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La ‘primavera’ de los periodistas de Cartagena

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Manolo Duque es comunicador social graduado y llevaba toda su vida dedicada a la profesión hasta que se metió a la política.
El Día del Periodista, en febrero pasado, la Alcaldía ofreció una atención a los periodistas de la ciudad y anunció su idea de alianza con al FNPI.

Desde que estaba en campaña, Manuel Vicente Duque, ‘Manolo’, insistió en público y en privado que de llegar a la Alcaldía trabajaría por mejorar las condiciones laborales y de vida de sus colegas: los periodistas. Un mes y medio después de estar sentado en la principal silla de Cartagena, cumple su promesa. Y con creces.

La ‘primavera’ que se vislumbra para muchos comunicadores con Manolo, no obstante, empieza a plantear preguntas porque son nada más que ellos los llamados a vigilar la gestión del Alcalde.

En las primeras horas de su Administración, el recién estrenado mandatario marcó su derrotero y evidenció una consideración especial con el gremio al nombrar a periodistas en cargos importantes.

En el Instituto de Patrimonio y Cultura nombró directora a la comunicadora Bertha Arnedo, que venía de ser la directora del programa de comunicación de la Universidad de Cartagena. Como jefa de la oficina de protocolo a Eulalia Pinedo, quien había sido muchos años editora en el diario El Universal. Y en una asesoría a la oficina de asuntos sociales, a otra colega llamada Sorely Torres, que trabajaba en prensa en el Hospital Universitario.  

A la jefatura de prensa llegó un respetado periodista llamado Juan Carlos Díaz, quien de inmediato entró a liderar entre otras iniciativas el cambio de la actual oficina de los periodistas por una más espaciosa, en la que habrá computadores, televisor y teléfonos, para que los comunicadores externos que cubren la Alcaldía se sientan más cómodos.

Pero no eran esas las noticias gruesas que tenía que dar a sus colegas el segundo periodista que en menos de cinco años llega a la Alcaldía de Cartagena (el primero fue el fallecido Campo Elías Terán, a quien curiosamente Manolo también había reemplazado como rey de la sintonía radial cuando Campo se metió a la política). Éstas empezaron a formalizarse desde el Día del Periodista, el pasado 9 de febrero.

Ese día, durante un evento de celebración con música y atenciones organizado por la Alcaldía en el teatro Adolfo Mejía, el mandatario oficializó ante decenas de periodistas su intención de instituir un premio de periodismo y de ofrecer talleres de capacitación vía una alianza con la Fundación Nuevo Periodismo de Gabriel García Márquez.

Cabezas de la FNPI y de la Fundación para la Libertad de Prensa FLIP acompañaron en esa jornada a un emocionado Manolo, que en micrófono y bajo una lluvia de aplausos recordó que la de comunicar fue la actividad que hizo toda su vida y reiteró su compromiso con lo que él llama “la dignificación” del oficio.

Un día antes, en una amplia entrevista, el Alcalde le había dicho a La Silla Caribe que frente al drama en el que a veces se convierte la asignación de la pauta oficial había dado instrucciones para que se tuvieran en cuenta “a los independientes” y no sólo a las cadenas radiales. “No es que los estemos comprando, pero eso es una realidad, eso sí: siempre que tengan programas, para que les llegue una platica”.

Por último, hace ocho días Corvivienda, el fondo de vivienda de interés social y reformas urbanas de Cartagena, anunció la construcción de un proyecto de entre 400 y 500 apartamentos para beneficiar a periodistas y funcionarios.

Hace 14 años que en Cartagena, que tiene un déficit de vivienda por encima de la media nacional, no se hacía una sola casa de interés social y ahora se proyecta esta iniciativa que estará focalizada en su orden a comunicadores, empleados públicos que ganen hasta determinado sueldo y particulares.

