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El mercado laboral colombiano: más allá de la buena coyuntura

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Por Andrés Álvarez

Entender cómo funcionan los mercados es una tarea fundamental que tenemos los economistas. Dos mercados son probablemente los que más urgentemente quisiera la sociedad que pudiéramos entender: el mercado financiero y el mercado laboral. Hay que aceptar que sobre el primero tenemos grandes deudas y sobre el segundo tenemos aún muchos debates aunque un poco más de claridad.

Una de las teorías que ha permitido acercarse a comprender mejor el funcionamiento de los mercados de trabajo es la desarrollada en particular por P. Diamond, D. Mortensen y Ch. Pissarides; que les valió el premio Nobel en 2010. (Ver entradas en este blog al respecto: 1 y 2). Esta teoría estudia cómo las fricciones del mercado laboral pueden llevar a una descoordinación estructural entre la demanda de las firmas y la oferta de quienes buscan empleo. Mediante una representación de los mercados que toma en serio el proceso de búsqueda y negociación entre las partes, estos autores pudieron mostrar que las ineficiencias en el funcionamiento mismo de los mercados laborales explican una parte importante del desempleo y sobre todo del desempleo de largo plazo: desempleo estructural.

Con el desarrollo de estas teorías vinieron los estudios empíricos que buscaban no sólo probar las ideas sino apoyarse en ellas para entender mejor las economías reales. El problema es que los estudios empíricos al respecto requerían de la construcción de datos que en muy pocos países se habían recogido. Una serie esencial para estos estudios es la de vacantes laborales; que sirve como una forma de aproximarse al comportamiento de la demanda de trabajadores por parte de las firmas. Muchos de los países desarrollados cuentan con series de vacantes laborales, pero casi ninguno de los menos desarrollados o en vías de desarrollo tienen una serie consistente y suficientemente larga sobre vacantes.

En los últimos dos años hemos empezado a tratar de llenar este vacío para el caso colombiano. Con M. Hofstetter y el apoyo de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes y el Banco de la República pudimos construir una primera versión de un índice y una tasa de vacantes laborales  para Colombia (Ver el documento de trabajo aquí).

Armados con este índice podemos avanzar en la comprensión del mercado laboral colombiano y en especial de su evolución en el tiempo. Un ejercicio que se hace por primera vez para el caso colombiano, y en general para los países en desarrollo, es la estimación de una relación muy importante: la llamada curva de Beveridge. Esta representación gráfica relaciona la tasa de vacantes laborales con el nivel de la tasa de desempleo del país.

La curva de Beveridge no permite establecer causalidad entre estas variables. Lo que ilustra es qué tan fuertes son las fricciones del mercado laboral. Se espera que en situaciones de alto desempleo sea más fácil para las firmas conseguir llenar sus vacantes. O vista desde la otra cara de la moneda, una curva de Beveridge debe tener una forma decreciente porque entre mejor sea la situación económica de un país, y por lo tanto el desempleo sea más bajo, mayor será la demanda laboral por parte de las firmas. En cualquier caso, la curva de Beveridge muestra una gran regularidad entre diferentes tipos de países y mercados laborales, que confirma que su forma decreciente se trata de un hecho estilizado que debemos explicar; lo que hace exactamente la teoría mencionada arriba.

Un punto más interesante, y que quiero dejar planteado aquí para la reflexión y futura investigación, es cómo puede cambiar la relación mostrada por la curva de Beveridge en el tiempo. Cuando se comparan diferentes períodos para una misma economía, es posible que la curva de Beveridge se desplace hacia arriba a la derecha o hacia abajo a la izquierda. En el primer caso, un mismo nivel de tasa de desempleo puede estar relacionado con una mayor tasa de vacantes. Esto estaría reflejando un incremento en las fricciones del mercado laboral que hacen que a pesar de que las firmas están demandando empleados y que mucha gente está buscando trabajo, por alguna razón no se realizan los contratos laborales.  Esto es lo que precisamente pudimos ilustrar en este trabajo para el caso colombiano: la curva de Beveridge se desplazó hacia arriba cuando se comparan los años 1976-1986 con respecto a 1986-2012.

Desplazamiento de la curva de Beveridge para Colombia: 1976-2012

Una explicación simple detrás de este fenómeno es que el mercado laboral colombiano sufrió cambios estructurales a partir de la segunda mitad de la década de los 1980s. Cambios relacionados con el incremento en los costos laborales para las empresas, apertura económica y transformaciones en la estructura productiva del país. Estas transformaciones, y otras más que deben explorarse, llevaron a una descoordinación entre la oferta y la demanda en el mercado laboral: las firmas no encuentran el tipo de trabajadores que buscan y los trabajadores no lograron adaptarse a los cambios en las estructuras económicas que ha sufrido el país en las últimas tres décadas.

Esta ilustración nos recuerda que a pesar de la caída coyuntural en el desempleo en los últimos meses, el mercado laboral colombiano tiene unas profundas fricciones estructurales que aún no sabemos si hemos podido solucionar. Esto es una invitación entonces a mis colegas economistas a estudiar de forma estructural nuestro mercado laboral y a aprovechar estas series de vacantes para responder nuevas preguntas que antes no podíamos siquiera formular.


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