa que el incentivo que produce un crédito condonable puede ser contraproducente. Para sustentar esto da el ejemplo de la caída de donaciones de sangre en la ciudad de Nueva York luego de que se empezara a ofrecer dinero por esto. En esa medida, el autor pone en duda la teoría de que los jóvenes beneficiarios hagan mayores esfuerzos si tienen un crédito a sus espaldas e inclusive considera que los estudiantes pueden llegar a enfrentar presiones tan altas que podrían bajar su rendimiento académico.
Además, considera que no es justificable transferir el riesgo a los hogares más pobres vía créditos condonables.
Becas
Piensa que como programa piloto, ser pilo paga debe considerar la posibilidad de equivocarse. La autora plantea "¿Pero en un programa que no es una beca, sino un crédito condonable, quienes son los que van a pagar estos aprendizajes? Ojalá que no fueran los pilos, y de paso sus familias."
La autora explica que las sumas que podrían llegar a asumir los estudiantes que ingresen a una universidad como Los Andes y no logren graduarse podrían llegar a asumir deudas de 100 millones de pesos, y en el mejor escenario, si un estudiante se retirara en primer semestre, quedaría endeudado por 17 millones.
La autora insiste en que las tasas de deserción dependen también de la universidad y de las facilidades que presten a sus estudiantes. Por ejemplo, departamentos de bienestar universitario, o apoyo por parte de sus profesores, compañeros o unidades administrativas. Por eso piensa que "es preocupante que ni el estado ni las Universidades asuman, al menos, algún porcentaje del riesgo".
¿Se debería aumentar la oferta de la universidad pública o la demanda de las privadas?
Privadas
Lo primero que destaca la autora es el hecho de que fueron los estudiantes los que escogieron aplicar a universidades privadas.
Para la autora existen motivos válidos como "calidad, conexiones sociales, tiempos prometidos de terminación de estudios y salarios prometidos una vez graduados" que hacen que una persona escoja una universidad privada.
La autora dice que el tipo de subsidios a la demanda han tenido experiencias exitosas. Y además dice que ampliar el cupo en las universidades públicas no garantiza mayor equidad en la medida en que estos cupos casi siempre son ocupados por jóvenes provenientes de estratos altos.
La autor afirma que "el costo de financiar un alumno en Los Andes es igual que el costo de financiarlo en la Universidad Nacional ya que el programa le da a las universidades el costo por alumno y no solo el de matrículas".
Públicas
Los autores critican que el Estado haya privilegiado el enfoque de subsidios a la demanda en lugar de ampliar la base de la oferta de las universidades públicas. Según ellos, "ser pilo paga" representa el 6% de los aportes que la Nación hizo a las universidades públicas en el 2013. Sin embargo, este 6% se invierte solamente en el 0.4% de los estudiantes matriculados en instituciones de educación superior.
¿Aumenta o disminuye la inequidad?
Disminuye
La autora no piensa que los beneficiarios vayan a fracasar en el intento de graduarse y piensa que generar un incentivo económico es algo positivo.
Las cifras de deserción en Colombia, que son cercanas al 50%, deben ser interpretadas con respecto al nivel académico del estudiante. Si los estudiantes presentaron un Icfes bueno el índice de deserción sería del 37%. En esa medida, la autora dice: "el hecho que estos 10,080 pilos hayan obtenido los puntajes que obtuvieron me indica que estos jóvenes tienen ciertas características que no van a permitir que fracasen en lo que están comenzando".
Aumenta
Para los autores el camino que propone "el programa está planteado desde una perspectiva que entiende la educación superior como un canal para la productividad, por lo cual limita el acceso, y descarta una educación para la ciudadanía". Para los autores la universidad es ante todo un espacio para la formación de posiciones políticas y morales y, contrario a esto, el modelo de "ser pilo paga""promueve una educación superior restringida a los excepcionales, quienes son los que aprovecharían mejor los recursos invertidos, y excluye al resto".
Aumenta
El autor piensa que el debate sobre el papel del Estado en la educación superior no ha recibido mucha atención. Para el autor la idea de becar por puntaje de Icfes no es algo que se pueda traducir en mayor equidad. De hecho, el autor dice que "privilegiar a los que les va bien en el Icfes asume implícitamente que la variabilidad que se observa en los puntajes corresponde principalmente al mérito o al esfuerzo de los jóvenes, cuando en realidad factores como la zona donde nacieron, las condiciones familiares o la calidad del colegio que les tocó pueden tener una importancia mucho mayor".
El autor opina que en lugar de seguir aplicando un sistema de subsidios solo para los mejores, el Estado debería dedicarse en primer lugar a que todos lo jóvenes se gradúen de bachillerato, y "que una vez ahí todos tengan las habilidades cognitivas para escoger lo que consideren les convenga más, si ir a la universidad por un título profesional, optar por la educación técnica o cualquier otra alternativa".
Disminuye, pero...
Al autor dice que las becas “Ser pilo paga” son una iniciativa que se inscribe en una dirección más que deseable, pues promueven una mayor equidad, incrementan la movilidad social y "constituyen un intento para romper la barrera invisible de la segregación social".
Sin embargo, critica la idea de subsidios pues dice que "si queremos equidad real de acceso a la educación, en particular a la educación superior, hay que aceptar que todos los estudiantes, sin diferencia, pueden fracasar en el intento, tanto los becados como los no becados". Pues si unos pueden fracasar con pocas consecuencias y otros no, el programa pierda automáticamente su propósito de mejorar la equidad.
Disminuye, pero...
La autora piensa que "ésta será una oportunidad para sacudir siquiera un poco la segregación social en la educación privada, que hace que muchos jóvenes se pierdan la oportunidad de entender mejor la sociedad de la que son parte". Sin embargo, tiene muchas dudas sobre las tasas de deserción que llevarían, en dado caso que los estudiantes no logren graduarse, a unas cargas de deuda enormes.