El excandidato a la Alcaldía William García, actual gerente de Corvivienda, nos explicó que el Distrito pondrá el lote (de 7.300 metros cuadrados, entre la entrada al barrio El Campestre y la vía que viene de Mamonal, una zona considerada como bien ubicada) y se abrirá oferta para que un privado construya los apartamentos que, por ser de interés social, no podrán costar más de 93 millones de pesos y recibirán un subsidio de 12 millones.

Del quinto piso hacia arriba, los apartamentos gozarán de una privilegiada vista a la bahía de la ciudad.

Las preguntas

Desde que estaba en campaña, Manolo Duque hizo el compromiso público de mejorar las condiciones laborales de sus colegas cartageneros.
Manolo, su esposa Viviana Sánchez y el director ejecutivo de la FNPI Ricardo Corredor, el Día del Periodista en el Teatro Adolfo Mejía. (Foto tomada de El Universal).

Por el premio, las capacitaciones y, sobre todo, el proyecto de vivienda dirigido especialmente a periodistas, la pregunta natural que surge sobre la ‘primavera’ de los comunicadores cartageneros con Manolo es si el agradecimiento de los primeros podría llegar a afectar el cubrimiento a una gestión que apenas empieza.

El Gobierno Manolo tiene como particularidades que se trata de una persona sin experiencia en lo público, que además se eligió en buena parte con el respaldo de casas políticas tradicionales, varias de ellas cuestionadas, a las cuales entregó ya un pedazo del gabinete.

Retos mayúsculos de la ciudad como la implementación y el multimillonario negocio de los buses de Transcaribe, el traslado del mercado de Bazurto, grandes obras como la ampliación de la avenida Santander y la construcción del alcantarillado pluvial, hacen parte de la lista de procesos sobre los cuales tendrán que poner su lupa los periodistas a los que hoy se acerca el mandatario.

Todo eso en un momento que sigue sin ser el mejor para el oficio en la ciudad en materia de ética (aunque, por supuesto, esto no es un asunto exclusivo de Cartagena). Según el capítulo Colombia del Estudio Mundial de Periodismo, dado a conocer en 2014 y localmente coordinado por el investigador de la Universidad Tecnológica de Bolívar Miguel Garcés, el 65 por ciento de los periodistas cartageneros ha dicho conocer casos de compañeros que cobran por hacer una noticia. Y el 47 por ciento sabe incluso de presiones o amenazas a fuentes para que les paguen.

La ‘varilla’, como se le dice popularmente en la ciudad al billete que por debajo de cuerda le da una fuente a un periodista, no es, pues, ningún misterio bien guardado.

¿Hay riesgo de que con esta movida manolista se afecte la información que sobre su Administración recibirá la gente?, acaso sea la pregunta del millón.

Sobre el proyecto de vivienda de interés social, habría que tener en cuenta además que, aunque no es cerrado exclusivamente a un grupo y por lo tanto se puede hacer, sí está focalizado prioritariamente a comunicadores en una ciudad en la que hay una pobreza nacionalmente conocida y 4.021 damnificados de olas invernales pasadas que precisan vivienda de interés prioritario.

Lo que nos dijo una alta fuente en el Ministerio de Vivienda es que en este tipo de iniciativas no debería haber discriminación positiva, a no ser que se trate de poblaciones en situación de vulnerabilidad como damnificados por desastres, por ejemplo.

En cambio, sobre el premio y las capacitaciones hay que agregar que en ambos casos la propuesta de la FNPI, que aún está estudiando lo de la alianza, es adelantarlos como un asunto de ciudad que realmente signifique un aporte al periodismo local, con un diseño y contenido en el que la Alcaldía intervenga lo menos posible.

Una moneda, dos caras

Debido a su sencillez y larga amistad con varios periodistas, pocos en Cartagena dudan de las buenas intenciones del Alcalde. El debate es si eventualmente puede llegar a afectarse la información para los ciudadanos.
Ada Echenique es una veterana periodista de la ciudad, que lleva años liderando propuestas para mejorar las condiciones laborales de los periodistas.

