Por: Catherine Rodriguez
En mi último blog traté el tema del matoneo escolar. Hablé de los altos índices de este problema en el mundo, en nuestro país, de las consecuencias que puede traer en términos de calidad educativa y salud mental de tanto victimas como victimarios y de cómo es necesaria la implementación de políticas enfocadas a disminuirlo. Pocos días después se dio la trágica muerte de Sergio Urrego. La sociedad estaba, como era de esperarse, indignada y diversas columnas de opinión como esta y esta, reportajes sobre el tema como los de esta página y editoriales como por ejemplo el de El Espectador entre muchos otros alertaron y reclamaron acerca del tema. Es desolador que debamos esperar a que ocurran hechos como la muerte de este joven para reclamar y analizarnos como sociedad. ¿Cómo es posible que casos como el de Sergio Urrego, el del niño que participó en un concurso de canto en televisión o la brutal golpiza que recibió un joven sean necesarios para despertarnos a los niveles de intolerancia y falta de empatía y respeto a los demás que tenemos? ¿Qué podemos esperar cuando algunos de nuestros Congresistas, ex presidentes, fiscales, procuradores o en general personas supuestamente educadas y que deben dar ejemplo de madurez, mesura y sensatez se tratan a los insultos, promueven la rebeldía y no logran un debate respetuoso? Qué ejemplo les estamos dando a las futuras generaciones y que valores y actitudes hacia los demás les estamos formando?
Datos de la más reciente Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (ELCA, 2013) permiten conocer, entre muchísimas otras cosas, como son hoy las actitudes de los niños entre 10 a 13 años en el país. Un módulo especial de la ELCA le preguntó a niños residentes en el sector urbano y en cuatro microrregiones rurales del país acerca de sus actitudes, la participación en organizaciones o clubes, sus hábitos de consumo de cigarrillo y alcohol, el uso de su tiempo y sus sueños en el futuro, entre otros. Un análisis simple de estos datos permite entender como piensan estos niños hoy y la importancia del hogar en la formación de actitudes de respeto y empatía hacia los demás. En este blog me voy a centrar en solo una de las preguntas que se les hicieron. En ella se les pedía que, después de escuchar ciertas afirmaciones, dijeran si estaban totalmente de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o totalmente en desacuerdo con ellas. Las cuatro afirmaciones eran: i) ver peleas entre compañeros es divertido; ii) si no se puede por las buenas toca por las malas; iii) el que me la hace me la paga y iv) es divertido cuando se burlan de alguien que te cae mal.
Analizando las respuestas de las actitudes de estos niños encontramos datos que, a mi modo de ver, son preocupantes. La Figura 1 ilustra el porcentaje de niños del sector urbano, representativo a nivel nacional, que dijo estar totalmente de acuerdo o de acuerdo con cada una de las cuatro afirmaciones. Las primeras dos afirmaciones están muy relacionadas con el tema de matoneo y la tolerancia a la violencia en los demás. De acuerdo a los datos, el 10% y 16% de los jóvenes entre 10 y 13 años afirma que es divertido ver peleas entre compañeros o ver cuando se burlan de alguien que les cae mal, respectivamente. Aunque parezcan porcentaje bajos, es para mí es un porcentaje inaceptable, en esta edad temprana y en cualquier edad. La respuesta de la siguiente afirmación es aterradora por decirlo menos. Uno de cuatro jóvenes entre los 10 y los 13 años en las ciudades de Colombia considera que se justifica obtener lo que uno quiere “a las malas”. Finalmente, el 16.2% de los jóvenes afirma que está de acuerdo con que el que las hace las paga, dando ciertos indicios acerca de actitudes vengativas.
Fuente: ELCA (2013), cálculos propios
El Cuadro 1 muestra como varían los porcentajes de niños y jóvenes que están de acuerdo con estas afirmaciones de acuerdo a la edad, región donde viven, educación de los padres y nivel de riqueza. Algunos podrían pensar que estos son niños muy jóvenes, que aún están en etapas de formación y que por lo tanto no deberíamos prestar tanta atención a estas afirmaciones. La evidencia sugeriría que esto no es cierto. Como se observa en el cuadro, el único caso en donde el porcentaje que afirma estar de acuerdo con las afirmaciones disminuye con la edad es el de si consideran que se pueden o no obtener las cosas por las malas. Para las demás afirmaciones se observa que los porcentajes permanecen iguales o se empeoran con los años como es el caso de ver burlarse de alguien que no nos cae bien. Al comparar por regiones se observa que los jóvenes de la región Atlántica y Oriental están, en promedio, más de acuerdo con estas cuatro afirmaciones que jóvenes residentes en el resto del país. El cuadro también muestra que no hay tendencias claras en las respuestas de acuerdo al nivel de educación del jefe de hogar ni del nivel de riqueza.
