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Los habitantes de la calle refuerzan los negativos de Peñalosa

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El difícil arranque de Peñalosa tuvo un respiro mediático luego de la intervención del Bronx a finales de mayo. Pero la buena noticia del operativo se le ha devuelto como un bumerán por el ‘efecto espora’ de los habitantes de calle que salieron desplazados del Bronx y que no han querido aceptar las ayudas del Distrito. El episodio no solo ha reforzado la percepción de los puntos más débiles del Alcalde sino que también golpea su principal fortaleza: su talante de gerente.

La fase 2 del Bronx

Como explicó en entrevista con la Silla, el Secretario de Seguridad, Daniel Mejía, el operativo del Bronx tenía tres fases que estaban planeadas integralmente: recuperar el espacio, poner todo el aparato social del Distrito a disposición de los habitantes de calle y la renovación urbana. En eso trabajaron, dijo, los cuatro meses antes de hacer la intervención.

 

Pero ahora, 3 meses después y en las últimas semanas, los habitantes de calle se han desplazado por distintos sectores de la ciudad, sobre todo en el centro, donde según el experto en seguridad, Hugo Acero, es donde consiguen la droga que necesitan para calmar su ansiedad.

Y con frecuencia cuando llegan a un sitio, los vecinos y comerciantes protestan por la inseguridad y la Policía responde sacándolos a la fuerza e incluso poniendo vallas para impedir que regresen como sucedió la semana pasada en Los Mártires.

La situación casi termina en tragedia la semana pasada cuando un grupo de unos 200 habitantes de calle se quedó en el caño de la Avenida Sexta con carrera 30 y fue arrastrado por una creciente.

La Alcaldía de Peñalosa ha respondido que aunque ha desplegado toda su oferta social de atención a los habitantes de calle no los puede obligar a recibir la ayuda y llevarlos a los centros de acogida porque hay un fallo de la Corte Constitucional que lo impide.

Y por eso, Mejía ha dicho que están trabajando en una solicitud para que la Corte module el fallo y así el Distrito pueda llevar a los centros de tratamiento a los habitantes de calle que por su estado no puedan tomar decisiones.

Pero mientras los medios muestran las imágenes de las protestas y  la indefensión de los habitantes de calle, han aparecido críticas por la forma en la que el gobierno de Peñalosa hizo el operativo.

Críticas que debilitan la imagen de Peñalosa de que “es un buen gerente pero un mal político”. Precisamente porque ahora lo están acusando de haber improvisado en el operativo del Bronx, sobre todo en el componente social, que acusan de ser la causa que originó esta situación.

El Defensor del Pueblo encargado, Alfonso Cajiao, dijo la semana pasada que  lo que está pasando es culpa de la falta de planeación de la Alcaldía para atender a los habitantes de calle.

"Debemos llamar la atención porque se debió planear lo que iba a suceder después", dijo a los medios el Defensor.

“La llamada "estrategia integral" no lo fue tal, porque es evidente que el distrito no la construyó desde los servicios de salud y sociales. Llevó a cabo una mera respuesta a una contingencia que, es evidente, no había tampoco medido y que ahora se le sale de las manos”, escribió en una columna Marcela Tovar, miembro de la Red Cachaca que lleva más de ocho años dedicada a temas relacionados con la reforma en política de drogas y directora del Centro de Pensamiento y Acción para la Transición, una organización que trabaja temas sobre la transición a la paz. 

Y un editorial de El Espectador la semana pasada también se refirió a lo mismo, diciendo que aunque había que darle tiempo a la Alcaldía de Peñalosa, “lo sucedido en estas últimas semanas es señal de que, en efecto, las medidas para después del desalojo no han ofrecido soluciones firmes”.

Para Omar Oróstegui, el director de Bogotá Cómo Vamos, lo que ocurrió es que “se privilegió el espacio y no el sujeto”, como le dijo a La Silla. “Como no atacaste el sujeto, éste se dispersa y se vuelve a concentrar en parches y cambuches. Si se administra mal, van a aumentar las tensiones sociales entre los habitantes de calle y los vecinos y comerciantes lo que puede generar problemas de seguridad y sociales”.

Por eso, Bogotá Cómo Vamos ya emitió una alerta al Distrito mostrando que las cifras de homicidios de habitantes de calle hasta el 30 de junio de este año van en 45 (el año pasado, antes del Bronx, hubo 88 muertos), y que si no se controla la situación, pueden aumentar por estas tensiones que se están viviendo en la ciudad.

Para la Secretaría de Integración no es cierto que no haya habido suficiente planeación. Como le dijo a La Silla Myriam Cantor, subdirectora para la adultez, la intervención del Bronx era “una caja de pandora, no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar porque no dejaban entrar a nadie allí”.

