La encuesta Gallup que presentó esta noche Caracol Televisión sobre la intención de voto en las cinco principales ciudades, le trae buenas noticias al uribismo en Medellín, a los que les gusta el alcalde Guerrero en Cali y a los peñalosistas en Bogotá.
Gallup hizo una encuesta presencial, seleccionando aleatoriamente no solo los barrios donde encuestó, sino las manzanas dentro de cada barrio, y el hogar de cada manzana. Esa metodología es mucho más robusta que las encuestas telefónicas que se han conocido recientemente, y por eso marca más fuertemente la campaña.
Además, como Gallup había publicado el 6 de mayo una encuesta con la misma metodología y la misma muestra, y para el mismo grupo de medios (Caracol TV, Blu Radio, El Espectador, El Colombiano, El País, Vanguardia Liberal y la Universidad Nacional), puede rastrear los cambios en los últimos dos meses y medio, en los que se inscribieron los candidatos y empezaron formalmente las campañas y la publicidad política.
Sin embargo, tiene un margen de error del 6 por ciento para las preguntas de intención de voto, por lo que muchos de los cambios en intención de voto se mueven dentro del margen.
Con eso en cuenta, esto es lo que está detrás de la disparada de Peñalosa, Vélez y Armitage:
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El candidato uribista se disparó. Entre mayo y agosto dobló su intención de voto y pasó a ocupar el primer lugar, con casi diez puntos de ventaja sobre el segundo, el ex alcalde fajardista Alonso Salazar.
Esa disparada puede estar influida básicamente porque la campaña empezó en forma, y Vélez se ha enfrascado en contarle a los medellinenses que él es el candidato de Uribe. Con vallas junto al ex presidente, una publicidad que juega con el hecho de que su segundo apellido es justamente Vélez y con una ofensiva importante en radio y televisión local, el ex senador se ha dado a conocer.
De hecho, es el candidato que más creció en conocimiento: en mayo era el menos conocido de los cinco grandes candidatos y , ahora que un 10 por ciento más de los encuestados lo conoce, empata en ese rubro con el ex gobernador y candidato liberal Eugenio Prieto y con el ex concejal y ex candidato a la alcaldía Federico Gutiérrez.
Otra cosa que le sonríe a Vélez es que sus rivales aparecen estancados, creciendo o reduciendo su intención de voto dentro del margen de error.
De hecho, Vélez le mordió intención a sus rivales: aunque parte de sus 14.6 puntos de crecimiento se debe a que entre mayo a agosto un 9.8 por ciento de los encuestados decidieron no votar en blanco, 2 puntos de esos se fueron a donde el candidato del Polo Héctor Manuel Hoyos (por el que Gallup no preguntó en mayo). Por eso, Vélez capturó máximo un 7.8 por ciento de quienes iban a votar en blanco, y los otros 6.8 puntos tienen que venir de las caídas de sus rivales, especialmente los 4.7 puntos que perdió Salazar y los 3.5 de Gutiérrez.
Pero nada de eso quiere decir que la campaña ya esté definida.
Primero, porque aunque Vélez todavía tiene un espacio grande para crecer, pues menos de la mitad de los encuestados lo conocen, lo mismo pasa con Gutiérrez, con Prieto y con Gabriel Jaime Rico (candidato que recogió firmas y tiene avales de La U, el Partido Conservador y Cambio Radical).
Y segundo, porque si hasta ahora los ataques se habían concentrado en Salazar, quien empezó punteando las encuestas, ahora Vélez tiene el riesgo de convertirse en el blanco de las críticas, algo que, si se da, se concretará en los próximos debates.
Hay que ver si la gasolina del uribismo le alcanza para seguir trepando en las encuestas en la tierra del ex presidente. Hasta hora solo ha salido dos veces a recorridos por las calles con Uribe.
Pero también hay que ver si los otros candidatos, que han hecho más política en la ciudad que él (Vélez lleva más de una década sin tener un cargo público en Medellín, tiempo en el que todos sus rivales los han tenido), logran recuperarse.
Lo que si pinta desde ya difícil la encuesta es la situación para los candidatos de la Unidad Nacional. Prieto y Rico están muy atrás en la encuesta, pues solo suman 17 puntos de intención de voto. Y como las relaciones entre ellos están muy deterioradas (el liberal dijo en un debate ayer de La Ciudad Verde que nunca votaría por Rico), es improbable que las dos campañas se unan, y eso deja al santismo muy maltrecho en Medellín.
En todo caso, aún queda casi un tercio del electorado por definirse, pues el voto en blanco (con 17.6 por ciento) y el porcentaje de indecisos (11.8 por ciento) son altos, lo que muestra que aunque la campaña avanza, sigue quedando un buen trecho por recorrer.