Cuando se comprueba que Colombia se encuentra catalogada, y desde hace muchos años, como uno de los peores países del mundo en materia de educación, lo que en la práctica significa que nuestra principal riqueza se ha dilapidado condenando al fracaso a generaciones enteras, la ministra del ramo opina que el asunto es un campanazo de alerta. Por favor! (Y la que por años estuvo al frente del sector es premiada con la rectoría de una universidad privada).
Cuando desde hace muchos pero muchos años cientos de miles de presidiarios se lamentan por el hacinamiento al que los someten en las cárceles y se producen catástrofes como la del reciente y fatídico incendio en Barranquilla, el ministro del ramo opina que el asunto es como una bomba de tiempo. (No, ministro. La bomba le está explotando en las manos).
Cuando para hacer efectivo su derecho a la salud miles de colombianos tienen que recurrir a la tutela, mientras se enriquecen las EPS y la reforma sectorial no avanza a causa de los vicios, triquiñuelas y argucias habidos y por haber de parlamentarios, ex ministros, empresarios… y se anuncia el ajuste a la tutela.
Cuando Colombia es uno de los países del mundo con mayor desigualdad, la mayor concentración de tierra, la mayor concentración del ingreso. Cuando se hace poco para garantizar el derecho a estar bien informados, cuando el suministro de agua potable sigue siendo un problema en muchas partes, cuando la explotación minera destruye los páramos que nos garantizan el agua, cuando se trafica con la reforma a la justicia, cuando en un país de tanta pobreza el sector financiero reporta año tras año utilidades vergonzosas, cuando no se solucionan las demandas de los campesinos del Catatumbo, ni de los paperos, ni los caficultores…...etc …etc..
Cuando todas esas cosas pasan a espaldas de un congreso, el mismo congreso que se reinventa año tras año, al que de nada le valen las protestas, los paros, los reclamos... Los senadores y representantes van y vuelven.
Ahora llega Serpa, el padre, a renovar el partido liberal tomado por los hijos de los expresidentes. Serpa, el hijo, se encargaría del Concejo de Bogotá. Samper, el padre, dictando cátedra en todos los medios de comunicación. Samper, el hijo, en el gabinete de Santos. Galán, sus hijos todos, incluido el que entregó las llaves a Gaviria, el padre, cuando el atroz asesinato, repartidos en cuanto movimiento liberal exista. Ahora Gaviria, el hijo, en la presidencia del partido liberal. Ahora Gerlein, ahora los Guerra de la Espriella, los hermanos Yepes, ahora José Obdulio, ahora Uribe. Ahora todos los mismos de siempre. Ahora ellos y sus hijos. Ahora Telésforo Pedraza….ahora Martha Lucía. Poco o nada han hecho ni harán, éstos y los demás señores, por cambiar o mejorar las cosas en el país. ¿Querrán legislar por la paz que se avecina? Absolutamente no.
Pero existe todavía una sola cosa de la que nosotros, los ciudadanos común y corriente, podemos echar mano para hacer efectiva nuestra protesta contra la clase dirigente del país y sus partidos, que nada hacen para lograr el bienestar de la mayoría: el voto en blanco. Porque estamos hartos de que se diga e insista que acá existe una verdadera, antigua y estable democracia, aunque no funcionen las cosas.
Así que con el voto en blanco nos obligamos a un cambio absoluto, total, de nombres yy fihçguras de la clase dirigente del país. Peor no podemos estar.
Y es que el artículo 258 de la Constitución establece que si del total de votos válidos los votos en blanco constituyen la mayoría, deberá repetirse por una sola vez la votación. Y si se trata de las de corporaciones públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral.
Claro que el triunfo del voto en blanco podría significar el sacrificio de pocas aunque valiosas figuras políticas, cuyo trabajo es menester reconocer: el del liberal Guillermo Rivera del Putumayo y sus valerosas, infructuosas y solitarias denuncias sobre la fumigación de cultivos ilícitos en su departamento y en Colombia. Jorge Robledo, Iván Cepeda, Camilo Romero, Ángela María Robledo, Wilson Arias. Escasa lista que ahora enriquecerían el profesor y ex magistrado Rodolfo Arango y Claudia López. Pero ¿será acaso que esta escasa decena de ilustres hombres y mujeres podrán concretar algo en contra de la brutal y unificada maquinaria liberal-conservadora-uribista-pastranista? Lo dudo mucho. Porque si los movimientos y grupos a los que estos personajes pertenecen no logran abrigarlos con oportunas e inteligentes propuestas que nos hagan ver que la oposición también puede lograr puntos de encuentro en pro del bienestar de la mayoría, pues que se los trague también a ellos el voto en blanco!