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Ana María Ferrer, periodista con coraje

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La directora del diario El Pilón, el más importante del Cesar, ganó en 2016 el premio Orlando Sierra al coraje de un periodista regional que entrega la revista Semana. La vallenata Ana María Ferrer pasó de ser víctima de amenazas por parte de grupos ilegales a tener que tratar de sortear hoy las presiones económicas de los políticos locales por la pauta. Su historia evidencia las dificultades de hacer periodismo en región. La entrevistamos para hablar de eso y de sus expectativas frente al cubrimiento del posconflicto desde lo local.

La Silla Caribe: El premio que se ganó se llama Orlando Sierra, un nombre que es sinónimo de coraje y al tiempo representa la tragedia de muchos periodistas en región. ¿Qué tan difícil es hoy hacer periodismo en las regiones del país?

Ana Ferrer: Yo creo que en las regiones se aprende a hacer periodismo más real porque se hace con sacrificio, con esfuerzo. Aquí tenemos menos herramientas, en los medios y el mismo periodista como tal. Creo que hoy hay varias dificultades. Una, es el acceso a la tecnología, a los equipos. Pero también está el tema de que en las regiones, como se trata de ciudades o municipios pequeños, el periodista se conoce con todo el mundo. Ese roce hace que a veces se confundan los roles y que gobernantes, empresarios, líderes sociales y otras fuentes, crean que el periodista es el amigo y que por eso no puede publicar o decir algo que les afecte o les haga daño. Entonces es muy difícil mantener ese equilibrio porque el periodista no trabaja para hacer amigos, trabaja para informar. En Bogotá uno escasamente ve a las fuentes. Acá cuando vienes a ver te tocaron la puerta de la casa para decirte ‘oye lo que sacaste no me gustó’. O te regañan, o te insultan.

La Silla Caribe: ¿Es esa una de las causas de la autocensura?

Ana Ferrer: Bueno, cuando yo comencé a hacer periodismo había en el ambiente vallenato un halo de mayor convicción de parte del periodista. Hoy, aunque los los recién egresados traen unas nuevas perspectivas muy interesantes, creo que mucha de esa pasión no se ve reflejada en las nuevas generaciones. El periodista hoy se ha metido en un ambiente de autoprotección. ¿Cómo me protejo? Cuando me autocensuro. La autocensura es nuestro gran enemigo aquí en el Cesar y en Valledupar. Hoy no hay guerrilla ni paramilitares amenazando con callarnos, pero sí hay periodistas que se autocensuran para no disgustar al gobernante de turno, o al comandante de la Policía, o para que el líder social de tal barrio no les diga nada. Se están haciendo cosas más para complacer a la gente que para informar como corresponde. También salen chicos muy buenos que quieren hacer cosas interesantes, pero hay una tendencia y eso me preocupa. No son todos, pero los hay e incluso entre los antiguos se cuidan de molestar a nadie.

La Silla Caribe: Eso también se debe a que muchas veces esos gobernantes llaman a los jefes de los periodistas o al dueño del medio para quejarse...

Ana Ferrer: Así es y yo tengo todo el conocimiento para hablar desde todas las orillas porque he sido miembro de un equipo como periodista rasa, he sido jefe de una redacción y hoy soy directora. Entonces entiendo cómo funciona toda la estructura. A mí me llaman a ponerme quejas, me han pedido cabezas de periodistas, de hecho. Y también, cuando era periodista pequeña, a mi director le pasaba lo mismo conmigo.

En Bogotá uno escasamente ve a las fuentes. Acá cuando vienes a ver te tocaron la puerta de la casa para decirte ‘oye lo que sacaste no me gustó’.

Ana Ferrer

La Silla Caribe: No ha variado esa presión…

Ana Ferrer: Así es. Los gobernantes siguen llamando, siguen molestándose. Siguen viendo el periódico como un medio que tiene que hablar solamente lo bueno, lo malo los molesta mucho. Hoy además tienen las redes sociales. Entonces por ahí se sirven de cuentas que crean allegados para criticar. Nosotros hemos sido tendencia en twitter con etiquetas como #elpiloncensura por alguien de una administración al que una vez no le gustó algo. Hemos recibido ataques virtuales de personas cercanas a los gobernantes. Ahora, todo eso lo recibimos bien porque seríamos los menos indicados para atacar la libertad de expresión, pero así está sucediendo hoy día.

