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"El futuro de las drogas es sintético"

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La guerra contra las drogas ha definido la vida de Colombia y de varios otros países de América Latina durante las últimas tres décadas. Pero como muchas otras cosas, el narcotráfico será muy diferente en diez años.

Con esta serie de entrevistas que arrancamos hoy en la página y en nuestro nuevo podcast ‘El futuro del futuro’, buscaremos anticipar posibles escenarios a diez años.  

Quizás esto nos ayude a prepararnos para el largo plazo, justo en un momento en que la pandemia hace más difícil prever qué pasará el próximo mes. 

Para esta primera entrevista editada para mayor claridad, invité a Carlos Pérez Ricart. Es profesor de la Universidad de Oxford, Reino Unido, e Investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en Ciudad de México. Sus investigaciones sobre el tráfico de drogas han sido publicadas en varias revistas científicas, así como en capítulos de libros.

Si prefieren oír el podcast El Futuro del Futuro, lo pueden bajar de cualquiera de las plataformas de podcasts, y suscribirse para escuchar los próximos episodios. Esta serie de podcasts la realizamos con el patrocinio de Sura.

La Silla Vacía:  Carlos, usted dice que el futuro del narcotráfico es sintético. ¿Qué significa eso exactamente? 

Carlos Pérez: Quiere decir que el futuro del narcotráfico se va a basar en sustancias sintéticas, es decir, en componentes químicos manufacturados, en lugar de ingredientes naturales o drogas basadas en plantas. 

Estas nuevas drogas sintéticas, como se les llama, producirán efectos que hasta el momento no conocemos. Ya teníamos algunos ejemplos de estos, como el LSD, pero cuando digo que el futuro es sintético me refiero a que lo que vamos a ver es una explosión de drogas sintéticas como la ketamina, el MDMA, los cannabinoides sintéticos, la metanfetamina, la oxicodona y, por supuesto, el fentanilo y el tramadol, entre otras sustancias. 

Creo que el futuro del narcotráfico apunta no solamente a la creación de nuevas sustancias, sino a su consumo masivo, no sólo en Estados Unidos, como viene siendo natural y en Europa, sino también en lo que llamamos el sur global, incluyendo a América Latina.

La Silla Vacía: ¿Qué le hace pensar que iremos en esa dirección?

Carlos Pérez: Lo que nos hace pensar que vamos en esa dirección son las tendencias. Lo que estamos viendo en Europa y en Estados Unidos es el pico, o lo que creemos que es el pico, del consumo de cocaína y heroína, pero todos los estudios apuntan a que eso va a bajar y su lugar va a ser tomado por las drogas sintéticas. 

Por ejemplo, en 2013 y 2014 el fentanilo, que es un opio sintético, es decir, que reproduce los efectos de la heroína pero mucho más potencializados, no tenía absolutamente ninguna relevancia en el mercado en Estados Unidos.  

Sin embargo, hoy el fentanilo es responsable de la muerte de más de 40 mil personas cada año en Estados Unidos y, probablemente, en cinco, diez, quince años, sea la mayor amenaza a la salud pública en el resto del mundo. 

La tendencia apunta al aumento del consumo de ese tipo de drogas, que se llaman también drogas de fiesta. Quizás así decaiga el consumo de cocaína y heroína en el mundo. 

Así lo hemos visto en los últimos dos o tres años, y me atrevo a pensar que en cinco o diez años la tendencia va a ser más o menos clara en ese sentido.

La Silla Vacía: ¿Si las drogas sintéticas tienen tantas ventajas por qué no hemos llegado a ese futuro todavía?

Carlos Pérez: Desde 1988 ya George Henderson, un experto en este tema, decía en la revista de Ciencias Forenses que el futuro de las drogas eran los sintéticos. Aunque este futuro se ha venido anunciando hace décadas, pareciera que hasta ahora lo estamos viendo. 

Por ejemplo, en Grecia, estamos viendo el uso extendido de la "Sisa", una sustancia que se inyecta o se fuma en pipa y que es considerada una de las drogas más populares del país. Esto mismo ocurre en Serbia con el "Pajdó", en Reino Unido con la Mefedrona, en Rumania con el Legale y en Asia con el Yaba.

