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Pinzón no es el Santos de Mr. Santos

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Tiene que estar uno muy desinformado sobre la vida y obra de Mr. Santos para creer que el ministro de Defensa es su enemigo interno. O, para decirlo mejor, Juan Carlos Pinzón no es el Juan Manuel Santos de Mr. Santos. Esta caricatura de Papeto, por ejemplo, es genial pero equivocada:

Por una parte, Juan Carlos Pinzón viene de la cantera de la Fundación Buen Gobierno, desde donde hizo todo el curso santista para llegar a ser el ministro de Defensa de Mr. Santos: fue secretario privado de Santos cuando éste fue ministro de Hacienda, viceministro de Defensa del ministro Santos y secretario general del presidente Santos. Pinzón es un santista scout, no uno de ocasión como el poeta Barreras o uno vendehumo como Gabriel Silva.

Por otra parte, y esto es lo más importante, si hay un frente que Mr. Santos jamás va a descuidar es el Ministerio de Defensa. No por temor al karma (la única superstición que se permite Mr. Santos es el azar de las cartas), sino porque ese ministerio es fundamental en la ecuación de su proceso de paz. 

La apuesta de Santos es clara: tener un ministro de Defensa que critique el proceso de paz, hable de mano dura contra el terrorismo y consienta a los militares. Con eso mantiene a la derecha tranquila –o al menos le da un hueso para roer–, les pone presión a las FARC, y le abre un desvío a la autopista de la paz que en cualquier momento puede tomar. De paso, la exposición de Pinzón alcanza para meterlo en el sonajero presidencial, con lo cual Mr. Santos le aprieta el hombro a Vargas Lleras mientras le sirve un whisky.

La pregunta es si esa estrategia funciona. A estas alturas, creo que no. La rudeza de Pinzón pudo engañar a uno que otro uribista incauto e incluso debió servir para contener el dique de los militares. Pero el discreto encanto santista de gobernar las apariencias se va agotando. Si en el Congreso no avanza una ley sobre fuero militar y justicia penal militar que les guste a los militares, ellos serán los primeros en pedir la cabeza del ministro a puerta cerrada. Y si el proceso de paz no avanza más rápido, Pinzón terminará convertido en jefe de prensa del uribismo. 

A pesar de eso, un cambio de tono del ministro, o incluso su salida, se interpretaría como un signo de debilidad ante la guerrilla. Twitter colapsaría con mil y un tuits de Uribe hablando de cómo el castrochavismo llegó al Ejército. No veo a Mr. Santos regalando ese banquete ahora mismo. Eso sí, que nadie piense que Pinzón compró una póliza de seguro contra el santismo por el solo hecho de ser muy santista. En cuanto suban las apuestas o necesite la silla, Mr. Santos será el primero en tirarlo por la ventana. 


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