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En El Conejo, los jefes guerrilleros dieron una pequeña muestra de la política que quieren hacer en el futuro. |
La semana pasada, en un foro universitario, el presidente Santos dijo que él creía que las Farc, una vez dejaran las armas, no iban a “tener una gran acogida” en la política porque “mantienen todavía un esquema muy atrasado, perdóneme la palabra, muy mamerto de la política”.
Más allá de la conveniencia de que el Presidente que le está ofreciendo a la guerrilla dejar las armas a cambio de conseguir el poder por las urnas diga que no les ve muchas posibilidades de lograrlo, la pregunta de si son demasiado mamertas para tener un chance en la política es muy vigente justo ahora que se discute en el Congreso la ley que crea las zonas de concentración para su dejación de armas.
La Silla le preguntó qué futuro político le veían a las Farc a una decena de fuentes en regiones en donde las Farc tiene una presencia histórica,como Caquetá, Catatumbo y Cauca, y en otras de donde fueron desterrados hace años, en la Costa Caribe y en algunas zonas en Santander . Y encontró que mientras que los que las conocen de cerca –amigos y enemigos- creen que Santos está subestimando su potencial político, los que están más lejos de la guerrilla se sienten fielmente interpretados por el Presidente.



El investigador en temas del conflicto Ariel Ávila, de la ONG Pares, calcula que entre guerrilleros jubilados, militantes activos y sus familias, las Farc arrancan con una base social de unas 200 mil personas.
Un funcionario consultado dio una cifra similar: dice que las Farc tienen presencia en unos 60 municipios, pero que donde de verdad hacen política hace rato y mandan, son máximo 30 de ellos.
“Tienen mucha influencia entre los cultivadores de coca. Eso son 70 mil personas”, dice. Y agrega que en las últimas marchas por la paz, promovidas por la Marcha Patriótica, trajeron 600 buses del Caquetá y Putumayo a Bogotá con unas 60 mil personas que podrían constituir sus votantes más seguros. “Eso, sumado, les da una fortaleza como de 250 mil votos. Pueden llegar a ser partido, pero un partido chiquito, con poca influencia urbana. Entre otras porque la izquierda no tiene mucha fuerza en las ciudades”.
En las encuestas en las que han preguntado si están de acuerdo con que las Farc participen en política, una de cada tres personas en las regiones donde la guerrilla ha tenido presencia dice que sí. Pero no han pregutnado directamente si estarían dispuestos a votar por ellos y tampoco es claro si ese apoyo en el campo se traduciría en votos efectivos, pues en estas regiones periféricas mucha gente no está acostumbrada a votar.
En las encuetsas hechas en las ciudades, nunca más del 5 o 6 por ciento de los encuestados tienen una imagen favorable de ellos.
“Mi cálculo es que si uno combina el 30 por ciento que tienen en el campo con el 5 o 6 por ciento que pueden llegar a tener en ciudades, eso les da la posibilidad de un umbral para ser un partido chiquito”, dijo el encuestador César Caballero a La Silla.
“A las Farc les puede ir mal en un principio”, dice Ávila. “No van a ser opción electoral relevante apenas se desmovilicen, pero como organización política va a ser muy importante. Tienen una base social amplia que no ha votado, y el reto es encausarlas a votar.”
Cuando el M-19 se desmovilizó, Carlos Pizarro envolvió su arma en la bandera de Colombia y le gritó a sus compañeros de la guerrilla, ‘rompan filas’. Es improbable que así sea el proceso de las Farc.
Una persona que los conoce de cerca cree que en algún momento durante el proceso de dejación de armas, con verificación de la ONU, el comandante de cada zona de concentración no le dirá a los guerrilleros bajo su mando que ‘rompan filas’ sino, por el contrario, les ordenará que vayan a integrar el comité de implementación del punto uno del Acuerdo, o del dos, o del tres. “Usarán su estructura organizativa para transitar hacia un movimiento político-social”, dijo la fuente.
