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La 'papa' caliente y amarilla de Barranquilla

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​Con un censo, la administración de Barranquilla busca solucionar por estos días lo que por años ha sido una de sus ‘papas calientes’: la circulación de los taxis.

A diferencia de Bogotá, Medellín y Cali, en esta capital los amarillos ruedan por las calles sin taxímetros y el valor de la carrera es producto del acuerdo al que lleguen conductores y clientes. Sin embargo, las cifras suelen dispararse durante fechas especiales como los Carnavales o diciembre y generar enfrentamientos. Además, también está la preocupación de la condición de ilegalidad en la que algunos trabajan, asunto que también solucionaría el conteo que quiere hacer el gobierno de Elsa Noguera.

El censo de taxis comenzó en abril pasado y se extenderá hasta el 16 de julio.
En 2012 los taxistas marcharon para pedir la realización del censo. Aquel año se quejaron de la sobreoferta de taxis.

Solo un pequeñísimo sector de los taxistas está por ahora en contra del censo y de la posterior instalación de los taxímetros, y por eso salió este lunes a mostrar su rechazo mediante una movilización, en la que comenzaron participando 70 vehículos pero terminaron menos de 30.

Pero más allá, el titular de la molestia volvió a poner el eventual poder de la mancha amarilla barranquillera sobre el tapete. 

Eduardo Hernández, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Taxistas, promovió la protesta porque, según él, la Secretaría de Movilidad se queda corta al hacer revisiones físicas de los vehículos cuando el censo también debería contemplar un reordenamiento del parque automotor. Tampoco comparte las especificaciones técnicas de los taxímetros que se comenzarán a instalar los próximos meses porque incluirán GPS y monitoreo remoto.

A diferencia de Hernández, otras dos agremiaciones como Conaltaxis y Sinchotaxi aplauden las medidas porque aseguran que se acabarán las discusiones por el precio de las carreras, el GPS traerá mayor seguridad al gremio y porque Barranquilla tendrá estadísticas actualizadas sobre los vehículos amarillos que ruedan por sus calles. Desde 2002 no hay un censo en esa capital, pero sí muchas especulaciones: algunos taxistas aseguran que la cifra de ‘zapaticos’, como los llaman informalmente, podría ser superior a los 20 mil, pero según el Distrito no son más de 13 mil.

Trece mil ya es una cifra exagerada, porque según un diagnóstico del Plan Maestro de Movilidad, Barranquilla debería tener menos de ocho mil taxis rodando en sus calles por lo que su sobreoferta es de casi el 50%. Número suficiente para mover al 7% de la población que suele utilizar taxi.

El censo se ha visto en diferentes sectores como un proceso oportuno y necesario para modernizar la prestación del servicio. Sin embargo, las diferencias que ha suscitado entre algunos taxistas evidencian lo difícil que es poner a hablar un mismo lenguaje a ese gremio.

“Los taxistas en Barranquilla son una torre de Babel”, le dijo a La Silla el periodista Jean Piere Serna, codirector del programa radial El Club del Taxista, que difunde noticias y servicios para ese gremio.

La torre de Babel a la que se refiere Serna tiene sus cimientos en el número de propietarios de taxis, 7.349 según la Secretaría de Movilidad (es decir que, mal contados y de acuerdo a la cifra del Distrito, sería más o menos un dueño cada dos taxis).

Esa atomización del parque automotor hace que al gremio le cueste más ser una unidad compacta como lo puede llegar a ser en Bogotá. En la capital del país, por ejemplo, dos empresarios manejan la mitad de los taxis, entre afiliados y propios, y dada su hegemonía tienen mayor poder de convocatoria. Ellos hacen parte de los súper poderosos de esa ciudad, entre otras razones, porque pueden conseguir una cita con el alcalde o el presidente en cuestión de minutos. 

En la capital del Atlántico no hay una unidad de mando. El gremio lo que tiene son líderes mediáticos que hablan a nombre de las empresas y de los conductores, pero su poder dentro del gremio es difícil de medir porque no todos los taxistas ni propietarios los reconocen como sus voceros. Álvaro Forero, de Conaltaxis, y Jorge Guerrero, de Sinchotaxis, son dos de las caras más visibles.

