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El Congreso, personaje del año 2014

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Está por terminar el primer período de sesiones del Congreso elegido en Marzo pasado. Su conformación y su dinámica de actuación es la mayor novedad de la política colombiana en el 2014. Nada tan parecido a la sociedad colombiana y por tanto nada tan representativo como éste Congreso.

La imagen que los medios construyen del legislativo colombiano es una imagen frívola que resumen en “mermelada” para significar las prebendas que el ejecutivo distribuye para asegurar las mayorías; en “pupitrazo” para decir que lo que allí se aprueba se hace sin discusión ni análisis; en corrupción y un largo etc de calificativos negativos.

Aportaría mucho a entender el sistema político colombiano superar la frivolidad y profundizar el análisis de un órgano conformado por personas de los más disímiles orígenes sociales, culturales, regionales y provenientes de todas las aristas ideológicas, que como en pocas ocasiones ha ocurrido en la historia de Colombia han coincidido para tratar de buscar consensos sobre temas muy heterogéneos.

Me atrevería a decir que con la actual composición del Congreso, ese cuerpo recuperó su posición de centro de la política colombiana por encima del ejecutivo como no ocurría desde la mitad del siglo pasado. Ha ocurrido un verdadero “reequilibrio de poderes”.

En el actual Congreso está dibujado con precisión el espectro de las tendencias ideológicas de nuestro país. El Centro Democrático representa la genuina derecha que no le gusta que amplíen los derechos de los ciudadanos (se opone a la legalización de la marihuana medicinal, al reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTI, etc) que promueven exenciones tributarias para las empresas –especialmente para las extranjeras-, que quiere todo tipo de normas para garantizar impunidad para los militares que hayan cometido delitos en el marco del conflicto armado, que asimila proceso de paz a rendición. Una parte del Polo atribuye todos los males a la apertura económica y a los Tratados de Libre Comercio que Uribe y su grupo defienden con vehemencia.

Entre esos dos extremos hay una variopinta mezcla de posiciones y de intereses que en su dinámica interna se ha ido amoldando en forma constructiva para promover decisiones con apoyos de vertientes muy distantes en lo ideológico. No en pocas ocasiones han coincidido las propuestas de la senadora de la Alianza Verde Claudia López con las del Centro Democrático en aspectos como las listas cerradas o la paridad en la conformación de las listas para corporaciones públicas, para citar solo uno de varios ejemplos.

De alguna manera el ambiente que se vive al interior del Congreso se asemeja al de la Constituyente de 1991 en la que personajes de antípodas políticas como Navarro y Álvaro Gómez  se juntaron con frecuencia.

Algunos análisis han destacado el trabajo de esa especie de “bancada de mujeres” de la que además de López forman parte las senadoras Viviane Morales, Sofía Gaviria, Paloma Valencia y las representantes Angélica Lozano y Ángela Robledo entre otras. A ellas se les debe en buena parte que los temas de los derechos de las mujeres hayan estado en el primer punto de la agenda y que –cualquiera sea la fórmula final que se adopte en el proyecto de equilibrio de poderes- la representación femenina en el Senado pase de 18% a al menos el 33%.

Varias de las iniciativas de los Congresistas han impuesto la agenda pública como la propuesta de reglamentar el uso de la marihuana medicinal del senador Juan Manuel Galán que volvió a poner dentro de los temas prioritarios de discusión el de la legalización de las drogas.

Ha habido revelaciones como el representante liberal Juan Carlos Lozada que lidera temas ambientales, es un activista animalista y se suma a los temas progresistas en favor de mujeres, lgtbi y de derechos humanos. El Senador Eugenio Prieto hace una eficaz labor en favor de la educación superior asegurando recursos a través del CREE y liderando la defensa de los derechos de los estudiantes de la Fundación San Martin.

La mayoría de las bancadas tienen “jefes” y eso les da una cohesión interesante. Serpa y Navarro son unos decanos reconocidos por todos por lo que su intervención resulta determinante para momentos decisivos. Barguil en la Cámara comanda su grupo conservador.

Los temas del Pacífico los mueve el senador Edison Delgado y los de los departamentos petroleros y mineros la senadora Maritza Martínez y cada uno va logrando construir mayorías para hacerse aprobar sus iniciativas, pero además podría mencionar ejemplos de los de las zonas de frontera, o los de San Andrés.

Claro que hay congresistas tramposos, algunos con vínculos con organizaciones criminales, muchos elegidos con reglas clientelistas. Ese es el país que tenemos y que ellos representan.

Nuestro sistema político es la síntesis de un conjunto de reglas formales e informales que hemos venido construyendo a lo largo de la historia, que se superpone con economías legales e ilegales, que se desenvuelve en el marco de una economía mayoritariamente informal, en el que se expresan agendas contemporáneas y algunas francamente decimonónicas. Todo eso es lo que se expresa en nuestro Congreso.

El desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación permite que se ejerza un control social sobre la labor del Congreso literalmente en tiempo real. Quien cambió de posición, que no llegó a la sesión, quien puede estar presionando al Gobierno, quien está tratando de meter un “mico”, todo eso se sabe al instante y la opinión reacciona y los medios replican y el congresista tiene que explicar o recular.

Se que algunos idealizan con un Congreso compuesto por “ángeles” que no representan intereses sino que en forma aséptica y sin prejuicios ideológicos se encierra en una burbuja a legislar por “los altos intereses de la patria”, pero ese Congreso no existe ni aquí ni en ninguna parte del mundo, por fortuna, digo yo, porque la sociedad no es así, porque ninguno de nosotros somos así, todos nos movemos por pasiones, prejuicios, preconcepciones y lo verdaderamente democrático es aceptar que hay otros  que con los mismos móviles pueden legítimamente llegar a conclusiones diferentes a las nuestras.

Por representativo, por innovador (nos tienen hablando de las listas paritarias y de la marihuana medicinal, por ejemplo), por heterogéneo, porque constructiva y pacíficamente conviven las diferentes tendencias, por eso mi personaje del año 2014 en política –que es de los que se escribe en La Silla- es el Congreso.  James es fuera de serie y de fútbol no me dejan escribir aquí.


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