De hecho, en los panfletos que repartieron el día en el que aparecieron en el corregimiento de El Conejo, en la Guajira, decían que “es tarea de todos convertir cada organización comunitaria en un comité de implementación y verificación de los acuerdos”.
Esta tarea organizativa se les facilitará a las Farc porque es una organización jerárquica, con una unidad de mando propia de un partido comunista.
Siendo una estructura de cuadros más parecida al Partido Socialista francés que al Polo Democrático, donde confluyen varias vertientes y grupos de izquierda, en las Farc hay líderes de primero, segundo y tercer orden, muy formados y disciplinados políticamente, que seguramente llegarán a copar las estructuras sociales de base en las zonas donde tienen influencia.
Dos fuentes que los conocen relativamente bien calculan que las Farc puede tener hasta 600 cuadros bien formados.
“Lo primero que se van a tomar son los resguardos y los consejos comunitarios afro”, dijo una fuente.
Los indígenas del Cauca y organizaciones afro, tanto en el Cauca como en el Pacífico, ven venir esa movida, y por eso tienen planeado un viaje a La Habana para hablar con las Farc en un intento por garantizar su autonomía en el futuro.
Pero en Tumaco, por ejemplo, como contó La Silla durante elecciones, la guerrilla lleva años sustituyendo la autoridad de los consejos comunitarios afro en zonas estratégicas para la guerra. Incluso en el Cauca, donde la organización indígena es tan fuerte, el temor es que en menos de una década las Farc terminen, a punta de hacer política, controlando los resguardos.
Líderes guerrilleros, de civil, están organizando en el Cauca, en Caquetá, en Putumayo, en el Valle del Río Cimitarra (en Santander), y en el Catatumbo, 'jornadas pedagógicas’ para explicarle a las comunidades los acuerdos replicando la pedagogía que les han hecho en los campamentos los negociadores de La Habana.
En una de ellas, en el Cauca, según alguien que lo supo de primera mano, la guerrilla fue confrontada por la comunidad por no haber negociado la reforma agraria. “Respondieron, ‘no hemos renunciado a nuestra estrategia para llegar al poder. Solo cambiamos el método’”.
“Por eso la disputa sobre los lugares de concentración es definitiva para ellos”, agregó. “Ellos quieren estar cerca de los sitios estratégicos donde puedan hacer política, de nada les serviría que los mandaran a un páramo. Está claro que buscan acumular poder territorial rural”.
También por eso es que los indígenas han sido vehementes en oponerse a que una zona de concentración de la guerrilla quede en sus territorios.
En esas zonas rurales, donde la guerrilla espera ir ganando poder electoral, las Farc ya han ido ganando terreno, según lo que pudo averiguar La Silla. Y lo han hecho por dos vías muy diferentes.
Por un lado, haciendo un trabajo deliberado para ir colonizando estructuras que les puedan servir electoralmente en el futuro.
En Cartagena del Chairá, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Montañita, en Caquetá, por ejemplo, lograron que las juntas de acción comunal se desafiliaran de las asociaciones de juntas tradicionales y crearan una nueva organización sombrilla favorable a su idea de organización.
“Van ganando en sumar juntas de acción comunal y forzarlas a permanecer en las asociaciones campesinas”, explicó otra fuente de la región en octubre, cuando La Silla hizo esta historia sobre cómo se estaban moviendo las Farc en elecciones.
Dijo que en Puerto Rico, por ejemplo, ya la interlocución de los funcionarios no puede ser con la junta de acción comunal sino con la asociación campesina, por orden de la columna Teófilo Forero.
“Esas direccionaron el apoyo de la gente a sus candidatos”, agregó otra persona del Caquetá, que como la mayoría de fuentes para esta historia no consideró prudente dar la cara. “Esas juntas les van a ser favorables en el futuro también”.
Los candidatos que apoyaron en ese departamento en las pasadas elecciones, además, solo eran fácilmente identificables para la gente que conoce a fondo la dinámica política de la región porque, a diferencia de lo que hicieron en los ochenta cuando nació la Unión Patriótica, esta vez decidieron no “poner todos los huevos en la misma canasta”.