El propietario con más taxis en Barranquilla tiene 301 vehículos. En el segundo lugar, con 175, están el abogado Charles Chapman y su mamá María López. Madre e hijo son los dueños de la empresa Transportes Premiun S.A., una de las 14 que funcionan en la ciudad y tiene afiliados 404 vehículos.

Chapman, cuya familia está en el negocio desde hace 40 años, cree que si conductores y propietarios fueran unidos podrían influir más en las discusiones de la ciudad.

Alrededor de los taxis en Barranquilla hay unas 100 mil personas si se suman las familias de conductores y propietarios, una fuerza que consolidada podría mover votos y elegir a un concejal o ser un decisor clave en la elección de alcalde o gobernador. Pero su poder en elecciones solo se ve reflejado es en la capacidad de movilización de votantes porque los caciques políticos suelen contratarlos para que, desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, transporten a los votantes.

A diferencia del mototaxismo, cuyos conductores suelen tener características similares en edad, formación académica y condición socioeconómica, el de los taxistas es un gremio más variopinto: pueden haber jóvenes bachilleres que encuentran en el taxi una manera de iniciarse en la vida laboral, al igual que pensionados que ven estos vehículos como una inversión y una actividad para seguir activos, le explicó a La Silla Víctor Cantillo, profesor e investigador especializado en movilidad urbana.

Los cupos, la base del negocio 

Establecer la cifra exacta de taxis es una de las metas del censo que la administración de Elsa Noguera realiza desde abril pasado. La inspección física, que termina este 16 de julio, busca también conocer cuáles son las características de los carros que prestan el servicio de taxi y detectar aquellos cuyos cupos de circulación hayan sido obtenidos de manera irregular.

Las especulaciones sobre un posible aumento descontrolado e irregular se han ido alimentando desde 2002, cuando un censo de ese año establecía que eran menos de 10 mil los taxis en Barranquilla. Sin embargo, Otilia Ordoñez, jefe de atención al cliente de la Secretaría de Movilidad, le dijo a La Silla que ese conteo dejó vehículos por fuera, que las siguientes administraciones debieron ir incorporando a la base de datos oficial.

El abogado Charles Chapman López es uno de los mayores propietarios de taxis en Barranquilla junto a su mamá María López. Fotografía tomada de emisoraatlantico.com.co 
Los cupos son la llave para quien quiera entrar en el gremio de los taxistas. En Barranquilla solo se obtienen por chatarrizacion (desintegrar un vehículo como se observa en la imagen) o por pérdida total (accidente o hurto).

Pero lo que disparó las suposiciones entre los taxistas sobre el número de vehículos fueron las irregularidades de Metrotránsito denunciadas en 2008. Hasta diciembre de ese año, ese instituto fue la autoridad de tránsito de la capital del Atlántico. Meses antes su director había sido capturado por malos manejos en la contratación y en la asignación de cupos de taxis. Aunque en la condena a Carlos Altamar se mencionan 2.400 permisos de circulación de taxis otorgados de manera irregular, en el imaginario de los barranquilleros quedó grabada una cifra superior y por eso se rumora que por esa época se llegaron a 'gemelear' hasta 20 mil cupos.

Pero desde entonces, asegura Ordóñez, no se ha aumentado el número de taxis y se han realizado depuraciones como las denunciadas por su dependencia en 2013. Ese año la Secretaría le entregó a la Fiscalía 300 casos que encontró de dos, tres e inclusive cinco carros rodando con el mismo número de placa. Lo que en Barranquilla se denomina ‘gemeleo’.

Un cupo, que cuesta unos 28 millones de pesos, es codiciado en Barranquilla porque allí no pueden ingresar vehículos nuevos al menos que sea por la reposición de otros que estén viejos o hayan sufrido pérdida total. Sin embargo, esa ciudad es una de las que ofrece los cupos más económicos porque en Bogotá, por ejemplo, pueden llegar a costar el doble. Esto ha hecho que muchos de los propietarios de taxis que ruedan en Barranquilla sean del interior del país porque han encontrado en La Arenosa buenas oportunidades de negocio.

Con un negocio que pese a la competencia sigue siendo atractivo, Barranquilla busca lograr que el taxímetro comience este mismo año a ser parte de su cotidianidad. En unos meses se sabrá si esta administración lo logró o si, como en el pasado, fue un intento fallido más al que le ganó el regateo cliente-taxista.


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