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Ardila Lülle va tras La República

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Como contó el fin de semana la revista Semana en uno de sus confidenciales, la compra del diario la República por parte del grupo Ardila Lulle está “a la vista”.  Si se concreta, el tercer periódico nacional podría recibir el oxígeno que necesita para sobrevivir pero, a la vez, el periodismo económico del país quedaría definitivamente en manos de los grandes conglomerados.

Luis Miguel de Bedout, el presidente del Grupo El Colombiano, dueño de los diarios conservadores La República y El Colombiano, dijo a La Silla que respecto del confidencial de Semana hay “algo de verdad y algo de fantasía”. 

La verdad es que los accionistas sí decidieron salir de parte o de toda su participación de La República y que los socios del Grupo Ardila han dicho que están interesados en estudiar la posibilidad de comprar.

La fantasía, según de Bedout, es la cifra de 30 mil millones de pesos que estarían pidiendo por el diario. “No hay una cifra. No hay una valoración de La República”, dijo a La Silla. También afirmó que con relación a El Colombiano no hay ninguna negociación. “Cada seis meses, desde hace 4 años, Semana lo vende en sus confidenciales.”

De Bedout le explicó a La Silla que decidieron buscar un socio estratégico para La República porque los dueños llegaron a la conclusión que necesitan aligerar los costos o diversificarse creando nuevos productos para soportar la estructura de back office (las oficinas dedicadas al funcionamiento administrativo y no a hacer el períodico, como contabildiad o recursos humanos), que –según sus palabras- es “pesada y resulta agobiante”.

Además, como la fortaleza de El Colombiano está en Medellín, tener un socio estratégico en Bogotá con el que puedan tener sinergias es muy atractivo. Por lo pronto, dijo, están en la fase de hablar con posibles interesados.

Por el lado del grupo Ardila, una fuente confirmó a La Silla que la compra se está mirando con interés y que el mismo Carlos Julio Ardila -hijo de la cabeza del grupo y quien maneja todos sus negocios de medios- está a la cabeza del proceso.

De llegarse a concretar, se consolidaría la tendencia –que es mundial- de otro multimillonario que decide comprar un periódico justo cuando los impresos están desapareciendo porque las nuevas generaciones son totalmente digitales.

En 2007, lo hizo Rupert Murdoch con The Wall Street Journal que le pagó 5 mil millones de dólares a la familia Bancroft que lo tuvo durante 105 años; lo hizo Carlos Slim, el dueño de Claro, que en enero de 2015 se convirtió en el primer accionista individual del New York Times con el 16,8 por ciento de las acciones del diario que sigue en control de la familia Sulzberger. Y lo hizo el presidente de Amazon, Jeffrey Bezos que en 2013 le compró a la familia Graham The Washington Post.

También sería un nuevo síntoma del ocaso de las casas editoriales familiares que comenzó hace unos años cuando los Santos salieron de El Tiempo. Este año, por ejemplo, la familia santandereana Galvis cerró El Liberal de Popayán y vendió La Tarde de Pereira al diario Otún.

Un siglo que termina

Casi inmediatamente después de que el diario El Colombiano fue fundado en 1912 como un órgano de difusión del Partido Conservador, dos emprendedores de la época, Julio C. Hernández y Fernando Gómez Martínez, alquilaron el periódico y 20 años más tarde, tras ganarse la lotería, lo compraron.

Así nació una dinastía de fabricantes de periódicos que, con más de cien años de existencia, llega a la temida tercera generación.

En sus comienzos, Fernando Gómez Martínez se encargó del área editorial y dirigió El Colombiano durante su época de esplendor, mientras que Hernández se encargó del negocio. De esta manera, las dos familias se repartieron las funciones.

Fernando Gómez se lo heredó a su hijo Juan Gómez Martínez, quien fue el primer alcalde electo de Medellín, Gobernador de Antioquia, Ministro de Transporte de César Gaviria, y embajador en el Vaticano de Uribe, entre otros cargos políticos. En 1991, asumió la dirección del diario su hermana, Ana Mercedes Gómez Martínez, que a su vez le heredó el cargo a su sobrina, Marta Ortiz, en 2013.

Por el lado Hernández, Julio C. se lo dejó a su hijo Jorge Hernández, quien manejó el negocio de El Colombiano hasta que en 1991 le heredó la gerencia a su sobrino Luis Miguel de Bedout, actual presidente del grupo.

Jorge Hernández Restrepo fue concejal de Medellín, dos veces senador en los noventa y amigo personal del expresidente Andrés Pastrana que en 1998 lo nombró como comisionado de Televisión.

