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Las lecciones de periodismo de Santos

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Ayer en un foro, Juan Manuel Santos, preguntado sobre qué opinión le merecía el video que provocó la renuncia de su viceministro del Interior, aprovechó para dar una lección a los periodistas: “Los colegas deberían hacer un cuestionamiento a ellos mismos, aquí se está saliendo de madre ese tipo de ataques y de información y eso no es un buen periodismo, lo digo como periodista, no como presidente”. Unas horas después, se supo que RCN le había pedido la renuncia a Vicky Dávila por haber publicado ese video.

De esta manera se zanjó el debate a favor de que el periodismo tenga límites a la hora de meterse con la intimidad de los poderosos. Pero se abre otro, que quizás no se de públicamente, sobre qué tan legitimado está el presidente Santos para dar lecciones sobre periodismo.

Santos, el periodista

El presidente Santos suele hablar con orgullo de su pasado como periodista. Pero su rol dentro de El Tiempo, el periódico de su familia, fue principalmente en el área editorial, no informativa. Él se encargaba de preparar los editoriales que en esa época eran muy influyentes. También atendía a los políticos que pasaban por el diario a intrigar, pedir favores, o a cocinar acuerdos.

Él no hacía reportería, la esencia del trabajo periodístico. Quizás las únicas entrevistas que ha hecho se las hizo a sí mismo, cuando era ministro de Hacienda de Pastrana, para enviarlas a El Tiempo con la expectativa de que los periodistas económicos subalternos de su papá las publicaran tal cual, y sin revelar que eran autoentrevistas.

Aún así, viniendo de una familia de periodistas, Santos le dio un viraje a la relación con los grandes medios tradicionales, y sobre todo bogotanos, una vez llegó al poder. 

Después de ocho años de ser una gran parte de la gran prensa bogotana despreciada por el Presidente Uribe, y en no pocos casos intimidada por sus insultos en los micrófonos y las chuzadas a periodistas como Hollman Morris y Claudia Julieta Duque, la entrada de un Santos a Casa de Nariño también significó el restablecimiento de la estrecha relación que existe entre el poder y buena parte del periodismo tradicional, que es identificada por los mismos periodistas como uno de los grandes males de la profesión. 

Santos ha acudido a cuanto premio de periodismo importante se concede; no hay viaje internacional al que no lo acompañen directores de medios o periodistas reconocidos -como el reciente a celebrar los 15 años del Plan Colombia- hasta el punto de que en la profesión está el chiste de la Casa de Nariño Lifemiles; el Presidente los invita a su casa privada a ver películas, partidos de fútbol de la Selección, o, incluso, los resultados de las elecciones; y además es amigo personal -no de ahora sino desde sus épocas en El Tiempo- de directivos como Julio Sánchez, de La W; Felipe López, de Semana (donde es director su sobrino Alejandro Santos); Roberto Pombo, de El Tiempo; y Gonzalo Córdoba, de Caracol y El Espectador. Estos últimos dos son consultados por el Presidente con frecuencia.

Esta buena relación personal se ha extendido al tema empresarial, hasta el punto de que los contratos con el Gobierno han terminado convirtiéndose en una fuente significativa de los ingresos de los grandes medios, justo cuando el modelo de negocio de la prensa está en crisis.

Solo a través del Fondo para la Paz, que se maneja a dedo en la Casa de Nariño, el gobierno Santos le ha entregado más de 9.100 millones de pesos a medios, fundaciones o asociaciones de medios entre 2014 y 2015

Con Vicky Dávila, Santos también tenía una relación cercana. De hecho, Vicky, que durante el gobierno de Uribe era considerada por muchos una uribista, tuvo un vuelco ideológico cuando Santos asumió el poder -o quizás un poco antes- y se alineó con el Presidente.

Sin embargo, a raíz de sus investigaciones sobre la supuesta ‘Comunidad del anillo’ en la Policía esa relación cambió.

La FM y la investigación de “la comunidad del anillo”

Vea aquí la línea de tiempo sobre la investigación de La FM en este caso. Si no le carga, por favor refresque la página.

