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El coctel del No en los santanderes

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Aunque los santanderes estaban llamados a ser dos bastiones del Sí en el plebiscito porque contaban con dos de sus principales impulsores, el senador Horacio Serpa y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y porque fueron decisivos en la victoria en segunda vuelta de Santos, los resultados del domingo favorecieron al No y pusieron a esa región como el chivo expiatorio en la búsqueda de los responsables de la derrota del Presidente.

Ayer el vicepresidente Germán Vargas Lleras hizo pública esa posición en su defensa por quién es el res´ponsable de la derrota del Sí. "Me critican a mí pero las regiones en donde tiene dominio Cambio Radical cumplieron, ahora la pregunta es qué pasó con el trabajo político en Santander”, le dijo a medios locales.

Si bien la ausencia de maquinaria fue uno de los factores clave en la victoria del No, el peso de los cristianos y los católicos más conservadores, así como una serie de promesas incumplidas de los dos gobiernos de Santos en esas regiones, crearon una tormenta perfecta para que en esos departamentos la principal bandera de la Presidencia terminara enterrada.

Así votaron los dos santanderes.

 

Pese a contar con 11 congresistas en las filas de la Unidad Nacional y un gobernador liberal, el Sí perdió contra el No por 79 mil votos, con una abstención que superó el 56 por ciento y tras una campaña en la que la gran mayoría de políticos brillaron por su ausencia.

La maquinaria se quedó en las fotos

Si bien la campaña del plebiscito arrancó con fuerza en Santander, y la euforia que generó fue tanta que en una sola foto aparecieron todos los congresistas del departamento y los ex gobernadores Luis Alberto 'el Tuerto' Gil y Hugo Aguilar Naranjo (ambos condenados por parapolítica) anunciando que harían campaña por el Sí, la correría jamás despegó.

A excepción de una reunión que se realizó una semana antes del plebiscito en Bucaramanga, y en la que estuvieron gran parte de los congresistas de Santander y el gobernador Didier Tavera, poco en el departamento se movió a favor del Sí.

No hubo grandes manifestaciones, la marcha a favor de los acuerdos que se realizó en la ciudad el 26 de septiembre (día de la firma protocolaria en Cartagena) estuvo a cargo de los estudiantes, y en general los congresistas no se la jugaron de frente, ni con sus líderes ni con sus concejales.

La principal razón, al igual que el resto del país, fue que no hubo plata.

“Dígame cómo me iba a mover, si antes yo todavía estoy recogiendo plata para pagar la campaña. Aquí los líderes se mueven con plata para el transporte y para refrigerios. Sin eso no había nada qué hacer”, le dijo a La Silla un concejal de Bucaramanga.

Hubo otro factor que también pesó, y que terminó diluyendo la renovada alianza por la paz que, por lo menos en sus inicios, comandaron todas las fuerzas políticas tradicionales de la región.

Debido a que la Gobernación era la única que podía moverse en todos los municipios para arrastrar el Sí sin sacar la plata de los bolsillos de los políticos, varios congresistas esperaban que Tavera los convocara a reuniones y tarimas, pero eso jamás pasó,. En su lugar el único que figuró fue el presidente de la Cámara, Miguel Ángel Pinto, esposo de su tía.

Dos congresistas de Santander le reconocieron a La Silla  que el protagonismo que asumieron Tavera y Pinto, que de paso rezagó a los demás integrantes de la bancada, dividió esfuerzos y enfrentó egos, lo que le puso otro palo en la rueda a la campaña.

Eso sumado a que en estas elecciones ninguno de los congresistas se jugaba su pellejo directamente, aplacó los ánimos electorales y por eso el 2 de octubre los buses con gente, las carpas con comida y los taxis con votantes fueron casi invisibles.

Al final 50 de los 87 municipios votaron No. La mayoría de los 37 en los que ganó el Sí pertenecen a las provincias Guanentina, Comunera y Veleña, de donde Tavera es oriundo y donde tiene su principal capital electoral.

Esa maquinaria que se dejó de mover el domingo, en la segunda vuelta de Santos representó 130 mil votos más en Santander. Con solo la mitad de eso el Sí le hubiera ganado al No.

Los líderes de opinión no se movieron

Aunque en las elecciones locales de 2015 Rodolfo Hernández y Leonidas Gómez dieron un golpe de opinión, el primero al quedarse con la Alcaldía de Bucaramanga con una campaña sin plata y el segundo al obtener 200 mil votos en la carrera por la Gobernación también sin recursos, en esta campaña no se sintieron.

Por un lado, como lo contó La Silla, Hernández se desmarcó del debate del plebiscito y anunció que no se movería a favor de ninguna opción.

Si bien cumplió con su promesa y no asumió posiciones públicas sobre los acuerdos, su silencio terminó restándole al Sí. Sobre todo porque varias de sus intervenciones en medios dejaban entrever que estaba más en la orilla del No, algo que tiene eco dada su favorabildiad (que es del 67 por ciento según la última encuesta de Gallup).

Por otro lado aunque Gómez le hizo campaña al Sí, y compartió tarima en algunas ocasiones con políticos como el senador del Polo Jorge Robledo e incluso con otros tradicionales como miembros del grupo del representante a la Cámara, Édgar Gómez, matizó su campaña con declaraciones contra Santos. Ese mensaje mixto dejó vacíos que las dudas del No llenaron.

