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Presentación del libro "Levantados de la selva. Vida y legitimidades en los territorios cocaleros del Caquetá".

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En un conversatorio entre Estefanía Ciro (autora) y Oscar Neira (periodista), se presentará el libro Levantados de la selva. El evento tendrá lugar en Facebook Live, en la cuenta de Ediciones Uniandes a las 17:30.

Sinópsis del libro:

La narrativa de la política antidrogas nos impuso la mitología del narco, del cártel y del flagelo. Los medios de comunicación reprodujeron la imagen del “narco-cultivador” y de “la mata que mata”. Mientras tanto, en las selvas de la Amazonia, una campesina hablaba del “amor por la mata”. ¿Qué distancia existe entre el mito del narcotráfico y la realidad del campo colombiano? Levantados de la selva busca mostrar los matices, descartar la dicotomía de “lo legal o lo ilegal” y situar la actividad cocalera como la expresión de la crisis agrícola del país. A partir de entrevistas y visitas a familias del Caquetá entre los años 2012 y 2015, se estudia el lugar que ocupa el cultivo de coca en la vida campesina y se pregunta sobre lo legítimo de la “ilegalidad”. Este libro está dirigido a las personas interesadas en entender cómo las políticas antidrogas y anticampesinas del Estado colombiano reproducen, paradójicamente, las condiciones de posibilidad del cultivo de la coca. A su vez, da cuenta de cómo las familias campesinas andan y desandan las tierras del Caquetá, levantándose de la selva como lo que son: una sustancia humana que se gesta bajo el hierro de la represión, como nos lo señalaron Alejandro Reyes y Alfredo Molano.

Julio 14, 2020
Estefanía Ciro Rodríguez
Investigadora del Centro de Pensamiento de la Amazonia Colombiana, AlaOrillaDelRío. Es Economista y Magister en Historia de la Universidad de los Andes, y Doctora en Sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México. En el 2018 ganó por su tesis doctoral, titulada "Trayectorias de vida de cultivadores y cultivadoras de coca en el Caquetá y construcción de la legitimidad de la actividad cocalera", el Premio UNESCO Juan Bosch para la promoción de la Investigación en Ciencias Sociales en América Latina y el Caribe.
Oscar Neira
Comunicador Social y Periodista de la Universidad Surcolombiana de Neiva. Es especialista en pedagogía de la Universidad de la Amazonía y próximamente magíster en Conflicto, Territorio y Cultura de la Universidad Surcolombiana. Ha trabajado como director de la Emisora de la Universidad de la Amazonía, como periodista y editor de diarios como La Nación y El Líder, y como periodista de la emisora Cristalina Estéreo en el Caquetá. Es creador y escritor del blog www.recsur.co, con el que ganó el galardón a Mejor Reportaje Web 2016, 2017 y 2018 en el Premio Departamental de Periodismo Diosa del Chairá.
Facebook Live - Ediciones Uniandes
Fecha fin evento: 
Martes, Julio 14, 2020 - 18:30

La fórmula de los líderes sociales para que no los maten: cumplir con el Acuerdo de Paz

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El jueves pasado a las once de la mañana, fue asesinado en el corregimiento Llorente, en Tumaco, Nariño, el líder indígena Rodrigo Salazar. Tenía 44 años, era papá y esposo. Rodrigo es el líder número 406 asesinado desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, según cifras de la ONU. Una cifra que, pese a la pandemia, no ha disminuido. 

Después de años de esperar una solución desde el Gobierno a esta tragedia, organizaciones de líderes están ofreciendo la suya: que Duque cumpla con el Acuerdo de Paz. 

Las propuestas

Varias comunidades llevan meses elaborando propuestas para lograr una protección efectiva de sus vidas y están a la espera de lograr una reunión con el Gobierno para presentarlas. 

“Las medidas de chalecos no nos garantiza que no nos vayan a matar, porque los han muerto así y cuando al líder lo sacan del territorio por su seguridad eso no garantiza que los procesos comunitarios que ellos lideran continúen en el territorio, sino que eso resquebraja los liderazgos, la comunidad y los procesos”, dijo a La Silla la lideresa de las Tejedoras de Mampuján, Juana Ruiz, que fue Premio Nacional de Paz y amenazada recientemente.

“La seguridad es que podamos volver a caminar tranquilos en el territorio y a exigir nuestros derechos sin miedo”, dice la líder. 

Juana Ruiz es una de los líderes de 15 municipios de Montes de María, en la costa Caribe, que elaboraron este documento con propuestas para entregarle en los próximos días a la ministra del Interior, Alicia Arango. 

El documento pide “la aprobación de una estrategia general” y propone un gran diálogo regional en el que las entidades del Gobierno los escuche de verdad y responda si sus propuestas van a ser acogidas. 

“Les cambiamos los escoltas, los carros y los esquemas de seguridad, por más democracia, más participación ciudadana, más presencia del Estado concertada y más trabajo colectivo”, dice en un apartado el documento. 

Entre las ideas que proponen hay algunas sencillas y prácticas como apoyar alarmas comunitarias, poniendo unos altoparlantes en la zona, que puedan alertar sobre la presencia de extraños y garantizar su seguridad colectiva.

Hay otras puntuales. En diferentes municipios de Sucre y Bolívar, las comunidades de los Montes de María tienen un Festival de la Reconciliación en el que reúnen a víctimas del conflicto con victimarios para promover la reconciliación mediante actos de perdón públicos, conciertos y murales. Es una experiencia que ellos sienten ha ayudado, pero que ha tenido recursos muy limitados. 

Y hay otras más complejas, como darles 150 hectáreas para sembrar, que ayuden a generar vínculos entre las comunidades y a cohesionar el territorio que se fragmentó con la guerra. 

En el Pacífico, los líderes de Nariño, Cauca, Chocó y Valle también tienen su propuesta para el Gobierno: piden un análisis del contexto del conflicto del Pacífico para que se identifique los bandos en conflicto y cómo afectan la región. 

Ellos creen que es clave revisar por qué no han funcionado las alertas tempranas que saca la Defensoría para que el Ejército y otras entidades los proteja y fortalecer la investigación judicial de las agresiones a los líderes.

Aparte de estas comunidades bajo el liderazgo de Leyner Palacios, de Bojayá, otros líderes del Pacífico han pedido medidas de protección alternativas al Gobierno en otros espacios. 

En Tumaco, por ejemplo, la propuesta de protección de los líderes también es que sea colectiva mediante el fortalecimiento de la guardia indígena, y no individual, que es la oferta más común del Estado para proteger a los líderes sociales.

 “La propuesta siempre ha sido trabajar con 40 guardias con capacitación, y dotación de tipo personal y sistema de comunicación con radio de largo alcance en lugares más apartados donde no hay señal de teléfono; ese sistema lo montamos y nos ha servido mucho” le dijo a La Silla el representante legal de la organización indígena Awá Unipa en Tumaco Rider Nastacuás. 

Ese esquema de fortalecer la guardia indígena fue posible gracias al apoyo de la Unidad Nacional de Protección en 2017. “Ahorita está congelado todo eso”, aseguró Nastacuás, porque “la UNP nos ha respondido que no tiene recursos”. 

Para él, si bien las medidas individuales de protección le han servido a algunos líderes amenazados y gobernadores indígenas Awá, y han logrado tener escoltas que sean de la misma comunidad, ese no es un beneficio comunitario y no reduce totalmente el riesgo. 

Otros ven su protección en un sentido más amplio, que se podría sintetizar en una cosa: que el gobierno de Duque cumpla con el Acuerdo de Paz, que fue concebido como una política para integrar la periferia azotada por el conflicto al desarrollo del resto del país.

“La seguridad y la mitigación de la violencia solo se logrará al cumplir con los Acuerdos de Paz”, le dijo a La Silla Joe Sauca, coordinador de Derechos Humanos en el Consejo Regional Indígena del Cauca, Cric. “Si no, la historia se va a repetir: el aumento de cultivos de uso ilícito, el auge de presencia de grupos ilegales es efecto de ese incumplimiento, la forma de poder mitigar la violencia es un cambio estructural”.

El Acuerdo de paz como protección

El Acuerdo de Paz tenía una concepción de seguridad territorial que partía de la idea de que esta se conseguía al sustituir las economías ilegales, apostarle al desarrollo rural, crear un fondo de tierras para los campesinos desposeídos y lograr una mayor participación de las asociaciones rurales en los destinos de sus regiones.

“Esa estrategia no se aplicó”, dice el experto de Indepaz Camilo González Posso. “La estrategia de seguridad del Gobierno ha fallado porque lo que se previó en los Acuerdos de Paz fue de seguridad humana y territorial y el Gobierno sigue privilegiando lo militar”. 

Las comunidades piden que el Gobierno aplique el decreto 660 de 2018, que crea el Programa para proteger a los líderes, concebido en el Acuerdo, y que dos años después de firmado sigue en el papel. Solo en mayo, el ministerio del Interior reactivó sus comités para empezar a aplicarlo.

También, que funcione la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, que tiene como fin la formulación de la política pública para el desmantelamiento de los grupos armados ilegales. Según la Onu, no sesiona desde enero.  A cuatro años de firmado el Acuerdo, el gobierno apenas presentó un borrador de cómo sería su reglamento.

Pero, sobre todo, los líderes piden que el Gobierno los tenga en cuenta para formular la política de protección porque ellos son quienes conocen los territorios. 

La estrategia del Gobierno

La propuesta de los líderes no será fácil de asimilar para un gobierno que se eligió como parte de la Coalición del No y con el objetivo de no tener al Acuerdo de la Habana como eje central de su gobierno.

El pasado jueves, en su segundo informe sobre este tema, la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutierrez, dijo que el Gobierno está haciendo todo lo posible por proteger a los líderes sociales y que en los próximos días, el presidente Iván Duque anunciará un documento Conpes para la protección de líderes sociales. Es decir, una política pública con resultados medibles y presupuesto.

Informó que ha mantenido la Mesa Nacional de Garantías, en la que se revisa el contexto de riesgo y las acciones de prevención y protección, y que ha creado un comité interinstitucional para sacar cifras unificadas sobre el asesinato de líderes y conocer más del fenómeno (el resultado fue el informe). 

Contó que la Fiscalía fortaleció su Unidad Especial de Investigación, puso más fiscales en las zonas en riesgo para investigar todos los casos verificados por la ONU, que ha logrado avances en 30 casos de homicidio y 47 órdenes de captura en estos tres últimos meses, y que el Ministerio de Defensa elevó las recompensas en el cártel de búsqueda de algunos responsables de los asesinatos. 

También anunció que desde hace un mes activaron los planes de intervención integral en las Zonas Futuro en el Pacífico Nariñense, Catatumbo, Bajo Cauca Antioqueño, Sur de Córdoba, Arauca y el Parque Natural Chibiriquete. 

Además, como hemos contado Duque creó el Plan de Acción Oportuna, PAO, para atender la protección de los líderes y defensores de derechos humanos, pero fue más cámaras que acción pues solo ha sido un espacio de reuniones, con pocas acciones concretas. 

Más allá de los pasos puntuales que ha dado el gobierno para protegerlos no han sido suficientes como lo atestigua el que hayan matado 37 líderes (49 en trámite de verificación) este año según la Onu y 164 según la ong Indepaz, y el reto para cumplir con las expectativas de los líderes es que justamente fue elegido por la porción de la población que no estaba de acuerdo con el Acuerdo de Paz, que ellos ven como la ruta para su protección. 

Los líderes sociales creen que nada los protegería tanto como abrirles el espacio para una mayor participación. Una aspiración que choca de frente con una de las ‘victorias’ que consiguió Uribe y su coalición en 2016, cuando renegociaron el Acuerdo tras la derrota del Sí en el plebiscito y consiguieron eliminar la participación de las organizaciones comunitarias en varias instancias de decisión en planes de desarrollo y programas rurales.

Fortalecer a las comunidades, que en su gran mayoría son críticas y opositoras al Gobierno, puede no solo provocar críticas de su partido Centro Democrático a Duque sino también hacer más difícil sus políticas bandera como la de la erradicación y la aspersión con glifosato, por poner dos ejemplos. Incluso, el fracking.

Así, mientras el Gobierno sigue con su modelo convencional de protección y apenas arranca a pensar otras estrategias, las comunidades ya las tienen claras. Pero convencer al Gobierno de ellas no les quedará fácil. 

Mientras tanto, seguirán matando otros líderes como Rodrigo Salazar.

Silla Nacional
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En Turbaco, el cantante de las Farc enfrenta la pandemia y una guerra política

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Tras la hazaña de derrotar a los grupos tradicionales del municipio de Turbaco (Bolívar) en las elecciones de octubre, Julián Conrado, el ex combatiente conocido en la guerra como “el cantante de las Farc”, llegó a la Alcaldía de este municipio vecino de Cartagena con el reto de administrar por primera vez recursos públicos y lidiar con un Concejo en contra. Ahora, la pandemia lo ha hecho blanco fácil de sus rivales políticos. 

 

Su nombre oficial es Guillermo Torres y, pese a sus años de militancia en las Farc, no llegó avalado por ese partido, sino por la alianza Colombia Humana-Unión Patriótica. 

En su campaña, la música jugó un papel clave porque asistía a la mayoría de reuniones políticas con una guitarra en la mano, como lo hacía cuando era guerrillero, y se hizo famoso durante los diálogos de paz entre las Farc y el gobierno de Andrés Pastrana en 1999.

Con esa estrategia, sacó el 50 por ciento de los votos.

Pese a su contundente victoria, no logró poner ningún concejal en el Cabildo. Todos se declararon independientes, y en la Alcaldía los sienten de oposición. Sobre todo, porque desde que se dispararon los contagios no han parado de cuestionar su gestión.

En Turbaco, han muerto ocho personas por covid-19 y, después de Cartagena, es el municipio de Bolívar con más contagiados reportados, 382.  

En esto puede influir que es un pueblo vecino y dormitorio de La Heróica y tiene una población de 113.440 personas, la tercera más alta del departamento. 

A comienzos de abril, desde el Concejo comenzaron a cuestionar la estabilidad de la Administración de Conrado porque renunció su secretario General, Pedro Romero, y la secretaria de Salud, Mónica Jurado. 

El alcalde argumentó que Romero renunció por motivos personales y Jurado por problemas de salud. 

“Tratar de sacar ventajas políticas de esta emergencia trágica que está viviendo la humanidad me parece un reflejo de la miseria espiritual más grande”, dijo Conrado, a raíz de los cuestionamientos. 

No fueron los únicos.

En mayo, Turbaco fue noticia nacional porque se filtraron a los medios unas fotos de los mercados que gestionó la primera dama, María Juliana Ruiz, arrumados en el piso, en malas condiciones sanitarias. 

“Los mercados estaban expuestos a la humedad y a los roedores”, señaló en su momento el personero municipal Iván Roca. 

Conrado se escudó diciendo que estaba previsto que los mercados llegaran dos días después y al momento de recibirlos, no tenían disponibles las bodegas por lo que estuvieron en un parqueadero un par de días. También dijo que los alimentos estaban en óptimas condiciones.

Para el alcalde la filtración de las fotos de los mercados y la difusión de noticias falsas al respecto se hizo con la intención de dañar a la Administración. 

“Como dijo el cantor Alí Primera ‘el que vive en la oscurana con mucha luz se encandila’ y esta administración es luz”, contraatacó. 

Dos semanas después de ese incidente, el Concejo realizó una proposición solicitando a la Asamblea de Bolívar que le pidiera al Gobernador nombrar una gerencia de crisis en Turbaco porque no se estaban tomando medidas de prevención contra el coronavirus.

