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El candidato que acabó con el ‘Frente Nacional’ en Riohacha

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Una mancha naranja tiñó las principales calles de Riohacha en julio pasado por la inscripción de la candidatura de Fabio Velásquez a la Alcaldía de ese municipio.

 

Al elegir como nuevo alcalde al docente Fabio Velásquez Rivadeneira, la capital guajira acabó el 25 de octubre pasado con una especie de Frente Nacional que durante los últimos 15 años se había consolidado en esa ciudad porque solo escogía a sus mandatarios entre dos poderosos grupos locales: Nueva Guajira y la Gran Alianza.

Aunque rompió con esa hegemonía y goza de buena fama, Velásquez ganó apadrinado por el rector de la Universidad de La Guajira Carlos Robles, que le hizo campaña al estilo tradicional; fue la fórmula de la gobernadora electa Oneida Pinto y tuvo al excongresista condenado por parapolítica Miguel Pinedo en su campaña. Fue éste quien inició la gestión en Bogotá para que Cambio Radical lo avalara como su candidato.

Con 34 mil votos, Velásquez dobló a quienes quedaron en el segundo y tercer lugar: el liberal y respaldado por la poderosa familia Gnecco de Valledupar Andris Salas y el coavalado por La U y los conservadores, Nemesio Roys, respectivamente.

Ellos fueron precisamente los candidatos de esas dos fuerzas que en La Guajira se enfrentan cada cuatro años por las alcaldías y la Gobernación: la Gran Alianza, del gobernador José ‘Chemita’ Ballesteros y su papá, el exgobernador Jorge Ballesteros, y Nueva Guajira, de los exmandatarios Jorge Pérez Bernier y Hernando Deluque.

Aunque no acordaron repartirse el poder como lo hicieron los liberales y conservadores con la presidencia durante los 16 años que duró el Frente Nacional, en la práctica difícilmente alguien distinto a ellos aspira a la Alcaldía de Riohacha o a la Gobernación de La Guajira por no tener el músculo electoral y económico que dan sus aceitadas maquinarias.

A Velásquez, quien reemplazará al liberal Rafael Ceballos, también le ayudó atacar a esa “clase política que por años ha monopolizado el poder guajiro”, como lo repetía en los diferentes eventos, y el no reconocerse como uno de ellos.  

Sin embargo, su candidatura no fue propiamente la de un jugador independiente porque al tener el aval del vargasllerismo engorda aún más en el Caribe el proyecto presidencial del vicepresidente Germán Vargas Lleras con miras al 2018.

A eso se suma que detrás de Velásquez está el poder en ascenso del rector de Uniguajira Carlos Robles. Como lo contó La Caribe, aunque el alcalde electo no viene de la política tradicional, 11 fuentes que consultamos en julio nos aseguraron que recursos de esa institución pública se pusieron al servicio de su campaña por orden del rector.

Por separado, tanto Robles como Velásquez le negaron a La Silla el uso político de la alma máter. Especialmente este último nos dijo en julio que su proyecto era financiado con recursos propios, de amigos y ganaderos. Y fue así como discriminó los 751 millones de pesos que reportó en ingresos de campaña al portal Cuentas Claras de la ONG Transparencia por Colombia.

Fabio Velásquez recibió el aval de Cambio Radical de manos del alcalde electo de Barranquilla y designado por ese partido para la entrega de avales Alejandro Char. 
Los estudiantes de Uniguajira, especialmente los que se desempeñan como monitores y tutores, fueron participantes activos en la campaña de Fabio Velásquez. 
El rector Carlos Robles es el gran poder detrás de la alcaldía de Fabio Velásquez. 

A Velásquez lo vieron como el candidato de las directivas universitarias porque estudiantes y trabajadores impulsaron su nombre en los barrios de Riohacha. Y porque por 15 años y hasta julio de 2014 trabajó allí: fue docente, director de posgrados y en su último cargo estuvo al frente de la Oficina de Planeación.