Si alguno de los dos hubiera utilizado su capital electoral habría podido ayudar a acortar la distancia entre el No y el Sí en el área metropolitana de Bucaramanga, que concentra el 49 por ciento de los votos en Santander y en donde el No le ganó al Sí por 15 puntos de diferencia en los cuatro municipios (Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta y Girón).

La cuna de los movimientos contra la supuesta ideología de género

Santander es la cuna de los movimientos religiosos que, como lo contó La Silla, se convirtieron en una piedra en el zapato para la campaña por el Sí, que desde agosto nacieron como una fuerza que recoge a los conservadores de base en el país, y que tiene como principal bandera una causa homofóbica que se centra en el rechazo a la inclusión de las comunidades Lgbti.

Inicialmente la pelea de esos grupos religiosos, que concentran a la gran mayoría de iglesias cristianas así como al sector más conservador de los católicos, estuvo dada en la supuesta inclusión de la ‘ideología de género’ – un concepto que consiste en que la identidad sexual es construida socialmente y no asignada por Dios-  en los manuales de convivencia de los colegios. Pero desde septiembre se sumaron a la campaña del plebiscito y bajo el mismo argumento empezaron a orientar a sus seguidores hacia el No.

Como contó La Silla, los líderes del movimiento, que ahora está formalizado y se denomina Movimiento por la Defensa de la Familia, calculan que tienen  1,7 millones de seguidores, una base nada despreciable y que tiene todo para convertirse en una nueva fuerza política.

A la voz de ese sector de religioso, se sumó en la última semana de la campaña y desde el lado de los católicos, la del exprocurador santandereano Alejandro Ordóñez, quien a través de un video y con el mismo argumento de que la ideología de género estaba inmersa en los acuerdos de La Habana, se volvió una caja de resonancia de esa teoría en todo el país.

Como lo ha contado La Silla la ideología de género no está inmersa en los acuerdos entre el Gobierno y las Farc, en su lugar lo que sí existe es un enfoque de género que privilegia a la mujer y que reconoce a las minorías, entre esas a la comunidad Lgbti, pero que no tiene nada que ver con la construcción de la identidad sexual  de un individuo, que es en últimas lo que pelean los conservadores.

Santander, además de ser su cuna, es uno de los departamentos donde ha tenido más acogida la bandera de ese movimiento, y ha logrado aglutinar en diferentes plazas a miles de personas.

De hecho, seis políticos de Santander le dijeron a La Silla que ese conservadurismo social, que ayer, como lo contó La Silla, cobró su primer éxito con la salida de Gina Parody del Ministerio de Educación, fue uno de los grandes causales de la victoria del No en todo el departamento.

Las promesas incumplidas

En Barrancabermeja y la provincia de Soto Norte, donde está el Páramo de Santurbán, le pasaron factura a Santos por las promesas incumplidas.

En el Puerto Petrolero el aplazamiento del proyecto de la Modernización de la Refinería, que naufragó con el descalabro de Reficar, y que hoy tiene a ese municipio, el segundo más grande de Santander, en medio de una crisis económica y con un desempleo, que según la Cámara de Comercio, rodea el 20%, fue, según cinco políticos locales, el que le cobraron a Santos en el plebiscito.

Si bien en ese municipio, ganó el Sí, lo hizo solo por mil votos, y ese estrecho margen en una ciudad que es cuna de los sindicatos, donde la izquierda es la que tradicionalmente gana y donde prácticamente todos los movimientos sociales estaban jugados por el Sí, se lee más como una derrota para el Gobierno.

Solo Barrancabermeja le puso a Santos en segunda vuelta 60 mil votos y en esta ocasión el Sí y el No prácticamente quedaron empatados con 38 mil y 37 mil votos respectivamente.

El caso de Soto Norte, provincia que está en jurisdicción del Páramo de Santurbán, el No ganó abrumadoramente.

Aunque en diciembre de 2014, se expidió el decreto que delimitó el Páramo, y que entre otras, estableció restricciones para hacer minería, actividad de la que viven casi la totalidad de familias que habitan en esa zona, aún sus habitantes no tienen claro qué va a pasar con ellos.

Si bien desde el Ministerio de Ambiente y de Agricultura han hecho propuestas y planteado algunas soluciones, ninguna ha sido de largo alcance, y todo se ha quedado en empleos temporales; hay denuncias sobre inversión irregular en los $9 mil millones que el Gobierno destinó para dar alternativas de productividad entre los habitantes; y además todavía no se sabe qué va a pasar con Vetas, un municipio que por estar dentro de la línea del páramo debe desaparecer.

Un concejal de Vetas, municipio en el que el 83% por ciento de los votos fueron para el No,  le dijo a La Silla que el No ganó porque Santos estaba con el Sí. “Este es un voto de rechazo, de protesta contra lo que Santos ha hecho con nosotros”.

En el Magdalena Medio el No también ganó impulsado en parte por episodios relacionados con la implementación de políticas de la Presidencia.

En municipios como Río Negro y Sabana de Torres, donde campesinos se levantaron en contra de la ley de restitución de tierras cuando arrancó el 2016, porque en el proceso estaban generándose nuevas víctimas debido a que campesinos que no tenían parte en el conflicto estaban perdiendo lo que habían comprado de buena fe, el No ganó con más del 63% de los votos.  

En esa región también jugó el hecho de que aunque ha sido una de las principales víctimas del conflicto, tiene una fuerte influencia de la derecha, y sectores como los de los palmicultores, que son muy fuertes en la zona, y que son afines al uribismo, también hicieron su parte en la victoria del No.

 
La Silla Santandereana

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