Un estudio de la Universidad Javeriana, referenciado en la prensa, señala que entre el 2000 y el 2014 murieron 28 mil personas en accidentes de tránsito que involucraban motos, es decir, una población equivalente a Paipa, Barbosa, Flandes, La Mesa o Amagá.
Las motos son un nuevo fenómeno social y debemos construir una agenda pública para entenderlo, discutirlo y mejorar la forma cómo se integra a nuestra realidad cotidiana. Según el estudio “La motocicleta en América Latina”, publicado por la Corporación Andina de Fomento (CAF), en el mundo hay cerca de 313 millones de motos. El 77% están en Asia y en América Latina apenas el 5%.
En todos los países se encuentra que el aumento del número de motos implica incrementos en la mortalidad por accidentes de tránsito. La mortalidad de un motociclista es 35 a 40 veces superior a la de un conductor de carro.
Deberíamos tener políticas públicas que mejoren su uso, limiten sus impactos negativos en vidas y contaminación. Ya estamos viendo en el mercado la existencia de motos de 3 ruedas, eléctricas o híbridas y con esquemas de protección ante las lluvias. Sobre las emisiones de Co2, en medidas equivalentes por pasajero, el bus de gas natural es el más eficiente, pero luego aparece la moto de 4 tiempos con una eficiencia cuatro veces superior a la de los carros (es decir, 4 veces menos contaminante).
El texto de la CAF señala algunas pautas que pueden ser incluidas en los nuevos planes de desarrollo local, como por ejemplo:
- Reconocer que un sistema multimodal de transporte debe incluir a las motos como una de las alternativas.
- Incrementar los controles y exigencias a la hora de la expedición de las licencias y en particular en los cursos de capacitación.
- Estimular las motos de 4 tiempos (las de dos son más contaminantes) y las eléctricas.
- Tener planes ambiciosos de seguridad vial, que incluyan adaptaciones de la infraestructura para este tipo de vehículos.
Las motos son una realidad creciente y debemos acostumbrarnos a su existencia en nuestro entorno urbano.