El debate sobre los beneficios a comunicadores en Cartagena como política del Alcalde, es una moneda con dos caras. En la otra cara hay periodistas con bajos ingresos, inestabilidad laboral, dificultad para acceder a la seguridad social por falta de plata y, encima de todo eso, presiones por parte de los poderosos y eventuales riesgos por su trabajo en región. Esos colegas no le ven nada malo a las decisiones de Manolo porque sienten que el Estado tiene pendiente una deuda con ellos desde hace mucho tiempo en materia de mejores condiciones de trabajo.

Ada Echenique, periodista con 26 años de experiencia, es una de las líderes de la empresa asociativa de trabajo Periodistas de Bolívar que está afiliada a Fecolper (la federación nacional de periodistas) y desde hace años viene pidiendo a distintas administraciones acciones en beneficio del gremio.

Y, aunque nunca como con Manolo, han logrado subsidios específicos para periodistas y convenios para salud y profesionalización con las administraciones de los alcaldes Guillermo Paniza y Carlos Díaz y del gobernador Miguel Raad, entre otros.

En la mayoría de los casos, se trata de colegas que no trabajan en ninguna empresa periodística sino que hacen radio de manera independiente. Ellos compran espacios en emisoras y, al tiempo, fungen como periodistas y directores comerciales, pues les toca salir a vender cuñas para garantizar los recursos que les permitan mantener esos espacios.

En concepto de muchos, ese es el casi inevitable modus operandi que ha marcado la nefasta dependencia del periodista y los políticos.

El panorama ha empeorado de un tiempo a acá, debido a que las emisoras locales han venido siendo vendidas a cultos religiosos que las usan para dirigirse a sus feligreses. Por ejemplo, recientemente se conoció la venta de la histórica Voz de las Antillas, en donde 20 comunicadores tenían concesionados espacios de media hora con los que ya hoy no cuentan ni para trabajar ni para su sustento.

“A eso súmale la politización de la pauta, a la que sólo accedes cuando te haces amigo del funcionario”, dice Ada Echenique, y prosigue: “Hay que ver además lo que es no tener para pagar un espacio, tener que salir a vender cuñas, y a veces conseguir para el espacio, pero no tener para llevar a tu casa, y que encima en cualquier momento te pueda presionar un político por una noticia”.

Sobre el tema de la pauta oficial, en Cartagena hubo un intento por regular su distribución y romper con las malas prácticas durante el gobierno de Judith Pinedo. Ella creó un comité regulador, con representación de las facultades de comunicación, que recibía de manera formal las propuestas de periodistas de grandes cadenas y también de los independientes. La publicidad era entregada teniendo en cuenta la audiencia, el contenido y horario de los programas.

La pauta se democratizó, pero algunos que creían tener su monopolio porque eran consentidos de políticos se vieron afectados y empezaron a hablar mal de la Administración en sus programas, lo que generó un alto costo político para Pinedo.

Incluso terminó afectada la FLIP, que por ser asesora de ese proceso de regulación de la publicidad se ganó la malquerencia de algunos comunicadores que en una ocasión llegaron a agredir verbalmente a su entonces director.

En medio de tantas complejidades, Manolo Duque defiende sus propuestas diciendo que lo que quiere es resarcir. “No podemos permitir que nuestros periodistas terminen tan mal y pasen trabajos”, le dijo en su entrevista a La Caribe.

Ada Echenique, que consiguió su casa en un proyecto de vivienda de interés social, recalca por su parte que no siente que les vayan a regalar nada (las casas, valga recordarlo, no son gratis aunque tienen subsidio) ni que se vaya a ver afectada la independencia de los comunicadores que se beneficien.

Es posible que haya que esperar unos meses más de la Administración Manolo para ver el siguiente capítulo de esta historia, pero el debate está abierto.


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