Si bien el tiempo tiene un fluir constante, la experiencia humana marcha a un ritmo discontinuo. Hasta ayer teníamos un ritmo, y hoy 3 de octubre amanecimos en otro tiempo, comprimido, más intenso, más urgente. Lo que suceda de aquí en adelante- la sucesión de eventos que nos lleve a un futuro de tiempo pausado y predecible-está por verse.
Hace 27 años viví, vivimos, un momento similar- era estudiante de provincia en Bogotá, y acababan de matar a Luis Carlos Galán. El tiempo también entonces parecía doblarse sobre sí mismo para aprehender la sucesión de noticias que no cabían en un solo día, para contener el aliento que no cabía en el cuerpo y la sensación agobiante de zozobra y duelo.
Hace 27 años también recibí una invitación similar a la que acabo de recibir, a una marcha de estudiantes, de blanco y en silencio, en honor a la liderada por Gaitán en los años 40. La invitación y la pasión de mis alumnos me recuerda a la niña que era a los 19 años, de provincia, apabullada por el ruido, el tráfico, las bombas, las caravanas de escoltas y el miedo y la tristeza de entonces, tan distintos y tan parecidos a los de ahora. De la zozobra y el terror de esos días y de esa marcha nació la esperanza, y surgió un país que supo detenerse al filo del abismo y reinventarse en la Constitución de 1991.
Hoy 27 años después con menos muertos encima pero un dolor en el corazón igual de profundo me dispongo a marchar de nuevo.
Esta vez lo haré atrás con otros profesores, siguiendo a mis estudiantes. Y ojalá otra vez retumben nuestros pasos, y la historia de un giro inesperado de la mano de los universitarios y el tiempo que se ha comprimido se desdoble y la vida colectiva sea comprensible de nuevo.
Aquí está la invitación:
https://www.facebook.com/events/533345610201108/