La Silla Caribe: ¿De qué otra cosa se sirven los gobernantes para presionar al periodismo en región? La pauta ha sido herramienta histórica de ellos para eso...

Ana Ferrer: Cuando yo llegué a la dirección del periódico hace dos años, las administraciones locales estaban en su etapa final. Sin embargo, desde entonces alcancé a observar y a conocer muy de cerca cómo funciona la fórmula, y es que si no publicamos lo que ellos consideraban que es lo bueno, la cobran con la pauta. Por eso los contratos de publicidad para el periódico con el gobierno departamental en los cuatro años de Luis Alberto Monsalvo Gnecco no fueron tan generosos como en años anteriores. Bajó en un 60 ó 70 por ciento, en comparación con otros gobernadores.

La Silla Caribe: ¿Por qué exactamente?

Ana Ferrer: Yo encontré eso así, no preciso cuáles fueron exactamente las razones para tal situación. Sin embargo, cuando llegué a la dirección comenzamos a investigar la contratación de ese Gobernador y ahí aumentaron la presión con eso de la pauta. Yo a veces siento remordimiento de conciencia porque por tener el carácter, y por mi convencimiento de que el periodismo bueno es el que ausculta y el que hace de contrapeso al poder, pasó lo que nos está pasando.

La Silla Caribe: ¿Qué está pasando?

Ana Ferrer: Las finanzas del periódico se han afectado bastante. Aunque, por otro lado, siento que este periódico tiene independencia porque eso nos llevó a buscar la publicidad en el sector privado y hoy el 90 por ciento de la publicidad viene de allí. La crisis lo que hizo fue que no nos dejáramos asfixiar, sino que saliéramos a buscar otros nichos de mercado para la publicidad. Pero sí nos hace falta la pauta oficial porque es más generosa y los contratos son a más meses.

La Silla Caribe: ¿Qué le investigaron a Monsalvo Gnecco?

Ana Ferrer: El departamento tiene mucho dinero y él tenía muchas obras en ejecución, entonces comenzamos a hacer el análisis de la contratación. Eso no gustó mucho y nos lo cobraron por la derecha, y la derecha para un medio es la publicidad.

La Silla Caribe: ¿Han tenido que hacer despidos?

Ana Ferrer: Sí, me ha tocado reducir el equipo casi a la mitad. La pauta trae dificultades económicas y las dificultades económicas llevan a estos despidos. En estos días justo estoy en eso, el equipo de redacción está chiquito. A los financieros les toca reducir páginas y a mí reducir personal, en detrimento de la información porque finalmente quienes pierden son los lectores.

La Silla Caribe: Es positivo que hoy sean más independientes, ¿no?

Ana Ferrer: Sí, pero estamos quebrados. ¿Qué hago yo con tener la súper independencia si no tengo plata para pagarles a los periodistas? Entonces, es muy difícil. Y a mí me da mucha angustia con la gerente que, obviamente, defiende sus presupuestos y sus proyecciones. A veces lo que me da a entender es que por yo ser así pasan estas cosas. Pero yo le he dicho a la junta del periódico que no sirvo para hacer periodismo institucional y que si necesitan a alguien que lo haga, no soy la persona indicada. De ese material no soy yo.

La Silla Caribe: ¿Cómo ha estado el tema de la pauta con los gobiernos locales que llegaron en 2016, más teniendo en cuenta que el actual gobernador Franco Ovalle es heredero del exmandatario Monsalvo Gnecco?

Ana Ferrer: Ha habido mucho diálogo, tanto con el Alcalde (de Valledupar, Tuto Uhía) como con el Gobernador, pero ellos siguen igual con reparos a algunas publicaciones. Han existido en estos meses varias inconformidades de parte de ellos y, bueno, yo con mucho gusto los escucho, les explico nuestra línea editorial, pues yo no funciono sola, tengo un consejo editorial y una junta directiva que me ha dado toda la confianza y sabe que no me prestaría nunca para triquiñuela ni componendas, como hacen en la política a veces.

La Silla Caribe: Por fortuna para el periodismo, usted es un dolor de cabeza para los que quieren presionar el oficio...

Ana Ferrer: Sí, creo que podría ser un dolor de cabeza para ellos en algún momento que yo sea tan radical frente a eso de no hacer periodismo institucional en detrimento de tener mayor reciprocidad económica con los contratos de publicidad. Te cuento que eso es un dilema muy grande para mí, pero hay cosas que no las acepto.