Como dices, este tipo de drogas tienen muchísimas ventajas sobre las drogas tradicionales. 

Por ejemplo, son muchísimo más baratas, pueden comercializarse online, enviarse por seguro postal, fabricarse en casas o incluso en remolques, como en Breaking Bad, y pueden elaborarse distintos tipos de estas en un mismo lugar. Por esto último, podemos ver grupos dedicados a muchísimas drogas y ya no sólo a una como ocurre  tradicionalmente.

Son un negocio a pequeña escala, es decir, no necesitas grandes cantidades de droga sintética para hacer mucho dinero. Son tan compactas que es difícil imaginar un kilogramos de drogas sintéticas.  Además de esto, son muy rápidas de producir. No hay que esperar los tiempos de cosecha y cultivo, como normalmente sucede con las sustancias basadas en opio o con la hoja de coca. Estas drogas se producen, se envían y se consumen en cuestión de días. 

Respecto a la transición, quiero pensar que los avances tecnológicos de la globalización nos van a llevar hacia ese mundo. Eso va a tener consecuencias políticas, sociales y culturales, que no son del todo malas, o al menos creo que van a poner a América Latina en una mejor situación a la que estaba y en la que está hoy.  

La Silla Vacía: ¿Significa eso entonces que se va a acabar el negocio transnacional y que, por ejemplo, la guerra contra las drogas, tal como la conocemos hoy, pierde sentido?

Carlos Pérez: Sí y no. El futuro no será un futuro sin drogas, como el gran eslogan de Richard Nixon y el de la guerra contra las drogas. El futuro sí va a ser con drogas, con muchas drogas, y con suerte, con drogas sintéticas. 

La relevancia de América Latina, y en particular de Colombia, en el negocio de las drogas, va a disminuir radicalmente. Colombia, México y algunos otros países de América Latina han tenido siempre el problema de ser países productores. En el caso de Colombia, de hoja de coca, y en el caso de México, de opio. 

En el momnto en que transitemos hacia sustancias más sintéticas, Estados Unidos va a perder interés en nuestros países y eso va a reducir lo que yo creo que es un elemento de tensión, de más de 50 años, en la relación de Estados Unidos con México, Colombia y en general con América Latina. 

Estados Unidos va a tener que concentrar su guerra contra las drogas en países como China, India y Pakistán, que están produciendo mucha droga sintética.

Todo apunta a que el tráfico de drogas se va a democratizar en el sentido en que otros países, otras regiones, que antes realmente no tenían mayor preponderancia en ese tema, la van a tener. Vamos a ver grupos más pequeños y mucho menos territoriales; los narcos van a dejar de poseer grandes territorios, de controlar las plazas, se van a volver mucho más fragmentarios y se van a enfocar más en la producción que en el dominio de territorios.

La Silla Vacía: ¿En ese futuro sintético desaparecerá entonces la violencia asociada a las drogas?

Carlos Pérez: Es verdad que los mercados ilegales suelen propiciar eventos violentos. Sin embargo, no todos los mercados de droga actuales desembocan en violencia. De hecho, hay mercados de droga en realidad bastante pacíficos. Por ejemplo, en Recife, en Brasil, y en algunas ciudades de México, hay mercados de drogas duras que no son necesariamente violentos. 

En un futuro en donde veamos más drogas sintéticas y menos luchas de control territorial, todos los estudios apuntan a que vamos a ver menos violencia. Los estudios publicados en los últimos años sobre la Dark Web y los cripto mercados de droga muestran que en las localidades en donde han operado, la violencia se ha reducido. Esto porque al ser mercados digitales hay menos oportunidades de que haya violencia en la calle. 

Por otro lado, también creo que van a haber menos formas de corrupción. En el negocio de las drogas siempre va existir el factor del Estado, en particular, de la cooptación estatal y de intentar corromper funcionarios públicos, pero en la medida en que esto trascienda hacia lo electrónico, creo que también va a haber menos oportunidades de corrupción entre funcionarios públicos y lo que llamamos crimen organizado. 

