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2017, el año de la revocatoria en Bogotá

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Para Enrique Peñalosa, el 2017 arrancó con el sabor de un proceso de revocatoria en su contra: el 2 de enero, primer día hábil del año, cuatro grupos o personas se inscribieron en la Registraduría Distrital para ser comités promotores de procesos de revocatoria. 

El proceso para revocar un alcalde no es fácil -no en vano no ha prosperado en ninguna ciudad - pero puede marcar todo el año en Bogotá y ponerle una presión importante a Peñalosa y su equipo para mostrar logros visibles y más notorios que los que presentaron en 2016. El problema es que las grandes apuestas del Alcalde no estarán listas en 2017 ni en 2018, y es posible que ni siquiera en 2019.

“La gran mayoría de los grandes proyectos que vamos a hacer terminarán uno, dos o tres años después de que me vaya. Es inevitable”, le dijo Peñalosa a María Isabel Rueda en la entrevista que publicó el Tiempo el 2 de enero.

El proceso de revocatoria solo puede arrancar cuando los alcaldes lleven un año en el cargo, y por eso la largada se dio el primer día en que era posible hacerlo.

Lo primero que deben hacer los que la impulsan es recoger casi 300 mil firmas (el 30 por ciento de los votos que obtuvo Peñalosa), para lo que tendrán un plazo de seis meses desde cuando la Registraduría acepte el comité promotor. Es decir, en eso se irá la primera mitad del año.

Ese primer paso teóricamente no pinta tan difícil: se necesitaría que firmen poco más de la mitad de quienes votaron por Clara López en octubre de 2015, que representan una base de izquierda que no apoya a Peñalosa. Y eso sin contar apoyos de otros sectores.

Luego la Registraduría debe revisar si esas firmas son válidas, para lo que se toma máximo mes y medio. Si lo son, el mismo Peñalosa tiene ocho días para convocar a la votación, que debe hacerse máximo dos meses más tarde. Es decir, si el proceso anda sin sobresaltos, en octubre podría haber una votación para definir si sigue siendo alcalde o no.

El resultado de la votación es mucho más difícil de prever: se necesita que voten casi 1,1 millones de personas (el 40 por ciento de los votos válidos) y que la mitad más uno apoyen la revocatoria. Ahí, como en los referendos, lo más difícil es obtener el umbral.

Así que puede que Peñalosa supere la revocatoria, pero el todo el proceso seguramente marcará el próximo año en la ciudad, por lo menos en lo político. Y la polarización política probablemente se mantendrá en la ciudad.

La defensa

Por ahora, la reacción de Peñalosa a los anuncios de revocatoria ha sido poner el espejo retrovisor.

“Hemos hecho un esfuerzo extraordinario. Estoy totalmente tranquilo en eso. Pero encontramos una alcaldía tremendamente desbarajustada”, dijo Peñalosa en la entrevista con Rueda. “La ciudad estaba en un desorden gigantesco, con miles de contratistas sin oficio”.

Con espejo retorvisor en mano, este año también vendrán anuncios que le darán una coyuntura favorable a quienes se oponen a él. En 2017 se deben hacer los procesos para vender la ETB y las acciones de la EAAB, entregar los diseños de las nuevas troncales de Transmilenio y abrir la licitación para el metro elevado, y reabrir la plaza de toros con corridas (algo que es obligatorio por decisión de la Corte Constitucional pero que ya tiene movilizados a grupos de animalistas contra Peñalosa), entre otras.

Aunque hacer estas cosas significaría avanzar en su Plan de Gobierno, es precisamente la aplicación de ese programa lo que molesta a parte de sus críticos. Y como ganó la alcaldía con un porcentaje bajo de la votación (como Gustavo Petro cuatro años antes), su estrategia no es apuntarle a recuperar apoyos que no tenía inicialmente (por ejemplo, de los que votaron por Rafael Pardo) ni a armar coaliciones políticas más amplias que lo sostengan ante una revocatoria, sino sacar adelante los grandes proyectos de la Bogotá que tiene en su cabeza.

