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Al entrar hoy en su tercera semana de paro, unos 15 mil estudiantes de la Universidad de Cartagena demuestran que además de hacer parte de la única alma máter pública del Caribe con acreditación de alta calidad estudian en una institución con problemas académicos y administrativos de fondo.
Los jóvenes de pregrado, matriculados en modalidad presencial, están en cese académico desde el 9 de septiembre porque se cansaron de las fisuras en las paredes, los pisos manchados, los techos resquebrajados, los abanicos que no funcionan adecuadamente y la falta de material académico para el buen desarrollo de sus clases. Y para demostrar que no exageran, tomaron fotografías y las publicaron en redes sociales. Algunas de ellas ilustran esta historia.
El paro se da justo en una de las universidades más sólidas del Caribe, a la que han llegado incluso a catalogar de institución privada por su estabilidad académica y financiera: maneja un presupuesto de 176 mil millones de pesos y es la única que logró blindarse de las infiltraciones sistemáticas de grupos al margen de la ley y del clientelismo político directo, del que sí fueron objeto sus pares en Córdoba y Magdalena.
Además las 'papas bombas' y amenazas de cierre han sido asuntos ajenos a su historia reciente, a diferencia de lo que le ha ocurrido por décadas a la Universidad del Atlántico, a menos de dos horas de distancia.
Tanto se consolidó la Unicartagena que se convirtió en un patrimonio no solo de la capital de Bolivar sino del país y hoy tiene 22 mil estudiantes matriculados en 95 programas, incluidos seis doctorados; es considerada la décima universidad de Colombia con mayor producción científica, y el Ministerio de Educación le dio el año pasado la acreditación por alta calidad.
Pero los estudiantes renunciaron a esa versión rosa y esta vez están más decididos que en ceses anteriores. Dicen que no volverán a las aulas hasta que las directivas se comprometan a cumplirles el pliego de 48 peticiones que redactaron hace una semana: piden que se mejore la infraestructura en los cinco campus, la oferta académica, el nivel de los grupos de investigación, los servicios informáticos y de bienestar universitario y la transparencia en los procesos de rendición de cuentas.
“El paro solo se levanta cuando se expida un acto administrativo con los compromisos y aprobado por la asamblea estudiantil”, le dijo a La Silla la estudiante Laura Acosta, vocera del programa de Administración de Empresas y una de las líderes de la manifestación.
Y aunque en 2011 pararon durante un mes y una semana, aquella fue una protesta a la que se sumaron con el resto de universidades públicas del país para pedirle al Gobierno de Santos que no reformara la Ley 30 de Educación Superior. Esta vez, los mueve el "diagnóstico minucioso" de sus problemas internos, le dijo a La Silla otro de los estudiantes consultados.
Se trata del primer paro que afronta Édgar Parra como rector. Él es un cirujano tolimense, que llegó a la rectoría en junio de 2014 con el apoyo de su antecesor, el exrector Germán Sierra, y con cuestionamientos éticos por unos contratos que un familiar suyo firmó entre 2003 y 2005 con la universidad.
Y aunque Parra se sentará hoy a hablar con los representantes estudiantiles para intentar conjurar la crisis, su relación con ellos ha estado tensa después de decir que habían intereses políticos detrás de la protesta porque uno de los líderes visibles, Emel Puerta, es candidato al Concejo por la Alianza Verde, el mismo partido que avaló a la Alcaldía de Cartagena al expersonero Fabio Castellanos.
Fue Castellanos quien demandó el año pasado la elección de Parra por haberse posesionado con 65 años, la edad de retiro forzoso de los servidores públicos en Colombia. La demanda no prosperó y el Consejo de Estado dejó en firme la elección del rector la semana pasada.
Puerta y Castellano negaron los señalamientos de Parra, mientras que los estudiantes pidieron que no se deslegitimara su protesta porque han demostrado que tienen motivos para no estar en los salones de clase. También negaron estar movidos por alguna directriz de esos dos candidatos o de la Alianza Verde.
Más allá de que Puerta y Castellano usen la crisis de Unicartagena como parte de su estrategia para atraer votos, los universitarios se han mostrado autónomos y alejados de cualquier tinte político en sus actividades dentro y fuera de las cuatro sedes que tienen tomadas desde el 7 de septiembre pasado.
La Silla habló con uno de los líderes de la protesta y con dos estudiantes más, quienes nos explicaron que el malestar por las falencias académicas y locativas aumentó en agosto pasado. Ese mes la mayoría de matriculados en la facultad de Ciencias Básicas y Exactas comenzó a quejarse porque el semestre inició sin estar listas las resoluciones de nombramiento de sus profesores ni la dotación de los laboratorios.
Al ver que los días pasaban, el 7 de septiembre se tomaron una de las sedes de la alma máter para presionar a las directivas. De inmediato las demás facultades se solidarizaron con ellos y sacaron a relucir, cada una, sus propias necesidades.
Los únicos que no se unieron y han seguido en clase son los estudiantes de los programas a distancia y los de posgrados.
Los que sí están en paro escogieron 45 voceros, uno por pregrado, y conformaron la plataforma ‘SOS Universidad de Cartagena’. Ese es el órgano que los representa ante las directivas universitarias y el nombre de un perfil que crearon en Facebook para informar diariamente a sus compañeros de las novedades del cese.
Mientras los representantes estudiantiles y las directivas llegan a un acuerdo, el desespero comienza a apoderarse de la comunidad académica porque ya completarán tres semanas sin clases y faltan menos de dos meses para que termine el semestre, por lo que muchos temen que el tiempo no les alcanzará para reponer este mismo año las clases.
Ya hay una minoría estudiantil que se opone al cese y clama por el pronto regreso a las aulas. Entre ellos está el representante de los estudiantes al Consejo Superior, Iván Galeano Cruz, quien desde el comienzo del paro se ha mantenido alejado de la plataforma 'SOS Universidad de Cartagena'.
Lo que dice la U
Aunque La Silla se comunicó con el rector, a través de la oficina de Comunicaciones de la universidad, no fue posible que nos respondiera el cuestionario que le enviamos. Lo que recibimos fueron los comunicados expedidos por la institución desde que el paro comenzó.
Los revisamos y encontramos que punto por punto, el 14 de septiembre, la universidad les respondió a los estudiantes el pliego que habían redactado cuatro días antes.
Por ejemplo, la institución les prometió tener lista antes de octubre las cotizaciones para comenzar la dotación de los laboratorios o tener reparado el anfiteatro antes de noviembre. Otras peticiones como el acondicionamiento de la ventilación, la renovación de las unidades odontológicas y la construcción de las salas de informática tomarán más tiempo. Algunas obras, inclusive, están proyectadas a 2018.
Oficialmente la universidad también ha dicho tener voluntad de diálogo y en el comunicado más reciente, expedido el sábado, garantizó el derecho a la protesta pidiéndoles a los profesores que se abstengan de hacer llamados a reanudar las clases. Especialmente, después de la columna de opinión que el profesor Ricardo Chica publicó en el diario El Universal y que tanta indignación causó entre los estudiantes porque cuestionó sus capacidades de escritura y raciocinio, al igual que los motivos de la protesta.
Aunque son innegables las luces de la Universidad de Cartagena, también son inocultables las sombras que hoy eclipsan sus logros y evidencian que los universitarios ya no se conforman con la versión rosa que su alma máter les vende con mayor fuerza desde el año pasado, cuando se convirtieron en la primera y hasta ahora única institución pública del Caribe con acreditación de alta calidad.