Quantcast
Channel: La Silla Vacía
Viewing all articles
Browse latest Browse all 10158

El fracaso estatal y la reelección presidencial

$
0
0

​​

En Colombia hay una percepción más o menos generalizada de que el Estado es incapaz de cumplir eficazmente sus funciones. Que la sociedad avanza no por el Estado sino a pesar de él. Que las leyes no producen efectos positivos sino que crean obstáculos. 

La percepción es vieja y se ha resumido en expresiones coloquiales como: "aquí todo el mundo hace lo que le da la gana" o "aquí no hay gobierno". Mi padre sentenciaba en forma más precisa: "en este país no hay gobierno desde que se fue el Virrey Sámano".

Esa sensación ha crecido en las últimas semanas, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por señalar lo contrario. La situación de Buenaventura, el incendio en La Sierra Nevada, la sequía en el Casanare, la violencia de las FARC en el Cauca, la incertidumbre sobre el gobierno de Bogotá, la demora en el proceso de La Habana, los ataques con ácido a mujeres, etc, etc, etc, han generado una especie de percepción de "desgobierno" que se traduce en desconcierto y en términos electorales en apatía y desconfianza.

Este es quizás el factor que más ha afectado el "ambiente político" a muy pocas semanas de una elección presidencial. Las encuestas registran -en forma casi unánime-  que dos de cada tres colombianos creen que las cosas en el país van por mal camino y la cifra ha tenido una tendencia creciente en el último año. El pesimismo ha afectado la imagen del Presidente Santos y tiene en riesgo su reelección.

Es difícil pedirle una actitud distinta a los ciudadanos si uno se detiene en uno cualquiera de los ejemplos que mencioné arriba.

Las promesas a Buenaventura, a las que el Presidente ayer les dedicó el día completo, se han repetido en los últimos cincuenta años en forma casi calcada según lo reseñó el semanario El Pueblo de Cali, en un especial que dirigió el periodista Daniel Samper Pizano. Carlos Lleras Restrepo, el abuelo del candidato a la Vicepresidencia Germán Vargas Lleras ofreció hace 5 décadas, lo que la fórmula de su nieto ofrece ahora. Hace casi diez años se aprobó un documento CONPES, muy publicitado por supuesto, en el que se ofrecía la construcción de un gran Malecón -para cuya construcción no se ha movido una palada de tierra- y hoy sigue siendo mencionado como el eje de una transformación urbana de ese municipio. Entre las tres promesas han pasado todos los presidentes a ofrecer lo mismo.

Hace dos años se aprobó una ley que pretendía aumentar las penas para los delincuentes que agredieran a alguien usando ácido, con el propósito obvio de ocasionarle "dolores o sufrimientos graves, físicos o psíquicos", es decir cometiendo un delito tipificado como tortura, que por razón de la nueva ley, muy publicitada por supuesto, quedó reducido a lesiones personales. Es decir que en vez de subir la pena la bajaron y para colmo del desconcierto ciudadano, esa ley antitécnica le dio un plazo al gobierno para tomar unas decisiones que no tomó. Las decisiones no servían para nada y el gobierno todavía las puede tomar pero la sensación que queda es la de un estado fracasado y un gobierno desentendido.

La situación del gobierno de Bogotá sí que ha aportado al pesimismo. El galimatías jurídico que se ha creado es de tal magnitud que es imposible pedirle a la gente que se sienta tranquila en el sentido de que hay "gobierno", es decir de que hay un estado, con unas reglas y unos procedimientos que resuelve las diferencias entre las personas. No. El caso Petro deja la sensación exactamente contraria, la de un "despelote" incomprensible. Todo indica que el Consejo de Estado ordenará la semana entrante su reintegro al cargo como consecuencia de una medida cautelar tomada en el marco de un proceso de nulidad y restablecimiento del derecho, que el propio Consejo le había pedido que interpusiera.

Si ello ocurre el desconcierto será generalizado, porque ya ni el propio Petro estaba esperando volver. Algunos se rasgarán las vestiduras pero habrá que aceptar que ese fue el camino jurídico que todos dijeron que existía y no la tutela para proteger los derechos del alcalde o ex alcalde. Pero ahí no terminará la película habrá un recurso ante la sala plena donde probablemente Petro vuelva a perder.

Ese ambiente, que puede empeorar si por ejemplo los campesinos vuelven a un paro como lo han anunciado, tiene al Presidente Santos y su grupo cercano en una especie de trastorno de doble personalidad en el que en unos momentos le toca reconocer el fracaso estatal cuya responsabilidad no puede eludir porque lleva 4 años siendo "el gobierno" y en otros le toca decir que todo va bien, tanto que hay que seguir otros cuatro años.

Ayer por ejemplo, Santos comenzó su intervención lamentando –como lo hubiera hecho cualquiera de sus competidores, incluso Oscar Iván Zuluaga que representa ocho años de esa responsabilidad- el abandono en que “el gobierno” ha tenido a Buenaventura para inmediatamente después decir que “como nunca antes” se han hecho miles de cosas. Un típico síntoma de doble personalidad que habrá que tratar.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 10158

Trending Articles