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Superar la polarización

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Manejar en una calle con huecos es peligroso. Cuando en una etapa de posconflicto una sociedad transita de los armamentos a los argumentos, si el espacio en el cual los ciudadanos intercambian públicamente sus argumentos, es decir la esfera pública, está lleno de huecos, entonces ese tránsito puede ser difícil y hasta peligroso. Por eso necesitamos preguntarnos si la esfera pública en este país funciona como debería o, si hay “huecos”, qué tenemos que hacer.

Una esfera pública que funciona provee un espacio en el que los ciudadanos tienen  la posibilidad de presentar, sopesar y poner a prueba sus argumentos. Ahí se hacen preguntas y se siente la obligación de responder.

El enorme nivel de polarización entre izquierda y derecha que caracteriza la esfera pública colombiana, sin embargo, impide que eso pase. Frecuentemente, el contenido de los argumentos cuenta menos de quienes los producen y favorecer a la rosca o los aliados cuenta más. De una cierta manera la polarización ha llevado a que la lógica del amigo-enemigo que caracteriza los escenarios de combate aplicara también a la esfera pública. Bajo estas circunstancias, se ha vuelto mucho más difícil reconocer que los argumentos de los adversarios pueden ser razonables.

Ahora bien, los retos mayúsculos del posconflicto exigen identificar los buenos argumentos, independientemente de quienes los presentan. Por eso es urgente despolarizar la esfera pública. Un primer paso en esa dirección es exigirles a los participantes en los debates públicos que apliquen a todos, inclusive a sus adversarios, los principios y las garantías que invocan para sí mismos. Aquí van dos ejemplos.

Entre el fin del cese al fuego del pasado abril y el 30 de junio de este año, las FARC atacaron 48 veces la infraestructura petrolera y afectaron a más de 160,000 personas. Desde el 1986, se han derramado en Colombia de manera intencional por parte de las guerrillas 4.1 millones de barriles de petróleo, es decir, 15 veces más que el derrame histórico por parte de la Exxon-Valdéz frente a la costa de Alaska en marzo de 1989. Ahora bien, en ocasión de esos últimos ataques León Teicher preguntó desde su columna en Portafolio qué hubiera ocurrido si, en vez de las FARC, el derrame reciente de miles de barriles de petróleo lo hubiera causado una multinacional y por qué las organizaciones sociales y ambientales no condenaron los desastres recientes con la misma vehemencia con la que atacan a las empresas privadas.

De la misma manera, las élites de este país han declarado repetidamente su compromiso hacia unos principios básicos de civilidad pero, cuando los paramilitares asesinaron vilmente a líderes sindicales, muchos empresarios se quedaron en silencio.

Pedir simetría a los participantes en los debates públicos nos ofrece un criterio muy concreto para empezar a despolarizar nuestra esfera pública. Es importante que la prensa vigile para que esta práctica eche raíces.


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