Con la incursión de los dos delfines del periódico en la política, comenzaron los roces entre las familias propietarias del Grupo. Sobre todo porque cada uno militó en casas conservadoras rivales: Juan Gómez era aliado de Fabio Valencia Cossio y Hernández de Luis Alfredo Ramos

Sería otro multimillonario que decide comprar un periódico cuando los impresos están desapareciendo

Las diferencias entre las dos familias siguieron creciendo. Mientras que los Hernández, en su mayoría, son ganaderos, caballistas, y gente más ligada al agro, los Gómez han tenido más vocación de poder.

De hecho, entre los herederos de ese lado de la familia, está el director del Instituto de Deporte y Recreación de Medellín David Mora Gómez; el secretario de Planeación de Peñalosa en Bogotá Andrés Ortiz Gómez; el hasta hace poco vicepresidente de la ETB Pablo Antonio Gómez Mora; y el gerente de la Fiduciaria Bancolombia Julián Mora Gómez.

La ruptura –según contó una fuente que conoce a las dos familias- se acentuó cuando El Colombiano cumplió cien años. En un comité de familia de los Hernández, después de que dijeran que querían salirse del negocio de medios, decidieron vender. Por el contrario, De Bedout dijo a La Silla que entre los accionistas hay diferentes posiciones y que no se dividen a lo largo de líneas familiares.

En ese momento, Bancolombia valoró la empresa en 100 millones de dólares, pero tres años después esa cifra no parece realista teniendo en cuenta que el Washington Post fue comprado por 250 millones de dólares y se trata de uno de los periódicos más influyentes de Estados Unidos.

Ante la sin salida en la que se encontraban, pues ninguna familia estaba dispuesta a comprarle su parte a la otra como lo establecían los estatutos internos, apareció José Roberto Arango, experto en salvamento de empresas, y les recomendó ir vendiendo activos por aparte. “Deshuesarlo” dijo una de las fuentes consultadas. La Silla contactó a Arango pero no pudo hablar con él.

En marzo del año pasado vendieron Publimetro a sus socios chilenos. Y ahora están en la primera fase de la negociación de La República con el grupo Ardila. 

El objeto del deseo

La familia Ardila y los Hernández tienen una relación con mucha historia.

Carlos Ardila papá fue senador por el partido conservador entre 1970 y 1974, respaldado por la casa Ospina, que eran los dueños originales de La República (Bertha Hernández de Ospina, esposa del ex presidente conservador Mariano Ospina Pérez, era tía de Jorge Hernández, el presidente del Grupo El Colombiano hasta que murió en 2014).

Y su hijo Carlos Julio Ardila, siendo muy joven, incluso prestó su nombre para ser parte de la junta directiva de La República, según contó a La Silla una fuente que no pudimos corroborar con otra. “Guardan especial afecto por La República”, dijo.

La amistad entre los Ardila y los Hernández, sin embargo, se dañó cuando Hernández, siendo comisionado de televisión, fue detenido de manera domiciliaria durante seis meses por supuestamente haber otorgado un plazo adicional en un contrato a RCN. En 2001, la Fiscalía archivó la investigación pero la distancia entre las dos familias se mantuvo hasta que Hernández murió en 2014. Y lo que ha logrado José Roberto ahora es revivir ese interés por el principal periódico económico del país.

La República

El diario La República, que fue fundado en 1954 por Mariano Ospina Pérez como una tribuna para defender su gobierno de Laureano Gómez, que había fundado 20 años antes El Siglo, tiene una planta de 32 periodistas, alrededor de 25 mil suscriptores y una circulación de más de 30 mil ejemplares diarios.

Aunque es el periódico predilecto de los empresarios, como lo mostró el último panel de Opinión de Cifras y Conceptos, atraviesa como muchos impresos en el mundo un momento difícil.

En su caso, después de hacer una gran inversión en una nueva rotativa en 2010, la crisis provocada en los impresos por Internet los cogió de frente.

Y es que según datos de Andiarios, de 2014 a 2015 la pauta en periódicos cayó un 8,3 por ciento. Y frente al mismo trimestre del año pasado, entre enero y marzo cayó otro 14,8 por ciento.

La disparada del dólar los terminó de golpear pues el papel en el que se imprimen los periódicos es importado, como algunas de las tintas y las planchas de impresión. El servicio de las agencias de noticias también se paga en dólares.