Pero sí estaban preparados, dice, y por eso, hasta ahora han atendido a 5.700 personas únicas y ya hay unas 500 personas que aceptaron ingresar a tratamientos de recuperación que ofrece tanto la secretaría como el Idipron. Según el censo de 2011 hay 9700 habitantes de calle pero los cálculos sin censo dicen que puede haber ahora entre 10 mil y 15 mil. “Estamos actuando en el marco de lo que la ley nos permite”.

“Si alguien tiene la solución perfecta, bienvenida. Nosotros estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance. Que no tenemos la solución perfecta, lo acepto y creo que lo acepta toda la administración distrital”, dijo ayer el Secretario de Seguridad, Daniel Mejía en una entrevista con Semana.com.

Aunque todas las fuentes consultadas por La Silla para esta historia, incluidos opositores de Peñalosa, concuerdan en que la intervención del Bronx era necesaria y que el lío de los habitantes de calle no es sólo problema de esta Alcaldía sino de toda la ciudad que hasta ahora no lo quería ver, alrededor del problema se ha creado la sensación de que a Peñalosa se le salió el problema de las manos.

Y que volvió a cometer los mismos errores de hace 16 años cuando destruyó el Cartucho, que era una olla inmensa y un foco de delincuencia y de miseria para transformar físicamente la zona, sin que fuera a la vez prioritario para su Administración la rehabilitación de los indigentes o darle una salida igualmente ambiciosa a sus habitantes, como contó La Silla.

El efecto político

Este episodio ha servido para reforzar la percepción que hay sobre Peñalosa de que es un político arrogante y autoritario, que no es sensible con los más vulnerables y que hace las cosas a la fuerza sin concertar, según dos analistas consultados.

Una percepción negativa que se refleja en las encuestas donde sigue teniendo el mismo 30 por ciento de respaldo que es el mismo que votó por él.  

Como contó La Silla, la última encuesta de Ipsos dice que su imagen desfavorable es del 71 por ciento y en la última encuesta de Gallup la aprobación de su labor fue de sólo el 33 por ciento.

“Peñalosa está gobernando con el espejo retrovisor. Le pesó demasiado la impopularidad de las encuestas y tomó acciones que no tuvieron en cuenta la coordinación interinstitucional. No es posible sacar a la gente como rata y después ofrecer la mano protectora del Estado”, le dijo a la Silla la representante a la Cámara verde por Bogotá, Ángela María Robledo.

Robledo ya tiene preparado un debate de control político al que citó a la Administración para que responda por los efectos del operativo del Bronx. Y que sería el tercero al que ha sido citada por el mismo tema, lo que también ha ocurrido en el Concejo de la ciudad.

La representante se sustenta en una respuesta a un derecho de petición que recibió de la Secretaría de Integración Social hace un mes y que conoció La Silla. En una de las respuestas, la Secretaría dice que como “la Secretaría de Integración Social no diseñó o planificó la intervención en el sector denominado el Bronx, la SDIS no había programado metas específicas para la intervención realizada” allí.

Cuando La Silla la consultó sobre esa respuesta, la vocera de la Secretaría de Integración dijo que aunque es cierto que la secretaría no tenía metas específicas para el operativo, es porque ellos sólo hacen metas e indicadores para proyectos de inversión.  

Dijo que la Secretaria, María Consuelo Araujo, sí participó en la planeación del operativo en las reuniones que tuvieron con las demás entidades desde los cuatro meses anteriores a los que se planeó la intervención.

Por ahora, la Alcaldía ha dicho que seguirá ofreciendo sus ayudas a los habitantes de la calle como lo vienen haciendo mientras la Corte responde su solicitud de modificar el fallo.

Expertos como Hugo Acero han sugerido que sí hay otras alternativas que la Alcaldía podría ensayar. En la Red Cachaca, por ejemplo, sugirió que el Distrito“debe afinar una estrategia de atención y control con la participación de la Policía, con base en la Sentencia 720 de 2007 de la Corte Constitucional y el nuevo Código de Policía, orientada a proteger a los ciudadanos habitantes de calle y a prevenir hechos de violencia y delincuencia”.

Y recordó las lecciones que le dejó haber trabajado con el padre Javier de Nicoló, que apoyó la intervención del Distrito hace años en el Cartucho. La idea que usaron entonces fue apoyarse en la Policía para recoger todas las madrugadas a los habitantes de calle para llevarlos a la UPJ. Hasta allá llegaba también todas las mañanas el Padre Nicoló y se llevaba a los habitantes de calle, les ofrecía desayuno y baño. Aunque la mayoría se iban después, dice que tras varias veces de hacer lo mismo algunos aceptaban las ayudas del padre para rehabilitarse.

“El padre Nicoló me dijo, usted sea la mano dura y yo la mano blanda. Es un trabajo difícil y de todos los días”, dice.

Por ahora la Alcaldía está convencida de que está haciendo todo lo que puede y por lo tanto, no se ve a la vista una solución para un problema que le saltó a Peñalosa donde menos se lo esperaba. Y que está presente en cada esquina.

La Silla
Enrique Peñalosa Londoño

Enrique Peñalosa Londoño

Alcalde de Bogotá


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