Colombia alcanzó hace nueve días el número más alto de casos diarios reportados desde el comienzo de la pandemia, 1766, después ha habido un promedio de 1470, sin embargo, los gobernantes y los científicos dicen que eso no significa mucho: el ministro dice que el pico -que estaba previsto para mayo- ahora será en agosto, el Gobierno le dice a la Corte que hasta diciembre habrá tres millones de contagios (van menos de 50.000) y los científicos que miremos las cifras de muertos y hospitalizados que son más confiables.
El famoso pico es el número más alto diario de casos. De las pocas cosas que ha quedado clara es que la pandemia se comporta como una ola, que sube y baja, y no se sabe bien si habrá una segunda o tercera ola y de qué magnitudes. La primera ola ya pasó en España, Francia, Italia, Alemania, e incluso en Nueva York. Crecieron en poco tiempo, unos 40 días, al pico que se ubicó en cifras de 10.000 diarios y desde hace ya semanas van en menos de mil.
Las cifras de Ecuador no son fiables, pero que la parte alta de la ola ya pasó no hay duda. En países de menor afectación como Portugal o Uruguay también ha pasado así.
En Colombia llevamos 9 días en una meseta de unos 1500 casos, en la misma que lleva los Estados Unidos algunas semanas en alrededor de 20.000 casos diarios, pero, además, allá y acá, no hay una curva sino muchas curvas regionales. Allá el foco se ha movido de Nueva York a Arizona, acá de Leticia a Barranquilla y ni allá, ni acá los casos de un lado están relacionados con los otros, son dos curvas distintas. Leticia llegó al pico y bajó de 180 a 16 y Atlántico tuvo ayer el que hasta ahora es su record diario, 665, que ojalá sea su pico.
Bogotá tuvo el que hasta ahora es su pico, 626, hace 14 días y el promedio diario bajó esta semana en relación con la semana anterior. Sin embargo, la alcaldesa transmite un poco de preocupación, dice que se reúne todo el día con expertos y parece que queda alarmada, tanto como el que escribió el informe oficial a la Corte Constitucional en el que pronosticó que superaríamos los tres millones de contagios y que casi 200 mil personas requerirán atención en unidades de cuidado intensivo.
Esas predicciones no ocurrieron en ningún país donde la pandemia pasó antes que por acá y están hechas bajo los supuestos de que no se hace nada, que la gente lleva una vida igual a la de antes, que claro es un supuesto que ya no será.
Pero y, entonces, ¿cuándo?, ¿cuánto? ¿dónde? En el supuesto de que seguimos actuando como lo hemos hecho en estos casi cien días, ¿el pico fue la semana pasada?, ¿si va a ser en Agosto, hasta cuánto vamos a llegar y se moverá el foco a regiones que hasta ahora no han sido tan afectadas?
El Gobierno le manda esas predicciones a la Corte pero actúa como si ya hubiéramos llegado al pico, les dice a maestros y estudiantes que se preparen para volver, anuncia la apertura de aeropuertos, y a los restaurantes que se alisten, en todos los casos, para una fecha que coincide con aquella en la que predice que ocurrirá el cataclismo. En ningún país tomaron esas medidas antes de llegar al pico.
¿El Gobierno le exagera a la Corte para justificar la nueva declaratoria de emergencia? ¿El gobierno, de verdad cree, que las muertes por Covid se van a multiplicar por 30 de aquí a diciembre? ¿a los gobernantes les da miedo decir que llegamos al pico porque la gente se relaja y entonces usan el miedo para que la gente se cuide?
Es cierto que el número de muertos ha crecido, pasamos de promedios diarios de 25 a algo más del doble, casi que de una semana a la otra. Si siguiéramos en el mismo promedio tendríamos 11.000 hasta diciembre, el gobierno pronostica 40.000. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Qué es lo que vamos a hacer mal para eso pase? O ¿Es que no podemos hacer nada para evitarlas? ¿Esas están contadas dentro de los tres millones de muertes que hubieran ocurrido en el mundo si no se decretan las cuarentenas?
También han crecido las hospitalizaciones en forma importante, pero estamos aún lejos de un colapso del sistema de salud. Tenemos gobernantes muy precavidos, en Bogotá se ocupa la cuarta parte de las camas UCI y se prenden las alarmas, pero la incertidumbre y la alarma ciudadana también aumenta.
Entre más invocan el conocimiento científico más lejos parecemos de las explicaciones que nos permitan entender el fenómeno.
Para cada evento aflora una interpretación que no logra confirmarse en otro lugar. Ante el inexplicable brote en Barranquilla le echan la culpa a la ciudadanía y la justifican por las condiciones socio económicas y culturales, pero eso resulta insostenible si se trata de explicar la situación de Cúcuta, que es la sexta ciudad más grande Colombia y que soporta condiciones socio económicas mucho más complejas que las de Barranquilla y donde hasta ayer no había siquiera un paciente en unidad de cuidado intensivo.
Han pasado cien días y los gobernantes y los científicos siguen diciendo lo mismo y haciendo las mismas predicciones como si la gente estuviera actuando igual, como si a pesar de sus yerros, y también de sus aciertos, no hubiéramos entendido algunas cositas básicas, como si la dinámica de la pandemia en Europa no diera algunas pistas más certeras.
Es tanta la incertidumbre que donde un abogado ignorante como yo ve una meseta porque el promedio no sube desde hace nueve días, los científicos ven unos indicadores de crecimiento preocupantes, la alcaldesa sigue aterrada con la posibilidad de los entierros masivos en los parques y el gobierno le dice a la Corte que lo que ha pasado es solo la decima parte de lo que va a pasar y el 2% de los muertos que vamos a tener que llorar de aquí a Diciembre.
A los científicos les creo, a los gobernantes menos, pero ojalá se confirmara la "ilusión óptica" de los ignorantes que vemos un pico donde parece que hay un pico y una meseta donde parece que hay una meseta.