“No se debió utilizar la cercanía con Cartagena como una excusa programada para justificar la expansión del virus, acá no se tomaron medidas de prevención a tiempo”, nos dijo el presidente del Concejo, Juan Carlos Flórez.

En la proposición, el Concejo también le pidió al alcalde Conrado intervenir los barrios en la zona de conurbación con Cartagena, imponer una barrera epidemiológica en la entrada del municipio para desinfectar los vehículos y tomar la temperatura, empadronar a los residentes de Turbaco que trabajan en Cartagena y crear un Puesto de Mando Unificado (PMU). 

La Asamblea aprobó la proposición, pero la operatividad de la medida depende de la Gobernación de Bolívar que no se ha pronunciado, y el Alcalde puso los controles a la entrada del municipio y creó un Grupo Covid con funciones parecidas a los de un PMU. Aunque el Alcalde acogió algunas de las quejas, su asesor de Infraestructura y persona clave en la campaña, Arnold Acuña, nos dijo que en la Alcaldía leyeron esa proposición como un ataque del Concejo. 

Conrado ha achacado el alto número de contagios a la indisciplina social y ha apostado a un lenguaje de solidaridad (su lema es ‘amando venceremos’).

“En la Alcaldía no le hemos dado burocracia a nadie y entendimos la solicitud como una situación política, una forma de decir que no hay gobernabilidad”, le dijo Acuña a La Silla.

Según Acuña, los ediles también están molestos porque no les entregaron ayudas humanitarias para que las repartieran en los barrios, sino que la Alcaldía las entregó directamente. 

“El Alcalde está gestionando en solitario”, se quejó el concejal del Centro Democrático y Mira, Cristián De Ávila.  “Se ha rodeado de personas que no son del municipio y no conocen la problemática”.

En su momento, muy al inicio de la pandemia, también se lo criticó porque usaba un pañuelo de tapabocas, lo cual era antihigiénico. 

“Si un alcalde no saca ningún concejal sabe que va a tener más control y más vigilancia, por lo tanto tiene que hacer las cosas bien”,  agregó el concejal Flórez.

En todo caso, así como ha recibido palo de sus detractores políticos, ‘el cantante de las Farc’ también ha recibido elogios de los que lo apoyaron.

En concreto, el senador y líder de la Colombia Humana, Gustavo Petro, lo felicitó públicamente por la inauguración de la sala de urgencias del hospital de Turbaco. 

En realidad, el contrato de la reconstrucción del hospital no lo firmó Conrado, pero por los retrasos del contratista lo terminó inaugurando. El alcalde contrató una planta eléctrica por 607 millones de pesos y agilizó las gestiones para habilitar la sala de urgencias.

De hecho, el representante a la Cámara por Bolívar Silvio Carrasquilla, cuyo candidato perdió en las pasadas elecciones, se adjudica la gestión de los recursos del hospital: “Esa gestión la hice yo, logramos que el cien por ciento de los recursos los diera el Ministerio de Salud. Él solo compró una planta eléctrica para emergencias, pero así es la gestión pública”. 

La semana pasada, Conrado también fue clave en la suspensión de la protesta que tenían pensado realizar los transportadores intermunicipales por el cobro del peaje entre Turbaco y Cartagena, y ha promovido actividades culturales y recreativas durante el confinamiento como el concurso Cantando con Turbaco, en el que niños participaron con videos cantando.  

En todo caso, con una pandemia con la cual lidiar y en medio de una guerra política, la guitarra se tuvo que guardar.

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Cercos tardíos, desinformación y reapertura, los porqués del drama de Barranquilla

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En momentos en que varias voces, incluyendo gobiernos locales que han extremado medidas, señalan que el país está entrando en una fase crítica por la pandemia del coronavirus, este lunes en Barranquilla el alcalde, Jaime Pumarejo, aseguró que la ciudad comienza a salir de la mala hora y, por eso, anunció que a partir del 21 de julio reabrirá el comercio no esencial.

Pumarejo habló bajo el argumento de que la tasa de contagio, según la información que dio, pasó de 4 a 0.58, aunque también aclaró que se trata de datos parciales que pueden cambiar en los próximos días.

Como sea, el mensaje de que el peor momento ya pasó en Barranquilla, cuando la ciudad sigue siendo la segunda del país que más muertos ha registrado por covid en estos primeros tres meses de pandemia, generó críticas de ciudadanos en redes y una manifestación pública de preocupación por parte de médicos locales.

Sobre todo teniendo en cuenta que varios de los factores que integran el coctel que ayuda a entender la tragedia barranquillera aún permanecen.

¿Cuáles son esos factores?

Pasan por lo ciudadano y también por lo institucional —Gobierno central, Alcaldía y empresas prestadoras de salud–, por la desinformación y por fallas de comunicación y gestión de la Administración. 

Ahora, frente a un segundo semestre de coronavirus, el camino todavía no luce despejado para que esta capital salga del primer pico de contagios sin tantas muertes. Circunstancias inéditas en un territorio acostumbrado, la última década, a una atmósfera de progreso.

Factor I - Poca prevención, cercos tardíos y aislamiento fallido

El 23 de marzo, cuando inició la cuarentena nacional, el Alcalde de Barranquilla le envió un doble mensaje a los ciudadanos: su Administración mitigaría los efectos del confinamiento con mercados y subsidios para los más pobres, y podían confiar en que la ciudad tenía las capacidades médicas y científicas para enfrentar este desafío. 

“Derrotaremos el virus y seguiremos trabajando para sacar nuestras grandes apuestas adelante. Nos ocupamos de esta crisis, y seguimos soñando en grande para conquistarlas”, dijo el 19 de marzo, cuando el Instituto Nacional de Salud (INS) confirmó los dos primeros casos de covid en esta ciudad.

En esa temprana etapa, Pumarejo se enfocó en la ampliación de la infraestructura sanitaria, instalando 600 camas para atender a pacientes covid leves y de mediana complejidad en el hospital de campaña del Centro de Convenciones Puerta de Oro, que 100 días después de su anuncio han comenzado a funcionar, y prometiendo la compra de 255 ventiladores para aumentar el número de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). De estos han llegado 203, entre los adquiridos con recursos propios del Distrito, los enviados por el Gobierno Nacional y los donados por el sector privado.

Aunque hacerlo era necesario, porque el Gobierno central decretó la cuarentena justamente para que alcaldes y gobernadores ampliaran la capacidad hospitalaria, varios epidemiólogos de Barranquilla consultados aseguran que la Alcaldía al tiempo le restó importancia a la contención. 

En teoría, con los ciudadanos en casa por la cuarentena, el Distrito también debía apostarle desde el primer día a programas preventivos en los barrios y a una minuciosa identificación de los pacientes contagiados. “Se enfocaron en el tratamiento de la enfermedad y no en atajarla”, nos dijo el accionista de una clínica privada local que prefirió no ser citado.

Ni las estrategias preventivas, casa a casa, ni los cercos epidemiológicos comenzaron a tiempo. El 19 de mayo, tras casi dos meses de cuarentena, el Distrito informó que 140 vigías de la salud salían a los barrios para promover el autocuidado; a partir del 10 de junio, comenzaron cinco cercos sanitarios, por 14 días, en igual número de sectores, y desde el 4 de julio, la Alcaldía anunció que habilitaba uno nuevo en toda la localidad Suroriente. Al anunciar este último, Pumarejo reconoció que esa estrategia estaba funcionando. Un impacto que debería reflejarse en las cifras de las próximas semanas.

Situación contraria fue la que vivieron ciudades como Medellín y Bogotá desde los primeros días de cuarentena. 

Para el 9 de abril, la capital del país ya tenía a un equipo de 1.200 personas siguiéndole el rastro epidemiológico a los positivos. Desde entonces, esos médicos y enfermeros los llaman a diario para identificar a las personas con las que tuvieron contacto reciente. Esos datos nutren SaludData, una plataforma digital con la que Bogotá muestra la evolución del virus y proyecta cómo será su comportamiento a 30 días.

Mientras que la capital antioqueña comenzó a implementar los cercos desde el 5 de abril de la mano de la plataforma ‘Medellín me cuida’, con un formulario en línea en el que una persona por hogar debe registrar información sobre comorbilidades (condiciones preexistentes), posibles síntomas covid y necesidades de asistencia alimentaria. 

En Barranquilla, en cambio, la Alcaldía está por implementar un modelo epidemiológico propio, a través de un convenio que negocia con la Universidad del Norte. Este desarrollo, nos explicó un médico de MiRed IPS –el operador de la red de salud pública local–, le permitirá a la ciudad enfocarse mejor en pacientes mayores de 60 años, inmunosuprimidos, obesos, diabéticos, asmáticos, hipertensos y con enfermedades pulmonares crónicas, entre otras condiciones. Una población vulnerable, que representa el 60 por ciento de los muertos covid en Colombia.

Sobre los cercos, el secretario de salud Humberto Mendoza aseguró que estos “se han cumplido en barrios priorizados con altas tasas de contagios durante la fase de mitigación, y según las recomendaciones técnicas de expertos y de las entidades nacionales” que le brindan asistencia técnica a Barranquilla.

Desde el inicio de la pandemia, además, no han estado dadas las condiciones de aislamiento para todos los positivos de los barrios de las localidades Suroriente y Suroccidente, las más afectadas y en cuyas viviendas hay hacinamiento. 

Una característica que no es exclusiva de Barranquilla, pero que ciudades como Cali enfrentan con centros de atención especial. En esta última capital, la Alcaldía, desde abril, habilitó hoteles para que personas cercanas a los pacientes con covid-19, y sin condiciones para mantener la distancia en casa, cumplan el aislamiento.

Las aglomeraciones también terminaron siendo propiciadas por la misma Alcaldía con la entrega inicial de alimentos, en el estadio Metropolitano, para las poblaciones más pobres. Fue tanta gente la que asistió que la Alcaldía suspendió la segunda jornada y volvió a la entrega de mercados casa a casa. Eso también pasó en municipios de Antioquia, La Guajira, Magdalena y Sucre. Algunas entregas, incluso, terminaron en desórdenes y disturbios.

Con la gente en sus casas sin poder salir a trabajar, las ayudas humanitarias eran clave en esa etapa inicial de pandemia, especialmente en una ciudad, donde el 22 por ciento de sus habitantes manifestó en 2019 no tener garantizadas las tres comidas diarias, según la ‘Encuesta de Percepción Ciudadana’ del programa Barranquilla cómo vamos, publicada en febrero pasado.

Factor II - Atención demorada en EPS e IPS

La falta de atención oportuna de las EPS e IPS también ha jugado en contra de Barranquilla. 

La Alcaldía organizó varias reuniones en febrero con representantes de esas entidades para hacer un plan de contingencia con miras a la Asamblea General del BID, programada del 18 al 22 de marzo, pero cancelada por la pandemia. De uno de esos encuentros salió una polémica declaración del secretario de Salud distrital, Humberto Mendoza, que solo se conoció el 17 de junio pasado, durante un debate de control político en el Concejo. 

El funcionario dijo que varias de esas empresas declinaron participar en un plan de contingencia que el Distrito esbozaba desde entonces para atender a enfermos covid.  “Algunas dijeron que no y tengo los oficios de las respuestas”, les dijo el funcionario a los concejales. 

Evidencia de la falta de oportunidad en la atención y en la realización de pruebas por parte de las EPS e IPS han sido los llamados que Pumarejo les ha hecho públicamente, las últimas semanas. El pasado 15 de junio, cuando declaró la alerta naranja para intervenir el sistema de salud distrital, les pidió mejorar sus tiempos de respuesta. Una semana después les hizo otro llamado público.

Esa falta de oportunidad en la atención es más marcada tras 100 días de pandemia, con niveles de ocupación en UCI que en ocasiones han estado por encima del 80 por ciento, aunque el sistema ya está intervenido y es la autoridad local la que determina a qué paciente se le da una UCI. Algunos pacientes, incluso, mueren esperando un cupo en una de esas unidades, pese a la intervención del propio alcalde Pumarejo, como contó La Silla Vacía.

El secretario de Salud Humberto Mendoza, quien nos contestó un cuestionario para esta historia, sobre este aspecto dijo que desde  marzo pasado hay una mesa técnica permanente “garantizando una comunicación activa de la revisión diaria del estado de situación de covid en Barranquilla”.

Factor III - La reactivación de la economía

A finales de abril, el presidente Iván Duque ya barajaba la posibilidad de reabrir algunos sectores de la economía. Un discurso que Pumarejo copió, a diferencia de la alcaldesa de Bogotá Claudia López, quien no permitió la reapertura inmediata hasta que los empresarios allí no certificaran las medidas de bioseguridad y se comprometieran a establecer horarios laborales escalafonados para no sobrepasar el 35 por ciento de capacidad del transporte público. 

Cuando el 27 de abril llegó, Barranquilla comenzó la reactivación gradual de sus sectores de construcción y manufactura. Los protocolos de bioseguridad adoptados, como lo demostrarían las cifras de las semanas venideras, no serían suficientes. Con esa reapertura, el sistema masivo Transmetro movilizó más de un tercio de su capacidad y la Alcaldía comenzó a pedir autorregulación ciudadana. 

“Si no tenemos la colaboración de los usuarios vamos a evaluar la suspensión de algunas rutas o de la totalidad del sistema", dijo Pumarejo en un primer llamado de atención, que terminó, los primeros días de mayo, con Transmetro paralizado durante 62 horas y con una narrativa gubernamental que comenzó a trasladarles a los ciudadanos la responsabilidad por el rápido avance del virus. 

A esto se suma que Pumarejo no coordinó horarios con los mandatarios de los cuatro municipios del Área Metropolitana (Soledad, Malambo, Puerto Colombia y Galapa) ni contempló que miles de personas que allí viven se movilizarían en el sistema público para ir a trabajar a Barranquilla. Un asunto que, en cambio, Medellín sí contempló y es una de las razones por las que logró tener el virus controlado durante el primer trimestre de pandemia.

Con la economía reactivándose, empezaron a aparecer los primeros brotes en Barranquilla, uno de ellos en una empresa farmacéutica. La Secretaría de Salud confirmó que en esa empresa se había detectado un primer caso y funcionarios distritales les tomaron muestras a cerca de 200 personas con las que ese paciente tuvo contacto.

Para el 11 de mayo, dos semanas después de la reactivación del primer grupo de empresas, Barranquilla pasó de 846 contagios a 1.170. Ese lunes, además, reiniciaron labores otras 220 empresas. Dos semanas después, a finales de mayo, los positivos superaban los 2.115.

 

 

El 7 de junio, con 4.032 contagios, siguió la reapertura de la economía. Desde ese día comenzaron a funcionar centros comerciales, parte del comercio minorista y peluquerías. 

Muchos de esos locales abrieron sin cumplir al pie de la letra los protocolos de bioseguridad, como quedó demostrado con los cierres del centro comercial Viva y el Almacén Makro, ordenados por el Distrito días después, por no garantizar que los clientes ingresaran con tapabocas y según el ‘pico y cédula’, otra medida que también ha generado confusión porque al principio hubo cruce de directrices entre municipios metropolitanos que son dormitorio y la capital. 

Para el 11 de junio, Barranquilla ya superaba los 300 fallecidos y era la segunda ciudad con más muertes por covid de Colombia, después de Bogotá. 

En respuesta a la crisis, en una declaración conjunta, el Alcalde Pumarejo y la gobernadora del Atlántico Elsa Noguera anunciaron toques de queda durante el resto de junio y operativos conjuntos de la Policía y el Ejército para garantizar el cumplimiento de la cuarentena. 