Desde esa silla fue rector encargado varias veces y le ayudó a Robles a mejorar los procesos académicos y de infraestructura que comienzan a dar sus frutos con el aumento de programas con acreditación de calidad y de los grupos de investigación categorizados por Colciencias.

De allí que el triunfo de Velásquez también sea interpretado en La Guajira como la plataforma política desde la que el rector puede lanzarse en busca de una curul en el Congreso dentro de tres años o a la Gobernación tan pronto termine en 2017 su ciclo en Uniguajira. Escenarios posibles porque antes de entrar a la academia hizo política: militó en Nueva Guajira al lado del exgobernador Jorge Pérez Bernier.

A través de la oficina de comunicaciones de Uniguajira, el rector le negó a La Silla tener, hasta ahora, aspiración política alguna.

Pero más allá de esos respaldos, Velásquez también logró calar entre los habitantes de Riohacha al venderse como el candidato de clase media que realmente entiende los problemas de la gente. Y fueron los más pobres su público prioritario. De hecho, hizo muchos de sus eventos desde la Comuna 10 de Riohacha, una de las más vulnerables y ahogada en necesidades básicas irresueltas. En esa barriada festejó su cierre de campaña.

Sin experiencia política previa, este administrador de empresas, con dos especializaciones y una maestría en Desarrollo Social comenzó a recorrer los barrios más pobres a finales del año pasado, tan pronto salió de Uniguajira. Y ese acercamiento con los jóvenes y las madres cabeza de hogar le valieron la simpatía de la gente y lo comenzaron a posicionar como un candidato fuerte. Cuando en julio pasado se inscribió en la Registraduría de Riohacha, una mancha naranja -color de su proyecto político- inundó las calles de esa ciudad y auguraba el caudal de votos que obtendría en las urnas tres meses después.

Al comienzo, su proyecto fue mirado con desdén por la clase política tradicional. Solo a medida que pasaron los meses y se acercó el inicio formal de la campaña comenzaron a ver en él una amenaza.

“La gente lo adora”, le aseguró a La Silla una periodista que trabaja en Riohacha y quien en esta campaña vio de cerca cómo se relacionaba Velásquez con sus simpatizantes versus el acercamiento que tenían los otros candidatos con sus seguidores.

Otro conocedor de la política guajira se lo describió a La Silla como la opción fresca que encontró Riohacha, “un debutante lleno de buenas ideas”, en medio de unas candidaturas opacadas por el desgaste de los poderes que tenían detrás.

Esa frescura Velásquez la reforzó con su plan de gobierno ‘La fuerza del pueblo’: un compendio de propuestas con énfasis en la educación y la cultura para convertir a la capital guajira en una ciudad más incluyente y que comience a resolver “problemas estructurales”, “generados por más de 40 años de administraciones excluyentes y de espaldas al pueblo (salvo contadas excepciones)”, escribió en uno de los plegables que repartió.

Ese programa de gobierno lo tendrá que ejecutar en una de las poblaciones más pobres del país, con un presupuesto cercano a los 250 mil millones de pesos anuales, que todavía batalla con los servicios de alcantarillado y de agua las 24 horas.

Pero así como su llegada a la Alcaldía produce expectativa en Riohacha, también hay quienes no olvidan los vasos comunicantes de su principal impulsor con el detenido y desprestigiado exgobernador Juan Francisco Kiko Gómez.

Como lo ha contado La Caribe, Carlos Robles ha sido tan cercano a Kiko que a los pocos días de su detención, en una parranda en el municipio de Barrancas en 2013, organizó una marcha pidiendo su pronta liberación y en diciembre de 2011 le entregó un honoris causa en administración.

En Riohacha se preguntan qué tanta independencia podrá mantener el alcalde electo de esa clase política que condena con vehemencia y más aún si será consecuente y no terminará actuando como lo han hecho ellos, y por cuyos actos los guajiros han tenido que vivir más de un estigma y elecciones atípicas.


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