El mayor cambio -por lo menos institucional- durante el primer año de la alcaldía de Enrique Peñalosa ha sido la creación de la Secretaría de Seguridad. Aprobada en marzo, pero operando desde septiembre, la apuesta del Alcalde para reducir los homicidios en Bogotá arrancó con la huella de su primer secretario, el académico Daniel Mejía Londoño: es un gran experimento académico con 8 millones de personas sirviendo de ratones de laboratorio.
Toda la política está atada a estudios académicos, algunos ya concluidos y otros en proceso, y la idea de Mejía es implementar lo que salga de esos estudios y luego seguir estudiando lo que pasa, para evaluar las políticas y ajustarlas si es necesario. Mejía es el autor de la mitad de esos estudios.
De estudios y diagnósticos
Mejía, que está trabajando en la administración desde enero, inicialmente como subsecretario de seguridad y convivencia de la secretaría de Gobierno, dice que la política de homicidios parte de un dato duro: entre el 55 y el 60 por ciento de los homicidios tienen como causa la intolerancia. Por ejemplo, peleas entre borrachos o choques entre vecinos, como lo comprobó el especial que hizo La Silla durante un año en Suba llamado Crímen y Castigo.
Eso se nota, por ejemplo, en que los fines de semana hay en promedio 6 homicidios por día, frente a entre 2 y 3 en los demás días, o en que buena parte de ellos están localizados en zonas de alto consumo de alcohol, como la famosa “Cuadra picha” de Kennedy.
Esos datos no solo salen de observaciones de funcionarios, sino de estudios académicos del mismo Mejía.
Junto con Joao De Mello y Lucía Suárez, el hoy secretario publicó un artículo académico en octubre de 2013 que a partir del estudio de las vedas de venta de trago en algunos puntos de la ciudad en la alcaldía de Samuel Moreno, concluye que cuando se reduce la venta de alcohol y por ende su consumo, se reducen notoriamente las muertes por accidentes de tránsito y por agresiones.
Es decir, que sustenta la idea de la relación fuerte entre alcohol y asesinatos, que es justamente su diagnóstico como Secretario.
Frente a ese problema, la estrategia de Mejía tiene dos caminos.
La primera es hacer una campaña de cultura ciudadana contra el machismo en general y el consumo de alcohol sin límite en concreto (pues lo entienden como consecuencia del machismo).
Esa campaña está concentrada en los lugares donde más se toma en Bogotá, como la zona T, la parte de la avenida Primero de Mayo con concentración de bares y discotecas, o algunos puntos de rumba en Suba.
El segundo camino también está concentrado en esas zonas: se están creando incentivos para que los bares no vendan alcohol sin límite a personas que ya están borrachas, recordándoles que de ese tipo de ventas suelen venir problemas como peleas, que ahuyentan clientes, más que ingresos.
El otro gran caldo de cultivo de los homicidios, según Mejía, son las bandas de crimen organizado, que cada vez producen más muertos y hoy representan entre el 20 y el 30 por ciento de todos los asesinatos.
Esa cifra se disparó después de la intervención del Bronx que lideró el hoy secretario, pues -según Mejía- rompió el equilibrio entre bandas que han empezado a pelearse por los negocios ilegales, especialmente el microtráfico, y que por lo tanto están en pleno proceso de reacomodarse, en parte a punta de esos asesinatos que se suelen llamar “ajustes de cuentas”.
La lucha en ese frente es más compleja, porque necesita más coordinación con entidades como la Fiscalía y la Sijín (la dirección de la Policía encargada de hacer inteligencia). Pero ahí, de nuevo, hay un estudio de Mejía que puede dar luces el próximo año.
Se trata de un proyecto que todavía está andado y que inició en 2014 Mejía junto con esas dos instituciones. Según le dijeron a La Silla dos de las personas que participan en el proyecto por ahora no pueden dar más detalles porque el estudio compara casos de la vida real y cualquier información que se filtre puede dañarlo (sería condicionar a los ratones), pero que para fines del año deben tener los primeros resultados.
Eso quiere decir que para las dos principales fuentes de homicidios en la ciudad, los que vienen del trago y los de las bandas criminales, las estrategias que están andando vienen de estudios de Mejía, y están sujetas a nuevos análisis académicos. Y no es lo único que tiene esa mirada.
Más allá de los asesinatos
Varios de los otros proyectos grandes de Mejía en la secretaría también vienen de estudios académicos suyos.
Quizás el más grande es la intervención prioritaria en los llamados puntos calientes o “hotspots”, cuadras específicas en los que se suelen cometer muchos delitos, y para los que la Secretaría le ha ordenado a la Policía doblar la vigilancia, a través de patrullajes mucho más frecuentes.
Mejía, junto con dos académicos másm aplicó una metodología de georreferenciación de los seis delitos de mayor impacto, incluyendo los homicidios, en las cuatro principales ciudades de Colombia para ver si los delitos se concentran en algunos puntos.
En Bogotá, donde hay más de 137 mil “segmentos de vía” (otra forma de decirle a las cuadras), encontraron varias cosas interesantes. Por ejemplo, que entre 2012 y 2013 solo hubo homicidios en el 1,2 por ciento de esos segmentos y que en tres de cada cuatro segmentos no hubo ningún delito. O que la mitad de todos los crímenes ocurrieron en el 3,5 por ciento de los segmentos. Es decir, que la criminalidad está geográficamente muy concentrada.
La estrategia de concentración de vigilancia policial en esos puntos viene de los datos que conoce el Secretario desde adentro, y su idea es revisar los datos cuando la estrategia se haya aplicado totalmente, el próximo año. Y aunque esto puede ayudar más en estadísticas de delitos como el raponazo, según Mejía puede tener un impacto positivo aunque menor en los homicidios.
Otra de las estrategias con las que el Secretario buscar cambiar el manejo de la seguridad en Bogotá es la llamada “intervención situacional”, que consiste en mejorar las condiciones físicas de algunos puntos críticos.
En eso, Mejía no aplica sus propios estudios sino una teoría muy conocida en criminología urbana, llamada de "las ventanas rotas", que nació hace unos 30 años en Nueva York y que dice que en las zonas donde hay una ciudad desordenada, sucia y descuidada, se suelen dar más delitos porque las personas perciben mayor facilidad para romper las reglas sin consecuencias.
Aunque la teoría ha sido criticada desde varios ángulos, ya la había aplicado Enrique Peñalosa en su alcaldía pasada y la retoma ahora de la mano de Mejía: la Secretaría coordina la intervención de 200 puntos donde coinciden un desorden de ese tipo y una alta concentración de delitos.
Al final, Mejía espera que con la suma de todas estas estrategias se reduzca la percepción de inseguridad en general y que la tasa de homicidios, que cayeron fuertemente entre 1993 y 2011 pero se han estancado desde entonces, vuelva a bajar.
Con una alcaldía que lleva menos de un año y una secretaría que existe hace un par de meses, puede todavía ser temprano para evaluar si funcionó la mirada que parte de la academia para llegar a la calle. Pero en los próximos meses ya habrá datos, como los que le gustan a Mejía, para evaluarlo.

La Silla
Daniel Mejía Londoño
Secretario de Seguridad de Bogotá