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Un desgreño de 32 mil millones en San Andrés por las basuras

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Desde hace una semana, San Andrés está en calamidad pública por la falta de agua. Pero, el cada vez más difícil acceso al líquido, que hasta generó un riesgo de asonada, no es la única bomba de tiempo de la isla. En ese pequeño territorio de 27 kilómetros cuadrados, la acumulación de basuras se ha convertido en un verdadero problema ambiental. Y detrás de la planta incineradora que sería la solución hay una historia de evidente desgreño administrativo.

 

En su relleno sanitario Magic Garden, la isla tiene acumuladas 160 mil toneladas de basura que cada tanto se incendian y ponen en peligro a quienes viven cerca. Además, a esas ocho hectáreas de relleno le quedan dos años y medio de vida útil si las montañas de desechos no comienzan a bajar.

El panorama pinta peor a mediano plazo porque, en la ya sobrepoblada San Andrés,  los gobiernos nacional y departamental se han propuesto la meta de llegar al millón anual de turistas este año. Récord que no es descabellado de alcanzar porque, tras una agresiva estrategia de promoción, la isla duplicó su número de visitantes durante el último lustro y el 2015 lo cerró con 914 mil turistas.

La anunciada solución que no llega

En 2009, el Gobierno Nacional destinó 32.450 millones de pesos para la instalación de una planta incineradora de residuos sólidos, en el relleno sanitario Magic Garden, con la promesa de disminuir considerablemente la acumulación de tantas basuras y, al mismo tiempo, generar energía.

Siete años después, la planta sigue sin funcionar y la acumulación se agudiza por la sobrepoblación y el aumento de turistas. De 42 toneladas diarias de desechos en 2012, la isla pasó el año pasado a 65 y hasta llegó a tener picos de 80 en temporada alta, como las fiestas de fin de año.

La historia de la planta comenzó el 4 de noviembre de 2009, cuando el Ministerio de Minas firmó un convenio con la empresa distribuidora de energía de San Andrés Sopesa para que se encargara del proceso de compra e instalación.

Para aquella época el gerente de Sopesa era el actual gobernador Ronald Housni, quien le contrató el montaje de la planta a la empresa española Mezclas Recicladas.

La planta está lista desde 2012, pero no ha podido comenzar a funcionar porque Sopesa no es la dueña de las basuras, que son la fuente de generación de la energía alternativa. Los desechos le pertenecen a la Gobernación, porque es el administrador del relleno sanitario.  

Desde entonces, el asunto ha sido polémico en San Andrés porque el Minminas y Sopesa siguieron adelante con el proyecto sin tener en cuenta el manejo de los desechos.

Sobre el trastocado proceso, se han pronunciado el Consejo de Estado y el Tribunal Contencioso Administrativo de San Andrés. También ha intervenido la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales, que les ha pedido explicaciones a los involucrados (Gobernación, Minminas y Sopesa) por las demoras de la planta y hasta ha llamado la atención por las razones jurídicas que "no se compadecen con la compleja situación de residuos sólidos" de la isla.

El primero en pronunciarse fue el Consejo de Estado. En febrero del año pasado, la Sala de Consulta y Servicio Civil conceptuó que Sopesa no podía manejar los residuos sólidos para comenzar a operar la planta porque el objeto de su concesión es la prestación del servicio eléctrico.

También en ese mismo concepto, el Consejo de Estado dijo que para que la Gobernación entregue la administración del relleno es necesaria la autorización de la Asamblea. Es decir, el Departamento debe abrir un proceso licitatorio para encontrar a la empresa que se encargue de administrar el Magic Garden y solo así pueda comenzar a funcionar la incineradora.

Nueve meses después, en noviembre pasado, el Tribunal de San Andrés falló en primera instancia a favor de los intereses colectivos de los habitantes de la isla, invocados en una acción popular.

El Tribunal le dio un plazo de seis meses a la Gobernación, contados desde diciembre cuando quedó ejecutoriado el fallo, para poner en funcionamiento la planta. Y a Sopesa le ordenó prestarle al Departamento el soporte técnico necesario y la información requerida al haber sido el encargado de su adquisición y montaje.

Acogiendo tanto el concepto del Consejo de Estado como el fallo del Tribunal, el actual gobernador Ronald Housni le pidió, en febrero, facultades a la Asamblea para comenzar el proceso de concesión del relleno. El mes pasado, la corporación le dio luz verde para que prepare y abra el proceso licitatorio, en el que también podrá participar la empresa de energía Sopesa.

Sin embargo, el actual gobernador Housni podría incurrir en un conflicto de interés porque justo hasta el año pasado él era el representante legal de Sopesa, la empresa que suscribió el contrato de adquisición de la planta sin tener en cuenta -tampoco lo tuvo el Minminas- que no tenía total competencia para ello. Y es ese desconocimiento de competencias lo que ha generado el retraso de operaciones de la planta.

Ante tantos tropiezos, la incineradora de residuos es vista en la isla como un elefante blanco y hasta como un gran orangután

Pero los líos del Magic Garden no terminan aquí.

Un relleno de problemas

Resulta que las 160 mil toneladas de basuras acumuladas se incendian con relativa frecuencia, sin que las causas lleguen a ser completamente determinadas por la Gobernación ni los bomberos. En cambio, en San Andrés se alimentan las especulaciones de que son llamas provocadas por recicladores o por la combustión propia de los gases, generados por tanta basura.

La quema más reciente ocurrió en marzo pasado, amenazó con alcanzar la central de generación eléctrica de Sopesa y volvió a propiciar un debate en la isla sobre la urgente necesidad de mejorar las condiciones de infraestructura del relleno y de poner en funcionamiento la tan anunciada planta incineradora.

Esa realidad contrasta con los inicios del relleno, que comenzó a funcionar en 1984 para reemplazar la costumbre que tenían en la isla de tirar los desechos al mar.

Durante los primeros años, el Magic Garden funcionó tan bien que llegó a ser ejemplo nacional, por una planta de reciclaje que separaba los residuos sólidos. Parte de ellos terminaban en la Colombia continental.

Pero, el alto costo de operación y mantenimiento, y el aumento descontrolado de residentes, hicieron que el Magic Garden mutara en un basurero a cielo abierto, con pilas acumuladas de basura de hasta 18 metros de altura, recubiertas por un material impermeable. Y que son una verdadera amenaza, por la contaminación y los incendios, para los barrios que cada vez están más cercanos a él.

Ya desde 2002, por  tanta acumulación, la Defensoría del Pueblo advertía de la presencia de vectores transmisores del dengue y la fiebre amarilla, y del deterioro del suelo y del aire de San Andrés. También en ese documento el organismo decía que los líquidos generados por los desechos eran una de las causas de la contaminación del agua subterránea de la isla, principal fuente de abastecimiento para sus residentes.

Por lo pronto, en San Andrés siguen esperando que la millonaria planta se encienda para que, por fin, comience a bajar las pilas de basura y con ellas el riesgo ambiental en la isla.

(La fotografía de portada es del diario El Isleño, que fue tomada en marzo pasado durante el incendio del relleno sanitario Magic Garden).

La Silla Caribe

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