Comenzamos a hacer el análisis de la contratación a Luis Alberto Monsalvo Gnecco. Eso no gustó mucho y nos lo cobraron por la derecha, y la derecha para un medio es la publicidad.

Ana Ferrer

La Silla Caribe: ¿Quién y cuándo fundó El Pilón?

Ana Ferrer: Nació en septiembre del 94 con una edición de prueba, en el 95 comenzó a ser semanario. Sus fundadores son Dixon Quiroz, que es abogado y periodista por experiencia, e Iván Alejandro Duarte, un cachaco que también era periodista. Ellos son dos señores que estaban trabajando en la Alcaldía de Valledupar pero tenían el gusanito y ese gusto por el oficio. Era un proyecto de comunicaciones que se llamó Crear Siglo XXI y tenía su periódico. Primero estuvo muy ligado a la política, porque el doctor Dixon incluso llegó a ser senador. Yo entré en el 96, recién salida de la universidad. Primero en el área de Económicas. A los ocho meses salió el jefe coordinador y me nombraron a mí en un puesto que me gustó porque me encanta editar.

La Silla Caribe: ¿Siguen ellos siendo los dueños?

Ana Ferrer: Dixon era el dueño hasta 2008 porque la empresa entró en ley 550 y buscando inversionistas le vendió la mayor parte a Juan Carlos Quintero Castro (empresario, gerente de Carboandes y pariente del representante Eloy ‘Chichí’ Quintero), quien hoy tiene la mayoría accionaria. Detrás de él estamos como 170 socios. Yo terminé siendo socia porque cuando salí en 2005 estábamos quebrados y me pagaron mi liquidación con acciones.

La Silla Caribe: ¿Quiénes han sido sus maestros en estos 20 años en el oficio?

Ana Ferrer: Desde mis inicios, Dixon Quiroz e Iván Alejandro Duarte han sido mis mentores. También César Molinares, María Teresa Ronderos y Martha Ruiz. Ellas han influido mucho en mí. Los conozco porque yo desde hace como 15 años me convertí en corresponsal de la Fundación para la Libertad de Prensa y también he sido colaboradora de la revista Semana. Entre 2006 y 2007 comencé a escribir noticas con un estilo diferente, nos pedían mucho porque estaba el conflicto armado en su furor. Luego estuve con María Teresa en Verdad Abierta. Además no por muchos años no me perdí ni un taller en Cartagena en la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, creo que fui a los mejores. Eso también me sirvió de base, lo mismo que cosas con el Proyecto Antonio Nariño. También soy una de las socias fundadoras de Consejo de Redacción, el colectivo que se inventó Carlos Huertas para promover el periodismo de investigación.

La Silla Caribe: ¿Qué significa ser corresponsal de la FLIP?

Ana Ferrer: Yo soy muy activista, primero en favor de la defensa de los Derechos Humanos y también del periodismo. Este trabajo con la FLIP, que es ad honorem, implica contar casos de obstrucción, presión, amenazas, a los periodistas en la región. Ahí también he aprendido mucho a defender no sólo al periodista, sino también a tener idea de cómo protegerse con base en la responsabilidad de lo que uno publica.

La Silla Caribe: Cuando usted entra a El Pilón en el 96, éste está naciendo. Al tiempo, también se comienza a incubar una de las peores tragedias del Cesar, que es la violencia paramilitar. ¿Cómo recuerda esa época?

Ana Ferrer: Una época compleja, en la que el reto fue poder hacer periodismo. Tuve la oportunidad de ver con mis propios ojos la influencia que trataron de tener y tuvieron los paramilitares y otros actores en lo que se publicaba sobre ellos esos días. Como pasaban tantas muertes, nos terminamos convirtiendo en contadores de muertos. Yo no conocía regiones del departamento como Atanquez, como Chemesquemena, y ahí sí mataban gente, y uno no sabía en ese momento por qué. Entonces, nos limitábamos a contar cosas básicas, que el muerto tenía no sé cuántos años, que dejó tantos hijos y así. Veíamos la muerte como algo normal porque llegó un momento en que contábamos entre tres y cuatro muertos diarios en la ‘limpieza’ que supuestamente hacían los paramilitares.

La Silla Caribe: ¿Cuándo se empieza a poner la cosa más dura para los periodistas?

