La Silla debatió largo y tendido sobre si unirnos a la campaña #soycapaz. Carlos Cortés en su maravilloso blog dio todas las buenas razones para no hacerlo y nuestra primera inclinación fue mantenernos al margen. La discusión central era si ser independientes implica también serlo de estas campañas, que sin ser del gobierno, le son totalmente funcionales.
El argumento que me convenció es que rara vez el sector privado le apuesta a liderar un proyecto colectivo. Puede que sea superficial, puede que muchas compañías hayan convertido el #soycapaz en otra estrategia de mercadeo. Pero por lo menos ha logrado poner a contestar la misma pregunta a los rabinos y a los curas, a los equipos de fútbol, a los empresarios, a los colegios y las universidades. Eso en un país donde abunda la esquesofrenia ("es que eso no se puede") tiene un mérito.
¿De qué es capaz La Silla para contribuir a la paz? No es fácil responderlo. Tratamos siempre de contar lo que sabemos y de saber lo que contamos y creemos que eso contribuye a que nuestros usuarios tomen mejores decisiones políticas. Le hacemos veeduría a las instituciones y al presupuesto que tiene que ver directamente con la paz. Prestamos nuestro servicio de "traducción simultánea" a las Farc y el Establecimiento. Publicamos historias que nos parecen importantes sin importarnos si van a tener tráfico o no. Pero nada de eso nos resulta difícil.
Pensamos, entonces, con los del equipo de La Silla, que una cosa que podríamos hacer mejor y que contribuiría a la paz es habitar más ese país del que la mayoría hemos estado tan ausentes. Ir más a las regiones que han sido marginadas por el conflicto. Darle un verdadero espacio a las voces de quienes serán los nuevos protagonistas si algún día se firma la paz.
Nuestro compromiso es comenzar a narrar también desde ese país. Esperamos ser capaces.