En unos municipios caqueteños respaldaron a los candidatos del Partido Comunista y la UP, como también hicieron en el Catatumbo. Pero en otros apoyaron al de Cambio Radical o al del Partido Verde. En Toribío, Cauca, apoyaban al candidato de La U, como contó La Silla.
La otra forma en que están preparando el terreno para su aterrizaje político en las zonas donde han mandado por años es por la vía del perdón.
“Las Farc están haciendo actos de perdón silenciosos”, dijo a La Silla un político local del Caquetá, que ha sido víctima de la guerrilla. “Los comandantes están yendo a buscar a las comunidades a pedir perdón”.
Este político dice que él cree que si las Farc realmente le cuentan la verdad a sus víctimas sobre lo que hicieron y con quién lo hicieron, es posible que la gente como él deje de “enfocarse en mirar a las Farc como victimaria y comencemos a redirigir el odio hacia el vecino que fue a decirle a las Farc que le secuestraran a uno el papá”.
Cree que así seguramente será en su caso, porque su familia sospecha que en el asesinato de sus seres queridos por parte de las Farc, algunos rivales políticos fueron fueron cómplices o determinadores. Cree que cuando sepan toda la verdad eso golpeará sobre todo la legitimidad de quienes están en la legalidad.
En eso coincide David Flórez, líder estudiantil de la Mane y de Marcha Patriótica, y bloguer de La Silla: “El futuro político de las Farc depende de cómo tramiten el mensaje de perdón y reconciliación a las víctimas. En la verdad tienen más que ganar ellos que lo que puede perder el Establecimiento”.
Un establecimiento político nacional y local que –como lo indican todas las encuestas- está cada vez más desprestigiado por los escándalos de corrupción y por la desconexión con las necesidades de la gente en estos territorios, que las Farc sí conocen como la palma de su mano.
“Hay un caldo de cultivo para que un partido de las Farc comience a reivindicar lo que le sigue indignando a la gente”, dijo a La Silla un alcalde del sur del país cercano a las Farc. "Aunque también van a hacer política en un escenario hostil por el tema mediático, que los ha presentado como supuesto único generador de violencia".
“Comparto lo que dice Santos en que el lenguaje quizás sí puede ser muy mamerto. Pero el verdadero problema para las Farc es que desconoce el cambio de las dinámicas electorales. La táctica electoral.”
En la misma línea, un ex concejal de la UP en el Magdalena Medio, le dijo a la Silla que la verdadera talanquera para las Farc será el sistema político para ganar elecciones: “Con las maquinarias políticas no es fácil crear un movimiento. Nosotros creemos que debe haber garantías y yo no las veo”.
En el Caribe, donde el clientelismo es muy parecido al del resto del país pero se hace de frente y sin pena, y donde las Farc fueron desterradas por los paramilitares hace más de una década, a los caciques costeños no les despeina ni un pelo la posibilidad de que la guerrilla entre al juego electoral sin armas.
En eso coincidieron cuatro congresistas y dos jefes políticos que consultó La Silla Caribe fuera de micrófonos y por aparte en seis de los ocho departamentos de la región. Cinco son de la Unidad Nacional santista.
Los políticos creen que, sin burocracia, sin clientela y sin plata para mover maquinaria, las Farc obtendrían resultados muy parecidos a los del Polo hoy en el Caribe: es decir, pobres.
Y que la única forma de que puedan llegar a ser protagonistas es que les aprueben unas circunscripciones especiales, como las de los afros, para ganar curules en el Congreso con menos votos. (Esta posibilidad ya quedó en el acuerdo sobre participación política que creó las Circunscripciones Especiales de Paz para que movimientos y organizaciones sociales puedan postular candidatos que lleguen a la Cámara de Representantes con un umbral más bajo. El pulso ahora en La Habana será por definir dónde existirán esas circunscripciones y cuántas se crearán).