Días después, el Alcalde le dijo a medios locales que el “desorden” por la celebración del Día de la Madre desencadenó el aumento de contagios. Lo que Pumarejo no resaltó es que los casos comenzaron a multiplicarse desde la reapertura de la economía

Factor IV - Desinformación, desconexión y comportamiento social

Desde que la pandemia llegó a Barranquilla, comenzaron a circular cadenas de mensajes por chat y redes sociales sobre supuestos pacientes contagiados en febrero, durante los Carnavales. En ellos se acusaba al Distrito de esconder información. Mensajes por los que el Secretario de Salud tuvo que dar explicaciones a medios de comunicación locales.

La desinformación tocó fondo en mayo con mensajes en los que se señalaba a clínicas privadas, funcionarios de la Secretaría de Salud y funerarias de estar confabulados para cobrar millonarias sumas por cada muerto por coronavirus. Un asunto que es falso. Caló tanto ese supuesto “cartel de la muerte”, que muchos habitantes en los barrios se negaron -todavía hoy- a hacerse la prueba por temor a ser diagnosticados como positivos. 

Aunque, el falso cartel del covid encontró munición en varios hechos recientes: un error que reconoció, el 3 de junio, el Laboratorio de la Universidad Simón Bolívar tras haber diagnosticado como positivos a cuatro pacientes a los que no les habían tomado muestras; cuerpos trasladados por una funeraria local de manera irregular a Montería, el aumento en los costos de cremación y las cremaciones de pacientes que post mortem fueron diagnosticados como negativos.

En medio de ese clima contaminado por la desinformación y el miedo generado por el virus, la estrategia de comunicación institucional del Distrito tampoco ha sido la más adecuada.

En marzo, cuando la pandemia se veía como un asunto lejano, la Administración de Pumarejo comenzó la campaña ‘Barranquilla no baja la guardia’, centrada en lavarse las manos y en el distanciamiento social. Sin embargo, en abril, con el coronavirus presente en las cinco localidades, Pumarejo y sus secretarios acuñaron el eslogan ‘Depende de ti que no se te pegue’. 

Esa frase no fue bien recibida entre ciertos sectores barranquilleros porque le trasladaba al ciudadano la responsabilidad de evitar la propagación del virus, en lugar de apostarle desde el lenguaje a recalcar el trabajo en equipo entre instituciones y ciudadanos. Una narrativa completamente distinta a la de otras ciudades con ‘Medellín me cuida’ o ‘Cartagena contra el Coronavirus’.  

Ante las continuas críticas en redes sociales y los contagios disparados, el 23 de junio la Alcaldía cambió su mensaje a ‘Depende de todos’.

También pasó que el alcalde Pumarejo, el 18 de mayo, con Barranquilla registrando más de 1.700 contagios y 60 fallecidos, dijo que la única salida posible para vencer el virus era el contagio de toda la población, “poco a poco”. Una declaración que el epidemiólogo Julián Fernández - Niño, profesor de la Universidad del Norte y uno de los principales divulgadores sobre la pandemia en Colombia, rechazó por el alto costo “en términos humanos” y la falta de “evidencia científica” sobre dicha teoría. 

A la falta de asertividad en la comunicación institucional se suma un tono poco conciliador del Alcalde y de algunos de sus funcionarios hacia los ciudadanos. 

En respuesta al falso cartel del Covid, Pumarejo calificó de “charlatanes” a los líderes en los barrios por amplificar ese mensaje. Lo hizo a través de un audio que miembros de su equipo de prensa pusieron a circular por Whatsapp. Y más recientemente sonó indolente en una entrevista con un locutor local, en Instagram, al decir de manera sarcástica que en Barranquilla “ahora todos quieren tener una UCI” y que las UCI están “de moda”.

También una de las asesoras de prensa de la Alcaldía llamó “badulaques” (personas necias) a los barranquilleros por el aumento de los contagios en los barrios.

Pero ha sido el argumento de ‘indisciplina social’ el que más críticas le ha valido a Pumarejo y el que de tanto ser usado por su Gobierno terminó reforzando, recientemente, algunos estereotipos sobre la cultura Caribe en el resto del país. 

El Distrito, una parte de la ciudadanía y algunos periodistas han recurrido a él para calificar el incumplimiento de la cuarentena, especialmente, los fines de semana en algunos barrios. Un discurso que tomó fuerza, a medida que los casos aumentaban en mayo, pese a que los primeros días de confinamiento el mismo Pumarejo resaltaba el buen comportamiento ciudadano.

La Gobernadora del Atlántico, incluso, le dijo a medios nacionales que “Si la gente no tiene con qué comer, ¿cómo así que van a tener para tomar? Pues, para las cervezas, no me preguntes de dónde, pero ahí sale la platica”.

Si bien se han celebrado fiestas y reuniones sociales durante la cuarentena en Barranquilla, ese fenómeno no ha sido exclusivo de esta ciudad. El Día de la Madre, por ejemplo, la Policía reportó 27.773 comparendos, 2.333 de ellos en Medellín, la capital colombiana que hasta hace unos días era la de mejor desempeño de esta primera fase de pandemia. Ese mismo día, Barranquilla registró 343 multas, es decir, solo el 15 por ciento de las ocurridas en la capital de Antioquia.

Además, un informe de movilidad local de Google, realizado entre el 22 de mayo y el 3 de julio a partir del servicio de georeferenciación de los teléfonos móviles, muestra que los recorridos de los atlanticenses se redujeron mucho más que en otras ciudades. 

Esa teoría distrital de desobediencia social puede ser parte de la explicación del aumento de los contagios, pero no el único factor. También complejizan ese fenómeno la informalidad laboral, que el trimestre febrero-abril alcanzó el 55 por ciento, y las condiciones de vida de los barranquilleros de ciertas localidades: casas pequeñas, con familias numerosas y sin medios para mitigar las altas temperaturas del Caribe.

El comportamiento de Barranquilla durante esta primera etapa de pandemia podría interpretarse de dos maneras: como el de una ciudad que está llegando a su primer pico de contagios, siendo la primera capital colombiana en lograrlo según lo vaticinó hace poco el Distrito, o como una ciudad que llega más rápido que otras, pero pagando un alto costo humano.

Después de 100 días de pandemia, en los que la Administración de Pumarejo se enfocó más en la dotación que en la prevención, igual Barranquilla está hoy con sus UCI congestionadas, por lo que en últimas, el pasado sábado, tanto el alcalde como la gobernadora Noguera convocaron a todos los atlanticenses a una jornada masiva de oración.

*Esta historia se hizo en alianza entre los medios La Contratopedia Caribe, 360 Grados y La Silla Vacía.

cesar augusto molinares
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Bogotá llegó a su peor momento y la cuarentena estricta ya no será suficiente

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El concejal de Bogotá de La U Rubén Torrado le armó una tormenta ayer a la alcaldesa Claudia López, al afirmar que los ventiladores que ha comprado el Distrito para instalar Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) en atención a la pandemia del coronavirus son los más caros del país.

La Silla Vacía indagó y confirmó que eso tiene de cierto pero también matices.

Si bien es verdad que, a 108 millones de pesos cada uno, los ventiladores que compró Bogotá son más caros que los de las demás regiones que reseñó el Concejal, como Valle, Antioquia y Cundinamarca; en el sistema de contratación pública consta que el Ministerio de Salud compró un lote de 100 ventiladores a 126 millones de pesos cada uno, y la subgerencia del covid (delegada del gerente Luis Guillermo Plata) pagó un lote de 600 ventiladores a 138 millones de pesos la unidad. 

Más allá de esa polémica, es un hecho que la ciudad no logró la meta de UCI que necesitaba para este momento y el sistema, según los expertos, con un 90 por ciento de ocupación de estas camas ya está colapsado y con los profesionales de la salud comenzando a tener que pensar en a quién priorizan.

Así lo confirmaron anoche los mismos gremios de la salud que se reunieron con la mandataria para informarle.

Una situación por la cual López anunció que está considerando la cuarentena total estricta. 

La complicación adicional es que ni el confinamiento por localidades, que es la medida a la que apeló la Alcaldesa para enfrentar este “peor momento” o “momento más crítico”, como lo han señalado autoridades nacionales y locales; ni confinamiento total del que empezó a hablar anoche son ya suficientes o fáciles de hacer cumplir.

El colapso

“El sistema de Salud de Bogotá ya está colapsado. En pocos días llegaremos a la ocupación del 100 por ciento de las UCI. Es un hecho. Los médicos ya están en el debate de a quién le dan una cama”, nos dijo ayer Luis Jorge Hernández, médico salubrista, profesor de la Universidad de los Andes y quien ha sido asesor de la Alcaldía de Bogotá en el manejo de esta crisis. 

La Alcaldesa López ha dicho en las últimas horas que se está trabajando en la instalación de estas unidades, pero que así como se instalan se ocupan.

De hecho, los hospitales públicos El Tunal y Kennedy ya llegaron al límite de su ocupación de UCI.

La capital cuenta en total con 1.239 UCI para la atención de los pacientes críticos de covid, de las cuales están ocupadas 1.106. Según los anuncios de López a inicio de la cuarentena nacional, para este momento debían haber 2.090 o más, una meta que no ha sido posible lograr por las dificultades de importación de estos equipos debido a la alta demanda.

Aunque, igualmente esos números le han costado críticas a la Alcaldesa porque, con todo y dificultades de compra, otros mandatarios locales sí pudieron adquirir más ventiladores que ella, que apenas compró 70 en estos tres meses, como contamos en esta historia. 

De la situación crítica de la capital, que a ayer tenía 33.080 casos activos y 1.214 fallecidos, también da cuenta una carta que 14 asociaciones médicas, entre las que están Fedesalud, la Federación Médica Colombiana y el Colegio Médico de Bogotá; le enviaron a Claudia López y al presidente Iván Duque pidiéndoles una cuarentena estricta en toda la ciudad por dos semanas. 

“Estamos en una situación de desastre (...) Ya se está presentando un desequilibrio entre la demanda y la oferta en términos de capacidades de respuesta de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI)”, dice el documento dado a conocer el pasado lunes. 

En la misiva, los expertos también señalan con preocupación la falta de talento humano para manejar estas unidades y que la velocidad del contagio ha crecido de forma vertiginosa. 

Desde que se empezaron a abrir varios sectores económicos el pasado 27 de abril, Bogotá pasó de 4.305 casos el 11 de mayo a 53.131 contagios el 15 de julio, según los datos del Observatorio de Salud de Bogotá SALUDATA de la Secretaría Distrital de Salud. 

Carlos Álvarez, coordinador nacional sobre estudios covid-19 de la OMS, nos dijo que vamos a llegar al 100 por ciento de la ocupación de UCI en Bogotá porque “no se puede esperar que en pocos meses los alcaldes y el Presidente hagan lo que no ha logrado en décadas en Colombia”.

Destacó que, de todas maneras, hace cuatro meses en el país había en total 5.200 UCI y hoy hay 7.500. Que a inicios de marzo Bogotá tenía solo 300 para covid-19 y hoy cuenta con 1.239. 

Aún así, el colapso es inminente. “Los mejores sistemas de salud, como el de Francia, colapsaron –anotó Álvarez– Estados Unidos colapsó y en América Latina, Santiago de Chile llevaba tres semanas con las UCI por encima del 100”. 

A esto se suma que el endurecimiento de las cuarentenas que se están haciendo en la capital, y también en ciudades como Barranquilla y Cali, solo tendrán resultados dos semanas más tarde. 

Además, el cumplimiento de la medida tampoco es fácil de garantizar. Por eso la Alcaldía está apelando a la consciencia y el autocuidado de los bogotanos. 

“No podemos seguir confiando en el azar y los cierres de cuarentena, tenemos que pensar en cómo hacerlo mejor más adelante, vía la vigilancia efectiva de los casos”, nos dijo esta semana Andrés Vecino, salubrista y experto de la universidad Johns Hopkins (y miembro de La Silla Llena), que hace seguimiento diario a la pandemia a nivel mundial.

Esto significa, según Vecino, que hay que lograr identificar los brotes y cercarlos a través del testeo masivo, campañas de pedagogía, el rastreo de personas que han estado en contacto con positivas para covid-19 o que están en riesgo por su trabajo, entre otros. 

El Distrito venía haciendo cuarentenas por UPZ (un área menor a las localidades), pero optó por hacerlo por localidades. Las razones son la logística y la velocidad del contagio. 

En términos de logística, el Distrito no cuenta con el personal necesario para garantizar que 2,5 millones de personas se queden en sus casas. Se trata de controlar poblaciones similares a la de Medellín o Cali. El propio secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, reconoció que “lo más efectivo en este momento es el autocontrol”. 

Bogotá, con 16.663 policías, ya tiene un déficit de 10.500 uniformados, según los datos de la Secretaría de Seguridad. Pero además en este momento cuentan con un 5 por ciento menos de policías porque algunos han tenido que entrar en toma de muestras y cuarentenas para que no haya contagio masivo dentro de la institución. 

Otro punto es que, aunque las autoridades locales cuentan con 1.800 funcionarios trabajando en el control de la cuarentena, 500 hombres del Ejército Nacional y 28 puestos de control en los principales ejes viales; no se puede garantizar que la gente no pase de una localidad a otra por las calles secundarias. 

Así que buena parte de la responsabilidad de lo que suceda con el contagio recae en los hombros de la ciudadanía, por el peso de la realidad y cuando, hasta hace poco,  la Alcaldía venía hablando más de la necesidad de que el Estado cuide a los ciudadanos.

Por eso, según cuenta el Secretario de Gobierno, se están haciendo campañas pedagógicas, a través de redes sociales, medios de comunicación y también en calle. Se están haciendo pruebas masivas y se están entregando mercados o transferencias bancarias en las localidades en cuarentena, con lo que se espera lograr que la gente cumpla el confinamiento. 

En cuanto a la velocidad del contagio, al inicio de la pandemia, en marzo, la cifra estaba en 2,5 rt. Es decir, que cada infectado contagiaba en promedio a tres personas más. Con la cuarentena general, en Bogotá ese dato pasó a uno, pero ahora está en 1,29. Es decir, un promedio de dos contagios más por cada positivo.

La cuarentena estricta por pedazos es compleja

Esta semana Bogotá volvió a la cuarentena estricta, pero por localidades, en un sistema de turnos con el que cada 15 días 2,5 millones de habitantes irán a confinamiento total. Por ahora, todas las localidades cumplirán confinamiento estricto, excepto Usaquén, Teusaquillo, Antonio Nariño y Candelaria.

La razón es se tuvieron en cuenta, además de la tasa de contagio, factores como la vulnerabilidad social. Por ejemplo, en Chapinero, aunque hay menos contagios que en Usaquén, es una localidad más vulnerable por su gran cantidad de comercios en los que se pueden formar aglomeraciones. Y en localidades como Ciudad Bolívar la vulnerabilidad no está medida solo por el comercio, sino también por el nivel de hacinamiento en que viven algunas personas y las condiciones de pobreza. 

Se trata de un giro importante en las medidas de salud, pues a principios de abril Claudia López había dicho que cerraría la ciudad completamente, y no por pedazos, cuando se superara el 70 por ciento de ocupación de estas unidades.

Paula Doria
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Detector: Marta Lucía Ramírez no dijo “a los pobres les sorprendió la pandemia por no ahorrar”

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Desde hace unas horas está circulando en Facebook una publicación del portal Pluralidad Z titulada: “A los pobres les sorprendió la pandemia por no ahorrar: Marta Lucía Ramírez”.

Como usuarios de Facebook calificaron la publicación como falsa y como se ha compartido más de 7.000 veces, le pasamos el Detector de Mentiras y encontramos que la publicación es engañosa porque mezcla información cierta y falsa para llegar a una conclusión errada, como muestra su titular. 

La nota de Pluralidad Z retoma unas declaraciones que la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez dio durante la Cumbre Ministerial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el lunes pasado. 

