Con la renuncia anoche del Defensor del pueblo, ganan las mujeres pues a partir de hoy el acoso sexual comienza a tener un costo. Y gana Juan Manuel Santos pues la dirección de la Defensoría entra en la baraja de cargos que el Presidente tiene a su disposición para lograr el equilibrio político que necesita para sacar adelante las reformas que le hacen falta y el plebiscito por la paz.
Anoche, el presidente de la Cámara de Representantes Alfredo Deluque confirmó que Armando Otálora lo había llamado para informarle que hoy a primera hora presentaría su carta de renuncia para poder defenderse de las acusaciones de abuso sexual de su ex secretaria privada Astrid Cristancho sin poner en juego el prestigio de la institución.
Aunque la Cámara sólo podrá aceptarle la renuncia cuando el Congreso vuelva a sesionar de manera ordinaria en marzo, la campaña por la sucesión de Otálora comenzará hoy mismo y en simultánea con la carrera por los cargos de Fiscal General, Procurador y eventualmente la silla del magistrado de la Corte Constitucional Jorge Pretelt.
La elección del nuevo Defensor se haría al tiempo con la del sucesor del fiscal Eduardo Montealegre, que termina su período en marzo. El cargo de Procurador también podría quedar vacante en las próximas semanas si el Consejo de Estado -donde solo le quedan cinco magistrados cercanos- decide que su elección estuvo viciada porque la consiguió a punta de nombrar cuotas y parientes de sus nominadores. Si en el mismo mes, el Senado suspende a Jorge Pretelt para iniciar un juicio formal en su contra, ese puesto también queda disponible.
De estos cuatro altos cargos, Santos tiene la facultad de nombrar ternas completas para el de Defensor, Fiscal y magistrado de la Corte. Y puede ternar uno de los tres nombres para Procurador General. Su desafío era cómo poner gente competente, de su entera confianza pues seguirán allí cuando él ya no sea Presidente y que le apuesten a la paz sin que al hacerlo termine indisponiendo a los partidos que necesita para sacar adelante las reformas para la paz, el plebiscito y eventualmente la reforma tributaria. La renuncia de Otálora le despeja el camino.
Los fortines


Para dirigir la Fiscalía General, una entidad que tiene 27 mil empleados (aunque la mitad de carrera) y el poder de meter o dejar libre a la gente, los nombres que más suenan entre la gente allegada a Palacio son los del ex superministro Néstor Humberto Martínez y el del ministro de Justicia Yezid Reyes. El primero de Cambio Radical y el segundo liberal.
Para la Procuraduría, que maneja un presupuesto de 460 mil millones y casi 400 cargos con sueldos por encima de los 19 millones, también suena Yezid Reyes y el ex ministro de Justicia Fernando Carrillo. Ambos liberales.
La Procuraduría, sin embargo, lleva años bajo la orientación del Partido Conservador y el solo temor de perderla tiene a los conservadores a punta de volver a la Unidad Nacional, como lo contó La Silla.
A Santos le conviene que los azules vuelvan a la coalición oficial porque esto haría que no quedara en el Congreso cautivo de ningún partido y porque disminuría las opciones de que un conservador en alianza con el uribismo gane en el 2018. Pero el problema de entregarles la Procuraduría es que el partido de la U ya ha hecho saber que ellos quieren tener un órgano de control y que se lo merecen por ser el partido con mayor representación parlamentaria.
La silla de Pretelt, que siempre ha sido conservadora, podría ser el ‘contentillo’ para los conservadores pero dado que no tiene un valor burocrático difícilmente los dejaría satisfechos. Por eso, la renuncia de Otálora le cae como anillo al dedo a Santos.
La Defensoría cuenta con una nómina de más de 300 mil millones de pesos anuales y con 2.300 abogados de defensa pública, según El Espectador. Muchos de esos empleados son cuota de los representantes a la Cámara que lo eligen de la terna que presente el Presidente.
Hasta que fue elegido Otálora como cuota del entonces director del partido Liberal Simón Gaviria, era un fortín conservador. Su antecesor Vólmar Pérez, que duró nueve años allí, era del Partido Conservador.
Aunque no es un fortín tan poderoso como la Procuraduría, la Defensoría sí dejaría satisfechos a los conservadores y le permitiría a Santos nombrar a gente más cercana a él en los otros cargos.
Lo único que podría atravesarse en estos cálculos es que coja fuerza la iniciativa de una terna de mujeres impulsada inicialmente por la senadora liberal Vivian Morales y que ya ha conseguido respaldo masivo en las redes sociales.
La vez pasada, en la misma terna de Otálora había dos mujeres con muchas más credenciales en la defensa de los derechos humanos para una entidad cuya misión es promoverlos. Santos se inclinó por el candidato de los políticos. Esta será su segunda oportunidad.