La Silla Vacía: Si la disputa territorial pierde sentido en este futuro sintético del narcotráfico eso tiene gran relevancia para Colombia. ¿Cuál sería el efecto político de que se pierda esta relevancia territorial?

Carlos Pérez: En la medida en que los avances tecnológicos permitan la creación de drogas sintéticas cada vez más perfectas, la noción de países productores o zonas de producción, va a comenzar a desaparecer y van a empezar a perder relevancia aquellas organizaciones centradas en controlar territorialmente las zonas de producción. 

Esto incluiría, por ejemplo, a los talibanes en Afganistán, a los grupos paramilitares en Colombia y a los cocaleros militantes en Bolivia. 

En la medida en que empiece a desaparecer el poder político de estos grupos, vamos a ver una reconfiguración total del poder. Grupos que anteriormente fijaban las políticas locales en sus respectivos países, perderán importancia y no lo harán más. Yo creo que ese es un cambio bastante relevante para entender la política latinoamericana, por lo menos en los siguientes años.

La Silla Vacía: Yo lo oigo hablar de Dark Web y de las cripto monedas. ¿Eso quiere decir que el perfil del narco va a cambiar radicalmente a futuro? 

Carlos Pérez: El narco del futuro, si es que existe, va a tener conocimientos de farmacéutica, química y seguramente de informática, y va a estar más alejado de la dimensión violenta que muchas veces tienen estos perfiles porque va a haber menos necesidad de mostrar ese lado más violento.

Ya hay estudios publicados en revistas especializadas sobre el perfil de las personas que participan en los cripto mercados (vendedores y compradores). La mayoría de estos son chicos de 23, 24 o 25 años, en algunos casos de países europeos o de Estados Unidos, que tienen grandes conocimientos de informática y química. 

Tal vez tarde muchísimo en que empecemos a ver esos nuevos perfiles en México, Colombia y en general en América Latina, pero yo creo que vamos hacia esa dirección. El perfil de narco no será El Chapo Guzmán, ni tampoco Escobar, ni nada parecido.

La Silla Vacía: En Colombia una cantidad de empresas están tratando de sacar licencias para cultivar marihuana legalmente. ¿Con esta transición, todas esas inversiones van a ser inútiles?

Carlos Pérez: En Estados Unidos, 11 de 50 estados ya han legalizado la marihuana recreativa y 33 de 50 han avanzado hacia esquemas de uso de marihuana medicinal. En América Latina vimos ya el caso de Uruguay y, en otros países y en Europa, pareciera que es una tendencia que no se va a revertir. Yo me atrevo a pensar que en el próximo lustro, es decir, en 5, 6, 7 o 8 años, prácticamente todos los países en América Latina habrán avanzado hacia un esquema regulatorio de marihuana legal, tanto recreativa como medicinal. Yo creo que esa es una batalla ganada. 

Hay drogas legales que se consumen todo el tiempo; todo depende de la terminología que utilicemos. Así que en el momento en que la marihuana pase a ser legal, que espero que suceda lo más pronto posible, no estaremos hablando ya del futuro de las drogas ilegales, como en esta conversación.  

La Silla Vacía: ¿Ese complejo industrial armamentista que ha tenido una influencia muy grande en evitar la legalización de las drogas, no tratará de interferir para que ese futuro sintético no llegue?

Carlos Pérez: En los últimos 50 años en América Latina se ha creado un enorme sistema policial que se ha encargado de combatir el tráfico de drogas en toda la región y que cada vez tiene más recursos, más gente, pero que sobre todo que es muy conveniente para una élite. 

Evidentemente, los cambios tecnológicos de los que estoy hablando van a producir cambios radicales en este sistema, y me imagino que sus miembros van a intentar generar algún tipo de oposición. 

Sin embargo, lo cierto es que en la medida en que el futuro de la droga sea sintético, todos los esfuerzos de prohibición de droga van a ser completamente absurdos. Si ya es absurdo intentar detener kilogramos enteros de heroína y cocaína cruzando la frontera, imagínate tú a estas agrupaciones y otros actores intentando detener todos los químicos y las sustancias sintéticas que pueden venir desde China, Japón, India o América Latina, por correo postal. 

