El gobierno distrital se propone construir 372 viviendas para más de 4000 desplazados de la violencia en cuatro lotes estratégicamente situados en la zonas de mayor valorización de la ciudad.
Como idea populista la construcción de viviendas VIP en los barrios de estrato seis de Bogotá es tremendamente buena.
Entendamos que el populismo latinoamericano en realidad no busca solucionar los problemas de desigualdad, pobreza y marginalización social. Busca explotarlos.
Como lo dijo claramente Jorge Giordani, el mentor económico de Hugo Chávez y hasta hace poco ministro de planificación de Venezuela: “los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así”.
El receta populista es bastante sencilla: agarrar un problema real, proponer una solución simbólicamente impactante pero equivocada, presentarla como una justa reivindicación social y echarle la culpa a otro cuando todo salga mal.
El problema real en este caso es la pobreza y marginalización. Es cierto que la estratificación, que irónicamente empezó como un mecanismo de justicia social para adjudicar subsidios de ricos a pobres, genera segregación social. También es cierto que enviar a los pobres a los extramuros excluye y que la densificación urbana es deseable.
Por último es innegable que hay víctimas del conflicto que merecen atención estatal y que el primer paso es dotarlos de una vivienda digna.
La solución propuesta suena bonita y justa: los desplazados de Vigía del Fuerte ahora haciendo shopping en el Andino y tomando café en el parque de la 93, pero lo cierto es que el resultado será malo para todos, especialmente para los más necesitados.
Para empezar los lotes en cuestión pueden costar hasta 70.000 millones de pesos y la construcción, por ser VIP, unos 18.000 millones. La cuenta final sería de 236 millones por apartamento, la vivienda de interés prioritario más cara del planeta.
¿No sería mejor destinar esos recursos a un gran proyecto de renovación urbana en el centro de la ciudad? Es allí donde se requiere urgentemente inversión pública. Sin duda se podría multiplicar el número de viviendas y así atender a todas la familias desplazadas y no solamente a una fracción, como ocurriría en el proyecto propuesto.
Afortunadamente para los detractores de la idea la capacidad de ejecución de la Alcaldía Mayor es cercana a cero.
Antes del 31 de diciembre de 2015 habrán pasado por el despacho cuatro secretarios de Habitat, siete de Movilidad, dos de Gobierno, tres alcaldes menores y por lo menos media docena asesores. Tendremos seis POT: el de antes de Petro, el de Petro, el de Petro suspendido, el Petro revivido pero demandado, el de Petro expedido por decreto y el de Petro caído. Habrán centenares de tutelas de todos los lados, todas con fallos diferentes. Marchas de desplazados, de comerciantes, de gomelos, de señoras bien, de señoritas mal y por supuesto la guardia indígena con sus bastones de mando dirigiendo el tráfico en la 85.
Por eso cuando todo falle la cual culpa será de alguien más.