Ramírez habló sobre los efectos de la pandemia del Covid-19 en la economía colombiana e hizo referencia a los trabajadores informales. 

"Los trabajadores informales son los más afectados por los cierres temporales de actividades durante la pandemia, a pesar de las ayudas, porque son personas que no tenían un ahorro. El riesgo de estas personas es inminente, es bajar en la escala social a niveles de pobreza y de pobreza extrema".

Aunque la Vicepresidenta sí habló de la falta de ahorro en los trabajadores informales, es falso asegurar que Ramírez dijo que “a los pobres les sorprendió la pandemia por no ahorrar”, como titula Pluralidad Z. 

Ramírez habló sobre el tema a partir del minuto 53 de su intervención en la Cumbre Ministerial de la OCDE. 

La nota de Pluralidad Z también incluye frases de opinión en lo que presenta como un artículo informativo.

Por ejemplo dice: “Con esta expresión la vicepresidenta intenta justificar que los pobres están en riesgo de caer en la extrema pobreza porque ellos mismos se lo buscaron” y “Lo que no le dijeron a los miembros de la OCDE es que el país espera una investigación profunda sobre el caso de la ñeñepolítica que implica al actual gobierno, casos de corrupción y una débil política social, si traería las futuras protestas.

Calificamos la nota de Pluralidad Z como engañosa porque porque mezcla información cierta y falsa para llegar a una conclusión errada, que está en su titular. 

Silla Nacional
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En Ituango los excombatientes se van, pero la guerra queda

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Desde ayer en la tarde, en una caravana de chivas, buses y camiones, 60 reincorporados de las antiguas Farc con sus familias abandonaron el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, Etcr, de Santa Lucía, una vereda que queda a hora y media del casco urbano de Ituango, al norte de Antioquia. 

Este es el primero de los 24 Etcr del país que se traslada con la coordinación del Gobierno Nacional y el partido Farc; y la razón principal es el riesgo que corren, pues el espacio está ubicado en toda la mitad de una ruta estratégica de rentas ilegales que se pelean las bandas el Clan del Golfo, los Caparros y las disidencias del antiguo Frente 18 que operaba en esa zona. 

El destino es Mutatá, un municipio a ocho horas de Ituango, en la subregión del Urabá antioqueño. En total, contando las familias de los reincorporados, son 94 los que van a llegar hoy, además de las gallinas, vacas, burros y caballos que se llevaron con ellos, a un predio de 137 hectáreas que arrendó el Gobierno con compromiso de compra. 

 

Ese traslado, aunque abre la posibilidad de que los exfarianos puedan adelantar su reincorporación en un lugar más seguro y con espacio para sacar adelante los proyectos productivos, también revela la crisis de un municipio que fue controlado por las Farc antes de que dejaran las armas y que hoy se pelean los ilegales, sin que el Gobierno lo impida hasta ahora. 

Algo parecido sucedió en los municipios Miranda, al norte del Cauca, y en Uribe, Meta, donde también los exguerrilleros se desplazaron por amenazas de grupos armados, como contamos en esta historia; lo que ratifica que además de las dificultades de la reincorporación de Farc, la paz sigue sin llegar a varios territorios.

El municipio que deja Farc en medio de la guerra

De los 214 reincorporados que han asesinado desde la firma del Acuerdo de La Habana, 12 hacían parte del Etcr de Santa Lucía, Ituango, que acaba de abandonar Farc. A uno de ellos lo mataron en el mismo espacio, y al resto en la vía que los conecta al pueblo y en lugares aledaños.

Según información oficial del partido Farc, este es el Espacio en el que más les han asesinado integrantes de todo el país. 

Pero no han sido solo muertes.

De los 239 excombatientes que se instalaron en el Etcr en un principio, solo quedan 60 que decidieron trasladarse a Mutatá y otros siete que prefirieron, por voluntad propia, quedarse en Ituango con sus familias. 

El resto, alrededor de 190, se ha desplazado de a poco, por amenazas directas y por miedo luego de algún asesinato; como ocurrió en diciembre pasado cuando mataron a Manuel Antonio Benítez, el hijo del excomandante del Frente 18 y líder del partido en Antioquia, que se llama igual. 

Por lo menos cien reincorporados de Ituango están en Medellín en este momento y los otros están regados en municipios cercanos. 

Eso muestra la situación compleja que vive Ituango, y especialmente la vereda Santa Lucía que hace parte de una ruta estratégica por la que los ilegales pasan sí o sí para transportar base de coca, minería ilegal y armas. 

Esa ruta va desde los límites de Ituango con Tarazá, zona roja del Bajo Cauca que está en guerra hace más de dos años como hemos contado, hasta Peque, en el Occidente Antioqueño, que conecta al Norte con la salida al mar de Urabá. 

Por esa ruta se movía el Frente 18 de las Farc antes de dejar las armas, y desde que firmaron el Acuerdo y abandonaron los campamentos, empezaron a tomársela el Clan del Golfo, los Caparros (que desde hace dos años rompieron un pacto que tenían con el Clan y están matándose entre ellos) y las disidencias de ese Frente. 

Según un reincorporado que conoce de primera mano la situación, en los últimos meses “ya era más claro que el Etcr le estaba estorbando a los dos actores, sobre todo a las disidencias, que estaban presionando para sacar a Farc de ahí”, nos dijo por fuera de micrófonos. 

Eso, en parte, por la presencia permanente de por lo menos 200 hombres del Ejército y otros 200 policías que hacen parte del anillo de seguridad que deben tener todas las zonas de reincorporación de exguerrilleros.

Si bien esa disputa entre armados, que también ha generado desplazamientos en otras veredas, muertes a líderes sociales y retrasos en el programa de sustitución de cultivos Pnis, se siente desde el 2018, en el último semestre aumentó en términos de tensión. 

En parte por el llamado Plan Mil que está adelantando el Clan del Golfo, con el que se espera la llegada de mil hombres desde el Urabá, Chocó y Córdoba al Norte de Antioquia. La idea es tener control total de la ruta y sacar a las disidencias de Farc. 

El plan lo han confirmado medios, expertos y fuentes de inteligencia del Ejército, y según nos contaron por aparte dos campesinos de Ituango, en el pueblo ya se empezó a sentir, “son paramilitares y nosotros lo sabemos, hay mucho miedo y muchos ya se empezaron a ir porque saben lo que viene”, nos dijo uno de ellos quien nos pidió no mencionar su nombre por seguridad. 

Prueba de eso es que, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Ocha, entre Ituango y el sur de Córdoba, van más de 2.500 desplazamientos este año.

A finales de enero, luego del asesinato de un reincorporado de Santa Lucía llamado César Darío Herrera, Farc le anunció al Gobierno que aceptaba irse de Ituango y buscar otro lugar; una propuesta que la Agencia para la Reincorporación y Normalización ARN les había hecho desde mediados del año pasado. 

“No queríamos irnos de Ituango por el arraigo, la mayoría somos de acá y era el Gobierno el que debía asegurarse de ocupar los espacios que dejamos y de darnos seguridad”, nos dijo Manuel Antonio Benítez, excomandante del Frente 18 y líder del partido en Antioquia, quien explica que no les quedó de otra que desplazarse. 

Pero, mientras ellos tienen la posibilidad de irse y seguir recibiendo los beneficios del Etcr en Mutatá (como alimentación, oferta institucional y mantenimiento), atrás queda un pueblo en medio de la guerra que teme que con la ausencia de Farc sean más invisibles para el Gobierno.

Y es que en algunos casos la misma comunidad de la vereda Santa Lucía llegó al Etcr buscando protección, como pasó en mayo cuando por medio de un panfleto un grupo armado sin identificarse amenazó con desplazar a la población si la Fuerza Pública no abandonaba la zona. 

En esa ocasión, alrededor de 90 civiles llegaron hasta el Espacio porque por los anillos de seguridad que tienen allí, se sentían más protegidos. “Ahora que se van no sabemos si se va a mantener la presencia de la Fuerza Pública”, nos dijo una habitante de esa zona que siente que la salida de Farc los deja en riesgo. 

El Gobierno, según dijo el alto consejero para la estabilización Emilio Archila en rueda de prensa, se comprometió con el alcalde de Ituango Mauricio Mira a terminar de mejorar la vía que conecta a la vereda con el municipio; y según nos dijo la ARN, continuarán la implementación de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial Pdet. 

Pero hasta ahora en Ituango no está andando ningún proyecto Pdet, es el municipio de Antioquia donde el programa de sustitución de cultivos Pnis está más atrasado y no se salva hasta ahora de la guerra que se vive en el Bajo Cauca.

La promesa de Mutatá

Ante la imposibilidad de permanecer en Ituango, los reincorporados fueron los que decidieron trasladarse a Mutatá, no solo por la disponibilidad de tierras sino porque a menos de diez minutos, en la vereda San José de Leones, están alrededor de 40 exfarianos liderados por Rubén Cano ‘Manteco’, el excomandante del antiguo Frente 58, simbólico excombatiente de las viejas Farc. 

Ese espacio, que el Gobierno llamó Nueva Área de Reincorporación, NAR, lo consiguieron ellos mismos a mediados de 2018, cuando decidieron abandonar el Etcr de Gallo en Tierralta, al sur de Córdoba, porque la tierra no era productiva, no tenían muchas opciones de sacar adelante sus proyectos ahí y porque estaban rodeados de bandas criminales.

Juntaron los ahorros, el auxilio de 2 millones 600 mil pesos que les dio el Gobierno a cada uno, y compraron un lote de 21 hectáreas, construyeron sus propias viviendas, vías de acceso y arrancaron con proyectos productivos de piscicultura y gallinas ponedoras de huevos. 

Por ahora, ellos van a recibir en ese espacio a las mujeres y niños que llegan de Ituango, mientras que los hombres se van a instalar en carpas en el predio que les arrendó el Gobierno.

La ARN y la Gerencia de Paz de la Gobernación de Antioquia le dijeron a La Silla que, en principio, instalarán unas viviendas temporales, mientras se concreta la compra del predio este año y se adelantan estudios con el Ministerio de Vivienda para la construcción de las casas definitivas, con recursos del Gobierno y de la Unión Europea. 

Ese proceso, según la ARN, podría tardar entre un año y año y medio, y ya se cuenta con un recurso de 300 millones de pesos del Gobierno Nacional para hacer los estudios de prefactibilidad del terreno. 

Mientras tanto, los recién llegados van a empezar a gestionar el proyecto productivo de ganado que ya habían iniciado en Ituango pero que, con el traslado, tuvieron que parar. La idea es volver a comprar otros animales que se adecúen al nuevo clima y los insumos que necesiten. 

Otro punto a favor, además de tener al lado al grupo de ‘Manteco’, es que también están cerca de alrededor de 130 exguerrilleros asentados en el municipio vecino Dabeiba, a quienes a finales del año pasado empresarios de Proantioquia les regalaron 270 hectáreas para apoyar la reincorporación en esa zona.

Por eso, según nos contó Gustavo López, ‘Agustín’, encargado del Etcr de Santa Lucía, es probable que en las próximas semanas comiencen a llegar allí varios de los reincorporados desplazados de Ituango que están viviendo ahora en Medellín y en otros municipios. 

Incluso, los siete reincorporados que decidieron quedarse en Santa Lucía, “si la situación de seguridad no mejora y la presión allá es mucha, es probable que tengan que llegar a Mutatá”, nos dijo el líder de Farc Manuel Antonio Benítez. 

Por ahora, con los que quedan allá y desde Mutatá, van a tratar de mantener el proyecto productivo de Café Paramillo, que comercializa café cultivado en Ituango, y el de instalación de internet, que funciona desde el casco urbano del municipio. 

Así, arranca una nueva etapa de reincorporación en Antioquia con expectativas, lejos de Ituango, un pueblo que se mantiene en la racha de violencia y a la espera de que la paz y el desarrollo que les prometieron a sus habitantes con el Acuerdo de Paz, les llegue.

¿Qué implica que los excombatientes de las Farc tengan que salir del Etcr de Ituango?

  

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Respuesta a las críticas a la demanda tributaria coordinada por Dejusticia (I)

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Hace aproximadamente un mes, Dejusticia y algunos constitucionalistas y economistas muy reconocidos presentamos una demanda ante la Corte Constitucional para que ese tribunal declare la inconstitucionalidad de todo el Estatuto Tributario (ET), esencialmente por violar el principio de progresividad tributaria, sin tampoco satisfacer los otros dos principios constitucionales sustantivos que gobiernan el sistema tributario: los principios de equidad y de eficiencia.

El propósito de la demanda no es obviamente que Colombia se quede sin impuestos, lo cual sería una catástrofe, o que la Corte corrija las inequidades del estatuto tributario, pues esa labor corresponde al Congreso.

Pedimos entonces a la Corte que aplace por dos años, prorrogables a cuatro, los efectos de la eventual declaratoria de inconstitucionalidad del ET, a fin de que en ese período el Congreso, en el marco de un gran debate nacional, adopte un estatuto tributario, o corrija profundamente el existente, a fin de tener un sistema tributario progresivo, equitativo y eficiente, no sólo porque así lo exige la Constitución (arts 13, 95 y 113) sino además porque es muy difícil reducir la extrema desigualdad en Colombia sin un sistema tributario progresivo, que cobre tarifas efectivas más altas a quienes más ingresos y patrimonio tengan.

Esa demanda ha suscitado varios apoyos, como el de economistas prestigiosos que no están entre los demandantes, como Eduardo Lora, pero también varias críticas.

Este debate público es bienvenido pues uno de los propósitos de la demanda es suscitar una discusión ciudadana y política sobre la necesidad de una reforma estructural de nuestro sistema tributario, que parece no tener ningún defensor, pues incluso quienes critican severamente nuestra demanda, comienzan por aclarar que reconocen los graves problemas de nuestro ET.

Así los economistas Luis Guillermo Vélez y Sergio Clavijo criticaron duramente la demanda, diciendo que carece de todo fundamento y que es temeraria, pero señalan que son muy críticos del actual ET y de sus reformas.

Algunas de esas críticas fueron formuladas por economistas y juristas respetados y que respeto, como Pacho Azuero, Juan Camilo Restrepo y Jorge Humberto Botero, quienes plantean objeciones interesantes que ameritan una discusión pública. Algunas académicas que respeto, como Lina Céspedes, han apoyado en general la demanda pero han señalado insuficiencias en su enfoque de género, que consideran que es necesario en estas discusiones tributarias.

Otras críticas han sido en cambio poco serias pues han distorsionado nuestros planteamientos.

Un ejemplo extremo de esos ataques poco serios (pero no el único) fue el del periodista Luis Carlos Vélez, quien me entrevistó sobre la demanda y luego de despedirme del programa, y desconociendo cualquier mínima cortesía periodística, se fue lanza en ristre contra la demanda, cuando yo no podía responderle, distorsionando además nuestro planteamiento.

Nos atribuyó que queríamos recargar de impuestos a la clase media, cuando el propósito de la demanda es todo lo contrario: que los tributos no recaigan en la clase media o los sectores populares sino en los estratos más altos, conforme al principio de progresividad, según el cual quienes más patrimonio e ingreso tengan deben pagar tarifas efectivas más altas, para que el sistema tributario sea redistributivo.

Nos acusó de demagogia y de asumir posiciones chavistas, cuando en el fondo la demanda simplemente busca que en Colombia se aplique algo parecido a la llamada “regla Buffet”: la regla tributaria formulada por uno de los billonarios más ricos del mundo, Warren Buffet, quien pidió que los ricos pagaran más impuestos y que hubiera impuestos mínimos a los multimillonarios. ¿Será que Buffet es chavista?

Estas distorsiones a los planteamientos de la demanda son desafortunadas pues este tema requiere de una discusión pública, franca y vigorosa, pero que sea leal y fundamentada.