Ana Ferrer: Cuando se puso de moda que los armados citaban a los periodistas a donde tenían sus bases para darles línea sobre lo que debían o no publicar. Aquí en esa época el comandante era alias 39. A muchos les tocó ir a sentarse con 39, a darle explicaciones sobre sus publicaciones. Algunos invitados incluso por otros colegas que eran amigos de ellos.

La Silla Caribe: ¿A usted le tocó ir?

Ana Ferrer: Nunca porque por fortuna tuve un director que nos protegió. Aquí al periódico llamaron y pidieron que yo fuera y él les respondió que de aquí no iba nadie, que con gusto los recibía aquí.

La Silla Caribe: ¿Y vinieron al periódico?

Ana Ferrer: Aquí vinieron a decirnos que si todos esos muertos que estaban apareciendo aparecían era por algo, que dejáramos de ponerlos como buenos. Nos dieron línea de cómo teníamos que publicar las noticias porque como estaban saliendo no les gustaba. Nos tocaba sacar las caritas de los asesinados y decir simplemente: ‘este era el albañil que murió tal día’ o ‘este era el campesino’, porque esa era la gente que mataban, gente humilde.

La Silla Caribe: ¿Eso lo mandó a hacer 39?

Ana Ferrer: Vinieron dos señores mandados por 39. Tuvimos que dejar de poner las fotos de los muertos en portada para limitarnos a publicar únicamente las caritas del agricultor, el mecánico, el que alzaba el bulto en el mercado, el dueño de la colmena, el que de pronto no pagaba la vacuna, atacaban a mucha gente. Entonces entró aquí al periódico Guzmán Quintero Torres.

¿Qué hago yo con tener la súper independencia si no tengo plata para pagarles a los periodistas?

Ana Ferrer

La Silla Caribe: Claro, el valiente periodista de El Pilón al que asesinaron en 1999 y cuyo crimen aún sigue impune, pues no hay ni una sola persona procesada como autora intelectual...

Ana Ferrer: Un periodista que nació con pasión y que era un remolino, él siempre tenía ideas, con él hicimos los primeros trabajos de investigación aquí, fue sobre la explotación ilegal a los ríos Cesar y Guatapurí.

La Silla Caribe: ¿Qué aprendió de Guzmán?

Ana Ferrer: Tantas cosas, a él le molestaban las injusticias. También nos decía que no tragáramos entero. Cuando llegaba un boletín de prensa, que en ese entonces no eran por correo, como ahora, sino todos físicos, nos decía: ‘¡eso es sólo papel!’, y lo doblaba, y proponía ‘¿por qué mejor no vamos a entrevistar a fulanito? o a buscar un dato por aquí o por allá.

La Silla Caribe: ¿Cómo fue el episodio que precedió a su asesinato?

Ana Ferrer: Un día llegó del Hospital bravísimo. Cuando le preguntaron qué pasó dijo ‘imagínate, venía un carro bajando de Conejo (corregimiento de Fonseca, en La Guajira, que hoy es sitio de concentración de las Farc para desarmarse), y los militares lo cogieron a tiros. Mataron a unas mujeres y dejaron unos peladitos heridos’. Uno de los niños heridos tenía 18 meses y Guzmán mismo lo cargó para que le tomaran la foto y publicarla con el título ‘Ejército asesinó a dos mujeres’.

La Silla Caribe: ¿Eso molestó al Ejército?

Ana Ferrer: Mucho. Al día siguiente yo fui la que tuve que recibir la llamada, creo que era un General de la quinta brigada de Bucaramanga. El tipo me dictó con comas y puntos lo que debíamos sacar al día siguiente, haciendo una aclaración. Y salió así, salió tal cual él dijo.

La Silla Caribe: ¿Por qué?

Ana Ferrer: No fue una amenaza, pero fue una presión jurídica: ‘Si ustedes no sacan esto le traemos al abogado’.

La Silla Caribe: ¿Cómo se sintió?

Ana Ferrer: Humillada, yo estaba embarazada en ese momento. El director me dijo ‘No hay nada que hacer, nos traen mañana los abogados si no lo hacemos’.

La Silla Caribe: Poco tiempo después pasa el asesinato de Guzmán...