Cuadro 1: Porcentaje de niños de acuerdo con cada afirmación de acuerdo a características socioeconómicas | ||||
Ver peleas entre compañeros es divertido | Es divertido cuando se burlan de alguien que te cae mal | Si no se puede por las buenas toca por las malas | El que me las hace me las paga | |
Edad | ||||
10 | 8.59% | 9.20% | 29.45% | 16.87% |
11 | 9.69% | 14.25% | 23.08% | 16.52% |
12 | 9.48% | 15.90% | 25.08% | 18.35% |
13 | 10.41% | 17.53% | 21.37% | 16.44% |
Región | ||||
Atlántica | 10.26% | 15.51% | 28.64% | 21.24% |
Oriental | 10.82% | 10.49% | 23.61% | 17.05% |
Central | 7.69% | 15.38% | 21.54% | 13.33% |
Pacífica | 9.30% | 17.05% | 24.42% | 14.73% |
Bogotá | 8.33% | 13.02% | 20.83% | 14.58% |
Género | ||||
Hombre | 9.83% | 15.67% | 27.07% | 20.23% |
Mujer | 9.30% | 12.89% | 22.04% | 13.64% |
Educación jefe hogar | ||||
Bachillerato incompleto | 9.58% | 13.59% | 26.73% | 20.27% |
Bachillerato completo | 10.37% | 14.72% | 23.08% | 15.89% |
> Bachillerato competo | 8.07% | 14.60% | 24.53% | 14.60% |
Tercil riqueza | ||||
1 | 9.92% | 13.56% | 27.94% | 16.60% |
2 | 9.52% | 14.74% | 22.22% | 18.82% |
3 | 9.22% | 14.75% | 23.27% | 15.67% |
Fuente: ELCA (2013), cálculos propios |
Los datos permiten además identificar la importante influencia del hogar en la formación de estas actitudes. A los jefes de hogar, donde residen estos niños, se les hizo exactamente una de estas mismas preguntas. Específicamente se les pidió contestar si estaban totalmente de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o totalmente en desacuerdo con la afirmación que “el que me la hace me la paga”. Comprobando que no es un tema de edad, cerca del 14% de los jefes de hogar estuvo de acuerdo con esta afirmación, valor cercano al 16% del porcentaje de jóvenes. Además, a los jefes se les preguntó también si estaban de acuerdo que “a veces se justifica el uso de la violencia” (pregunta parecida a la de “por las malas” hecha a los jóvenes). En este caso uno de cada cinco adultos, específicamente el 20.6%, respondió estar de acuerdo con esta afirmación.
La Figura 2 ilustra de manera sencilla la alta correlación que tienen las actitudes vistas en el hogar y la construcción de valores y actitudes respecto a los demás de los jóvenes. En la figura se dividió a los niños y jóvenes de acuerdo a si pertenecían a un hogar cuyo jefe estaba de acuerdo o en desacuerdo con cada una de estas dos afirmaciones. Como es posible observar, el 15% de los jóvenes que viven en un hogar donde el jefe no está de acuerdo con que “el que la hace la paga” afirmó que el sí estaba de acuerdo. Este porcentaje sube a 22% en niños que residen en hogares donde el jefe también está de acuerdo con la afirmación. Respecto a la afirmación que “a veces se justifica el uso de la violencia”, estos mismos porcentajes de jóvenes que están de acuerdo son el 22% y 34% respectivamente dependiendo de en qué tipo de hogar viven.
Fuente: ELCA (2013), cálculos propios
Valdría la pena pensar como nos comportamos cada uno frente a los demás, nuestros niveles de tolerancia, empatía y respeto y el ejemplo que damos a los que nos rodean. Especialmente ahora que buscamos una paz en donde será de vital importancia el perdón y dejar de lado, aunque sea difícil, los sentimientos de venganza.