Con gran atino la Secretaría de Educación de Bogotá organizó el foro ‘Bogotá Ciudad Educadora’ al que fueron invitados docentes, estudiantes, padres de familia, académicos y, en general, todos los interesados en aportar ideas a la construcción del plan sectorial, que guiará la gestión en los próximos cuatro años.
Un total de 28 expertos y líderes de la educación nacional e internacional estuvieron entre los convocados. De sus planteamientos y de lo dicho por los demás participantes, tengo varias ideas fijadas en la cabeza que comparto con ustedes:
1. Maestros poderosos. La calidad de la educación se logra poniendo foco y ese foco debe estar en los docentes. Se requiere dignificar su profesión mostrando que su trabajo es de los más complejos, no solo enseñan a leer y escribir (simplificando su labor, por supuesto) lidian a diario con las violencias, el abuso, los problemas de salud y las condiciones de vulnerabilidad de sus estudiantes y las familias (entre una larga lista de factores), y sobreviven con sueldos nada competitivos en el mercado y con pocos estímulos. Se necesita empoderarlos y lograr que los mejores bachilleres y profesionales aspiren a ser maestros. De igual forma, se requieren esquemas para identificar sus debilidades y fortalezas, y programas especiales para los profesores de la educación inicial, así como para los profesores que forman a los estudiantes de docencia. Los grandes maestros son los que deben formar a los futuros docentes. Como dijo Patricia Camacho, gerente de educación de Fundación Compartir: “Esa es la única razón para que los buenos maestros salgan del aula”.
2. Colegios concentrados. Los colegios están saturados de programas que les ponen de un lado y otro, con lo cual dispersan sus esfuerzos. Hacer todo al mismo tiempo es imposible y si a eso se agrega que existen presupuestos limitados, es claro que todo no se logrará. En ese sentido, se requiere utilizar los recursos de manera estratégica, algo que se consigue apuntando a mejorar aquellas fallas que evidencian los resultados de las pruebas Saber, Pisa y SER, así como el Índice Sintético de Calidad Educativa. Ellos son descriptores de una situación, no señaladores de errores. “Sirven para hacer diálogos, para construir y hacer seguimiento. A nadie le gusta estar mal en la foto. El índice, por ejemplo, no es para hacer ranking, es un instrumento de gestión para tener una idea comparada y hacer las intervenciones necesarias”, como dijo Ana Lucia Gazzola, consultora en educación del Estado de Minas Gerais (Brasil).
3. Familias y estudiantesparticipativos. No se puede olvidar a los estudiantes. Todas las acciones que se llevan a cabo en el sector educativo son para los niños y jóvenes, y en esa línea se debe considerar su opinión. De igual forma, es conveniente pensar que pueden ser tutores de otros niños. “No hay nada mejor para un niño que otro niño”, aseguró Ángela Escallón, directora de Fundación Corona. También es importante promover que los padres se informen para que participen más y de manera más consciente.
4. Autonomía institucional y local. Cada institución educativa va adquiriendo conocimientos que se deben reconocer porque responden a los contextos del entorno. En ese sentido, es importante dar niveles de autonomía a la institución e igualmente es relevante mencionar la ruralidad de Bogotá, pues el 75% de la capital es campo. Sumapaz, Suba, San Cristóbal, Usme, Bosa, Chapinero y Usaquén dan muestra de ello. Constantemente se desconoce esa ruralidad. “Sino se crea una verdadera institucionalidad, no habrá educación de calidad”, aseguró Francisco Cajiao, rector de Unicafam.
5. Transiciones exitosas. Los altos índices de repitencia en primer grado, quinto y noveno muestran que el paso de un nivel a otro no se está logrando de manera correcta. Los maestros no conversan para realizar estrategias que ayuden al éxito de las transiciones, que permitan subir la escalera. Se requieren redes para que los maestros estén conectados.
6. Políticas continuas. Cada administración que llega rompe con las acciones realizadas por la anterior y comienza de cero. Se requiere construir sobre lo que está dando frutos, así como tener una política de Estado, que dé continuidad.
7. Educación inclusiva. La inclusión no es solo dar acceso a la discapacidad, es reconocer y valorar la diversidad, la cual incluye la diferencia de orientación sexual, raza, edad, religión, política, etc. “La educación para la diversidad comienza por reconocer que cada persona es diversa”, dijo Hugo Edilberto Florido, rector del Colegio República Bolivariana de Venezuela.
8. Educación, sinónimo de paz. La educación tienen una misión: la paz. En ese sentido sus acciones, o la mayoría, deben estar encaminadas a ella. ¿Construye nuevas relaciones humanas? ¿Permite la convivencia y estimula nuevas maneras de compartir entre los colombianos? ¿Estimula el reencuentro con uno mismo y con los demás? ¿Construye confianza? “Que el plan se la juegue por la construcción de la paz”, fue la propuesta de Julián de Zubiría (miembro fundador y Director de la innovación pedagógica del Instituto Alberto Merani) y agregó: “¿A qué debería ir un niño a la escuela? Básicamente a tres cosas: 1. aprender a pensar 2. aprender a comunicarse y 3. aprender a convivir. Para que eso lo hagamos debemos hacer una revolución educativa, que implica un cambio general curricular. Es imposible desarrollar el pensamiento con 17 asignaturas”.
Finalmente, dejo resumidas las palabras de Carolina Meza, investigadora de la Fundación Ideas para la Paz, porque las comparto ciento por ciento:
“Debemos tomarnos en serio esto que está pasando porque es una gran oportunidad para Colombia. Se está definiendo el futuro del país que puede ser igual al pasado si no hacemos cosas transformadoras. La educación es una variable importante para que eso suceda. El tema cultural es el que nos va a permitir que esa paz sea estable y duradera. El proceso de paz se firma y queda el reto real que se puede asumir con la educación. Desde allí hay mucho que se puede aportar para que sea exitoso el posconflicto. Uno de los retos grandes es poner la conversación en los colegios, reflexionar y entender qué significa todo esto. Un segundo punto tiene que ver con la reconciliación. Se requieren ambientes que hagan que las personas confíen en sus instituciones y que sueñen con una Colombia distinta. Que generen esperanzas en las nuevas generaciones. Otro tema es el perdón. Hay odios que se pasan de generación en generación, que deben quedar atrás para lograr la reconciliación y la paz duradera”.az sea estable y duradera. El proceso de paz se firma y queda el reto real que se puede asumir con la educación. Desde allí hay mucho que se puede aportar para que sea exitoso el posconflicto. Uno de los retos grandes es poner la conversación en los colegios, reflexionar y entender qué significa todo esto. Un segundo punto tiene que ver con la reconciliación. Se requieren ambientes que hagan que las personas confíen en sus instituciones y que sueñen con una Colombia distinta. Que generen esperanzas en las nuevas generaciones. Otro tema es el perdón. Hay odios que se pasan de generación en generación, que deben quedar atrás para lograr la reconciliación y la paz duradera”.