En ese espíritu de tener una discusión sólida de este tema trascendental, en este blog empiezo a responder a las críticas serias y sustentadas a la demanda. No responderé sin embargo a los ataques sin fundamento y con estigmatizaciones, como los del periodista Luis Carlos Vélez, y me concentraré en las objeciones relevantes.

Comienzo entonces por sintetizar esas críticas, para luego responder en ese blog y en otros que seguirán a las más importantes y pertinentes.

Las críticas

Aunque no las hayan formulado en esa forma y ese orden, las críticas son esencialmente de cinco clases.

Primero, algunos critican la premisa normativa de la demanda y argumentan que el principio de progresividad (y en general los principios previstos en el artículo 363 de la Constitución) no se deben analizar únicamente frente a los impuestos sino frente a toda la política fiscal, que incluye también el gasto público.

Segundo, otros critican la posibilidad de control judicial de la progresividad. Su tesis es que la satisfacción del principio de progresividad no es justiciable o controlable judicialmente pues consideran que es un tema político que corresponde decidir y evaluar al Congreso y no a las cortes. Que por eso nuestra demanda, si es acogida por la Corte Constitucional, violaría la separación de poderes y el principio de que no puede haber impuestos sin representación, pues sería la Corte Constitucional quien terminaría formulando la política tributaria en Colombia.

Tercero, otros critican el instrumento jurídico usado: cuestionan que busquemos una reforma estructural del ET con una demanda de inconstitucionalidad contra todo el ET y formulan básicamente cinco objeciones: i) que eso es fetichismo normativo pues el problema no estaría en la ley sino en su implementación; ii) que distorsionamos el control constitucional pues ponemos a la Corte a declarar inconstitucional una ley no por su contenido sino por sus efectos; iii) que en todo caso, si el problema de la regresividad del sistema tributario estuviera en la ley, la demanda estaría mal dirigida pues ataca todo el ET, que es un cuerpo normativo de casi 1000 artículos, en vez de cuestionar las normas específicas del ET que generarían inequidad y regresividad tributarias; iv) que además sobre algunos apartes del ET ya habría cosa juzgada pues la Corte ya decidió sobre su constitucionalidad; y v) que usamos un instrumento jurídico (una demanda de inconstitucionalidad) para un propósito político (la reforma estructural tributaria), por lo que deberíamos dedicarnos a la política. 

Cuarto, algunos critican las premisas empíricas de nuestro planteamiento: básicamente con cinco objeciones: i) que nuestro concepto de igualdad es pobre y restrictivo pues el problema no es la desigualdad en patrimonio o en ingresos sino la relativa al consumo, en donde Colombia no estaría tan mal; ii) que es erróneo analizar la regresividad de los impuestos indirectos, como el IVA, que por definición no son progresivos; iii) que en impuestos directos, nuestro análisis es equivocado pues sólo muestra regresividad en una parte ínfima de los contribuyentes, a saber en el decil 10, y más específicamente en el 1% y el 0,1% de los contribuyentes; iv)  que es equivocado exigir progresividad en el impuesto a la renta empresarial; y v) que dejamos de lado la dimensión de género en nuestro análisis.

Finalmente, otros critican la oportunidad y conveniencia de la demanda. Estas objeciones pueden compartir la esencia de nuestro planteamiento pero formulan cuatro objeciones: que i) la demanda genera una enorme inseguridad jurídica, pues pone en vilo las reglas tributarias, ii) que obliga a hacer tabula rasa pues habría que empezar de cero, lo cual ignora los avances del ET y de las propuestas que se han hecho para mejorarlo en estos años; que iii) todo eso es aún más grave por el momento que vivimos, debido a la pandemia; y que en todo caso, iv) si la demanda prospera o sería inocua o causaría graves traumatimos institucionales pues si la Corte acoge nuestros planteamientos y declara inconstitucional el ET, no habría forma de forzar al Congreso a que adoptara un nuevo ET o modificara el existente, en forma tal que se ajustara a los principios constitucionales. Y si la Corte intenta forzar al Congreso a hacer la reforma, sería prácticamente un golpe de Estado.

Las críticas son múltiples y algunas son válidas y relevantes y obligan a refinar la demanda. Pero no creo que ninguna invalide la esencia de la demanda y de nuestras pretensiones. Además, algunas de las objeciones reposan sobre equívocos conceptuales que esperamos despejar por medio de estos escritos y otros muy buenos que fueron presentados por otros demandantes, como Jorge Iván González, Luis Jorge Garay y Jorge Enrique Espitia, Leopoldo Fergusson y Esteban Hoyos. Pero siendo tantas las objeciones y siendo algunas complejas, no conviene abordarlas todas en un solo blog pues quedaría excesivamente extenso y pesado.

En este primer blog de respuesta me concentró entonces en la premisa normativa, que creo que tiene una cierta prioridad lógica sobre las otras objeciones pues la demanda está formulada como una especie de silogismo.

La premisa mayor es normativa y es que el sistema tributario debe ser progresivo. La premisa menor es empírica: el sistema tributario no es progresivo y esa falta de progresividad deriva de ciertos rasgos del ET. La conclusión es que la Corte debe declarar inexequible el ET.

Si las críticas al fundamento normativo o premisa mayor de nuestro razonamiento son válidas, entonces toda nuestra argumentación se derrumbaría, por lo que procedo a examinarla.

Las objeciones a la premisa normativa

La objeción a nuestra premisa normativa es formulada, con argumentos semejantes, por varios de los críticos, como Jorge Humberto Botero, Juan Camilo Restrepo, Luis Guillermo Vélez o Sergio Clavijo.

Consideran que el tema de la progresividad debe mirarse frente a la política fiscal en su conjunto, que incluye no sólo los impuestos sino también el gasto público.

Nuestra interpretación del artículo 363 de la Constitución sería para ellos estrecha, literalista y equivocada pues esos principios (progresividad, equidad y eficiencia) no estarían referidos exclusivamente a los impuestos sino también al gasto.

Añaden que eso es claro en los teóricos de la Hacienda Pública y de la economía política que nunca analizan el problema de los impuestos separadamente del gasto, por lo cual, con algo de arrogancia, uno de ellos (Luis Guillermo Vélez) prácticamente nos manda a leer a estos teóricos, desde Adam Smith hasta Stiglitz, como si ninguno de los demandantes conociéramos esa literatura.

Esta objeción tiene un punto válido, que creo que la mayor parte de los demandantes compartimos, pero es totalmente equivocada desde el punto de vista jurídico y constitucional.

El punto razonable es que es cierto que uno no debería buscar únicamente que el sistema tributario fuera progresivo, equitativo y eficiente,  sin preocuparse al mismo tiempo de la progresividad y eficiencia del gasto.

La razón es convincente: de poco serviría tener un sistema tributario progresivo si el gasto es tan regresivo que no corrige las desigualdades.

De otro lado, es cierto que hay países que pueden tener sistemas tributarios que no son muy progresivos pero logran una importante igualdad gracias a un gasto progresivo y a otras características de sus economías.

Las anteriores anotaciones son razonables y podrían ser relevantes si estuviéramos en una asamblea constituyente discutiendo las normas a ser adoptadas sobre hacienda pública y entráramos a debatir si la progresividad debía predicarse sólo del sistema tributario o de toda la política fiscal, incluido el gasto.

Por las razones que desarrollo al final de este escrito, no comparto esas visiones y considero que es válido defender la progresividad como principio específico del sistema tributario, lo cual no significa dejar de preocuparse por los problemas de eficiencia y progresividad del gasto.  Pero más allá de esa discusión  de economía política, que es importante, esas objeciones son infundadas frente a la argumentación jurídica de la demanda.

Refutación jurídica

El punto esencial, que los críticos buscan minimizar o desestimar pero que es contundente, es el siguiente: el artículo 363, al hablar de los principios de progresividad, eficiencia y equidad, se refiere exclusivamente al “sistema tributario” y para nada menciona el gasto ni la política fiscal en general

Ahora bien, a nivel literal, aquí y en Cafarnaúm, la expresión “sistema tributario” hace referencia a los impuestos y para nada tiene que ver con el gasto público.

Esto es tan obvio jurídicamente que ni siquiera nos pareció relevante discutirlo en la demanda pues nunca en las discusiones constitucionales colombianas ha habido alguna duda de que el artículo 363 de la Constitución se refiere a los tributos y no al gasto. La discusión que ha habido ha sido otra: si esos principios constitucionales tributarios se aplican al sistema tributario en su conjunto o si es posible que un impuesto individualmente pueda violar alguno de ellos, especialmente el de progresividad.

Por lo anterior, la Corte Constitucional, en todas las sentencias que han abordado el tema desde 1992, señala siempre, y en forma inequívoca, que los principios previstos por el artículo 363 hacen referencia a los impuestos, los tributos, y no al gasto público, que se rige por otros principios constitucionales.

Puedo al respecto citar, sin dificultad, numerosísimas sentencias, como las siguientes: C-333 de 1993, C-138 de 1996, C-637 de 2000, C-1060-A de 2001, C -1107 de 2001, C-776 de 2003, C-989 de 2004, C-406 de 2005, C-748 de 2009, C-100 de 2014 y C-521 de 2019. En ninguna de esas sentencias, ni en ninguna otra que yo conozca, la Corte siquiera duda de que los principios del artículo 363 se aplican específicamente a los impuestos y no al conjunto de la política fiscal.

Si el lector no desea realizar esa revisión sistemática (y lo entiendo pues es una labor dispendiosa), lo remito a la sentencia C-087 de 2019, bastante reciente, en que la Corte sintetiza que esos principios son tributarios y no relativos a toda la política fiscal, y por ello señala que si bien el legislador goza de una amplia libertad para establecer los diversos tributos, sin embargo “debe respetar los derechos fundamentales y, en particular, ceñirse a los principios constitucionales de legalidad, certeza e irretroactividad de los tributos (Art. 338 C.P.), así como a los principios de equidad, justicia, eficiencia y progresividad (Art. 363 C.P.  constitucional)”.

Esta aplicación específica del principio de progresividad al ámbito tributario (y no a la política fiscal en general) no deriva sólo del sentido literal del artículo 363 sino también de una interpretación sistemática e histórica de esta disposición. Pero recordemos que en todo caso la literalidad de una norma es siempre uno de los argumentos jurídicos más poderosos…

Primero, ese mandato de progresividad del sistema tributario está vinculado a la cláusula del Estado social de derecho (CP art 1) y a los  deberes ciudadanos previstos en el artículo 95-9 de la Carta, que indica que es deber de los ciudadanos “contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de justicia y equidad”.

La progresividad y equidad del sistema tributario, consagrados en el artículo 363 de la Carta, son entonces una forma de materializar ese deber ciudadano de contribuir al financiamiento del Estado,  por lo que es claro que esos principios son relativos a la tributación y no al gasto.

Segundo, estos principios constitucionales tributarios están inspirados en la Constitución española de 1978, especialmente en su artículo 31, que señala que todos deben contribuir “al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad, que en ningún caso tendrá alcance confiscatorio”.

En España país, tanto la doctrina como la jurisprudencia constitucional, han entendido que esa norma se aplica a los tributos y no al conjunto del sistema fiscal. La discusión en ese país, semejante a la colombiana, ha sido sobre el alcance de esos principios y si estos se refieren a todo el sistema tributario en su conjunto o pueden predicarse de impuestos individuales, pero nunca ha habido duda de que son principios específicos del sistema tributario.

Por todo lo anterior, son insostenibles los otros argumentos jurídicos propuestos por los críticos a la demanda para considerar que la expresión “sistema tributario” no se entienda como sistema tributario sino como política fiscal o “sistema fiscal”.

Luis Guillermo Vélez argumenta que es necesario entender que el artículo 363 se aplica al sistema fiscal y a toda la política fiscal (y no sólo a lo tributario) porque así lo han entendido los principales teóricos de la Hacienda Pública, como Stiglitz o Adam Smith, y porque la norma hace parte del Título XII de la Constitución, que habla del “régimen económico y de la hacienda pública”.

Sus dos argumentos son jurídicamente inaceptables.

De un lado, el Titulo XII de la Constitución contiene normas económicas múltiples: algunas son sobre propiedad estatal del subsuelo (art  332), otras sobre planes de desarrollo (art 339 a 344), otras sobre Banca Central (arts 371 a 373), otras sobre servicios públicos (art 365 y ss), etc, por lo que es imposible inferir alguna implicación normativa de que algún artículo pertenezca a ese título.

Además, no sobra recordar que la Corte Constitucional ha señalado que la división en títulos y capítulos en la Constitución es indicativa pero no tiene efectos normativos, por lo que no puede uno alterar el significado de un artículo constitucional únicamente por el lugar que ocupa en la Carta.

En ese contexto, algunas normas de ese título regulan el gasto público, pero otras son específicas sobre impuestos y tributación, como el 338 y el 363. Del hecho de que esas normas estén en ese título XII no puede uno inferir que un artículo clara y específicamente referido a los tributos, como el 363, debe entenderse que se aplica también al gasto, como tampoco puede uno inferir que otros artículos referidos específicamente al gasto (como el 350  sobre gasto social) consagran también principios tributarios. 

De otro lado, no pretendo entrar en controversias intensas sobre los autores que Vélez cita pero creo que los malinterpreta.

Es cierto que Adam Smith, en el libro V de la Riqueza de las Naciones, habla de las “rentas del soberano o de la república” y analiza tanto el gasto como los impuestos. Pero lo que Vélez deja de lado es que en ese mismo Libro V, en su conocida parte II del capítulo II, llamada “De los Tributos”, Smith formula sus famosos cuatro principios tributarios, no tan lejanos del artículo 363 de la Constitución, y que se aplican específicamente a los tributos y no al gasto ni a la política fiscal en su conjunto: son los principios de igualdad, certeza, comodidad y eficiencia de los tributos.

Por su parte es cierto que Stiglitz analiza el tema de los impuestos articulado al debate de los gastos pero defiende específicamente el principio de progresividad en el ámbito tributario, como lo muestra este texto de 2014 en que propone una mayor progresividad del sistema tributario de Estados Unidos para enfrentar los problemas de pobre crecimiento  y creciente desigualdad en ese país.

No quiero atardarme en ese debate de teoría económica pues incluso si Vélez tuviera razón en que ninguno de esos esos autores defiende principios tributarios específicos (que no lo creo), eso no sería un argumento suficiente para modificar nuestra interpretación acerca del artículo 363 de la Constitución, que claramente establece la aplicabilidad de esos principios específicamente al “sistema tributario”.

Por su parte, Juan Camilo Restrepo y Jorge Humberto Botero adelantan un argumento ingenioso pero jurídicamente poco claro e insostenible para defender que la noción de “sistema tributario” del artículo 363 de la Constitución incluye igualmente el gasto público.

Su tesis se funda en la noción desarrollada contemporáneamente sobre “gasto fiscal”, que hace referencia a los ingresos que el Estado deja de percibir como consecuencia de los distintos privilegios o incentivos tributarios que otorga, como las exenciones o las deducciones, supuestamente para estimular ciertas actividades.

Algunas corrientes económicas proponen que esos incentivos sean entendidos como una forma de gasto público puesto que el Estado incurre en un costo (ya que deja de percibir ciertos dineros) por estimular una actividad, con lo cual una exención sería económicamente equivalente a un subsidio directo.

Botero y Restrepo critican entonces que la demanda no haya tenido en cuenta esa noción de “gasto fiscal”, una omisión que califican de lamentable. Y a partir de ello concluyen (sin realmente mucha argumentación) que el principio de progresividad del artículo 363 de la Carta se aplica a toda la política fiscal, incluido el gasto, por lo que no podría evaluarse la progresividad únicamente frente a los tributos sino frente a toda la política fiscal.

