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La energía de la Casa de Nariño

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Santos reconoció que María Lorena Gutiérrez era "su mano derecha" al nombrarla como Ministra de la Presidencia.

Pregunta: ¿Qué tienen en común el programa de austeridad del gobierno Santos, la entrada a la Oecd, el plan para San Andrés pos fallo de la Haya, las Zidres, la reforma del agro, el plan para acabar con el monopolio que tienen los gobernadores de los licores, la reforma a la Policía, la selección de los ministros y el computador en Palacio? Respuesta: que la misma persona está a cargo de todo lo anterior. Y ahora, como si no tuviera ya suficiente en qué pensar, tiene una nueva tarea: evitar el apagón.

Encargarse del Ministerio de Minas y Energía es la última tarea asignada a María Lorena Gutiérrez, la única súperministra de Casa de Nariño que realmente encarna ese título.

El lunes, tras la renuncia del ministro Tomás González, el presidente Juan Manuel Santos encargó a María Lorena de ese sector mientras encuentran una persona que se le mida a la difícil tarea de manejar los racionamientos que seguramente vendrán en las próximas semanas si continúa el fenómeno del Niño.

Gutiérrez aceptó, como ha aceptado todas las misiones que le ha encargado el Presidente, y que sin que la opinión pública se percate de ello se han ido sumando unas a otras hasta convertirla de lejos en la persona más poderosa de Casa de Nariño después de Santos. 

"María Lorena es lo más competente que hay en presidencia fuera del Presidente", dijo una fuente a La Silla. "Pero un Estado balanceado no puede tener esos desbalances en el Ejecutivo".

La arregla-todo
María Lorena Gutiérrez quedó encargada del ministerio mientras Santos nombra un reemplazo.

Comó contó La Silla en otra historia, Gutiérrez es una de las pocas personas que hoy es cercana al Presidente y que no lo ha sido durante los últimos veinte años. Esta ingeniera industrial bogotana con un doctorado en finanzas en la Universidad de Tulane, llegó al Gobierno porque quiso.

Le gustaba que Santos creía en las instituciones, un tema que la había obsesionado como académica de la facultad de Administración de Empresas de la Universidad de los Andes, donde fue una decana reconocida. Entonces, le mandó el mensaje que quería trabajar con él y Fernando Carrillo la vinculó a la Comisión de Empalme.

Santos la conoció ahí y unos meses después, la nombró Alta Consejera de Buen Gobierno y Eficiencia. Desde allí asesoró las modificaciones en la estructura del Estado, implementó medidas de eficiencia como la ley antitrámites y diseñó los indicadores de transparencia y rendición de cuentas en la administración.

También se volvió la dueña de un ‘semáforo’ que ha utilizado Santos para medir el cumplimiento de metas de sus ministros. Varios semáforos en rojo de María Lorena significan que el ministro debe buscar trabajo en otro sitio. Esto le dio un conocimiento íntimo del Gobierno, y también mucho poder.

De ahí pasó a la Secretaría General, hasta que en el segundo gobierno Santos nombró a Néstor Humberto Martínez ‘súperministro’ de la Presidencia y éste la desplazó a la Consejería de Asuntos Privados. Pero no por mucho tiempo.

En menos de seis meses, tras la intempestiva renuncia de un Néstor Humberto molido (en gran parte porque el presidente le seguía confiando a ella las decisiones importantes) volvió a la oficina contigua a Santos con su poder recargado.

El poder de ejecutar

María Lorena es quien tiene en la cabeza toda la rutina del día a día del gobierno de Santos y quien le maneja los temas más sensibles y que más le interesan al Presidente. Su poder es mayor en la medida en que el estilo del Presidente es delegar todo salvo lo más estratégico como la negociación con las Farc.

“Mi puesto está diseñado para coordinar”, dijo Gutiérrez a La Silla para explicar que esa es la razón por la que ella termina metida en tantos temas. “Nos llega todo a los dos”.

Pero en la práctica, según varios ministros consultados por La Silla, gran parte del poder de María Lorena radica en su capacidad para resolver los problemas antes de que se vuelvan también los del Presidente.

“Ella resuelve los problemas”, dice la ministra de Industria y Comercio Cecilia Álvarez-Correa. “Te dice sí o no”.  “Todo lo que tramito con ella me sale adelante”, dice el ministro de las Tic David Luna.

El poder de María Lorena radica en que tiene ciertas características escasas en las altas esferas políticas: la habilidad para lograr que las cosas se hagan; no tener una agenda propia diferente a la del Presidente y decir lo que piensa, sobre todo decir ‘no’ cuando se necesita; querer ser invisible para los medios (algo que dejó de ser posible después de que Vicky Dávila mencionó el episodio de las almendras). También trabajar mucho, aunque esa virtud la comparten muchos funcionarios públicos.

