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El proceso de paz consigue embajador en Washington

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El anuncio de que Barack Obama tendrá un enviado especial para el proceso de paz en Colombia podría ayudar en un corto plazo a destrabar varios de los mayores obstáculos que tiene la negociación con las Farc.

Hoy John Kerry, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, anunció que Bernie Aronson será los ojos y oídos de su país en La Habana. Será el embajador gringo del proceso de paz en Washington, como le dijo una fuente a La Silla.

El enviado

Aronson es un analista norteamericano, graduado de la Universidad de Chicago con honores, que ha tenido altos cargos en el sector público y el privado.

Creció en Rye, en el Estado de Nueva York. Su padre era el fundador de la Conferencia de Liderazgo en Derechos Humanos y Civiles, una organización  que suma a cientos de organizaciones de defensa de los derechos de norteamericanos en todo el país. Después de graduarse de la Universidad, trabajó como voluntario para una organización sin ánimo de lucro que buscaba combatir la pobreza en los Apalachesy fue asesor del sindicato de los mineros de carbón United Mine Workers. 

Llegó a la Casa Blanca en 1977 como asistente adjunto y redactor ejecutivo de los discursos del Presidente, Jimmy Carter, y del Vicepresidente, Walter Mondale.

Mondale lo conoció en West Virginia, cuando Aronson se sumó al movimiento de los United Mine Workers, un sindicato de los mineros de carbón de ese estado a donde llegó después de trabajar como reportero para un periódico local.

Una persona que lo conoce personalmente dice que en esa época era un joven de izquierda, asesor de los sindicatos más duros, que organizaba las grandes huelgas de la época. Pero que, dada la oposición que existía en ese momento, en el gobierno “necesitaban un tipo de izquierda que se portara como de derecha” y así se convirtió en el hombre de confianza de los republicanos durante las guerras en Centro América. Y apoyó las ayudas del gobierno norteamericano a los contras de Nicaragua como la única forma de retar el régimen sandinista.

En 1980, Carter y Mondale perdieron las elecciones frente al republicano Ronald Reagan, por lo que al año siguiente entregaron el poder. Eso llevó a Aronson a convertirse en el director de politicas públicas del Comité Nacional Demócrata, el órgano de funcionamiento cotidiano de ese partido político.

Durante 1989 y 1993 fue nombrado Subsecretario de Estado para asuntos de América Latina por el republicano George H. Bush, a pesar de ser del otro partido, de que no hablaba español y de que tenía un carácter poco diplomático.

De hecho, en un perfil del New York Times en abril de 1990, lo definieron como “susceptible y temperamental, socialmente torpe y propenso a perder la compostura”.

Ya como Subsecretario jugó también un papel importante en las relaciones de Colombia y Estados Unidos. Intervino directamente en la creación de la Ley de Preferencias Andinas (Atpa), que otorgaba beneficios arancelarios a productos colombianos.

Cuando salió del cargo, el entonces Secretario de Estado Warren Christopher lo premió con la distinción al servicio por su rol en la promoción de la democracia y el fin de la guerra en América Central por su trabajo en Nicaragua y El Salvador.

Específicamente le atribuyen el haber logrado que el presidente salvadoreño Alfredo Cristiani, que estaba negociando con la guerrilla del FMLN, aceptara que los guerrilleros y los paramilitares entraran a formar parte del nuevo ejército nacional.

Después de ese período, Aronson, que ya no tenía nada de izquierdista, se dedicó a la banca de inversión. Trabajó en Goldman Sachs durante tres años, como asesora para América Latina y en 1996 fundó su propia compañía de capital privado, Acon Investments. Tanto Aronson como sus socios Ken Brotman y Jonathan Ginns son los socios gerente de ACON, firma que tiene oficinas en Washington, Los Ángeles, Sao Paulo, México DF y Bogotá.

Aronson ha estado en la junta directiva de varias empresas norteamericanas de servicios como Liz Claiborne, Royal Caribbean International y Global Hyatt, y de compañías minero energéticas como Mariner Energy, Inc, Northern Tier Energy GP LLC desde 2010 a  2013 y Chroma Oil & Gas, LP. Además, está en la junta del ONG del National Democratic Institute for International Affairs, vinculado al partido demóc rata.

También ha sido columnista de opinión de varios medios norteamericanos como el New York Times y Washington Post, donde ha escrito sobre temas de América Latina, como el régimen chavista y los tratados de libre comercio en la región.

En 1997 fue invitado especial para presentar su ponencia en el Seminario Fedesarrollo Anif, para analizar la situación de la economía colombiana tras los escándalos de corrupción.

Allí, Aronson recordó que en 1994 el entonces presidente Ernesto Samper le envió una carta al gobierno de Estados Unidos anunciando endurecimiento de penas para narcotráficantes, que en opinión del analista, no fueron cumplidas lo que puso en riesgo las relaciones entre Estados Unidos y Colombia frente a la lucha contra el narcotráfico.

Esa relación con Colombia también ha estado presente en el trabajo de Acon. El fondo de Aronson invirtió en Almacenes Vivero -de la familia Azout- justo antes de que ésta se fusionara con Carulla en 2000. En ese momento, Acon jugó un papel clave en financiar la transacción y cuando vendió en 2006 a Almacenes Éxito, realizó una ganancia del 400 por ciento. 

Hoy es el principal accionista de la petrolera Vetra, que tiene pozos en Putumayo (donde produce sus principales ingresos) y el Meta; desde 2011, lo es del Grupo Sala, uno de los principales jugadores en el sector del aseo e inversiones en agua y alcantarillado en Colombia; y desde 2010 de las empresas financieras Credivalores-Crediservicios y Credifinanciera, que se especializan en libranzas. 

