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La puerta giratoria de Hollman Morris

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Ayer Hollman Morris lanzó su precandidatura a la Alcaldía de Bogotá. O lo lanzaron, o dejó que lo lanzaran, o pidió que lo lanzaran. El caso es que el gerente y director y periodista de cabecera del canal público de Bogotá entró en el sonajero para heredar la Bogotá Humana de Gustavo Petro.

El Espectador le pregunta a Morris: “¿Entonces sí va a ser candidato?”. Y él responde: “Tengo que tener cuidado porque todavía soy servidor público”. Pues cuidado no está teniendo en esa entrevista, como no lo ha tenido desde que dirige Canal Capital. Morris lleva un rato largo dedicado a la política.

Que un periodista atraviese la puerta giratoria para salir a la plaza pública, no es noticia. Para no ir lejos tenemos a Mr. Santos, que maduró su carrera a punta de papel periódico El Tiempo, como los aguacates. Le siguen ‘Pacho’ Santos, que no maduró en El Tiempo y casi acaba con la renovación de RCN Radio; Andrés Pastrana, que como presidente fue buen presentador de noticias, y Sergio Fajardo, el político anti-político que lleva 15 años en la política, incluyendo su paso por la subdirección de El Colombiano en 2001. 

No es noticia, repito, pero con la precandidatura de Hollman Morris las piezas terminan por encajar a la perfección. Con un moño: Canal Capital no solo ha estado al servicio de Gustavo Petro –lo cual era el centro de la crítica– sino también de su gerente. Montado en la antena de transmisión de un canal público, financiado con dinero público, Morris armó su capital político (y ya a estas alturas que se lance o no, es lo de menos).

Todo esto pasaba mientras Morris pregonaba a los cuatro vientos el modelo de televisión pública de Canal Capital (vean acá y acá, por ejemplo). Pues no, eso es exactamente lo que no es televisión pública, y por cuenta del proyecto subyacente del petrismo, los pocos contenidos independientes y de calidad del canal quedaron desdibujados.

Los petristas, un sector de la izquierda y mucha otra gente, consideran que los medios privados de comunicación –sujetos a intereses comerciales y convicciones ideológicas– están sesgados en contra del Alcalde. En esas condiciones, dicen, Canal Capital es el único megáfono que le queda para defenderse. 

Acá es donde el petrismo reparte culpas para dormir tranquilo: ¿y es que CM& sí ha hecho periodismo?, ¿y es que Darío Arzimendi, Néstor Morales y El Tiempo sí han sido objetivos con Petro? Que cada cual afile su cuchillo y guarde silencio.

Pero para el petrismo no se trata de un empate entre ellos y lo que consideran el establecimiento. Con la soberbia moral y la autocomplacencia que en ocasiones exhibe la izquierda, los petristas consideran que su causa no admite reproche: sacrificar la información y poner un medio público al servicio de Petro y Morris es bueno porque son ellos. Por lo que combaten. Por lo que supuestamente encarnan. 

Son los derechos humanos, es la igualdad, es la televisión humana, ¡es la política del amor!, nos gritan desde el balcón. No, señores: es política. Política hecha con los mismos modales que sus rivales.


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