Comparto la importancia de la noción de “gasto tributario” o “gasto fiscal” que mencionan Restrepo y Botero y estoy convencido de que la mayor parte de los demandantes también lo hacen. Es muy interesante mirar los incentivos y privilegios tributarios no sólo como decisiones que pueden afectar los principios tributarios sino también como una forma oculta de gasto público, que es necesario trasparentar, para controlarlo y evaluarlo mejor.

Sin embargo, honestamente no veo la relevancia de esa categoría en esta discusión.

Nuestra demanda, aunque no hable formalmente de “gasto tributario”, no ignora el tema pues cuestiona severamente los privilegios tributarios. Lo que pasa es que los aborda como una posible violación de los principios tributarios, siguiendo en eso el sentido inequívoco del artículo 363 de la Carta y las innumerables sentencias en que la Corte ha tenido que abordar la constitucionalidad de ciertos incentivos tributarios, como las exenciones, y precisamente ha evaluado si esos privilegios tributarios son o no compatibles con los principios tributarios del artículo 363 de la Carta (Ver por ejemplo, entre otras, las sentencias C-1060A de 2001, C-1297 de 2001 y C-748 de 2009).

De otro lado, y más importante aún, no entiendo cómo (y en ese punto el escrito de Restrepo y Botero es muy oscuro) la noción de “gasto tributario” modifica el alcance de la expresión “sistema tributario” del artículo 363 constitucional.

Primero, ese concepto en la literatura económica no es totalmente pacífico pues algunos prefieren seguir hablando de incentivos tributarios y de sus costos pero se resisten a asimilar esos incentivos a un gasto. Es entonces muy problemático usar una noción económica, aún en desarrollo, para modificar el sentido claro y preciso de una disposición constitucional.

Lo que están pidiendo Restrepo y Botero a la Corte es que ignore el tenor literal del artículo 363, que ignore los orígenes históricos de ese artículo, que ignore las clásicas distinciones constitucionales entre impuesto y gasto, y que ignore todos sus precedentes en el tema por casi 30 años, y entienda que la expresión “sistema tributario” en realidad  se refiere a “sistema fiscal” e incluye el gasto, simplemente porque la doctrina económica ha desarrollado en los últimos años una nueva noción: el “gasto tributario” para referirse a los privilegios tributarios.  

Es una creatividad jurídica difícil de aceptar. Resulta además extraño que quienes proponen esa operación interpretativa, que es una invitación al máximo activismo judicial, sean quienes critican nuestra demanda por supuestamente invitar a un activismo judicial indebido…

Segundo, supongamos en gracia de discusión que esa noción de “gasto fiscal” se consolida tanto en la doctrina tributaria y en la práctica de los Estados que resulta ineludible tomar en cuenta sus implicaciones constitucionales, que es algo que personalmente considero deseable. Sin embargo, si eso ocurriera (o incluso si entendiéramos que eso ya ocurrió) no entiendo por qué ese hecho modifica el entendimiento de que los principios del artículo 363 de la Constitución se refieren específicamente al sistema tributario, esto es, a los impuestos.

No entiendo la lógica del argumento de Botero y Restrepo. No veo cuál es la conexión lógica entre la premisa de la que parten y la conclusión a la que llegan. Yo puedo aceptar que algunas decisiones tributarias, como otorgar una exención, deben ser también consideradas como una forma de gasto. Pero no veo por qué eso altera la idea de que el sistema tributario debe ser progresivo, eficiente y equitativo.  

Si uno acepta la premisa de Botero y Restrepo y acepta que la noción de “gasto fiscal” se ha tornado constitucionalmente relevante, la consecuencia no sería que el principio de progresividad no se puede predicar del sistema tributario sino solo de toda la política fiscal pues esa conclusión no deriva lógicamente de esa premisa. Es un clásico non sequitur.

Las implicaciones constitucionales de esa evolución serían muy distintas. Habría que concluir que los incentivos tributarios, en la medida en que deben ser considerados también como una forma de gasto, están sometidos a un doble régimen constitucional: de un lado, por ser una decisión tributaria, entonces tienen que respetar los principios tributarios previstos en el artículo 363 de la Constitución. Por ejemplo, la Corte debe examinar si respetan o no la equidad horizontal.

Pero, de otro lado, como son una forma de gasto, entonces habría que concluir que esos privilegios tributarios deben respetar también las normas constitucionales relativas al  gasto público: habría que concluir que por ser un gasto, esos privilegios tendrían que estar discriminados como gasto y ser aprobados en cada presupuesto anual, como lo establecen frente al gasto los artículos 345 a 347 de la Carta. Puede uno discutir si eso es bueno o malo para el proceso presupuestal pero me parece que esa sería la consecuencia de entender los incentivos tributarios como gasto.

Finalmente, la tesis de quienes defienden que los principios constitucionales del artículo 363, y en especial el principio de progresividad, se refieren a toda la política fiscal y no específicamente al sistema tributario, privaría a esa norma de eficacia normativa y la volvería un saludo a la bandera pues no habría forma de controlar judicialmente su cumplimiento. Como los principios de progresividad y eficiencia se predican esencial de todo el sistema,  ¿habría entonces que demandar no sólo el ET sino también todas las leyes relativas al gasto para que la Corte pudiera evaluar la progresividad del sistema fiscal?

Economía política, progresividad tributaria y desigualdad

El anterior examen ha mostrado que jurídicamente es claro que los principios de progresividad, equidad y eficiencia del artículo 363 de la Constitución se predican de los tributos y no del sistema fiscal en su conjunto, por cuanto esa disposición constitucional se refiere al sistema tributario. La premisa normativa de nuestra demanda es entonces totalmente válida.

En los párrafos finales de este blog quiero además defender que esa norma constitucional es sana, en especial porque somos una sociedad con altos niveles de desigualdad y problemas de bajo recaudo tributario, comparados con países de niveles de desarrollo semejante.

Contrariamente a las críticas que nos plantean, esta defensa de la progresividad tributaria no implica desatender los problemas del gasto, que también debe ser transparente y progresivo. Lo que pasa es que las inequidades e ineficiencias del gasto no son relevantes en una demanda contra el ET, y por ello no las abordamos en el escrito; pero obviamente son muy importantes en discusiones políticas sobre cómo reducir la desigualdad en Colombia.

El punto no es entonces si es o no importante abordar también a nivel político las discusiones sobre la calidad del gasto público en Colombia pues es obvio que hay que hacerlo y es claro que el gasto público también deber ser progresivo y eficiente. El punto es si conviene defender el artículo 363 que establece que en todo caso el sistema tributario debe ser en sí mismo progresivo. Y mi respuesta (y creo que la de quienes han apoyado esta demanda) es afirmativa.

Tengo claro que en las últimas décadas se desarrolló una literatura económica, muy asociada al llamado consenso de Washington, que sostenía que los Estados no debían preocuparse tanto de mejorar la progresividad tributaria, que consideraban que se había tornado excesiva y limitaba el crecimiento, sino únicamente de la progresividad del gasto. Por ello algunos de esos autores recomendaron tarifas tributarias fijas o planas para todos los contribuyentes, incluso a nivel del impuesto a la renta y a la propiedad. O al menos recomendaron una reducción severa de las tarifas marginales para los ingresos más altos, que efectivamente ocurrió en la mayor parte de los países desarrollados y en especial en Estados  Unidos y el Reino Unido.

Es posible que en algunos países, con unas economías particulares, ese esquema tributario haya funcionado. Pero en general esa perspectiva de reducir la progresividad tributaria ha tenido efectos antidemocráticos y por ello no es cierto que haya consenso en la doctrina económica contemporánea en que debe analizarse la progresividad frente a toda la política fiscal y no específicamente frente a los tributos.

Muchos grandes economistas, como Stiglitz, Piketty, Sáez,  defienden la progresividad tributaria. Incluso economistas de entidades que promovieron el consenso de Washington, como Victor Gaspar, Director de Asuntos Fiscales del Fondo Monetario Internacional, han defendido la progresividad tributaria. 

La razón del apoyo a la progresividad es que varios estudios, como los de Piketty y Sáez, han mostrado que la reducción de la progresividad en esos países se ha acompañado de serios incrementos de la desigualdad, especialmente por la manera como las personas más ricas (quienes hacen parte del 1% y 0,1% más rico de la población) se han beneficiado de esos alivios tributarios.

Esto muestra que una sociedad verdaderamente democrática tiene que fundarse en un pacto tributario que permita que haya un sistema tributario redistributivo, equitativo y eficiente.

Una comparación entre Colombia y algunos países europeos (como Austria, Alemania o Finlandia), o latinoamericanos más igualitarios (como Argentina o Uruguay), confirma esa tesis.

Si usamos el coeficiente de Gini, que varía entre 0 (igualdad total) y 1 (desigualdad total), esos países y Colombia tienen antes de impuestos una desigualdad en ingresos superior a 0,5, que es alta. Después de impuestos la situación varía radicalmente pues en los tres países europeos el Gini desciende a menos de 0,3, lo cual hace de ellos países igualitarios. Y en Uruguay y Argentina también desciende, menos que en Europa, pero baja varios puntos. En cambio, en Colombia, la desigualdad no se reduce después de impuestos (ni siquiera después de impuestos y transferencias), lo cual, junto con otras razones, hace de Colombia uno de los países más desiguales del mundo.

Esta demanda contra el ET, que defiende con vigor el principio de progresividad tributaria, es entonces una apuesta por lograr una Colombia más justa y equitativa. Y como mostraré en otros blogs sobre el tema al responder a las otras objeciones a la demanda, y como lo han explicado mucho mejor que yo otros demandantes, como Jorge Iván González, Leopoldo Fergusson, Esteban Hoyos, Luis Jorge Garay y Jorge Enrique Espitia, el recurso a la demanda de inconstitucionalidad para avanzar en ese propósito no es un exabrupto, ni un abuso de las acciones judiciales, ni implica llevar a la Corte a terrenos peligrosos por fuera de sus competencias constitucionales.

Es un ejercicio legítimo de formas de participación ciudadana, distintas de la política partidista pero previstas en la propia constitución, como es la presentación de demandas de inconstitucionalidad (CP art. 40 y 241).

Además le pedimos a la Corte algo muy clásico para un tribunal constitucional: que constate si una norma legal (en este caso el ET) viola o no mandatos constitucionales (en este caso, los principios de progresividad, eficiencia y equidad del artículo 363 de la Constitución). 

La demanda cumple además ampliamente los requisitos de admisibilidad establecidos por Constitución, el decreto 2067 de 1991 y la jurisprudencia constitucional, por lo que es extraño que algunos críticos hayan pedido a la Corte que la rechace. Nos parece una tentativa por impedir un debate constitucional, que debe darse con toda la amplitud que amerita, en vez de pretender suprimirlo con procesalismos.

Finalmente, creo que este ejercicio ciudadano es útil y necesario pues surge de la siguiente constatación: desde hace unos 20 años, los mejores expertos han pedido una reforma estructural al ET, para que tengamos un sistema tributario progresivo, equitativo y eficiente; pero eso no ha sido políticamente posible y en cambio tenemos minirreformas cada dos años. Esto sugiere que sin una intervención externa, como sería la decisión de la Corte, esa reforma estructural no ocurrirá y el enredo del ET sería cada vez peor.

 

Hilos temáticos: 
Opinión

Condena al Gobernador del Cesar, golpe al corazón de los cuestionados Gnecco

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Hace unas horas, la Corte Suprema anunció que el gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco (avalado por una coalición de La U, Cambio Radical y liberales), fue encontrado culpable del delito de corrupción al sufragante, en un juicio que comenzó en 2017 y tiene que ver con hechos de su primera campaña en 2011.

La noticia, que se dio virtualmente y consiste apenas en el sentido del fallo en primera instancia, pues este se conocerá completo con todos sus alcances el próximo 27 de julio; sacudió al departamento y, más allá, significa un golpe directo al corazón de los Gnecco, el cuestionado y superpoderoso clan que domina el Cesar en cabeza de la mamá del mandatario: la matrona Cielo Gnecco Cerchar.

Aunque sobre este grupo llueven señalamientos, este es particularmente importante porque pone en juego su continuidad en la principal silla del valle, pese a que, en cualquier caso, Monsalvo ya anunció que apelará la decisión.

 

En La Silla Vacía hemos contando en detalle, tanto el caso que hoy tiene al Gobernador en jaque, como todos los ruidos que lo rodean a él y a su clan. 

El caso

En el 2011, Monsalvo fue elegido gobernador del Cesar, avalado por el partido de La U, tras sacar 174.712 votos.

Lo que la Corte encontró en primera instancia es que, durante esa campaña, el hoy Gobernador pactó con los habitantes de unas invasiones ilegales en Valledupar que les ayudaría a permanecer en esos terrenos a cambio de que votaran por él a la Gobernación y por el entonces candidato de Cambio Radical a la Alcaldía, y a la postre Alcalde, Augusto ‘Tuto’ Uhía. 

Tuto, de hecho, también resultó salpicado en el caso, al ser acusado por la Fiscalía igualmente por corrupción al sufragante. Su juicio empezó a finales del año pasado. 

En campaña, Monsalvo y Uhía firmaron cuatro pactos notariados para mantener a la gente  “quieta y pacíficamente” en los terrenos ocupados, mientras que las comunidades se comprometían a “respaldar de manera unánime con su voto y el de toda la comunidad” y también había un compromiso de los candidatos de incluir a estas comunidades en los programas de vivienda digna que desarrollarían una vez llegaran al poder.

Particularmente, Monsalvo Gnecco firmó dos pactos con los habitantes de invasiones. Uno fue suscrito el 16 de octubre de 2011 con los habitantes de Tierra Prometida y otro con los invasores de los predios ubicados en la finca La Sabana (no se conoce en físico el pacto notariado pero ha sido referenciado en testimonios recogidos en prensa).

En diciembre de 2011 la Corte Constitucional resolvió una acción de tutela interpuesta por la comunidad invasora de la finca La Sabana en la que ordenó a Monsalvo, en su calidad de Gobernador, realizar un censo en ese terreno para identificar a la población desplazada y desalojar a sus habitantes, pero ubicándolos en albergues temporales e incluyéndolos en planes de vivienda digna. 

Esa sentencia fue desacatada en varias oportunidades por Monsalvo Gnecco, lo que le valió dos órdenes de arresto distintas por cinco días en el 2013, que finalmente fueron revocadas por el Tribunal Administrativo del Cesar en 2017, aunque le mantuvieron una multa de 10 salarios mínimos legales vigentes.

Después de esa sanción, el proceso quedó detenido hasta que, a raíz de denuncias puestas por Óscar Guerra y Alberto Pimienta, los dueños de los predios, contra Monsalvo Gnecco y Tuto Uhía, la Fiscalía procedió a investigar y en enero de 2017 imputó cargos al actual Gobernador. Monsalvo fue acusado por la Fiscalía, pero el juicio lo llevó la Corte porque tiene fuero especial por su cargo. 

El clan Gnecco

Aunque aún falta el trecho de la segunda instancia, la condena contra el Gobernador pone en juego su permanencia en el cargo y los reflectores nacionales sobre su familia. 

Pese a que varios integrantes de los Gnecco han estado involucrados en líos de corrupción y de parapolítica, el clan controla la silla del Gobernador desde hace ocho años y medio y en las elecciones pasadas también ganaron la Alcaldía de Valledupar, en cabeza de José Santos ‘el Mello’ Castro. 

En su haber político, también cuentan con los dos senadores del Cesar (José Alfredo Gnecco, primo del Gobernador Monsalvo, de La U y Didier Lobo de Cambio Radical, quien es más un aliado) y con el representante de La U Jorge Salazar. 

