El paro armado del ELN en seis departamentos hizo mella en el Catatumbo. Aunque a diferencia de Arauca y Casanare, en esta región no se reportó ninguna alteración de orden público, sus habitantes están llenos de zozobra.
De los 11 municipios que integran el Catatumbo, solo tres -Tibú, Ocaña y Sardinata, que están a las afueras del monte- se movieron con naturalidad. El resto, amanecieron sin transporte y con el comercio adormecido.
“Como en Semana Santa”, le dijo a La Silla una funcionaria de la Alcaldía de El Carmen, un municipio ubicado a cinco horas de Cúcuta por tierra. Las calles estaban vacías, los campesinos no bajaron a las cabeceras y aunque en algunos municipios las tiendas abrieron, en otros ni siquiera quitaron el cerrojo.
En San Calixto, considerado uno de los municipios más peligrosos de esa subregión, la Alcaldía cerró la atención al público; y en Hacarí, otro de los municipios que está en sus entrañas, algunos profesores no asistieron a dictar clases por miedo a movilizarse hacia las veredas. En el Tarra, Teorama y Convención los municipios estaban solos.
La Silla no logró comunicarse con funcionarios ni habitantes de La Playa y Ábrego, pero sus vecinos dicen que la situación es la misma de los últimos tres.
“Es el temor, estamos asustados porque el ELN manda mucho acá”, le dijo a La Silla un Alcalde que pidió no ser citado.
El ELN manda mucho en el Catatumbo, es la verdad.
Esa fue la primera guerrilla que llegó a esa convulsionada zona del país. Allí operan los frentes Camilo Torres, Luis Enrique León Guerra y Colectivo Héctor, que integran el 30 por ciento de sus filas –aproximadamente unos 390 hombres- y con ellos se mueven por todo el territorio.
“En unos más que en otros, pero a la larga en todos”, le explicó a La Silla un líder de la región.
En esos 6.500 kilómetros cuadrados que comprenden el Catatumbo, el ELN había aprendido a convivir con las Farc y el EPL que llegaron después, y con todos hasta ahora había tenido acuerdos sobre los territorios. Las fronteras invisibles las respetaban todos, y en el medio del caos en los últimos diez años ha habido relativa calma, por lo menos entre los grupos armados.
Sin embargo, en los últimos meses la dinámica empezó a cambiar. El ELN empezó a expandirse en la región, y con ello a ejercer presión sobre sus habitantes. Por eso el paro sitió a gran parte del Catatumbo.
“Acá todos mandan, y a los civiles nos toca hacerles caso. Así digan que todo está bien con el paro y que no hay riesgos, eso no es una garantía para nosotros”, explicó un habitante de Teorama.
La expansión
El dominio del ELN es evidente en el centro del Catatumbo. En el Tarra, El Carmen, Convención y Teorama son el grupo armado más fuerte; pero con la replegada de las Farc por el proceso de paz se han empezado a ver con más frecuencia en el resto de municipios.
Si bien los negociadores de La Habana han dicho que el Estado está preparado para ocupar los terrenos que deje libres las Farc, la manera en la que lo harán no es para nada clara en el Catatumbo.
Por el contrario, según autoridades y líderes locales, mientras que las Farc ha ido cediendo territorio, el EPL y el ELN han ido avanzando.
El ELN en los últimos meses ha arreciado los ataques contra el Ejército y la Policía con francotiradores, ha empezado a extorsionar a comerciantes en zonas donde no lo hacía y también volvió a volar el oleoducto de Caño Limón.
Lo que está en juego es el manejo de la porción de las Farc en la cadena del narcotráfico, que básicamente se enfoca en la venta de pasta de coca, y su control territorial.
En la expansión, según los reportes de los alcaldes en las últimas semanas, los enfrentamientos entre el ELN y el EPL ha provocado el desplazamiento de campesinos, que temen quedar atrapados en el fuego cruzado.
Precisamente, la Defensoría del Pueblo la semana pasada emitió una alerta sobre el aumento de la presencia del ELN en el Catatumbo, que sumó a la creciente presencia del EPL y al reciente registro de bandas criminales (antes operaban solo en la zona de frontera -Tibú- y ahora están transitando en diferentes municipios) en la zona.
“Son alrededor de 30 civiles los que han muerto este primer semestre de 2016, que ha sido el más violento en los últimos cinco años. Eso es muestra de lo que se viene para el Catatumbo si no toman acciones”, dijo a La Silla Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar, una de las ONG con mayor credibilidad en Norte de Santander. “Los riesgos son muy grandes para las organizaciones campesinas, comunales y de derechos humanos.”
Y aunque lo del ELN es preocupante, a asociaciones campesinas las atemoriza aún más la expansión de bandas criminales en el Catatumbo.
Juan Carlos Quintero, vocero de Asociación de Campesinos del Catatumbo, Ascamcat, le dijo a La Silla que “no es novedoso ver al ELN porque siempre ha estado allá. Para nosotros el riesgo latente está en los enemigos agazapados de la paz, los paramilitares”.
El mal presagio para el posconflicto
El paro armado de hoy ha demostrado una vez más que en caso de que el 2 de octubre gane el Sí en el plebiscito, aterrizar los acuerdos con las Farc en el Catatumbo va a ser complicado.
Aún sin la expansión del ELN y el EPL y sin el tránsito de las bandas criminales en esa región, la llegada de la inversión sería difícil en un territorio con poca institucionalidad, mucho monte y mucha coca (más de 30 mil hectáreas). Pero a eso se ha sumado un riesgo adicional: que el ELN no solo torpedee la campaña y la votación del plebiscito sino que castigue a los que la apoyen.
Cañizares de la Fundación Progresar y Quintero de Ascamcat le dijeron a La Silla que por los anuncios que había hecho alias Gabino, el máximo jefe del ELN, no creían que esa guerrilla tratara de boicotear el plebiscito; sin embargo, los habitantes del Catatumbo creen que el riesgo es real.
“El ELN está llamando la atención para que lo sienten en una mesa, y no se sabe qué puedan hacer para seguir haciéndose notar en estos días”, le dijo a La Silla un alcalde del Catatumbo. Dos líderes nos dieron la misma apreciación.
Si no están todos los actores armados en el Catatumbo va a ser imposible que llegue la paz
Según Cañizares, parte de la estrategia tanto del ELN como del EPL en su expansión es cooptar las bases sociales de las Farc, y eso les podría representar un alto riesgo a los líderes de la región en momentos en los que los ánimos están caldeados.
Además está el hecho de que en el Catatumbo está preparada una zona de concentración de las Farc en Tibú en Caño Indio y la incidencia de otros grupos ilegales podría afectarla si se convierte en una realidad.
Por eso tanto los campesinos de esa región como las autoridades locales están pidiendo que también negocien con el ELN y el EPL. De hecho este sábado está programada una jornada en Tibú para hacer pedagogía sobre los acuerdos y hacerle la petición formal al Gobierno.
“Si no están todos los actores armados en el Catatumbo va a ser imposible que llegue la paz”, le dijo a La Silla un líder del Catatumbo. “Mire no más como cambia todo con el anuncio de un paro armado”.