Los periodistas de La República trabajan con las uñas

Algunos impresos, como El Tiempo, han tratado de compensar la caída de la pauta con una agresiva estrategia digital, pero eso no es suficiente porque Internet solo tiene el 8 por ciento de la torta publicitaria, y casi toda se la chupan Google y Facebook. E eso se le suma que más del 50 por ciento de la audiencia ahora consulta los medios en sus celulares, donde la pauta prácticamente es inexistente.

En un negocio en el que el 70 por ciento de los ingresos venía de publicidad, estos indicadores son letales.

Con esta tendencia, y sin una estrategia digital, la capacidad de inversión de La República es mínima. Dos periodistas del diario le confirmaron a La Silla que trabajan con las uñas; que lograr un cambio de computador o viáticos para un viaje de reportería es una hazaña.

El Grupo Ardila tendría la solvencia financiera para garantizar la operación del diario y para revitalizarla. Y, según dos personas del sector consultadas, el diario económico sería un activo perfecto para el grupo empresarial.

A diferencia de los otros dos cacaos, Santodomingo y Sarmiento Angulo, que están en radio, televisión y periódico, Ardila carece de un impreso lo que lo hace menos competitivo para crecer en el mercado de anunciantes y, además, le resta influencia.

“El grupo Ardila tiene radio y televisión pero no un generador de contenido y un impreso que le ayude a defenderse del Gobierno”, opina una de ellas que como los otros habló off the record.

Dado que La República circula en todas las ciudades del país, le daría al Grupo Ardila una proyección nacional y, además, sería la puerta de entrada para eventualmente quedarse también con El Colombiano. Aunque según De Bedout, el diario más importante de Antioquia no está en venta.

Por todo lo anterior, tanto para el Grupo Ardila como para La República la compraventa sería un gana-gana. Para el periodismo económico -en cambio- representa como mínimo un gran dilema por los múltiples intereses económicos del grupo azucarero.

 

El dilema

Hacer un periodismo económico independiente en Colombia es muy difícil porque en principio los medios viven de los que pautan que, a la vez, son los que ellos deben cubrir.

A esto se agrega que, como dice Felipe López, el dueño de Semana, los empresarios no hablan en dos situaciones: cuando ganan plata y cuando pierden plata. Es decir, nunca. Con lo cual granjearse buenas fuentes, que cuenten lo que sucede al interior de las empresas, es una tarea titánica.

Pero lo más difícil es que el verdadero poder en Colombia lo detentan los grupos económicos y muy pocos están dispuestos a meterse con ellos, por razones económicas y también políticas.

Eso ha llevado a que los periodistas económicos se estrellen con muchas barreras y presiones.

La consecuencia es que los colombianos sepamos muy poco de cómo funciona el mundo empresarial; o que no entendamos las verdaderas razones del desempleo; o que el tema de la inequidad no sea una preocupación central en la agenda pública; o que incluso muy poco se discuta colectivamente los beneficios de las grandes concesiones.

Si a todo lo anterior se le agrega que los dueños de los diarios económicos son los mismos grandes conglomerados pues la limitación es mayor como se evidencia desde que el Tiempo y Portafolio pertenecen al grupo de Sarmiento Angulo. Una 'pruebita' fue como RCN Televisión cubrió la multa de la SIC a las azucareras.

Si Ardila compra La República, el diario tendrá un conflicto de interés para cubrir el cambiante negocio de la cerveza pues desde 2014 Ardila volvió al sector con la representación de Heineken. Toda la discusión del Tercer Canal no podrá ser leída sin sospecha en el diario pues ya se vio cómo RCN se le atravesó a esta iniciativa durante el gobierno de Uribe junto con Caracol.

Ni hablar de la discusión sobre el impuesto a las gaseosas que está promoviendo el ministro de Salud Alejandro Gaviria en la próxima reforma tributaria. Todo el tema de los carteles de precios, que viene cubriendo La República, seguramente pasará de agache. En fin, varios temas se volverán tabú.

Pero por otro lado, el diario podría ser mucho más independiente del gobierno de lo que es hoy en día, donde la dependencia de la pauta oficial es muy grande.

“Entre tener un periódico que parece el diario oficial, lleno de anuncios de licitaciones y entrevistas a Mauricio Cárdenas, y tener alguien de la oposición enviando unos mensajes y sin tantas presiones comerciales y financieras, prefiero lo segundo”, dijo a La Silla un observador del sector.  

“La prensa económica está necesitando un salvavidas como ese”, señaló a La Silla un veterano reportero económico. “El negocio no da para sostener una sala de redacción”.

En los próximos meses se sabrá si los Ardila lograron conquistar La República. Si lo consiguen, se verá lo que hacen con ella.

La Silla

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