Creo que se va a hacer cada vez más obvia la necesidad de transitar hacia un nuevo paradigma. 

Para el público en general, así como para los políticos, va a ser más obvio que será imposible controlar la oferta de drogas, pero más aún, que la política pública tiene que cambiar hacia un esquema más concentrado en la demanda que en la oferta, no sólo por la cantidad de drogas sintéticas que habrá, sino también porque en el futuro vamos a ver nuevas formas de comercialización de droga tradicional. 

Es posible que estas agrupaciones comiencen a utilizar submarinos y drones, que la DEA haga lo mismo, y que vaya haber otra vez una escalada de tecnología armamentista para detener el flujo de drogas hacia los Estados Unidos y hacia el norte en general, que son los grandes mercados de consumo de droga. 

Entonces, está por verse qué va a pasar, pero yo creo que, en un contexto como del que estamos hablando, se va a hacer más obvia la inutilidad de la guerra contra las drogas 

La Silla Vacía: ¿Se va a globalizar el consumo de estas drogas sintéticas también?

Carlos Pérez: El futuro no va a llegar al mismo tiempo para todos. La transición en nuestros países tardará mucho más que en Europa y Estados Unidos. 

En los próximos 5 o 10 años, el consumo de cocaína y de heroína en América Latina continuará y, probablemente, crecerá. 

Por ejemplo, en los últimos cinco años Brasil se ha convertido en un centro clave de consumo en la región. De hecho, muchos envíos de cocaína que antes iban hacia los Estados Unidos, ahora están yendo directamente a Brasil o Argentina. Por esto creo que vamos a tardar mucho en ver este tipo de cambios en la región. 

Sin embargo, a mediano plazo vamos a ver una crisis de drogas sintéticas bastante similar a la que se está viendo en Estados Unidos. La crisis del fentanilo, y en general la crisis del opio sintético en Estados Unidos, se produjo porque médicos estadounidenses recetaron opio, o sustancias basadas en opio, de manera bastante irresponsable y generaron ciclos de adicción y un mercado que en realidad no existía. 

Si eso pasó en Estados Unidos, donde por cierto ya se reguló este problema, en América Latina, donde las empresas farmacéuticas todavía no están reguladas, va a haber un gran problema de consumo de opio sintético muy pronto. 

Va a haber una crisis de salud no por la violencia con la que se trafican las drogas, sino por el propio consumo de las drogas sintéticas, que de hecho son bastante peligrosas; pequeños incrementos en el consumo de este tipo de sustancias pueden generar enormes daños, y es una diferencia fundamental con las drogas basadas en plantas.

La Silla Vacía: ¿Qué es lo que evita que este futuro se demore años y no meses?

Carlos Pérez: Básicamente porque va a continuar produciéndose cocaína y heroína por muchos años más; es difícil pensar que vaya a acabar el negocio de ese tipo de sustancias. Lo que sí puede suceder es que este tipo de sustancias dejen de ser atractivas para los mercados que naturalmente las han consumido y que los narcos tengan que buscar nuevos mercados, que pueden ser estar en países latinoamericanos o en otros que no han sido tradicionalmente consumidores, como por ejemplo, algunos en Asia.

En general ahí yo diría que hay otro factor estructural: el consumo de droga está relacionado con los procesos de urbanización que se están dando en regiones como América Latina. En la medida en que crezca el proceso de urbanización, también aumentará el número de consumidores. 

Entonces, aunque veamos también mucha droga sintética siendo consumida en América Latina, tiendo a pensar que todavía le queda mucho futuro a las drogas basadas en plantas en nuestra región.

La Silla Vacía: Esta droga viene en cápsulas pequeñas, el consumo es mucho más discreto que un pase de cocaína o de la forma como se consume la heroína, ¿esto tendrá algunas repercusiones en términos de la gente que lo va a consumir?

Carlos Pérez: Eso ya está sucediendo. Lo que está sucediendo en general, independiente de la emergencia de las drogas sintéticas, es que el número de mujeres que consumen droga está aumentando considerablemente. 

