Mientras que la mesa de negociación con el ELN que se iba a instalar la semana pasada tampoco arrancará hoy porque el frente que tiene a Odín Sánchez quiere cobrar por su liberación, hay otra mesa que sí se va a instalar esta tarde en el hotel Tequendama en Bogotá y seguramente jugará un papel clave en la negociación, si es que se da: la Mesa Social para la Paz.
La Mesa que le sirve a la negociación
El senador del Polo Alberto Castilla, que hace parte del comité de impulso de esta otra Mesa y que presentó el viernes de la semana pasada diez propuestas ante la mesa de negociación con el ELN en Quito, le dijo a La Silla que “Es una Mesa para impedir que esto sea un pacto de élites y lo que busca es construir una nueva apuesta de país”.
De las diez propuestas que hizo, tres hacen referencia directa al papel que debe tener la sociedad civil en los diálogos con el ELN.
De hecho, el elemento diferencial entre una eventual negociación con el ELN y la de las Farc no es tanto de contenido como de forma y es que la "sociedad" va ser la que aporte los insumos para los puntos de pobreza, indequidad, corrupción y degradación ambiental que estarán en discusión según la Agenda Marco definida en marzo.
Para Castilla, “la misma sociedad civil debe hablar desde Colombia a la mesa de diálogos con el ELN”.
Se tiene que “garantizar la participación de la sociedad, tales como las iglesias, sindicatos, organizaciones campesinas, indígenas, afrocolombianas, urbanas, y demás agrupaciones de la sociedad civil”. Y es la sociedad civil la que “debe decir cómo quiere hacer llegar sus propuestas a la Mesa de Quito.”
Ese “cómo” viene cocinándose hace rato por organizaciones sociales, algunas de las cuales tienen vasos comunicantes y han sido altamente politizadas por el ELN.
Como contó La Silla, la idea de la Mesa viene nació hace tres años, en una reunión del Congreso de los Pueblos, un movimiento que reúne a trabajadores, indígenas, afros y estudiantes alrededor del tema de la paz, y que inciden donde el ELN tiene presencia.
La idea era que esa Mesa definiera delegaciones, tiempos y una agenda para que distintas organizaciones sociales y gremios se sentaran con el Gobierno para hablar sobre “las causas estructurales que nos llevaron a esta guerra”, según le dijo a La Silla Pilar Ramos, del Congreso de los Pueblos.
Para crear la Mesa acordaron primero conformar un comité promotor, que lanzaron en noviembre del año pasado. En ese momento presentaron a la Mesa como “un escenario donde nos encontraremos cara a cara el movimiento popular y los poderes institucionales y económicos para debatir sobre los problemas que aquejan al país”.
El comité lo integran miembros de 48 organizaciones sociales de todos los colores y orígenes pero con ciertas características en común: todas son de izquierda, tienen arraigo grande en el territorio, y la mayoría forman parte del Congreso de los Pueblos o de Marcha Patriótica.
Entre ellas están la Cumbre Agraria; de la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic; el Proceso de Comunidades Negras, PCN; la Central Unitaria de Trabajadores, CUT; el Movimiento de Mujeres por la Paz; la Federación de Trabajadores Minero Energéticos; e iglesias cristianas evangélicas como la Iglesia Presbiteriana.
Ese llamamiento para conformar el comité fue reconocido y saludado por el Eln, cuya cercanía al Congreso de los Pueblos es un hecho notorio.
Desde entonces, también vienen haciendo reuniones en varias regiones del país como Norte de Santander, Arauca y la Costa Caribe, según nos contó Jimmy Alexander Moreno, vocero nacional del Congreso de los Pueblos.
“Ahí hemos planteado cómo queremos que sea la participación de la sociedad civil. No es una cuestión de que el Gobierno viene, consulta y listo. No. Es que hay que escuchar a las comunidades y convertir sus demandas en políticas públicas”, dice.
Frente a esta pretensión de que las propuestas de esta Mesa sean vinculantes habrá todo un pulso con el ELN una vez arranque la negociación.
Mientras el ELN cree en la idea del "poder popular" y le apuesta a la democracia directa, el Gobierno se cuidó de que en la agenda quedaran lo que llaman unos "filtros" para la participació, empezando porque las iniciativas ciudadanas no son obligatorias sino insumos de discusión. El segundo "filtro" es que las propuestas son sobre planes y programas y no sobre políticas públicas en general.
A pesar de eso es seguro que una buena parte del pulso inicial de ese proceso (asumiendo que el ELN decida abandonar el secuestro) será sobre el alcance de esa participación. Y este debate se dará cuando la Mesa Social ya ha ido cogiendo forma.
En efecto, esta agrupación ya se han sentado por aparte con el Gobierno y con miembros del ELN.
Con el Gobierno lo hicieron con Guillermo Rivera, viceministro del Interior. Rivera le contó a La Silla que la reunión fue más para conocer de qué se trataba la Mesa que para ya llegar a algún acuerdo sobre el papel que podría tener en las negociaciones con esa guerrilla.
Con el ELN, según le dijo Moreno a La Silla, algunos representantes del comité de impulso (no nos especificó quienes) han visitado tres veces a los elenos Juan Carlos Cuellar y a Eduardo Martínez Quiroz en la cárcel de Bellavista en Medellín. La última reunión, según él, fue hace un mes.
