
Aunque sería chévere tener un millón de amigos, en La Silla nos bastarían mil Superamigos. Para conseguirlos, arrancamos hoy nuestra campaña de donaciones, el evento que hacemos todos los años y que siempre nos pone un poco nerviosos porque lo consideramos nuestro mayor indicador de éxito.
Hacer periodismo de calidad e independiente es mucho más fácil si contamos con el apoyo económico de nuestros usuarios. Desde hace tres años las donaciones de nuestros Superamigos han financiado el desarrollo de los proyectos que más orgullo nos han generado: el Quién es Quién, La Silla Llena, El Polimuseo, el Proyecto Rosa, entre otros.
Con los 89 millones que recibimos la vez pasada de 740 Superamigos, nos comprometimos a crear una pata regional de La Silla y hacer un cubrimiento regional más especializado y presencial en las elecciones de 2015. También nos propusimos desarrollar una serie de contenidos en torno a los pequeños poderes.
La Silla cumplió. Creamos no una pata sino dos: La Silla Caribe y La Silla Santandereana, que han hecho que este medio haya dejado de ser cachaco. Gracias al apoyo de estos Superamigos, con cuatro periodistas viviendo en las regiones cubrimos estas elecciones desde el terreno y con otros ojos.
También desarrollamos nuestra serie “El poder por dentro” y nos aventuramos a explorar un periodismo alrededor de los derechos de los consumidores. La primera continuará el próximo año, en lo segundo sentimos que nos quedamos cortos.
Esta vez, y dado el crecimiento que hemos tenido, aspiramos a los mil Súper Amigos.
Sabemos que es difícil, y que el riesgo de fracasar existe. Pero tenemos esperanza. Primero, porque cambiamos de plataforma para las transacciones y esta es fácil de usar y nos han garantizado que no se va a caer. Segundo, porque ahora tenemos muchos más usuarios. Y tercero, porque confiamos en que nuestros usuarios valoran nuestra independencia tanto como nosotros. Al punto que están dispuestos a ser verdaderos socios de este proyecto.
Nuestra idea es invertir los recursos en abrir otra pata regional en un lugar donde el cubrimiento periodístico sea escaso y se necesite saber qué está pasando en el posconflicto.