Pero como es claro que este año será difícil mostrar resultados de esos cambios, y como la estrategia del espejo retrovisor suele desgastarse en el tiempo y Peñalosa no ha dado ninguna señal de estarse replanteando alguna de las decisiones más polémicas para quitarle fuerza al movimiento, la revocatoria tiene cómo avanzar.

Todo depende de la unidad

A pesar de que en principio conseguir las firmas parece fácil, cada comité promotor necesita conseguirlas por aparte, y si no se ponen de acuerdo pueden terminar fracasando. Como todos tienen de alguna manera raíces en la izquierda (hay petristas de base, está el sindicato de la ETB y hay otros militantes de izquierda), es fácil que terminen buscando las firmas de la misma gente.

Liderar un comité puede dar visibilidad política, y permite definir la narrativa del proceso, definiendo cuáles son los argumentos más fuertes para la revocatoria, algo políticamente muy valioso porque ayuda a definir la agenda de la opinión sobre Bogotá y sobre Peñalosa. Por ejemplo, para el sindicato de la ETB es clave que sea central la crítica de privatizador, algo que no necesariamente es tan importante para los animalistas.

Y hay una decisión estratégica sobre la narrativa de la campaña que definirá el grupo que tome más fuerza: ¿es sobre Peñalosa "el privatizador" o sobre Peñalosa "el que solo le importa el cemento"? De cómo se enfoque la campaña dependerá en parte su éxito, y eso está en juego.

Por eso, hay un incentivo para que los comités sigan adelante, cada uno por su lado.

Además el antipeñalosismo es muy diverso, y hay peleas que pueden no afectar a todos de la misma manera, pues los indignados por la urbanización de la Van der Hammen no son necesariamente los mismos que rechazan la venta de la ETB.

Sin embargo, todos coinciden en rechazar el timonazo que dio Peñalosa frente a su poco popular antecesor, Gustavo Petro. Y no le ayuda que el actual alcalde no tuvo luna de miel con la opinión por las múltiples peleas que inició recién posesionado.

Entre enero y marzo dijo que había que urbanizar la reserva Thomas van der Hammen, lo que despertó enormes molestias entre ambientalistas y ciudadanos preocupados por el ambiente; que la ciudad debía crecer hacia los municipios vecinos, lo que molestó a alcaldes vecinos; que había que cambiar la administración de los hospitales públicos, con lo que despertó molestias entre algunos sectores vinculados a la salud; o que tocaba revisar el proyecto del metro, lo que le valió críticas de petristas y ciudadanos preocupados por la mala movilidad.

Todas esas peleas permitieron que el frente de oposición fuera amplio y estuviera activo, hasta el punto de que en ese momento empezó a armarse el primer grupo para revocarlo, que encabeza Leonardo Puentes, un músico y profesor de izquierda cercano al petrismo, que defendió la continuidad del gobierno Petro cuando fue suspendido. Ese grupo, llamado Revoquemos a Peñalosa, es el que más ha sonado en medios, pero no necesariamente el que tiene más fuerza.

El otro que pinta poderoso, y quizás más, es el llamado Unidos Revocamos, que tiene menos visibilidad en redes sociales pero tiene la ventaja de arrancar con el músculo organizativo de varios sindicatos como Sintrateléfonos (que está particularmente incentivado porque se juega la vida con la venta de la ETB) o la Asociación Distrital de Educadores (que tiene a un concejal, Álvaro Argote), y de organizaciones de estudiantes como la Federación de Estudiantes.

Según Sergio Fernández, del Polo y una de las cabezas de este grupo, los sindicatos ya dijeron que van a poner a 200 personas a recoger firmas todos los días, la cuota inicial de la logística que se necesita para sacar adelante la primera parte de la revocatoria.