En Bogotá, uno de sus socios hasta hace relativamente poco fue Gabriel Silva, el ex ministro de Defensa de Uribe y ex embajador de Colombia en Washington. Silva es uno de los mejores amigos de Santos y una de las pocas personas a las defiende públicamente en su columna en El Tiempo.

“Lo conozco hace mucho tiempo. Entiende perfectamente la política de América Latina porque fue un actor fundamental en la guerra de América Central y tiene la inmensa ventaja que convoca el respaldo y la solidaridad tanto de repúblicanos como de demócratas”, dijo a La Silla Gabriel Silva, quien no tuvo nada que ver con su nombramiento.

Un ejemplo de su habilidad para cruzar la línea bipartidista lo demostró en la campaña presidencial de 1984, cuando Aronson aconsejó al vicepresidente Mondale para que tomara una posición de condena frente a la masacre  de los indígenas Miskitos en Nicaragua. Sin embargo, después de la campaña, se movió hacia la postura republicana en el Congreso y apoyó la ayuda del gobierno a la guerrilla de derecha “Contras” para derrotar el régimen sandinista - y luego temrinó trabajando para el gobierno republciano de Bush padre.

Lo que significa
El proceso de paz con el que se hizo reelegir el presidente Juan Manuel Santos recibió hoy un apoyo por parte de Estados Unidos. 
Con Aronson, el gobierno norteamericano indica que siente que el proceso de paz con las Farc está avanzando. 
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El nombramiento de Aronson, cercano a Bush y a los republicanos, manda un mensaje al ex presidente Álvaro Uribe de que el apoyo a la paz desde Estados Unidos es bipartidista. 

El nombramiento de un Enviado Especial para el proceso de paz es importante a nivel simbólico, y a nivel práctico.

Simbólicamente, porque indica que Estados Unidos (y Aronson) cree que el proceso está lo suficientemente avanzado como para decidir involucrarse de esta manera.

En el caso de Aronson, hay una relación directa con el conflicto. Hace menos de un año sufrió un embate de las Farc: la petrolera Vetra fuequizás la principal  de las grandes afectadas de la oleada de atentados que hizo las Farc contra petroleras en el Putumayo entre enero y julio del año pasado, e incluso se rumoró que por eso se iba a ir. El que ahora sea el el enviado especial ante ellos es muestra hasta dónde apoya el proceso.

El año pasado, Kerry había dicho que no estaban listos para tener un papel más activo en Colombia, por lo que el hecho de que ahora sientan que sí lo están, ellos que sí cuentan con información detallada de lo que está sucediendo, es una señal de que el proceso avanza. 

Ya en la política de seguridad nacional, que sacaron hace unas semanas, había dos cosas reveladoras: ninguna mención a la lucha contra las drogas y un párrafo apoyando el proceso de paz con las Farc (ninguna alusión al Eln).

“Después de pensarlo bien, el presidente Obama y yo llegamos a dos conclusiones: primero, que mientras subsisten obstáculos signficativos, una paz negociada en Colombia está al alcance. Y segundo, que siendo Colombia un amigo y un aliado cercano, Estados Unidos tiene la responsabilidad para hacer lo que pueda para ayudar a Colombia a lograr esa paz”, dijo Kerry hoy en su discurso.

El que escojan para hacer esa tarea a alguien tan cercano a los republicanos, y en particular a la familia Bush, también envía la señal de que el apoyo al proceso de paz es bipartidista, un mensaje que tarde que temprano le llegará a Álvaro Uribe, que es cercano al partido del elefante en Estados Unidos.

Y tiene implicaciones prácticas porque dado que Estados Unidos ha jugado un papel central en el conflicto colombiano, puede tener un rol importante en ponerle fin.

Específicamente, hay dos temas que son cruciales en el proceso de paz, que son un obstáculo para que avance, y que dependen de la potencia del norte.

Uno, tiene que ver con la seguridad jurídica del proceso. Si hay algo que temen los guerrilleros es terminar extraditados como los jefes paramilitares, ya que ellos sienten que si eso hicieron con los que habían sido ‘amigos’ y funcionales al Establecimiento, qué harían de ellos.

La reciente solicitud de extradición por narcotráfico de Julián Bolívar, el ex jefe paramilitar que está en la cárcel, es un precedente que no ayuda a concretar un acuerdo.

Por eso, si Aronson es capaz de hacer que los que tienen la capacidad de hacer la promesa de no extradición en su país la hagan, ese escollo habría sido superado.

El otro tema, que está relacionado, tiene que ver con la posibilidad de que en Estados Unidos acepten que el narcotráfico se entienda como un delito conexo con la rebelión. Ya las Farc aceptaron en los acuerdos sobre el punto tres que el narcotráfico había financiado en parte la rebelión.

La aceptación fue tenue para el nivel de involucramiento que ha tenido la guerrilla con este negocio (han controlado el primer eslabón de la cadena durante décadas) pero lo dejaron escrito de manera tal que se entendiera esta conexidad.

Es una conexidad que cuando Santos planteó la posibilidad para efectos de la participación política de los guerrilleros en el futuro se armó tremendo debate. El día que los gringos lo acepten, la polémica llegará a su fin, y se habrá superado otro escollo grande.

Pero quizás lo más importante es que es al Obama jugársela por el proceso de paz termina poniendo otra presión para que las Farc y el Gobierno firmen rápido. Si no, sería otra oportunidad que se les escaparía.


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