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Pro-Trump-ccionismo y la respuesta de América Latina

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Por Jorge Tovar.

 

En mi clase de Comercio Internacional normalmente tomo un tema de actualidad para explotarlo durante todo el semestre según los diferentes modelos que estemos estudiando. Hace un par de años, Grecia, el Euro y la Unión Europea funcionaron a las mil maravillas. El año pasado, le tocó el turno al Brexit. El semestre que viene, cuando vuelva a dictar el curso, el tema no puede ser otro que el comercio internacional según Trump.

Tras las elecciones, el semestre pasado en clase charlamos un poco de lo que implicaba el triunfo de Donald Trump para el comercio internacional. Mi conclusión fue tajante: “me es muy difícil pronosticar cómo va a ser el comercio con Trump”. Hoy, meses después, con más información, casi que sigo igual, pero ya tengo alguna conclusión.

Trump, entendamos, no tiene una política comercial coordinada con nada. Es un populista que, como anotaba recientemente El País de España, . De ahí que aun cuando ya sabemos que el Trump presidente es igual de altanero que el Trump candidato, sigue siendo muy complicado predecir su próximo paso.

La premisa de la nueva administración estadounidense es que hay que acabar con el déficit comercial. La lógica bajo la que operan es que todo país que tenga un superávit con los Estados Unidos es porque se ha aprovechado de ellos. De ahí que entre sus primeros objetivos estuviese México y China. Por supuesto, si todos los países del mundo sólo comerciarán con aquellos con los que tengan superávit, ¡el problema de encontrar socio comercial sería inmenso!

Trump culpa a los acuerdos comerciales multilaterales y a la fortaleza del dólar del déficit de los Estados Unidos. Lo primero lo entiendo como una manera de atacar a México y justificar el fin del TPP y cualquier opción de negociar un tratado de libre comercio con la Unión Europea. Colombia, sugieren algunos, saldría bien parada porque el acuerdo es bilateral, tenemos un déficit comercial y además el documento es más moderno que el NAFTA.

Por el otro lado, atacar la fortaleza del dólar es quizás la mayor contradicción del “seremos grandes otra vez” con el “no queremos déficit comercial”. Son múltiples los caminos que pueden plantearse. Uno dice que si cierran la economía (aranceles), los precios aumentarán. Ante el aumento en la inflación la tasa de interés subirá. Y si la tasa de interés en Estados Unidos sube, el dólar se fortalece. Otras versiones más radicales afirman que el cierre de la economía debe llevar a replantear el papel del dólar en la estructura financiera internacional. Otra opción es atacar a los socios comerciales a través de Twitter y virtualmente obligarlos a fortalecer sus monedas. El resultado final sigue siendo muy confuso.

En cualquier caso, los países se van posicionando. Europa ya mira con especial interés a oriente, China incluida. China le hace ojitos a México. Más que un socio comercio relevante, un paso para fortalecer su posición política en el mundo. América Latina, en cambio, como región aún no dice nada. Todos, Colombia incluida, agachan la cabeza esperando que el profesor Trump no los llame a lista. Incluso los hay que afirman que nos puede beneficiar: un dólar fuerte favorecería las exportaciones colombianas que, como cumplimos los requisitos básicos, no se verían afectadas.

Esta premisa, nos enseña la historia, es falsa. Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia. Colombia, en cambio, no es más que una anécdota en su estructura comercial. Como nos cuenta , en los años treinta, Hitler utilizó el poder comercial sobre los Balcanes para dominar la región, aun cuando su aparato militar era débil. En 1933, tras el ascenso de los Nazis, Alemania subió considerablemente los aranceles de productos exportados por los países balcánicos afectando seriamente sus economías. En 1934 Hitler ofreció y negoció un acuerdo bilateral donde los pagos de las exportaciones se pagaban con unos créditos reembolsables válidos para importar otro conjunto de bienes del otro país. La inversión en los Balcanes se reorientó completamente hacia el mercado alemán. Los alemanes, sin embargo, a cambio de los créditos mandaron productos de poca demanda en los Balcanes, lo hicieron de forma retrasada y además eran productos de baja calidad. Así que se renegoció el acuerdo, pero cada vez con mayor poder de negociación por parte de los alemanes. Al comenzar la guerra, Alemania ya tenía control de buena parte de estas economías.

Cuando Trump lo considere conveniente, irá más allá de México y apretará a Colombia y a los demás países de la región. Haríamos bien en iniciar una política agresiva de diversificación de las exportaciones tal que en un ambiente enrarecido por cuatro años (quizás ocho, y algunos dicen que quizás más), el país tenga alguna capacidad de maniobra. Sería más fácil, si por fin, América Latina se uniera. De ahí que no se entiendan actitudes como la de . Tampoco es razonable que precandidatos presidenciales colombianos comiencen a jugarse la carta del extranjero (en este caso venezolanos) en espera de unos cuantos votos que espero no se logren obtener así por la ¿madurez política del colombiano? De un régimen populista, que sólo se mira el ombligo no seremos aliados. Seremos instrumentos. Por ello ese tipo de acciones es ir en la dirección equivocada. Hoy América Latina necesita hablar con una sola voz.

Hilos temáticos: 

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