Ana Ferrer: Después pasa lo de Patillal (en junio de 1999, el periodista Guzmán Quintero reveló el drama de una familia campesina que resultó afectada en el corregimiento de Patillal durante un sospechoso entrenamiento militar. Luego informó la desaparición y posterior muerte a manos de un grupo armado desconocido de una mujer que denunció a las Fuerzas Militares por el hecho anterior). Yo ya estaba en licencia de maternidad en ese momento, pero se que él actuó con la vehemencia que le conocimos.

La Silla Caribe: ¿Cómo fue esa pérdida para usted?

Ana Ferrer: Creo que uno de las peores cosas que puede vivir un periodista es ver a un colega, a un compañero, a un amigo, tirado en una camilla lleno de tiros. Yo todavía lloro. El compañero Óscar Martínez, que estaba con él esa noche, fue quien me llamó porque dice que en la angustia sólo se acordó del teléfono de mi casa, que era muy fácil de aprender.

La Silla Caribe: ¿Qué pasó después?

Ana Ferrer: Lo peor es tener que terminar la edición de ese día, con dolor en el alma, y después regresar al periódico a asumir el puesto de Guzmán. Ahí terminé de jefa de redacción.

Creo que uno de las peores cosas que puede vivir un periodista es ver a un colega, a un compañero, a un amigo, tirado en una camilla lleno de tiros. Yo todavía lloro.

Ana Ferrer

La Silla Caribe: ¿Cómo afectó esa gran pérdida al periodismo local?

Ana Ferrer: Teníamos miedo, nos autocensuramos. Las ediciones las hacíamos rapidito porque sacábamos puro boletín de prensa.

La Silla Caribe: Lo cual no sirvió de mucho porque, lamentablemente, a usted la amenazaron después...

Ana Ferrer: Pues al primer año de la muerte de Guzmán, yo, movida por esa terquedad mía, como dice mi mamá, comencé a llamar a unos colegas para proponerles que pidiéramos públicamente resultados a las autoridades. Me alcancé a reunir con gente, los viejos de aquella época me dijeron ‘mijita, dejemos así’, pero yo seguí y el día antes del aniversario el celador del periódico contestó una llamada en la que le dijeron que me iban a matar.

La Silla Caribe: ¿Qué hizo usted?

Ana Ferrer: Me mandaron a decir que me fuera y yo dije que no, siempre he sentido que uno no se debe ir si no ha hecho nada malo. Me pusieron un carro y una moto de la Sijín para que me cuidara (antes de Guzmán habían matado en el Cesar a la periodista Amparo Jiménez). Cuando llegaba la hora de salir del periódico comenzaba a llorar, todas las noches. Lloraba por mi hijo de ocho meses de nacido. El comandante de la Policía de la época (coronel Ciro Hernando Chitiva, mencionado por un paramilitar en versión libre, como presunto colaborador de los paras) me preguntó que si la amenaza no sería “por un enamoradito”. Yo le pedí respeto, cuando lo de Guzmán él salió a insinuar en medios que podía tratarse de un “crimen pasional”. En 2005 me fue a trabajar en el Comité de Seguimiento a las Regalías, hasta 2012.

Hay periodistas que tienen las dos condiciones: trabajan en la administración pública y trabajan en medios de comunicación, ese periodista no va a ser para nada imparcial.

Ana Ferrer

La Silla Caribe: En el recuento de daños y pérdidas que ha tenido a El Pilón también están unos colegas secuestrados…

Ana Ferrer: Sí y al director Dixon también lo amenazaron en la época de los paramilitares. Luego, un mes de noviembre del 99 o del 2000, hubo una masacre y de aquí se fueron muchos periodistas de todos los medios nacionales. Cuando llegaron al sitio, los armados retuvieron varios días a algunos, incluyendo a Pablo Camargo, el de El Pilón.

La Silla Caribe: ¿El periodismo del Cesar ya despertó de de esa horrible noche?

Ana Ferrer: Sí, yo creo que ya pasó, porque no tenemos ningún grupo armado que esté allá arriba en las montañas tratando de direccionar cosas. Está el proceso con las Farc y el ELN está muy disminuído en el departamento. Seguro hay riesgos en otros sectores por las bacrim, pero ya aquí se puede hablar de víctimas, de tierras y de todo lo que pasó.  

La Silla Caribe: Volviendo a lo de la pauta, parece que ya no son los ilegales sino los legales los que podrían estar poniendo en riesgo la libre información…

Ana Ferrer: Yo diría que más que amenaza eso se llama presión y a veces llegan hasta la obstrucción periodística.

