Ahora que la fumigación aérea de coca con glifosato se detuvo desde ayer por orden del presidente Juan Manuel Santos, apareció un nuevo uso para los aviones de aspersión Turbo Thrush: apagar los incendios que están desbocados en todo el país por el fenómeno de El Niño.
Al menos eso es lo que está sucediendo en el oriente del Tolima y el sur de Cundinamarca, donde hasta hace dos días se habían reportado 24 mil hectáreas de incendios.
Lo muestra una foto que colgó en su Twitter Julián Wilches, el ex director de política de drogas del Ministerio de Justicia y aficionado del paracaidismo, que estuvo el fin de semana pasado en el aeropuerto Santiago Vila de Flandes para hacer un par de saltos y conversó con los pilotos.
Estos aviones, que antes fumigaban glifosato, ahora están apagando incendios en Tolima. Más desarrollo, menos guerra pic.twitter.com/pctWhLVtJW
— Julian Wilches (@julianwilches) septiembre 30, 2015
Eso muestra que, en momentos en que Santos está intentando relanzar la política contra las drogas para concentarse más en los eslabones más rentables del narcotráfico (y no solo en los cocaleros), los aviones podrían cumplir un papel clave en ayudar a controlar el centenar de incendios que están activos en todo el país y para los que el Gobierno no tiene suficientes recursos humanos.
Sobre todo en momentos en que, como dijo el Ministro de Ambiente Gabriel Vallejo, “estamos con una situación compleja en términos de aeronaves y helicópteros que se requieren para poder hacer la actividad (...) para apagar los incendios. Son muchas zonas en el país y muy distantes entre sí. Tenemos cinco helicópteros en mantenimiento y cinco en actividad. Obviamente unos recursos humanos con toda la voluntad y el deseo, pero también limitados”.