La renuncia de María Lorena Gutiérrez a su cargo como superministra dejará un vacío de poder muy grande en el corazón de la Casa de Nariño y contribuirá a consolidar el poder de Germán Vargas Lleras en el Gobierno.
La decisión de Gutiérrez fue intempestiva, según le contaron a La Silla altos funcionarios del Gobierno, incluyendo tres ministros y cinco viceministros, además de otros funcionarios de Palacio.
Todos coinciden en que la decisión se debió a la inclusión del Néstor Humberto Martínez en la terna para Fiscal General, una decisión a la que Gutiérrez se opuso y que, además, convirtió en un saludo a la bandera su propuesta de hacer un proceso meritocrático para conformar esa terna, pues terminó armada con tres de los favoritos de Juan Manuel Santos desde el día uno.
Pero, más allá de los motivos, la salida de la persona que tenía tanto poder en Palacio que informalmente le decían ‘La Presidente’, se sentirá en muchos frentes.
Todo lo manejaba
“En un ajedrez ella es la reina. Menos importante que otras fichas, pero se mueve el doble y funciona el triple”, dice un funcionario de Palacio que conoce de cerca el trabajo de Gutiérrez.
Ese poder se encarnaba esencialmente en dos cosas. Por un lado, era una verdadera jefe de gabinete, encargada de manejar la relación con el Congreso, con los alcaldes y gobernadores, con el sector privado y con los altos funcionarios del Gobierno.
Con el famoso semáforo, que ella se inventó, era la encargada de evaluar la ejecución de los ministros y el último recurso que tenían para ayudarles a tramitar los asuntos más difíciles con el Presidente. También de filtrar los nombramientos y elaborar las ternas que dependen del Presidente y de dar el último sí o (más frecuentemente el no) para las solicitudes burocráticas de los partidos.
Además manejaba el comité de agenda, que decide cada semana la agenda del Presidente. Ese no es un poder menor, porque la decisión de qué invitaciones aceptar, por ejemplo, es determinante en la relación entre el Gobierno, las regiones, los políticos y el sector privado.
Por otro lado, Gutiérrez tenía bajo su égida algunos temas específicos, que el Presidente le delegaba para que ella coordinara con los ministros encargados.
En el momento de su salida configuraban esta larga lista, que ya muestra su poder, todo el sector de minas e hidrocarburos, el de Tics, los de San Andrés y el Pacífico, el de Mujer, las diferencias comerciales, el patrimonio sumergido, la Policía, los Pines (macroproyectos estratégicos) que no fueran de transporte o vivienda, el hurto de celulares, el cierre de frontera de Venezuela y la crisis en La Guajira, el ingreso a la Ocde, el nuevo esquema de licores, la reforma al sector agrario. Mejor dicho, casi todo menos la paz y los proyectos de infraestructura que maneja el Vicepresidente.
Todo ese poder radicaba en que María Lorena tiene ciertas características escasas en las altas esferas políticas: la habilidad para lograr que las cosas se hagan; no tener una agenda propia diferente a la del Presidente; el carácter para decir lo que piensa, sobre todo decir ‘no’ cuando se necesita; querer ser invisible para los medios (algo que dejó de ser posible después de que Vicky Dávila mencionó el episodio de las almendras); ser muy eficiente. También trabajar mucho, aunque esa virtud la comparten la mayoría de funcionarios de primer nivel.
María Lorena ejercía, además, otra función, deliberada o no, que políticamente en este momento también se sentirá: era el mayor contrapeso del poder de Germán Vargas Lleras al interior del gobierno.
Aunque ella nunca se lo admitió a La Silla, era claro para los miembros del Gabinete que al interior del gobierno había dos ‘facciones’, una cercana al Vicepresidente y otra a las “mujeres poderosas” de Palacio, el grupo que giraba alrededor de la Primera Dama, Gina Parody y María Lorena.
Desde que comenzó este segundo gobierno, María Lorena se salió del tema de los Pines de infraestructura, que quedó bajo la coordinación de Vargas, para dedicarse a los de Industria y Minería e Hidrocarburos. Pero la tensión con el Vicepresidente nunca amainó.
Como le contó a la Silla una fuente que conoce a Vargas, él tiene la tesis de que estaba siendo perseguido por el Ministro de Hacienda que no le giraba la plata; por María Lorena que no le daba agenda con el Presidente y no le nombraba la gente que él necesita; por aquellos que impiden que sus proyectos salgan a la velocidad que él espera.
Este pulso se terminó concretando en la conformación de la terna para Fiscal General. Como lo contó La Silla, para Vargas Lleras la inclusión de su aliado Néstor Humberto Martínez se había convertido en una prioridad.
Néstor Humberto ya tenía una historia conflictiva con María Lorena desde que Santos lo había nombrado superministro iniciando su segundo gobierno, desplazando a María Lorena de la oficina de al lado del Presidente y de la Secretaría General. En esa ocasión, el pulso lo ganó Gutiérrez pues Néstor Humberto terminó encargado de todo lo urgente mientras que ella mantuvo la coordinación de todo lo importante. Derrotado, Martínez renunció para hacer campaña para Fiscal.
Gutiérrez regresó a su cargo de Secretaria General con sus poderes redoblados y fue la que diseñó el sistema para escoger de manera “meritocrática” la terna para Fiscal.
A la postre el procedimiento se volvió un reality porque los escogidos eran los que el Presidente quería desde un inicio, con Néstor Humberto incluido. Según dijo una fuente de Presidencia, ella consideraba que él no sería el mejor fiscal para el posconflicto.
Su inclusión en la terna, como también contó La Silla, fue la señal más clara del enorme poder que tiene Vargas Lleras, y seguramente Gutiérrez (que no quiso hablar con La Silla) lo leyó así y decidió dar un paso al costado.
Con lo cual, la primera cuenta de cobro que paga Santos por la inclusión de Martínez no fue una rebelión de los liberales o de los de La U -que en todo caso han recibido recientemente ‘compensaciones’ de Santos, los primeros con Alan Jara en Víctimas y Miguel Samper en Tierras, y La U con Roy Barreras en La Habana y Clara Luz Roldán, ficha de Dilian Francisca Toro, en Coldeportes - sino en donde quizás más le duele: perdió su mano derecha.
El reemplazo
Todas las fuentes consultadas coinciden en que no será fácil reemplazar a Gutiérrez por los múltiples frentes que maneja, por su competencia, por el tipo de persona que es, por su incondicionalidad con el Presidente y porque como dijo un viceministro “la capacidad de coordinación de María Lorena es algo que se construye con el tiempo”.
“La tienen que reemplazar tres o cuatro personas”, dijo a La Silla un político de la Unidad Nacional. “El modelo estaba montado para un súper hombre que no existe”.
Pero algunos de los entrevistados consideran que, en todo caso, a pesar de la eficiencia demostrada de Gutiérrez, el hecho de que concentrara cada vez más funciones en su cabeza le estaba comenzando a hacer daño al gobierno, pues en algunos casos se había convertido en un cuello de botella para tomar decisiones rápidas y también en una fuente de tensión en Palacio por los bandos que se habían creado.
“El Presidente se demora en tomar decisiones y si, además, toca pasar un filtro adicional, los problemas chiquitos se vuelven grandes”, dijo un fuente consultada.
“Es muy difícil cuando una sola persona concentra todas las decisiones”, le dijo a La Silla un técnico.
La renuncia de alguien tan importante en los asuntos del gobierno como ella se habría convertido en otra tarea en el to-do-list de María Lorena. Ahora se convertirá en una misión del Presidente.