La Silla Caribe: ¿Quiénes son los actores que ejercen esa presión hoy?

Ana Ferrer: Políticos y empresarios, éstos en menor dimensión. Y lo hacen, primero porque el periodismo siempre ha sido mal pago. Si yo tengo un salario de hambre que no me alcanza para suplir mis necesidades, tengo que conseguir una pauta. Y si tu me das una pauta, yo voy a vivir agradecida contigo, gerente de entidad o de instituto, y no voy a decir nada malo de ti porque después no me das para la siguiente pauta, y yo tengo que comer. Una vez me puse a hablarle de ética a un colega y me respondió que ‘esta no sabe de ética’, tocándose la barriga. Yo le respondí que hay que hacer el esfuerzo, pero esa es una realidad.

La Silla Caribe: ¿No es una gran paradoja que ahora que, sin fusiles encima, en región podemos hacer periodismo con más libertad esté tan fuerte el matrimonio entre poder y periodistas?

Ana Ferrer: Muchos colegas me quemarán en la hoguera, pero es así. Te voy a decir casos concretos: hoy tenemos una gobernación en la que hay más de 25 periodistas en el equipo de prensa y una alcaldía que tiene un número similar. Como esos mandatarios necesitan que sus obras y sus gestiones sean visibles, se han llevado a muchos periodistas buenos a los medios por mejores salarios. Obviamente, el Estado siempre va a ser mejor empleador. Toda la vida. No tenemos cómo competirle con un salario de millón cuatrocientos a un contrato de dos millones ochocientos mensual. Incluso, hoy desafortunadamente hay periodistas que tienen las dos condiciones: trabajan en la administración pública y trabajan en medios de comunicación, ese periodista no va a ser para nada imparcial porque va a estar cuidando su trabajo.

La Silla Caribe: ¿Ese es el escenario para este año en el que vamos a contar el aterrizaje y la implementación de los acuerdos de paz en las regiones?

Ana Ferrer: Una gran pregunta es ¿qué tan preparados estamos para escribir sobre un posconflicto? Ya escribimos de guerra, de conflicto armado, de secuestro, de desaparecidos, de homicidios, de violaciones a mujeres, escribimos de todo, de todo lo malo. Pero, ¿cómo escribe uno un posconflicto? ¿de qué escribo, si ya no va a haber muertos, si ya no va a haber tragedias? Bueno, hay entidades que nos han hecho algunos talleres, pero ahí creo que lo más importante es no sustraernos de esa realidad, porque muchos periodistas lo que pueden hacer es que no hablen del tema y ni siquiera lo aborden en sus espacios. Si ya conocemos el pasado, podemos escribir sobre lo nuevo.

La Silla Caribe: El Cesar ha sido víctima de los paramilitares, pero también de la guerrilla. Ahora que se viene esta nueva etapa en la que la sociedad tiene que cambiar de chip, ¿cómo cree que va a ser esa relación entre los cesarenses con los reincorporados de las Farc?

Ana Ferrer: Yo soy una mujer súper optimista, Laura. Cuando se desmovilizó el Bloque Norte de las AUC, a 20 minutos de Valledupar, uno no dimensionaba y ni siquiera se hacía esa pregunta que tú acabas de hacer: ¿qué va a pasar? ¿cómo va a ser la convivencia? ¿cuáles van a ser los efectos sociales? Como soy optimista con este proceso de paz, creo y espero que esas personas que salgan cumplan como lo hicieron algunos de las AUC. Aunque muchos paramilitares cogieron la vida delincuencial, también aquí hemos entrevistado a otros que trabajan en empresas, que han estudiado.

La Silla Caribe: Por último, después de tantos años en el oficio y de este premio, ¿qué sueño le queda por cumplir?

Ana Ferrer: Mi gran logro yo creo que es hacer siempre lo que he querido hacer, que es periodismo y al lado de los míos. Tengo una persona muy especial que es mi profesor y me ha ayudado mucho porque es abogado y periodista, que es mi marido. Él se aguanta todos mis llantos, mi estrés, mis colapsos emocionales cuando los he tenido y todo. Y mis hijos, tan lindos, que se aguantan a la mamá. Me gustaría algún día llegar a enseñar un poco de lo que he aprendido.

La Silla Caribe
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