Se agria la relación con Santos

La investigación de la FM contra el general Rodolfo Palomino, director de la Policía, puso la presión sobre el Presidente, que por escándalos mucho más pequeños había salido de subalternos suyos. Pero en este caso prefirió creerle al General.

Después de la columna de Daniel Coronell del 5 de diciembre y las revelaciones de la FM al día siguiente, que mostraban los movimientos extraños en el patrimonio de Palomino, y la respuesta de éste, Vicky y Santos se reunieron en la Casa de Nariño, durante dos horas para hablar de todo el tema.

No es claro a qué acuerdo llegaron. Pero el 9 de diciembre, Santos anunció la creación de la Comisión para investigar el caso (pero nunca le dio el mandato de hacerlo) y el 15, Dávila publicó una columna en El Espectador contando que el 7 de diciembre recibió una llamada en su celular del General Palomino en la que le pidió insistentemente que le entregara los correos anónimos que la alertaban sobre los seguimientos que le estaban haciendo a ella y a otros periodistas.

Ella le dijo que no, que se los pidiera a la Fiscalía y él le respondió “deme aunque sea unito”. Dávila dice que se cerró en el no y que Palomino no la volvió a llamar.

La situación entre Santos y Dávila parecía haberse calmado, y el 17 de diciembre, en una reunión que organiza todos los años Julio Sánchez Cristo para cerrar la colecta que hace a favor de los soldados y celebrar el fin de año con directores de medios, algunos reconocidos periodistas y gente del Alto Gobierno, se encontraron. Allí el Presidente recriminó públicamente a Vicky delante de sus colegas.

Según dos fuentes diferentes que lo supieron de segunda mano pero que coinciden en sus versiones, cuando el Presidente fue a saludar a Vicky le dijo que no era justa acusando a su gobierno de chuzar periodistas y luego la increpó de nuevo con tono irónico y despectivo. El regaño del Presidente fue el tema de conversación entre periodistas en los días siguientes.

Ese día la relación se terminó de romper.

Al día siguiente Santos habló en La W (la emisora que dirige el anfitrión del almuerzo) y contó públicamente y por primera vez de la reunión entre los dos en Palacio. También dijo que Vicky no le había dado ninguna prueba de las chuzadas, los seguimientos o la irregularidades de Palomino, y que por eso no lo iba a sacar.

Un rato después, esa misma mañana, Vicky sacó un duro editorial en su emisora, hablándole a Santos en primera persona.

Vicky dijo que sí había pruebas y que si Santos no las conocía era porque había quedado de mandarlas a recoger y nunca lo había hecho.Y terminó diciendole al presidente: “Muy bien, Presidente. Usted es el presidente y tiene el poder, Yo soy una simple periodista. Pero le recuerdo que usted dentro de tres años se va y, si Dios lo permite, yo seguiré siendo periodista y seguiré haciendo mi trabajo”, dijo.

Ahí quedó claro que el tema se había vuelto personal para Dávila. Tanto que la semana pasada, cuando ella y su equipo recibieron el premio CPB a mejor investigación por lo revelado en conexión con la Policía, Vicky aprovechó para sacarse el clavo con el Presidente.

Fue en este contexto que el martes Dávila decidió publicar el video en el que aparece un viceministro de Santos manteniendo una conversación de alto contenido sexual con un policía.

Vicky tenía el video hacía más de un mes. Se lo había dado el policía que lo grabó y que ha denunciado ser víctima de la red de prostitución y que por ello está siendo asediado en la institución.

Cuando Vicky lo publicó, la Procuraduría acababa de remitir el video a la Fiscalía diciendo éste “sería una de las pruebas de la supuesta red de prostitución masculina denominada periodísticamente “La Comunidad del Anillo”.

Vicky consideró que como la Procuraduría lo había valorado como prueba (aunque no para la investigación disciplinaria porque entendía ya había prescrito), era válido publicarlo como un capítulo más de la investigación contra la Policía. Era otra forma de demostrar que la red, que ella venía denunciando hace casi un año, existía. De hecho, era la principal prueba.

