En una carpa improvisada que construyeron justo frente a la entrada de la Unillanos, la universidad pública más grande del Meta, cuatro estudiantes estuvieron en colchonetas alimentándose apenas con suero del 22 de junio hasta el pasado 4 de julio. La razón: exigían que les garantizaran a los 6.100 alumnos de esa institución la matrícula gratuita para este segundo semestre del año.
La universidad asumió el compromiso (aunque las colchonetas y la carpa aún permanecen porque ahora los protestantes quieren que los apoyen con la conectividad que algunos requieren para estudiar en casa) y con ello se suma a las otras 14 instituciones de educación superior públicas IES del país que tienen cómo solventar la llamada matrícula cero para evitar la deserción durante la pandemia del coronavirus.
Pero, al menos por ahora, sigue siendo la mayoría (hay en total 63 IES en Colombia) la que no podrá brindar a sus estudiantes ese beneficio sobre el que, si bien no hay un compromiso oficial por parte del Gobierno, sí existe el gesto de un fondo de 97 mil millones para intentar ir en ese camino.
El problema es que esa plata no alcanza y las universidades y los entes territoriales tendrían que meterse la mano al bolsillo y, en buena parte de los casos, eso no se ha concretado.
La lenta tarea de conseguir la plata
Para algunos estudiantes hay buenas nuevas:
La Universidad del Valle, por ejemplo, anunció que su matrícula será gratuita para estratos 1 y 2 y la de Cundinamarca dijo que lo será para todos sus 13 mil estudiantes.
También, la Universidad del Magdalena, informó que puede garantizar la gratuidad para el 64 por ciento de sus alumnos, que son casi unos 13 mil. De la misma manera lo hicieron la Universidad de Sucre, la de Pereira, Atlántico y, a comienzos de esta semana, tres instituciones de la ciudad de Medellín.
Pero para que el resto lo logre tiene que balancear una azarosa triangulación de intereses y de voluntad política entre las universidades y los dirigentes para reunir la plata que se necesita.
En gran parte, los anuncios de las universidades se deben a que les entraron recursos adicionales por parte del Gobierno con los que no contaban.
A través del Decreto Legislativo 662 de mayo pasado, se creó un fondo para mitigar la deserción en el sector educativo y apoyar las matrícula de las IES para estratos 1 y 2. La plata de este fondo, que alcanza los 97 mil millones de pesos, fue repartida entre las 63 instituciones.
En el Ministerio de Educación nos explicaron que el método de asignación de recursos para cada universidad fue la ponderación, sobre todo, de cuatro variables: el nivel socioeconómico de los estudiantes, los valores de la matrícula que pagan, las condiciones de vulnerabilidad de cada región y si habían recibido plata de otros fondos como el del programa Generación E.
Sin embargo, no nos dieron información específica sobre qué peso se le dio a cada variable, y al final, sigue sin saberse con precisión por qué se le dió a cada universidad lo que se le dió.
(Aquí puede ver el detalle de la distribución del fondo entre las IES públicas).
Si bien esta plata ha servido para cubrir parte de los costos, en ninguno de los casos la parte que fue asignada a cada universidad alcanza a cubrir lo necesario para sustituir el pago total de las matrículas, por lo que desde el principio se asumía que además debían unirse las gobernaciones y las alcaldías para completar el monto.
La necesidad de hacer estas alianzas ha servido para que algunos políticos presionen a los gobernantes a agilizar las gestiones para garantizar gratuidad en sus jurisdicciones. Unos han aprovechado la ocasión para posicionarse en favor de la gratuidad general con el hashtag #MatriculaCero
Otros han formalizado solicitudes concretas, como la que el 30 de junio hizo una coalición de representantes de Colombia Humana, Decentes, el Polo Democrático y la misma Alianza Verde, que le pidió a la alcaldesa de Bogotá Claudia López que consiga el dinero para cubrir lo que costaría garantizar la Matrícula Cero en la Universidad Distrital.
Según las directivas de esta Universidad - que tiene 27 mil estudiantes, de los cuales cerca del 98 por ciento son de estratos 1, 2 y 3- el costo de hacerlo sería de 14 mil millones de pesos, de los cuales el Gobierno aportó 2.600 desde el fondo, es decir, menos del 20 por ciento. Los representantes quieren que la alcaldesa encuentre la manera de completar el resto del monto.
