El 2014 aparecerá en los libros de historia política de Colombia como el año en que se rompieron los consensos que venían desde las épocas del Frente Nacional y como consecuencia de ello la definición de un espectro político más completo, con una derecha extrema que no existía desde la mitad del siglo XX y una coalición de centro izquierda heterogénea pero necesaria para enfrentar a ese nuevo fenómeno de la política colombiana, que si bien ha sido protagonista 12 años, solo ahora lo hace sin maquillaje, no se reclama de centro y no le molesta que lo califiquen como de derecha.
Es una derecha que se parece al Tea Party, al Frente de Le Pen en Francia, a la coalición italiana que tuvo a Berlusconi casi una década en el poder.
En Colombia ser de derecha estaba mal visto. Una manera de atacar al contradictor era calificarlo como derechoso. A partir de ahora es un calificativo que puede ser visto como positivo. En casi todos los otros países de América Latina había una derecha claramente identificada, en Colombia no. Ese espacio lo ocupaba el Partido Conservador que disputaba el centro e incluso era promotor de una salida negociada al conflicto armado.
Los resultados electorales de este año, tanto en las elecciones de Congreso que le dieron a esa derecha el 20% del Senado y el triunfo de su candidato en la primera vuelta presidencial, obligaron al surgimiento, casi espontáneo de una coalición de centro izquierda, que se ha dicho que es solo para apoyar la paz, pero que tendrá que consolidarse y mantenerse para enfrentar en adelante al Centro Democrático.
Será una especie de concertación como funciona en Chile, donde hace 25 años un grupo de partidos de muy distintas posiciones ideológicas se unieron para enfrentar a Pinochet y sus herederos. Han ganado cuatro de las cinco elecciones presidenciales y los socialistas han votado por candidatos de centro derecha como Eduardo Frei y demo cristianos han votado por socialistas como Bachelet. Las coaliciones heterogéneas son propias de democracias pluripartidistas como es la colombiana hoy.
Esa concertación a la colombiana tendrá que consolidarse a partir de la próxima semana cualquiera sea el resultado del domingo. Si gana Santos necesitará contar con los congresistas del Polo y de los verdes para sumarlos a los de la Unidad Nacional para poder aprobar los acuerdos que vengan de La Habana. Dirán que los conservadores que se fueron volverán por la “mermelada” y que Santos no necesitará a la izquierda, quizás pero muchas de sus políticas tendrán que ser revisadas, no solo por la coalición que lo apoya sino por el acuerdo con la guerrilla.
Los escenarios electorales próximos volverán a tener un candidato de la derecha al que habrá que derrotar. Por ejemplo, ganarle la Alcaldía de Bogotá al uribismo obligará a la concertación a convenir unas reglas de juego que permitan ese resultado. Si cada uno de los sectores de la coalición se presenta con un candidato no será difícil prever que Francisco Santos tendría el camino abierto.
Si el que gana es Zuluaga, la Concertación tendrá que conformar una coalición en el Congreso que trate de impedir las decisiones cantadas de convocar una Asamblea Constituyente o de enjuiciar al Presidente Santos. Los conservadores estarán todos con Zuluaga si es Presidente y por tanto los partidos de la Unidad Nacional necesitarán de los senadores de la izquierda para conformar una Nueva Mayoría, que es como se llama ahora la Concertación Chilena luego de la llegada del Partido Comunista que se había mantenido al margen.
Esa nueva mayoría tendrá la tarea de impedir que se ponga en riesgo la independencia judicial y que se aprueben retrocesos en materia de derechos.
Durante 150 años tuvimos un bipartidismo clásico; durante 30 años tuvimos al Frente Nacional; en los últimos 20 años tuvimos una transición al multipartidismo pero con base en consensos implícitos que hacían que lo que estuviera en juego en las elecciones no fuera mucho. Daba relativamente lo mismo elegir a éste o a aquel.
A partir de 2014 no da lo mismo elegir a cualquiera, los candidatos representan y tomarán caminos distintos. Los ministros ya no serán los mismos y los resultados serán muy distintos