“En esas visitas les hemos presentado nuestra propuesta de participación. Como ellos dos van a ser gestores de paz, si todo sale bien, pueden ser un enlace para que nuestros mecanismos de participación sirvan si se da la negociación”, dijo el vocero de la Mesa Social a La Silla.
Nos dijo que, en todo caso, el proceso de organización que ya viene caminando con la Mesa Social es independiente a la negociación con el ELN. Y que ellos quieren también avanzar en un diálogo aparte de la Mesa con el Gobierno.
Lo mismo nos dijo el senador Castilla. “Haya o no diálogos en Quito, lo de la Mesa sigue en firme y no depende de lo que pase con el ELN porque es una propuesta que va más allá de las insurgencias”, explicó.
Los miembros de la Mesa se comparan con la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, Mane, o con la Mesa de Diálogo permanente de Minería, que no dependen de si hay o no una negociación con una guerrilla y que buscan reivindicar agendas específicas.
La diferencia es esta última, pues la Mesa tiene una agenda amplia que va desde hacerle reformas de fondo a la salud y la educación, hasta plantear un nuevo modelo de explotación minero energética. Todos temas sensibles y en la negociación con las Farc estaban dentro de las 'líneas rojas' de Santos.
Esa amplitud temática puede tener efectos reales, dada la capacidad de movilización social de las organizaciones que forman parte de esta Mesa y el posible rol crucial para la negociación con el ELN.
Eso es algo que varios dentro del Gobierno están anticipando (y temiendo un poco).
"La estrategia del ELN será aumentar la movilización con el clamor por la paz para asfixiar al Gobierno, quitarle gobernabilidad y llevarlo a una Constituyente donde se amplíe la agenda y se resuelvan puntos pendientes de la Habana y compromisos que no se le han cumplido a las comunidades", dijo una persona que conoce a la guerrilla y al Gobierno.
El 'Gran Diálogo Nacional'
Según una persona que conoce por dentro la negociación y participó en su fase secreta, “para el ELN la participación de la sociedad civil es lo que para las Farc es la tierra”.
Por algo en el Acuerdo General que firmaron ambas delegaciones en marzo de este año, los dos primeros de los seis puntos pactados son sobre participación: uno es la participación de la sociedad en la construcción de paz y otro es la democracia para la paz.
Además, entre los puntos sobre el funcionamiento de la mesa, dice textualmente que de todas las propuestas que reciba la mesa “se le dará especial relevancia a las recomendaciones de la sociedad”.
Por eso la estrategia de participación que propone la Mesa Social puede servir, como nos decía el senador Castilla “de herramienta para que ese diálogo con la sociedad civil que el ELN propone se de”.
Esa estrategia la llaman el “Gran Diálogo Nacional”. Según Jimmy Alexander Moreno, vocero nacional del Congreso de los Pueblos, ese diálogo busca “llenar los vacíos de participación que hoy existen y que dejan el 63 por ciento de abstención electoral y la falta de participación de las comunidades en sus proyectos territoriales”.
Para hacerlo proponen un mecanismo que tiene tres etapas.
La primera es un ‘pacto de participación’ entre empresarios, militares, partidos políticos, organizaciones de afros, mujeres e indígenas y llevarlo a la mesa entre el Gobierno y el ELN. En ese pacto la idea es que quede claro que todas las organizaciones que hacen parte están de acuerdo con ese mecanismo.
La segunda es lo que ellos llaman la “deliberación”. Para eso proponen hacer mesas temáticas regionales sobre temas específicos por regiones, que se harían en conexción con espacios de participación locales como las juntas de acción comunal, las juntas administradoras locales o los cabildos abiertos.
Esta última figura, como la explica Rodrigo Uprimny en su blog de La Silla, es el “encuentro entre los ciudadanos y la institución representativa local (junta administradora, concejo o asamblea departamental) pues los ciudadanos debaten entre sí y con los miembros de esas instancias y formulan peticiones y propuestas que deben ser respondidas por esas instituciones locales”.
“Lo que nosotros buscamos es que en los cabildos, en las juntas de acción comunal, en cualquiera de esos espacios de participación, las propuestas de la comunidad se vayan incorporando necesariamente a la política pública de los municipios. Que se vuelvan espacios de refrendación de acuerdos locales”, explica Moreno.
Esa propuesta de los cabildos tiene potencialidades pero también riesgos, como lo explicó Uprimny en su blog: aunque son espacios de abajo hacia arriba que buscan ampliar el debate y las discusiones, también pueden dilatar todavía más los tiempos en la toma de decisiones, por lo que deberían tener temarios acotados.
La tercera pata, luego de deliberar, es la de negociar. En ella la Mesa Nacional recoge todas las propuestas que surgieron de la deliberación y las lleva a la mesa entre el Gobierno y el Eln como las propuestas de la “sociedad civil”
Lo que nos dijo una persona que está dentro de la negociación es que el Gobierno “ésta dispuesto a oír a esa Mesa pero también a otras organizaciones que hacen parte de la sociedad civil”.
Si el Gobierno logra esto, involucrar a sectores que tienen intereses en el territorio pero que son totalmente ajenos o incluso contrarios al ELN, el proceso con esta guerrilla tendría de entrada la legitimidad que le faltó a la de las Farc.