“Yo les veo máximo un concejal o dos por ciudad, como el Polo, o como el mismo Centro Democrático, que no usa las herramientas tradicionales de la política y por eso no obtuvo resultados en las elecciones regionales”, nos dijo una de las fuentes.
Otro cacique, más pesimista frente al futuro de las Farc, agregó por su lado: “Yo creo que les va a ir como le fue ahorita (en las regionales) a la UP, que no tienen la más mínima posibilidad de sacar nada. La razón es que hay una forma de hacer política y ésta no la cambia el proceso de La Habana. Y eso es aquí en la Costa y también en Bogotá”.
Pero no es sólo el tema de la plata, porque hay quienes creen que la guerrilla puede tener plata suficiente para financiar incluso una campaña presidencial.
En su aterrizaje a la política costeña, y seguramente a la del resto del país, las Farc se tendrán que enfrentar al rechazo de muchas personas que los llevan viendo 50 años como generadores de violencia. Y tienen, en todo caso, en su contra la estela de todo el daño que causaron durante cincuenta años de guerra: miles de secuestros, asesinatos, reclutamiento forzoso, extorsiones y minas antipersonales, crímenes cuyo impacto además fue reforzado mediáticamente durante años.
“Al país no les gustan las Farc y tampoco las tesis mamertas, este no es un país de izquierda. Yo no les veo futuro. Lo de que tendrán medios no hace bulto porque hay gente en los pueblos que no ve ni noticieros, y eso de que recibirán plata del Estado, pues todos tenemos financiación del Estado en últimas. Lo de las zonas protegidas aún no es claro. Esto será un sancocho que sólo veremos en realidad cuando suceda”, nos dijo un congresista experto en la política tradicional de la clientela y la maquinaria.
"Ni Uribe, que la gente allá (en la Costa) lo quiere y que lo conoce, y que según la gente allá limpió todo, pudo quitarle a muchos políticos la votación", añadió esa persona.
Sin embargo, como lo más seguro es que las Farc entren a la política con el discurso de que son distintos a los caciques tradicionales, no es difícil anticipar que con el tiempo puedan cosechar logros con proyectos parecidos al de Carlos Caicedo en Santa Marta y Marcelo Torres en Magangué. En 2011, ambos les ganaron a punta de opinión a las poderosas maquinarias a las que se enfrentaron.
La guerrilla tendrá la ventaja –como lo intenta desde ya el panfleto que repartieron en El Conejo- que podrá “cobrar” políticamente la millonaria inversión rural que hará el gobierno en el campo si cumple lo pactado en La Habana. Y que tendrá acceso a medios, a financiación y posiblemente a curules directas en el Senado los primeros años.
Los negociadores de las Farc en La Habana son conscientes de sus limitaciones. Hace un mes largo, se reunieron en Cuba con Roberto Cosso, un experiodista brasileño que ahora dirige una agencia de comunicación política que se especializa en asesorar a personajes que tienen en su contra a la opinión pública.
Según le contó la ex senadora Piedad Córdoba a La Silla, Cosso asesoró a Salvador Sánchez Cerén, el actual presidente de El Salvador, quien se convirtió en el segundo presidente desmovilziado el la guerrilla del Fmln. Precisamente por esa experiencia, ella se los llevó para que conversaran. “Ellos están pensando en un frente en el que converjan muchas fuerzas al estilo del Gran Frente Unido de Camilo Torres”, dice Córdoba.
Esto se lo ratificó a La Silla David Flórez. Dice que por eso se han reunido en La Habana con prácticamente todos los líderes de izquierda, salvo Jorge Enrique Robledo y Antonio Navarro. “Las Farc no se están pensando solas sino como un proyecto de centro izquierda para sumar esfuerzos”.
La realidad de su capacidad para movilizar gente una vez no tengan el respaldo de las armas solo se conocerá cuando se lancen al ruedo político. Lo que sí es claro es que las Farc llevan meses o quizás años preparándose para ese día. No se puede decir lo mismo de los políticos que opinan de ellas lo mismo que Santos.