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Cantinflas y el helicóptero

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Hace unos días se llevó a cabo un importante debate en la comisión segunda del Senado de la República sobre la caída de un avión Casa de la Fuerza Aérea en el departamento del Cesar y de un helicóptero de la Policía Nacional en Urabá. Estos sucesos causaron la muy lamentable muerte de 27 hombres y mujeres de nuestra fuerza pública.

Los citantes, entre ellos el senador del Centro Democrático, Alfredo Rangel, cuestionaron la versión oficial según la cual los accidentes se debían a mal tiempo y a errores humanos.

Según ellos la explicación gubernamental pretendía negar la posibilidad de que los siniestros hubiesen sido causados por actos terroristas, probablemente de las Farc, con lo cual, “el Gobierno quiere preservar los diálogos de La Habana, incluso sacrificando la verdad”, como afirmó el senador Rangel.

Si bien la prensa concluyó que el debate había acabado en tablas tras la afirmación categórica del Ministro de Defensa de que no había “naves derribadas por grupos armados al margen de la ley”, el ex presidente Uribe, quien no estuvo presente en la discusión, trinó al día siguiente un fragmento del concepto experto rendido por el abogado penalista Jaime Lombana, quien expone una muy interesante metodología para establecer las causas de los accidentes aéreos.

Esto es lo que dice el doctor Lombana:

 “La prueba de la relación causal, de un resultado antijuridico como lo es la muerte de nuestros policías en el Helicoptero (sic) derribado, según la dogmática mayoritaria, no debe ser una prueba científica sino probabilistica. El hecho conocido, es que el helicóptero se cayó en una zona con presencia de insurgencia, y que la nave estaba en ejercicio de una actividad peligrosa. Afirmar que fue un accidente, contra los testimonios de campesinos e indígenas de la zona, resulta infundado y probabilisticamente incorrecto. Ahora bien, echarle la culpa a una falla humana sin fundamento probatorio alguno, si es indicio de irresponsabilidad y mala fe del gobierno”.

Aunque uno no es nadie para cuestionar los conocimientos del doctor Lombana basados en la dogmática-mayoritaria-probabilística, que debe ser parte de la escuela penal aeronáutica, quizás alemana, la metodología propuesta para descifrar las causas de los desastres aéreos no se debe descartar.

Con la mera deducción probabilística podrían los fabricantes y las aseguradoras ahorrarse millones de dólares y años de trabajo en saber las razones por las cuales se producen los accidentes aéreos.

Por ejemplo, probabilísticamente hablando se puede concluir que al vuelo MH370 de Malaysia Airlines se lo llevaron los extraterrestres.

Veamos. El universo tiene entre 100 y 200 millardos de galaxias con un sextillón de estrellas. Se estima que solamente en la Vía Láctea hay mas de  60 millardos de planetas parecidos a la tierra y que por lo menos 8 millardos tienen vida. Según Carl Sagan, únicamente en nuestra galaxia, habrían por lo menos 1 millón de civilizaciones inteligentes y cualquiera de ellas ha podido enviar una nave espacial y raptar un avión lleno de malayos que iban de compras a Beijing.

Lo digo con certeza probabilística porque es un hecho conocido que el avión se cayó en un zona con presencia de agua y que la nave estaba en ejercicio de una actividad peligrosa, porque volar es peligroso, por eso le piden a uno que se amarre el cinturón de seguridad y lo instruyen en como ponerse un chaleco salvavidas, algo que no ocurre cuando uno se monta a un taxi, por ejemplo.

Afirmar que fue un accidente, contra los testimonios de todas personas que han visto ovnis, resulta infundado y probabilísticamente incorrecto, así estén fumando bareta en Villa de Leyva.

Ahora bien, echarle la culpa a una falla humana sin fundamento probatorio alguno, sí es indicio de irresponsabilidad y mala fe del gobierno malayo que no quiere reconocer que sus ciudadanos actualmente están siendo víctimas de experimentos humanos en el espacio.

Otro elemento que vale la pena destacar del análisis jurídico planteado es la irrelevancia de la “prueba científica”. Quizás tenga razón: las pruebas en el proceso judicial tienden a ser un estorbo porque hay que conseguirlas, conservarlas, contradecirlas y evaluarlas. Sin la “prueba científica”, como propone el jurista, se podría denunciar y acusar sin justificación, solo con feeling. Tal vez el doctor Lombana, en su larga experiencia, ya haya adelantado estudios empíricos sobre este novedoso enfoque del litigio.

Por otra parte, sustituir las pruebas por probabilidades puede ser una interesante fuente de austeridad, ahora que la rama esta pasando por un período de ajuste fiscal. En vez de gastar recursos materiales y humanos en un proceso engorroso y demorado se le podría dotar a los jueces de un juego de dados para que decidan probabilísticamente los fallos. Aún mejor, podrían deshojar margaritas (culpable si, culpable no) ya que probabilísticamente no hay nada más equitativo que una decisión por mitades.

Uno como abogado aprende cosas todos los días pero rara vez con la claridad inspiradora de los argumentos jurídicos presentados para descifrar el misterio de la caída del helicóptero.

A no ser de que uno repase esta defensa penal, una de las mas célebres de la historia.


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