Hasta hace poco el mercado de las drogas se enfocaba en un 80, 85 por ciento en hombres, pero ahora, con el arribo de las drogas sintéticas, el consumo de drogas por parte de mujeres aumentará aún más. Pero fíjate, no solo de mujeres, sino también de viejos. Nuevos estudios están mostrando que la población mayor edad también está comenzando a consumir droga. 

Vamos a ver esa nueva diferencia demográfica en el consumo de droga y, como ya dije anteriormente, en la medida en que aumenten los procesos de urbanización en regiones en el sur global, aumentará también la cantidad de gente que consuma en zonas urbanas. 

Entonces, por rango de edad, por género y también por la transición de lo rural hacia lo urbano, es inevitable que crezca en términos absolutos el número de consumidores en el mundo.

La Silla Vacía: Me llama la atención lo de los mayores. ¿Qué tiene esta droga que es más atractiva para gente mayor?

Carlos Pérez: Es más fácil de conseguir. Pero no es sólo que no es necesario ir a “lugares peligrosos” a  conseguirla, sino que también el acceso a nuevas tecnologías de la información permite a que gente, que en otras circunstancias ni siquiera habría pensado o imaginado consumir droga, lea sobre ellas, se quite muchos de los mitos que giran alrededor de su consumo y se animen a buscarlas.

La Silla Vacía: ¿Qué pueden hacer los países para luchar contra este consumo o para reducir el daño de este tipo de consumo?

Carlos Pérez: La mejor política de drogas es la que logra reducir la violencia por el tráfico de drogas y los efectos nocivos del propio consumo de las drogas. En esta medida, creo que los países tienen que avanzar hacia esquemas de reducción de daños. 

Ahora, vinculando a esto el tema de las drogas sintéticas, es urgente que en América Latina hayan más clínicas u organizaciones encargadas de revisar que las píldoras de los consumidores tengan realmente lo que estos creen que tienen, sin ser criminalizados. 

Es decir, es necesario que haya métodos, formas y lugares donde los consumidores puedan verificar, probar la pureza o, en todo caso, la calidad del producto que están consumiendo, porque el riesgo de la droga sintética, como ya dije antes, es que pequeñas dosis pueden generar muchísimos daños, e incluso, pequeños aumentos en la dosis pueden resultar mortales.

En general, los estados tienen que garantizar que el consumo de estas drogas va a poderse realizar de manera cuidadosa y, para ello, tienen que establecer políticas de reducción de daños.

La Silla Vacía: Si las órdenes de droga se harán por internet, supongo que va a tener una cantidad de implicaciones en el sector financiero y en el lavado de activos.

Carlos Pérez: La relación de interdependencia entre los mercados legales e ilegales ha existido desde hace muchos años, pero en la medida en que el uso de efectivo se vuelva cada vez más raro, aumentará la dependencia de los traficantes de esquemas de lavado de dinero y, en general, de complejos esquemas financieros. 

Vamos a ver mucha más relación entre los grupos criminales y sus contrapartes legales. Por eso, no es equivocado suponer que el futuro del mercado de las drogas va a pasar necesariamente ya no sólo por una interdependencia, sino por una compenetración brutal entre el sector financiero y los mercados de drogas. 

La Silla Vacía: Para terminar, ¿es posible que nos quedemos con lo malo del futuro, que es comenzar a tener un problema de opioides que no tenemos hoy, y con lo malo del narcotráfico, tal como lo conocemos?

Carlos Pérez: Sí, a corto o a mediano plazo probablemente nos quedemos con lo peor de los dos mundos, pero a largo plazo, por lo menos en América Latina, verémos el predominio de drogas sintéticas, que tampoco habría que ser demasiado optimistas al respecto, pues como ya dije eso también implica muchísimos retos en la forma en la que se van a reconfigurar nuestros países y los grupos del crimen organizado. 

Nuevas sustancias van a llevar a nuevas peleas entre las organizaciones que ya existen. Entonces sí, puede ser que a corto y mediano plazo el futuro no sea tan halagador.

Silla Nacional
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