Para La Silla y para muchos otros periodistas, incluida la también chuzada por este caso Claudia Morales, fue un error de criterio porque el video por sí solo no probaba nada y por el contrario violaba de plano la intimidad del viceministro.

La reacción al video en las redes contra Vicky fue brutal. De alguna manera, ella terminó siendo el chivo expiatorio no solo por la mala decisión que tomó sino por todas las malas decisiones periodísticas que hemos tomado todos los periodistas de Colombia. Muchos de los cuales suelen quedar impunes porque con frecuencia los periodistas ni siquiera rectifican cuando se equivocan.

La renuncia posterior de Palomino y el retiro del video de la página por parte de Vicky no calmó el linchamiento público, al cual se sumó la evaluación del Presidente. Horas después vino el anuncio en CM& de que le habían pedido la renuncia a Dávila.

¿Purga en los medios?

Aunque en la fiesta del Plan Colombia en Washington estuvo Carlos Julio Ardila, el presidente de RCN, según supo La Silla, la relación entre Santos y el grupo Ardila es distante. No sólo por el uribismo de los Ardila sino por la multa de 100 mil millones de pesos que le impuso el gobierno a sus ingenios Cauca, Risaralda y Providencia a fines del año pasado, y que ellos consideran injusta. Por eso es improbable que Dávila haya salido porque el Presidente explícitamente hubiera pedido su cabeza.

“Si hubiera pedido su cabeza la habría atornillado en el puesto”, dijo a La Silla una persona que conoce el grupo Ardila por dentro.

Vicky ya había perdido poder dentro de RCN como se manifestó con su salida del noticiero tras la llegada de Claudia Gurisatti y su rating en la FM ha caído recientemente y está mucho más abajo que sus competidores directos, La W y Blu, según el más reciente Ecar.

Sin embargo, la secuencia entre su crítica pública al video (que para ese momento ya llevaba más de 24 horas al aire y hasta ese momento no había provocado la pedida de renuncia) y la salida de Vicky hacen que este caso entre al mismo costal de los de otros periodistas que han terminado siendo despedidos de los medios tras indisponer a Palacio de Nariño.

Fue el caso de Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien tras salir de La Luciérnaga a finales de 2014, dijo en una entrevista que la razón principal fue que: “no resistieron la presión del gobierno que quiere unanimismo a su alrededor.”

El mismo argumento dio Hassan Nassar, director del programa 360 grados de CableNoticias, que tras renunciar en junio de 2014, le contó a La W que el propietario del canal, Alberto Ravell, había recibido quejas del gobierno por su línea editorial y por los mensajes en su cuenta de Twitter.

"Más de tres veces -dijo Hassan a La W- tuve que reunirme con las directivas del canal por las cosas que yo escribía en Twitter: contra la Cancillería, contra el presidente. Eso fue algo que fue minando mi espacio y sobre eso no pienso ceder jamás"

Más allá de si esta fue la razón determinante de su salida, es un hecho que en el tiempo que lleva Santos en el poder la mayoría de voces uribistas más representativas han ido perdiendo sus espacios en los medios tradicionales: en septiembre de 2012, le pidieron la renuncia a Francisco Santos (de quien el Presidente ha dicho que tiene “cáncer en el alma”) como director de noticias de RCN; en mayo de 2014, luego de diez años con un espacio de opinión en El Tiempo, Fernando Londoño dejó de escribir su columna; el senador uribista José Obdulio Gaviria también lo perdió a finales de 2012, estos dos últimos después de sentidos editoriales del periódico justificando su decisión.

Vicky Dávila no ha hablado todavía en los medios sobre su salida. Tampoco se sabe si La FM continuará con sus investigaciones sobre la Policía o si le bajaran el volumen tras la salida de la directora y terminarán también agonizando en los entes de control. Y mucho menos, qué lecciones sacará el periodismo nacional de este suceso. Lo que sí es claro es que durante el mandato de Santos, entre las invitaciones, los contratos, y las purgas, el periodismo no ha vivido su época de oro.


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