Pero no se trata solo de sindicatos. Unidos Revocamos incluye a miembros del Polo (especialmente el Moir de Jorge Robledo), del liberalismo, de Marcha Patriótica y del Congreso de los Pueblos y de otros movimientos como el Partido de los Trabajadores, y al profesor Carlos Carrillo, conocido porque fue quien reveló la inexistencia del doctorado de Peñalosa.

Ese grupo hasta ahora ha funcionado a partir de asambleas y no tiene un vocero único, decisiones que tomaron para que ningún sector tome preeminencia y así mantener esa unidad - pues sin unidad es difícil incluso que logren recoger firmas. Más porque la revocatoria va a avanzar cuando arranquen las pre campañas para las elecciones de 2018, lo que le pone un trasfondo político más enredado.

De Bogotá para la campaña de 2018

La precampaña de 2018 juega a favor y en contra de la unidad de los grupos que apoyan la revocatoria.

En contra porque entre los sectores que la impulsan hay bases de por lo menos tres precandidatos: Petro, Robledo y Clara López. Si López renuncia al ministerio de Trabajo para lanzarse a la Presidencia (para lo que tiene plazo hasta mayo), la campaña tendrá una largada oficial, y puede ponerle más presión a los organizadores de la revocatoria para que un sector gane visibilidad o se imponga una narrativa particular.

Por ejemplo, el petrismo construyó relaciones más fuertes con los animalistas y le dio una importancia mayor al ambiente, por lo que la defensa de la reserva Thomas van der Hammen le conviene más a la candidatura del ex alcalde. En cambio, las críticas a la privatización de la ETB pueden jugarle más a favor a Robledo, pues el Moir tiene una fuerza importante en Sintrateléfonos.

Ese tipo de decisiones, que además pueden ir cambiando a medida que avancen las campañas presidenciales y que cambie la coyuntura en Bogotá para la revocatoria, dejan una tensión dentro de quienes impulsan la revocatoria. Y por eso siempre hay posibilidades de que el movimiento se rompa o pierda fuerza.

Sin embargo, a esa fuerza centrífuga se opone una centrípeta: para todos es una victoria poner a Peñalosa en aprietos y sería una aún mayor tumbarlo.

Como Peñalosa fue elegido con el aval de Cambio Radical y la cabeza de ese partido, el vicepresidente Germán Vargas, seguramente renunciará de su cargo para lanzarse a la presidencia, golpear al alcalde será una forma de atacar la campaña de Vargas y de que Bogotá vuelva a ser un fortín electoral para la izquierda.

Como le dijo a la Silla una de las cabezas de uno de los comités "hay muchas formas de ganar con la revocatoria. Y no todas son tumbar al alcalde".

Por eso desde la izquierda, y posiblemente incluso desde sectores de la Unidad Nacional, puede tener sentido impulsar la revocatoria y responsabilizar a Vargas de decisiones de Peñalosa.

De hecho el senador de La U Armando Benedetti, que tiene votos y un representante a la Cámara por Bogotá, ha apoyado la revocatoria y es un crítico muy fuerte de Vargas. Y para algunos sectores del liberalismo, que perdió la alcaldía con la candidatura de Rafael Pardo y posiblemente apoye a un candidato diferente a Vargas en 2018, también es una manera de recordar que representa una alternativa diferente al alcade en lo local y al vicepresidente en lo nacional.

Al final, aunque Peñalosa siga en el cargo, la revocatoria va a marcar el año, con lo que la polarización política que llegó a Bogotá con Samuel Moreno y se profundizó con Petro, sigue vigente mientras la ciudad tiene que tomar decisiones trascendentales como el POT que saldrá este año y que dejará el derrotero urbanísitico de los próximos 12 años.

La Silla
Enrique Peñalosa Londoño

Enrique Peñalosa Londoño

Alcalde de Bogotá


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