Y, como también hemos detallado, son de las familias más ricas del Cesar y tienen un gran músculo económico: grandes terratenientes, dueños de más de 30 mil cabezas de ganado y proveedores de leche a empresas, incluyendo multinacionales. Todo eso, en cabeza de Luis Alberto Monsalvo Ramírez, esposo de Cielo, y padre del mandatario en líos.

El hermano de Cielo Gnecco y ex cabeza del grupo, Jorge Gnecco Cerchar, fue señalado por el líder de las Autodefensas Salvatore Mancuso de impulsar la llegada del paramilitarismo al Cesar y fue asesinado por el paramilitar Jorge 40. 

Los Gnecco llegaron al Cesar provenientes de La Guajira hace más de 40 años y, como contamos en una investigación del año 2013, según una fuente que lo escuchó de su boca, Jorge Gnecco quería fundar el “Magdalena grande”, un proyecto criminal que consistía en poner gobernadores y alcaldes en La Guajira, el Cesar y el Magdalena, y hacer elegir congresistas de la región para crear un gran bloque que les diera poder a nivel nacional y protegiera las rutas del contrabando. 

El otro hermano de Cielo, Lucas Gnecco Cerchar, fue condenado a 24 años de cárcel por la Corte Suprema de Justicia por constreñimiento electoral. 

Cielo Gnecco también es prima del asesino exgobernador de La Guajira, Francisco ‘Kiko’ Gómez. Como contamos, la amistad entre él y la familia Gnecco ha sido tan estrecha que en 2013 fue invitado de honor al cumpleaños de Cielo en la casa de eventos llamada Las Marías en donde ese día tocaron artistas vallenatos como Silvestre Dangond y Jorge Oñate.

Más allá de la condena penal, en 2018 se conoció una imputación fiscal de la Contraloría contra Monsalvo por presuntas irregularidades en la contratación del Programa de Alimentación Escolar (PAE) en 2015 y, como contamos, en su primera Administración dejó un legado de obras inconclusas.

En unos días se sabrá no sólo el monto de su condena penal, sino también si su sentencia incluye orden de arresto, lo cual le impediría seguir en el cargo, al menos mientras se resuelve la segunda instancia; o si permanece mandando mientras se resuelve definitivamente su proceso.

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Chocó y Norte, los nuevos focos de deforestación que opacan avances nacionales

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En su informe de deforestación -uno de los peores crímenes ambientales del país- en 2019, presentado hace unos días, el Ideam contó que el año pasado se talaron 158.894 hectáreas de bosques, 36 mil menos que en 2018. La disminución se dio, principalmente, en la golpeada Amazonía y el Ministerio de Medio Ambiente celebró explicando que se trata del resultado de la política ambiental y la cooperación internacional, que es la que financia los programas de conservación.  

Sin embargo, el mismo documento advirtió que la desaceleración de la Amazonía, donde se han concentrado los esfuerzos internacionales, no fue igual en el Pacífico o en departamentos de la región Andina como Norte de Santander porque allí aparecieron nuevos focos o revivieron otros.

Ese cambio, que los expertos ambientales definen como una ‘fuga’ en la que los agentes deforestadores dejan de operar en zonas aparentemente controladas por las autoridades y migran hacia otras que siguen descuidadas, hace que la reducción no sea general sino parcializada.

Y si a eso se le suma que los informes preliminares de este año advierten que se sigue tumbando árboles indiscriminadamente, cantar victoria en la lucha contra la deforestación es aún muy temprano.

Riosucio, el foco pacífico

En 2019, en Chocó fueron deforestadas 11.457 hectáreas, seis mil más que en 2018. La nueva cifra equivale a desaparecer un pueblo como Quimbaya, en el Quindío.

El epicentro de esa tala fue Riosucio con 6.389 hectáreas. Un 236 por ciento más que el año pasado. 

Esa es una población ubicada al norte del departamento en límites con Panamá, y en la que viven unos 50 mil habitantes, la mayoría en zona rural. 

Allá la deforestación se disparó por cuatro factores. 

Primero, la siembra de más hectáreas de cultivos de coca, motivada por el ELN y las Autodefensas Gaitanistas (también conocido como el Clan del Golfo), grupos que asumieron el control territorial tras la salida de las Farc.

La guerra no ha cesado allá. La Unidad de Víctimas tiene reportado que entre 1987 y 2017 de ese municipio fueron expulsadas por la violencia unas 98 mil personas.

El control de esos grupos ha generado nuevos desplazamientos masivos según ha documentado la Defensoría del Pueblo.  

Los que se han quedado han encontrado en la coca una actividad para garantizar el sustento: de cada diez habitantes siete tiene necesidades básicas insatisfechas. 

“Sí están aumentando los cultivos ilícitos, y se está imponiendo el control de algunos grupos ilegales”, reconoció el alcalde del pueblo, Conrad Valoyes. 

La sentencia del mandatario no solo contrasta con el informe de monitoreo de cultivos ilícitos, que dice que en 2019 en Chocó hubo 900 hectáreas de coca menos, sino que aumenta los ruidos alrededor de la credibilidad de las cifras de reducción de coca como lo contó Semana.

La coca es solo una punta de la ilegalidad para entender este nuevo foco de deforestación, otra es el tráfico de madera, un negocio cuya legalidad no es fácil de medir, según los expertos. 

El 30 por ciento de la madera que sale del Chocó es de Riosucio. Se calculan unos 140 mil metros cúbicos al año. De esa actividad participan unas dos mil personas. 

La madera de allá es apetecida en el mercado por su calidad, porque es densa y durable. Se saca por el río Atrato hasta Quibdó, o por carretera hacia municipios de Antioquia. 

Mauricio Cabrera, investigador del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés) en temas de tráfico de madera, señala que ese negocio sigue siendo rentable porque no tiene un control estricto de las autoridades. 

Dice que en Chocó, Putumayo y Caquetá, donde se concentra la tala de madera como negocio, las autoridades ambientales no son suficientes y no dan garantía de hacer un seguimiento a lo que se tala, transporta y comercializa. 

“Colombia no tiene un sistema de trazabilidad, como sí lo tiene por ejemplo Bolivia. Ese sistema permitiría hacer un rastreo del árbol que se taló, se transporta y llega a un consumidor final. Por eso mismo no sabemos ni podemos estimar la legalidad o ilegalidad de la madera que se mueve”, señala. 

También advierte el experto que ese comercio ha corrompido la institucionalidad porque, además del poco control, han encontrado mucha permisividad. 

Pone de ejemplo una práctica conocida como el ‘blanqueo’, una operación que vuelve legal la madera ilegal. Eso pasa cuando una autoridad ambiental da un permiso para aprovechamiento o extracción de madera en determinado punto pero la persona que pide ese permiso lo hace en otro y a mayor escala. 

“Entonces como la persona tiene el salvoconducto, pasa frente a las autoridades con justificación, pero no se advierte en el permiso qué tanta madera se puede sacar, ni de qué clase”, añade Cabrera. 

El ‘blanqueo’ ya se volvió internacional, como lo documentó un informe de la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo sobre la Amazonía.  

Otro motor deforestador de Riosucio es la ampliación de la frontera agrícola. 

La que se hace a gran escala está relacionada con la extensión de cultivos de arroz, puntualmente en el corregimiento de Belén de Bajirá. En 2016, desde ese municipio se sacaban unas 10 mil toneladas del cereal con destino, especialmente, Chigorodó, donde hay una planta comercializadora. Esa producción se duplicó en los últimos tres años.  

“Encuentra uno que donde antes había pasto ahora hay arroz, donde había madera, ahora hay arroz. Esa transformación no siempre va ligada a buenas prácticas y por eso también fomentan la deforestación”, dice el alcalde Conrad Valoyes. 

La ampliación a menor escala está en los consejos comunitarios de la cuenca de los ríos Salaquí y Cacarica, o en el resguardo indígena Emberá Katío, donde están tumbando bosque para sembrar cultivos de pancoger como plátano o yuca. 

La ganadería extensiva también tiene las alertas disparadas porque para meter más vacas se necesita convertir zonas boscosas en praderas con pastos. Allá en Riosucio hay registradas 33.545 cabezas de ganado, el 20 por ciento del inventario de todo el departamento. 

Chocó tuvo un crecimiento súbito de ganado: de 47 mil cabezas que había en 2017, pasó a 166 mil el año pasado. 

Aunque el Alcalde Valoyes dice que se necesita una intervención nacional para evitar que la deforestación siga con topes altos, señala que desde su Administración van a buscar la siembra de unos 60 mil árboles en los próximos cuatro años para reforestar lo que se ha perdido. 

Pero no será suficiente, porque las alertas tempranas del Ideam para lo que va del 2020 advierten que en Chocó se han presentado 1.300 puntos de calor relacionados con incendios y quemas en zonas boscosas.

Tibú, coca y deforestación

La foto de la deforestación en Norte de Santander (9.910 hectáreas) no difiere mucho de Chocó.

El municipio de Tibú, de unos 58 mil habitantes, pegado a la frontera con Venezuela, concentró 7.100 de las hectáreas afectadas, un 19 por ciento más que en 2018. 

Allá la causa es más directa y simple: coca. 

Aunque históricamente la zona del Catatumbo ha sido punto de referencia de los cultivos ilícitos, ha tenido un crecimiento mayor de áreas sembradas en los últimos años. 

Pasó de seis mil hectáreas en 2014 a 33 mil en 2018. El informe preliminar de 2019 señala que hubo un aumento de unas ocho mil hectáreas para llegar a 41 mil. Casi el mismo número que Nariño que es el primero en el ranking de departamentos con más coca. 

“El costo de oportunidad de los cultivos de uso ilícito frente a otras actividades, continúa fomentando el establecimiento y la expansión de la coca en la región”, resume el Ideam.

Ese aumento está colocando en riesgo zonas de amortiguamiento ambiental como el parque Catatumbo - Barí. Los resguardos indígenas Motilón-Bari y Gabarra-Catalaura están parcialmente afectados.

La relación deforestación-coca en Norte no solo pone en evidencia el fracaso del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos Ilícitos, Pnis, que, como hemos contado sigue sin despegar, sino que muestra el terreno que han ganado los grupos ilegales.   

Cuando las Farc entregaron sus armas públicamente, en el Catatumbo se beneficiaron el EPL y el ELN. Pero ahora, las disidencias de la ‘Segunda Marquetalia’ de la banda de Iván Márquez y el Frente 33 han regresado a disputar espacios. 

Los cuatro grupos se mueven motivados por la hoja de coca y esa renta ilegal. 

El aumento de los compradores y el fracaso del Pnis, se convierten en el caldo de cultivo para incentivar más siembra. 

Por eso, según le explicó a La Silla un líder de derechos humanos de la región que pidió no ser citado por seguridad, ahora en el Catatumbo se ven espacios más grandes de áreas cultivadas. 

“Pasamos de cultivos de campesinos de una o dos hectáreas a unos de 15 o 30 hectáreas. Cada vez más algunos se arriesgan a procesar hasta cinco kilos porque saben que hay quién compre, aunque eso implique muchos riesgos”, nos comentó el líder. 

Y en ese propósito, el río Catatumbo se está consolidando como la ruta para sacar la droga.  

“Son esos grupos armados ilegales los que promueven actividades ilícitas que afectan los bosques de la zona”, añade el Ideam en su informe.

Las alertas tempranas de este año advierten más de 2.821 puntos de calor en el Catatumbo. Es decir, siguen las quemas para habilitar nuevos cultivos donde antes había bosque. 

Con las cifras sobre la mesa, está por verse si la expansión de esos nuevos focos en Chocó y Norte será sostenida o, al igual que como pasó con la Amazonía, el Gobierno podrá frenar su devastación y celebrar.

Foto tomada de Semana Sostenible.
Silla Nacional
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En medio de la incredulidad, Duque apuesta por nueva estrategia de sustitución de coca

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Desde la semana pasada, 900 campesinos cocaleros salieron a protestar en Puerto Asís, Putumayo, en contra de la erradicación de cultivos en sus veredas y pidiendo una salida concertada con el Gobierno a los cultivos ilícitos. 

Esto a raíz de una confrontación entre campesinos y Fuerza Pública el 3 de julio en la vereda La Caucasia, que dejó un campesino muerto. 

De marzo a mayo, ha habido más de 15 confrontaciones de este tipo, en medio de la emergencia por el Covid-19, ocasionados por la apuesta de este Gobierno de aumentar el número de hectáreas erradicadas este año, a lo que se oponen las comunidades cocaleras. 

La meta de Duque es llegar a las 130 mil hectáreas (30 mil más que en 2019) en los sitios en donde no hay una estrategia ni programa de sustitución alterna al Programa Nacional Integral de Sustitución, Pnis, que quedó consignado en el Acuerdo de Paz. 

Y al tiempo que el Gobierno quiere erradicar más, también está empezando a aterrizar su nueva estrategia de sustitución Hecho a la Medida para aplicar a las 104 mil hectáreas que no están cubiertas por el Pnis, que solo cubre 50 mil de las 154 hectáreas sembradas.

La estrategia por fuera de Pnis

La semana pasada el consejero para la Estabilización, Emilio Archila, se reunió con gobernadores de siete departamentos con más hectáreas de coca para explicarles su estrategia que será implementada según las particularidades de cada región.

La idea es que las 100 mil familias de cocaleros que no están dentro del Pnis y que quieran sustituir voluntariamente puedan acceder a proyectos productivos o económicos con la ayuda del Gobierno nacional, gobernaciones y alcaldías, gremios y cooperación internacional. 

La iniciativa debe partir de las comunidades. Y cada proyecto, que debe tener el número de familias beneficiadas, la iniciativa productiva y un presupuesto, debe ser aprobado por la Consejería para la Estabilización, para luego proceder a la búsqueda de recursos que operará bajo la filosofía de 'todos ponen’. 

La plata saldrá de las gobernaciones, alcaldías, regalías, empresas privadas, créditos y cooperación internacional, pero no del Gobierno directamente, como sí ocurría con los subsidios del Pnis a cada familia que erradicaba voluntariamente. 

El Gobierno será entonces un articulador entre las diferentes entidades y en algunos casos ayudará con el acceso a bienes públicos como tierra y programas de comercialización de productos, vías, créditos. 

Además, la idea es articular esos proyectos con obras de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, Pdet, que nacieron del Acuerdo de Paz. 

Otra particularidad es que la erradicación será paulatina, a medida que vayan llegando los recursos, y no en su totalidad como es en el Pnis. Esto permite que los campesinos tengan el sustento de la coca mientras produce el nuevo proyecto legal pero al mismo tiempo se corre el riesgo de que reciban los recursos y no erradiquen. 

 

Además, serán iniciativas colectivas. No serán proyectos familiares como funciona el Pnis, sino que deberán involucrar a una comunidad más grande para lograr conseguir recursos más fácil, así como tener materia prima suficiente para ser competitivos en el mercado. También para que los privados, por ejemplo, vean una buena oportunidad de negocio para invertir allí. 

Esta estrategia de Hecho a la Medida también abre la ventana para que las gobernaciones puedan pensarse proyectos de sustitución autónomamente, como lo propuso el año pasado la exgobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro.

Con esta estrategia el Gobierno se quita gran parte de la responsabilidad operativa y política de la sustitución que sí tiene con el Pnis. Pero al delegarla, se abre la compuerta para que funcione aún menos la sustitución y le de nuevos argumentos al gobierno para recurrir a la fumigación, que el Acuerdo de Paz permite como última instancia.

Frente al avance hay dos estrategias que están en etapa de planeación en Valdivia, Antioquia, y en Argelia y El Tambo, en Cauca, los tres municipios con más cultivos de sus departamentos. 

