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La primera jugada del segundo tiempo

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El presidente Juan Manuel Santos decidió tomarse todo el tiempo de descanso entre el primero y el segundo tiempo. Han pasado 45 dìas desde el dìa de la votación de la segunda vuelta de la elecciòn presidencial y hay muy pocas señales sobre cómo será el segundo período y no se han hecho los cambios en el equipo que se deben hacer para acomodarlo a las nuevas necesidades y al nuevo contexto polìtico.

Si a eso le sumamos las tres semanas que pasaron entre la primera y la segunda vuelta vamos a completar dos meses con el Gobierno parado, con los funcionarios en interinidad y con la ciudadanía a la expectativa.

Es hora de invocar nuevamente a Pekerman. Las mayores habilidades del técnico argentino se expresaron en partidos como el que está jugado Santos, es decir en partidos difíciles casi perdidos en los que aprovechó el entretiempo para hacer los cambios necesarios y para dar las indicaciones precisas que sacaron un equipo renovado y triunfador. Santos que tanto se quiso comparar con el conductor de la selección durante épocas de campaña tiene ahora el desafío de mostrar que tan Pekerman es o si por el contrario se parece más a Leonel.

La primera decisión importante para arrancar el segundo tiempo es la de reconformar el equipo. Ya ha cometido errores que Pekerman no cometió. El primero, dejar que se le metan. Se ha demorado tanto en hacer los cambios que todo el mundo se le metió. La U exige el Ministerio del Interior, los conservadores piden pista después de haber abandonado el barco en la campaña, el Vicepresidente electo espera que le cumplan lo que le ofrecieron.

El segundo error no lo ha cometido pero los rumores indicarían que lo va a cometer que es jugar con “la rosca”. Como lo hacían los pupilos de Maturana no alineaban al mejor sino que se quedaban con el amigo. En buena parte así lo hizo en el primer tiempo y por eso tuvo un gabinete homogéneo: bogotano, de estrato alto, formado en unas pocas universidades, con la misma visión. El resultado fue un gabinete tecnocrático con buenas credenciales académicas pero con poca capacidad de producir resultados.

Ratificó a dos ministros, de los mejores del equipo en el primer tiempo, el de Hacienda y la canciller. Sin embargo, los dos son representantes de las características del gabinete que se ha criticado. Son “estrato 47”, amigos “de toda la vida”, que parecen lejanos de la realidad del ciudadano común.

El gabinete de Santos tendrá que ser una mezcla perfecta entre tecnocracia y política, entre bogotanos y representantes de otras regiones, entre visiones e intereses distintos. Los resultados del primer gobierno le dan una muestra de dónde se consiguen resultados: el Ministro de Hacienda y la Canciller hicieron una gran gestión, Pardo en Trabajo y Molano en las TICs alcanzaron resultados muy destacados y pare de contar.

Ya probó con los amigos, con las amigas de la familia, con los compañeros del Club y con los que se dejó imponer. Conocimiento y capacidad de ejecución deben ser los factores preponderantes para esa escogencia. Nombrar ministros extraterrestres que no puedan enfrentar por ejemplo la oposición del Congreso será un enorme error que termina costándonos a todos porque afecta los resultados del Gobierno.

Hay medios que dan como fija en el Ministerio de Educación a Gina Parody, del “estrato 47”, amiga de la familia, sin formación ni experiencia en el sector y con múltiples enemigos en el Congreso, empezando por el ex presidente Uribe, de quien se sirvió para crecer políticamente y terminó acusándolo de paramilitar durante la campaña. Nombrar a Gina o personas de ese perfil, sin representación política y con una visión centralista y “aristocrática”, como de iluminados que van a “ayudar” a los demás que no han tenido las mismas oportunidades que ellos sería una jugada más de Leonel que de Pekerman.

En el segundo tiempo se requiere ampliar el diálogo con la gente, pero en condición de iguales no de “tecnócratas” que repiten fórmulas y desprecian soluciones prácticas porque se les salen de los moldes de los teóricos de Harvard.

Esta vez Santos tendrá que ser fiel a sus compromisos de campaña, que fueron con una agenda más progresista. Eso se tiene que reflejar en el gabinete ministerial.

Las regiones tienen que estar auténticamente representadas y las ideas para integrar el país y para superar las enormes desigualdades regionales no dan espera. El Pacífico y el Caribe esperan decisiones innovadoras que cambien las condiciones que han tenido a centenares de miles de sus habitantes en condiciones y pobreza y marginalidad.

El Presidente Santos debe reconocer que su primer gobierno no fue bien calificado y que fue reelegido no para dar continuidad a unas políticas sino para asegurar la continuidad del proceso de paz y para evitar que el uribismo regresara al poder, pero que en lo demás lo que se espera son cambios radicales de visión, fórmulas nuevas y un equipo más conectado con la realidad nacional que con la 5ª Avenida de Nueva York.

 


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