Eso no parece que vaya a pasar, teniendo en cuenta la carta que se conoció hoy de la mandataria diciéndole al rector, Ricardo García, que la universidad debía usar los recursos de la vigencia de este año que le aportó el Distrito, sin mencionar nada de recursos adicionales.
Hace unos días, Julián Báez Vega, quien es representante estudiantil en el Consejo Superior de la Universidad Distrital, nos había dicho que la negociación en general no sería fácil.
Báez lo dice por experiencia. Desde abril pasado los estudiantes de esa institución le presentaron un pliego a la Distrital proponiéndole matrícula cero y hasta ahora no les han aprobado la propuesta. Las directivas de la Universidad les han contestado que para lograrlo necesitan el salvavidas de la Alcaldía y del Gobierno, pero cuando fueron a hablar con Edna Bonilla, la Secretaria de Educación de la ciudad, ésta les contestó, a comienzos de mayo, que no tenían de dónde sacar los 11 mil millones restantes.
Si en las próximas tres semanas no llegan a un acuerdo, los líderes estudiantiles dicen que buscarán que el pago de la matrícula se aplace para el semestre siguiente, y contemplan salir a protestar para hacer presión, así sea con las restricciones que pone la pandemia: “Ya tuvimos un plantón y probamos que podemos protestar y al tiempo mantener la distancia entre nosotros para protegernos del virus”, indicó.
Por su parte, el rector García nos dijo: “La Universidad sólo goza de recursos propios por las matrículas, por lo que no podemos prescindir de ese dinero. Tiene compromisos laborales con pensionados, profesores y personal administrativo. No tener plata de matrícula sería no poder pagarles a todos ellos. Es imposible para la Universidad hacerse cargo de esa ayuda ahora mismo”.
Pero más gris aún la ven las universidades que dependen del nivel nacional como la Pedagógica o la Universidad Nacional, pues en éstas completar los recursos que se necesitan para garantizar la gratuidad no está entre las atribuciones de los alcaldes, como Claudia López o Daniel Quintero, de Medellín, quien salió a sacar pecho por la gratuidad de tres instituciones.
Lo hizo con esta publicidad en la que parece en campaña.
Sebastián Rodríguez, delegado distrital de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) también viene haciendo foros y otros espacios para buscar la matrícula cero, pero es consciente que a ellos les queda más difícil la tarea que a las universidades territoriales, es decir, las que dependen de los entes territoriales y no de la Nación:
“Para las universidades territoriales es más fácil porque los políticos regionales pueden apoyarlas y ganarse al electorado”, dijo Rodríguez, quien agregó que la Federación está patinando especialmente porque la Nacional logre los recursos para la matrícula cero.
“A la Universidad Nacional le tocaron 5.200 millones en la repartición que hizo el Ministerio. Esto no cubre ni siquiera lo que costaría darle la matrícula a una de las sedes del país ”, dice.
La estrategia del movimiento estudiantil es ahora la de mover las sedes de la Universidad Nacional para que cada una pueda hablar directamente con las gobernaciones donde tiene presencia, y buscar que sean éstas las que los ayuden.
Mientras tanto, se empieza a conocer el impacto de la pandemia sobre la deserción en las universidades.
Por ejemplo, en el caso de la Nacional, solo en la sede de Bogotá se reportaron 16 mil cancelaciones de clases. El triple de lo que normalmente se reportaba en un semestre.
Pero, como demuestra el caso de la Unillanos, el tema de la matrícula gratis no es el único.
Felipe Cerquera, uno de los que hizo huelga de hambre por 11 días allá, celebró junto a sus cuatro compañeros en medio de las lluvias que azotan la región que la institución haya podido asumir el compromiso.
Sin embargo, chuleado ese reto, se viene ahora para ellos lo de la conectividad de los alumnos que se deben quedar en casa, otro de los grandes retos del sistema educativo en la pandemia.
““La matrícula cero era nuestro objetivo inicial, pero ahora seguimos aquí porque todavía falta hacer más para que se pueda estudiar bien el próximo semestre”.
