Gays, lesbianas, bisexuales y trans hemos sido presas fáciles de los violentos. Muchos no se han defendido ante los ataques porque sienten vergüenza o por el miedo al autoritarismo. Pocos salen en nuestro auxilio, y muchos veces quienes nos ayudan son “acusados” de ser nuestra misma clase. Los padres, amigos y vecinos se lamentan pero casi nunca actúan contra el agresor. Para los apóstoles del odio somos “criminales sexuales” que merecemos un destino: el insulto, la humillación, el golpe, la muerte. Lo aprendimos en la casa, lo sabemos desde el colegio, lo sentimos en la calle, lo enseña la historia.
Los machos golpean a los maricas para desviar la atención de su brutalidad, su estupidez y su inseguridad sexual. Cuando nos patean la galería aplaude: es lo que quiere la mayoría, dicen los golpeadores. Algunos prefieren patear de frente, otros incitan a patear. Los peores propagan el odio a través de “argumentos” y la “constitución”.
Los nazis decían que los homosexuales irrespetaban a la sociedad y se tomaron en serio la idea de rescatar los valores familiares. Durante el régimen nazi Heinrich Himmler, el comandante de las SS, decidió intensificar su persecución a los homosexuales. Fue así que en 1936 creó un departamento especial en la Gestapo: "la oficina central del Reich para la lucha contra la homosexualidad y el aborto" (Reichszentrale zur Bekämpfung der Homosexualität). Antes en 1928, Himmler escribió: "cualquiera que piense que los homosexuales aman, es nuestro enemigo". Y remató diciendo: “los homosexuales son parásitos sociales” en un editorial en el periódico "Das Schwarze Korps" titulado "Ellos son nuestros enemigos públicos".
Con esas consignas quemaron los 12 mil volúmenes del Instituto para la Ciencia Sexual fundando por el gran científico y activista, Magnus Hirschfeld, quien proclamaba: "Per Scientiam ad Justitiam" (¡Por medio de la ciencia hacia la justicia!). También cerraron los bares y discotecas frecuentados por gays, lesbianas y trans. Así, el famoso cabaret “El Dorado” en la zona de Schöneberg en Berlín pasó a ser sede del partido Nazi, y el periódico Die Freundschaft (la Amistad) fue prohibido. Entre 1933 y 1945, los nazis arrestaron aproximadamente 100.000 acusados de ser homosexuales, de los cuales 50.000 fueron condenados. A los campos de concentración fueron enviados entre 5.000 y 15.000 (más información sobre el regímen nazi y la persecusión contra homosexuales).
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El Dorado antes y después del regímen nazi (foto tomada de internet)
El odio crece como mala hierba y se adapta a muchas culturas y contextos. En Uganda aprobaron una ley llamada “matar a los gays” que condena las relaciones homosexuales a la pena de muerte (aún no está vigente por decisión del presidente). En Nigeria, el pasado diciembre, se aprobó una ley “contra el matrimonio gay” que restringe cualquier actividad de apoyo a este derecho y viola la libertad de opinión y de asociación. En la India, la Corte Suprema restableció la penalización de la sodomía que había sido declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Nueva Delhi. En Rusia, se ha iniciado una epidemia de violencia homofóbica que no da tregua (ver video de Human Rigths Watch, las imágenes pueden herir la sensibilidad), todo esto en un contexto de una ley contra la “propaganda homosexual” (Más información sobre derechos LGBT en Rusia).
En nuestro hemisferio la cosa no mejora. América Latina es la campeona mundial de homicidios contra mujeres trans (travestís y transexuales) y hombres gays. Brasil, Colombia, México y Honduras encabezan la vergonzosa lista. Además, la izquierda beata latinoamericana, dirigida por el presidente Rafael Correa, no se cansa de hacer alianzas políticas con evangélicos y los palacios cardenalicios. Todos estos ataques son la reacción a la liberación de una minoría.
Patear a los maricas es una epidemia mundial. Humillarlos es un arma política. Lo ha sido desde los nazis; ahora los fundamentalistas y los partidos retardatarios continúan está tradición. Los patean para que respeten. Para evitar que acaben con la sociedad, la familia y para proteger "a sus hijos", "a nuestros hijos".
La razón y la dignidad parecen suspenderse en temporada electoral. El Centro Democrático decidió patear mariquitas como una forma de llamar la atención electoral y para recibir aplausos de la galería extremista.
María Fernanda Cabal, cabeza de lista de ese partido a la cámara por Bogotá, hizo un comercial homofóbico en respuesta a un contrincante político, en el que confiesa su ideología política: “aquí el tema no es de tolerancia”. Vestida de blanco, con la mano firme, nos invita a “rescatar el verdadero significado de la familia”, que en otras palabras, privar de derechos a gays, lesbianas, bisexuales y trans.
Video original de candidato Benedetti:
Respuesta de candidata Cabal:
María Fernanda Cabal llegará al congreso a patear maricas, lo mismo que ha hecho el Procurador desde su juventud hasta hoy.
Señora Cabal: usted podrá humillarnos en su campaña política, pero gays, lesbianas, bisexuales y trans de mi generación tenemos la dignidad suficiente para no poner la otra mejilla.
Punta seguido: Colombia Diversa, Caribe Afirmativo y Sentiido han iniciado una campaña de voto informado sobre derechos LGBT. Puede consultarse en www.votoporlaigualdad.com
Punto aparte: Por estos días se proyecta la película “La vida de Adèle” que puede ser un buen antídoto para el comercial de la candidata Cabal.