Quizás por eso, desde que asumió el gobierno, el Presidente le ha encargado a ella los temas que a él le interesan más: la entrada a la Oecd; el Plan Pacífico; el tema de San Andrés tras el fallo de la Haya y aquellos que son de alta sensibilidad porque enfrentan poderes que Santos no quiere perder.

Por ejemplo, el tema de los licores en el que chocan los dueños europeos de las marcas de licores extranjeros con los gobernadores que quieren mantener el monopolio con las marcas departamentales. O el de la ley de baldíos, donde Santos necesitaba armonizar los intereses de los ‘cacaos’ que tienen millones invertidos en la Altillanura con lo acordado en La Habana.

En ambos casos, María Lorena elaboró los respectivos proyectos de ley, que no salieron de los ministerios respectivos sino de su despacho. También salieron de allí los decretos para modernizar institucionalmente el agro y muy seguramente los nombramientos de los que dirigirán estas nuevas agencias.

En el caso de licores, Gutiérrez llamó a los representantes de ambos lados para que se pusieran de acuerdo en lo mínimo que era soportable para ambos lados, hizo aprobar el proyecto en primer debate llamando a cada uno de los congresistas, metió los artículos necesarios en el Plan de Desarrollo, según le contó a La Silla una fuente del sector. El tema ahora está en manos de la ministra de Comercio y de la viceministra de Hacienda.

Fuera del manejo de esos ‘chicharrones’, ella es la encargada de manejar también asuntos de rutina de Casa de Nariño pero que son fundamentales para la gobernabilidad del Presidente. Por ejemplo, el famoso ‘computador’ de Palacio. O por lo menos, el computador para los nombramientos triple A.

“A los políticos no les gusta Pico (el director de asuntos políticos en Casa de Nariño) porque la que les resuelve es ella”, dijo una fuente a La Silla. Ella en realidad es el filtro, su entrevista es el último veto para garantizar que lleguen a los altos cargos el tipo de funcionarios que le gustan al Presidente.

Dado que Gutiérrez suele valorar más la tecnocracia que los equilibrios políticos, alguna gente le endilga a ella y a su escaso olfato político la falta de representatividad política y regional del gabinete.

Por último está el manejo administrativo de la Presidencia: la contratación, los servicios generales y la coordinación de la agenda del Consejo de ministros y el seguimiento presupuestal a la ejecución de los ministros, lo que le da un panorama de 360 grados sobre lo que está ocurriendo en el gobierno.

Haciendo reportería para esta historia, varias fuentes le atribuyeron otra misión informal: atajar a Germán Vargas Lleras. Aunque ninguna de las tres personas que le dijeron eso a La Silla pudieron identificar ejemplos concretos de ello es claro que en el gabinete de Santos hay dos ‘facciones’, una cercana al Vicepresidente y otra a las “mujeres poderosas” de Palacio, el grupo que gira alrededor de la Primera Dama, Gina Parody y María Lorena.

María Lorena dice que eso no es cierto. “Vargas ni me quita ni me pone”, dijo a La Silla. Y aclaró que desde que comenzó este gobierno, ella se salió del tema de los Pines de infraestructura, que quedó bajo la coordinación de Vargas, para dedicarse a los de Industria y Minería e Hidrocarburos.

Para hacer todo esto, María Lorena ha venido reestructurando la Casa de Nariño. Tradicionalmente, el presidente tenía un puñado de asesores de alto nivel que se encargaban de supervisar y coordinar desde Palacio sus respectivos temas. Ahora no hay tantos consejeros sino que ella con un staff grande de gente que depende de ella hace todo eso.

“Es gente joven que le responde a ella, sin kilometraje político, decente”, contó a La Silla alguien que conoce cómo funciona por dentro. “Las vacantes que van apareciendo en temas sensibles bajo su órbita los llena con su gente”.

Fue así como llegó a la dirección de la Agencia Nacional de Minería la abogada vallenata Silvana Habib. Habib Daza llevaba trabajando tres años con Gutiérrez y liderando la reglamentación del artículo del Plan Nacional de Desarrollo sobre los 80 proyectos de interés nacional (Pines) que el gobierno quería priorizar en minería, hidrocarburos e infraestructura. Cuando renunció Natalia Gutiérrez, Habib la reemplazó en ese importante cargo del sector minero.

Mientras encuentran al reemplazo del ministro (una tarea que también le corresponderá a Gutiérrez), la poderosa Ministra de la Presidencia tendrá la tarea de mantener la luz prendida.


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