En el primer municipio, la Gobernación de Anibal Gaviria está adelantando la caracterización de al menos 200 familias y recogiendo las propuestas de proyectos productivos que les gustaría implementar, así como identificar obras Pdet relevantes que podrían impulsar esos proyectos. 

En Cauca, el proyecto está en una fase de diseño para cultivos de cítricos y café que beneficiaría a 3 mil familias por un costo de 136 mil millones. 

Según un delegado de la Secretaría de Gobierno de Cauca encargado del tema, que nos pidió no ser citado por seguridad, dijo que están esperando la aprobación del proyecto de parte del Gobierno. 

Luego de eso vendría la estructuración detallada y buscar los recursos. 

Sin embargo, otro funcionario encargado del tema a nivel nacional le dijo a La Silla que no es seguro que este proyecto salga adelante porque a los líderes impulsores de ese proyecto los amenazaron, otros campesinos se arrepintieron porque el valor de la hoja de coca subió y porque la plata que pensaban destinar para eso en el Ocad Paz ya se fue para otra cosa. 

A esta iniciativa se suma la del pago por servicios ambientales a las familias que tengan cultivos en zonas protegidas como Parques Nacionales a cambio del cuidado ambiental, el programa “Formalizar para sustituir” que funciona desde 2016, que consiste en darles tierra a cambio de la sustitución y el de otorgar derechos de uso de la tierra en casos donde no se pueda titular, como contamos aquí. 

Los retos de aterrizarla

Según cuatro de las fuentes con las que hablamos hay por lo menos tres grandes retos en esta nueva estrategia de sustitución. 

El primero es la financiación. Si bien una de las razones por las que no se ampliará el Pnis es porque es demasiado costoso y no hay recursos, Hecho a la Medida también requerirá plata que, con la pandemia, se ha visto disminuida tanto a nivel nacional como local y en los sectores privados. 

Por eso, un gran reto será que los alcaldes, e incluso empresarios y los mismos campesinos con los créditos, tengan la capacidad y la motivación para inyectarle recursos a esa estrategia cuando hay otras necesidades urgentes como la salud y reactivar la economía. 

Aunque en principio, según la secretaria de Gobierno de Antioquia y Cauca, estarían de acuerdo en meterle recursos y apoyar la iniciativa de Hecho a la Medida, no sucede lo mismo con el gobernador de Nariño, Jhon Rojas. 

El otro reto y quizá el más complejo, será ganarse la confianza de la gente en esta estrategia que está minada por los retrasos en el Pnis y por la política de erradicación del Gobierno. 

“Hay gente que sí alcanzó a sustituir, pero depende de las otras familias que siguieron con los cultivos porque la promesa de llevar desarrollo y proyectos productivos hasta el momento no los vemos”, le dijo a La Silla el presidente de la Asociación Campesina del Suroriente del Putumayo, Iván Narváez, que lideró la protesta de esta semana. 

“Además, pedimos que por pandemia se suspenda la erradicación, mientras pasa la emergencia y hallar una salida concertada con las comunidades”, agregó. Una petición a la que el Gobierno se negó en la mesa de negociación, porque aseguró que seguirá erradicando. 

De enero a mayo de 2020 se han erradicado 26.466 hectáreas en 106 municipios y su apuesta es aumentar el área. 

Eso pese a que voces comunitarias y también expertas han dicho que la erradicación es costosa, peligrosa y poco eficiente, como explica Juan Carlos Garzón de la FIP en esta columna. 

Algo similar opina el líder campesino y cocalero Benjamín Mesa en Valdivia, Antioquia. 

En Valdivia, los campesinos dijeron que sí se le medían a Hecho a la Medida, pero tienen dudas de que se lleve a cabo porque el Gobierno ha seguido erradicando en ese municipio y porque no creen que haya plata. 

“No nos vamos a dejar erradicar sin que haya una sustitución concertada, voluntaria e integral. Creo que vamos a tener muchos problemas si el gobierno insiste en la erradicación forzada”, dijo.  

El tercer gran reto es que acabar con el problema de las drogas ilícitas va de la mano de la desarticulación de grupos armados que controlan el negocio en las zonas con cultivos ilícitos. 

Mientras las disidencias, el ELN y el Clan del Golfo controlen la zona y la coca, peligra no solo la vida de los líderes promotores de la sustitución sino que complica la llegada de inversionistas y entidades estatales a terreno.

“Debe haber presencia de Fuerzas Militares que proteja a los líderes que sustituyan y combatan las estructuras criminales porque si no, los grupos los van a amenazar o matar para parar esos proyectos”, le dijo a La Silla un trabajador del Pnis en Cauca. “Con un solo homicidio se caen las iniciativas, la gente con miedo no sustituye”. 

Un reto que es difícil por las altas cifras de homicidios de líderes sociales, como contamos aquí. 

Finalmente, está el desafío más político que enfrentará el gobierno al implementar una estrategia que debilitará el rol de la Coccam, la organización que agrupa a 50 líderes cocaleros y que se fortaleció con el Acuerdo de Paz y su cercanía a las antiguas Farc, por el protagonismo que ha jugado para hacer la asistencia técnica de los proyectos en el Pnis y negociar con el Gobierno. 

En cambio, Hecho a la Medida le daría más juego a los empresarios que podrán dar la asistencia en los proyectos que inviertan y tendrán relación más directa con los campesinos, suponiendo que en medio de la crisis económica que se avecina y con los problemas de seguridad en terreno se metan a apoyar estos proyectos.

Aunque, si se meten las empresas se podría ayudar a solucionar el lío que ha habido en el Pnis que es la falta de mercados para los productos. 

¿Y el Pnis?

El programa bandera del punto 4 del Acuerdo de Paz para dar solución al problema de drogas ilícitas, está muy quedado, pues debía finalizar el año pasado con los proyectos productivos funcionando, y está totalmente desfinanciado. 

Según cifras oficiales del Pnis a nivel nacional hacen falta 2,3 billones de pesos para cumplir con todos los pagos y los proyectos productivos por un total de 36 millones a cada una de las 99.097 familias que firmaron acuerdos con el Gobierno de Juan Manuel Santos para erradicar voluntariamente sus cultivos. 

La explicación del Gobierno de Iván Duque para la demora es que Santos entregó el Pnis desfinanciado y con fallas de planeación que ellos tuvieron que corregir, además de que el Programa es demasiado costoso. Si bien el compromiso es cumplirle a cada familia, dicen que lo harán en la medida que haya recursos.

Hasta ahora, los 1,4 billones invertidos han sido para pagar la Asistencia Alimentaria Inmediata de 73.920 familias, asistencia técnica a 61,183 familias, la elaboración de 8.838 planes de inversión de proyectos productivos, de los cuales solo se han llevado a cabo 726 en los municipios de Cumaribo, Vichada, y Briceño, Antioquia en cacao, agricultura y café.

Es decir, solo el 0,88 por ciento de las familias tienen proyecto productivo. La meta de Duque para el 2020 es llegar al 40 por ciento del Pnis, aunque hay poca fe de que el gobierno cuente con los recursos y la voluntad política para conseguirlo en medio de la pandemia.

Así, el Gobierno le apostará a un nuevo plan para sustituir, en medio de la incredulidad de los campesinos, un Pnis lento y desfinanciado y su apuesta por la erradicación forzada.

Silla Nacional
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Las caras del desempleo

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Detrás de la cifra más reciente del Dane que mostró un desempleo histórico que está en 21,4 por ciento hay muchas historias y, sobre todo, no todos los desempleos son iguales. Hay gente que tiene ahorros y quienes no; quienes están en la informalidad y quienes han dejado de comer lo que comían antes para ahorrar en época de escasez. Todas esas historias no aparecen en esa cifra.
 
En el podcast de esta semana quisimos escuchar algunas de ésas historias. Desde una mujer que no puede trabajar porque sus empleadores temen que pueda contagiarlos hasta un joven que despidieron del trabajo de manera irregular y ahora no tiene plata para seguir sus estudios. También hablamos con dos expertos de La Silla Llena, quienes nos contaron dentro de esa gran cifra, qué sectores se han visto más afectados y por qué. 

Al país no solamente le pega la crisis de salud por la pandemia sino una crisis económica que deja muchas historias y dramas personales. Estas son algunas de sus voces. 

Nota: este y el resto de programas del podcast de La Silla Vacía los pueden bajar en Apple Podcast, StitcherAkörde PodcastGoogle Podcast, SpreakerSpotify, Deezer, en realidad en cualquier plataforma. Son una buena opción para tiempos de cuarentena.

Foto tomada del Ministerio de Trabajo
Silla Nacional
Camilo Garzón
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Los dilemas morales de la prisión perpetua

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La prisión perpetua es una medida que afecta el compromiso moral con la dignidad humana como presupuesto de la vida en sociedad, así como los valores sociales y convicciones morales incluidas en el texto Constitucional.

Opinión
La prisión perpetua es una medida que afecta el compromiso moral con la dignidad humana como presupuesto de la vida en sociedad, así como los valores sociales y convicciones morales incluidas en el texto Constitucional.
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'Debe haber alguien del Gobierno tomando nota de lo que tiene que cambiar en salud'

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Con la pandemia se ha puesto a prueba nuestro sistema de salud, que aunque tiene una cobertura casi universal tiene muy mala percepción en cuanto acceso y calidad.

En momentos que nos acercamos al pico de ocupación de UCI en varias zonas del país, La Silla Académica entrevistó a Sandra Rodríguez, profesora del doctorado en economía aplicada de la Universidad del Norte y especialista en economía de la salud, quien evaluó el comportamiento que ha tenido el sistema creado con la Ley 100 de 1993 de la que fue ponente el expresidente Álvaro Uribe.

Rodríguez quien es autora de las investigaciones “Poder de monopsonio en el mercado de aseguramiento en salud en Colombia” y “Salud para la inclusión y la transformación social” arroja luces sobre lo que podrían ser reformas o ajustes al sistema en el corto plazo.

La Silla Académica: Recientemente hemos visto medidas como la unificación de mando y toma de control de las UCI por parte del Gobierno y los alcaldes, así como, la presión para que las EPS aceleren el trámite de las pruebas de coronavirus ¿le han sorprendido estas medidas?

Sandra Rodríguez: Cuando vi eso me di cuenta de que la pandemia daba hasta para que el Estado llegara a un nivel de intervención nunca antes visto sin tener prácticamente oposición.

Los entes territoriales y el Minsalud tienen el rol de vigilar a las aseguradoras -EPS-, pero si tú le preguntas a cualquier secretario de salud de un municipio te hablan solamente del régimen subsidiado que es el que agrupa a las personas que no tienen capacidad de pago y cuya financiación es con recursos públicos.

Hasta ahora están descubriendo que pueden ejercer una mayor vigilancia sobre el régimen contributivo que agrupa a quienes tienen capacidad de pago, pues con la pandemia necesitan que tanto las aseguradoras del régimen privado como las del subsidiado funcionen bien.

Algo que debería cambiar tras el Covid es la relación entre las entidades públicas y las aseguradoras privadas.

En otras palabras, el sistema de salud es un mercado regulado, pero se les había olvidado la parte de ‘regulado’.

El sistema de salud es un mercado regulado, pero se les había olvidado la parte de ‘regulado’

Sandra Rodríguez 

LSA: ¿En qué otros campos se ha evidenciado que estaba haciendo falta regulación?

S.R.: A juzgar por las reacciones que se dieron con respecto a la obligación de las Administradoras de Riesgos Laborales -ARL- de dotar al personal de la salud de elementos de bioseguridad, ni ellas ni el Estado mismo, sabían antes de la pandemia, hasta dónde llegaba su rol en el sistema.

¿Me pregunto quién se encargaba de esto en el pasado, con cargo a qué rubro? De hecho, posiblemente, algunas ARL están teniendo problemas financieros dado que no contaban con tener que hacer estos desembolsos.

Menos del 10 por ciento de UCI tiene condiciones de bioseguridad y menos del 2 por ciento tiene las condiciones de aislamiento necesarias para tratar enfermedades graves, según la Asociación de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo.

Parece que todos estuvieran leyendo un libro y a medida que avanzan en la lectura se van enterando de sus responsabilidades.

Parece que todos estuvieran leyendo un libro y a medida que avanzan en la lectura se van enterando de sus responsabilidades

Sandra Rodríguez 

LSA: Una de las críticas que algunos le hacen al sistema de salud es que sea un mercado porque se comercializa un bien esencial como la salud. ¿Está de acuerdo?

S.R.: Nuestro sistema de salud parte de la base que todo aquel que necesite servicios de salud debería poder acceder a ellos, independientemente de su capacidad de pago.

Dado que los recursos son escasos, se recurre a la economía de mercado como una forma de usarlos de manera eficiente. Con cada compra de una cama UCI, por ejemplo, estamos de alguna manera renunciando a invertir en una sala de neonatos o en investigación para prevenir o controlar el cáncer.

Uno de los elementos que se quiere extrapolar del mercado, además, es la competencia que explica que en este momento haya, por ejemplo, tantas farmacéuticas en la carrera por descubrir una vacuna o un medicamento que sirva para tratar el virus. O varias empresas desarrollando ventiladores de bajo costo.

Ahora bien, si yo dejo que el criterio de eficiencia se lea como el de cualquier empresa eso puede conducir a que en el caso de las vacunas, las farmacéuticas terminen poniéndole el precio que quieran y con ello restringiendo el acceso a países en desarrollo, por ejemplo.

O puede conducir a reducir, como ha pasado, el tiempo de las citas médicas, de 45 minutos, a la mitad, que aunque en principio le permite a los centros de salud atender un mayor número de personas, al final lo que van a tener son pacientes recurrentes porque en ese tiempo no se puede hacer un diagnóstico acertado.

LSA: Los desmanes que ha habido en el sistema de salud, estilo Saludcoop, ¿no muestran la incapacidad que ha tenido el Estado de regular ese “mercado”?

S.R.: En efecto, el mercado no tiene corazón. Si quieres ponerle uno, necesitas un regulador fuerte que introduzca otro criterio de rentabilidad diferente al financiero que es que las personas tengan mejor salud.

El mercado no tiene corazón. Si quieres ponerle uno, necesitas un regulador fuerte

Sandra Rodríguez 

Para ello se requieren inversiones grandes que muchas veces no son eficientes en términos financieros: eso pasa con los equipos que compran los hospitales y clínicas, por ejemplo, para tratar mejor las enfermedades y que esperan usar lo menos posible porque el sistema de salud debe enfocarse en la prevención, en evitar que los pacientes lleguen a ese punto.

Las EPS pueden reemplazarse por cualquier otra entidad, pública o privada, con la carga administrativa que esto implica, que sea la que administre los recursos de los contribuyentes, incluyendo los del Estado, y contrate con los hospitales, clínicas y centros, la prestación del servicio a los usuarios.

Probablemente, van a tener los mismos problemas de mal manejo de los recursos y de obstáculos al acceso o mala prestación del servicio si el Estado no logra que cada persona que participa en el sistema cumpla el rol asignado.

El sistema no está funcionando bien si a la entrada de las EPS hay una persona que está ofreciendo ayudar a la gente con la tutela que va a tener que interponer para que cumplan.

Las EPS, ni ninguna otra administradora de recursos de la salud, se puede mandar sola.

LSA: Usted dice que una de las cosas que se han hecho visibles con la pandemia es la deficiencia en la capacidad de diagnóstico y vigilancia en salud pública… esto viene desde la Ley 100 ¿por qué no se contempló?

S.R.: Los sistemas de salud son las estructuras que cada uno de los Estados, de acuerdo a su visión política, usa para organizar la financiación y la prestación del servicio de salud de acuerdo a unas prioridades.

En el caso colombiano, la prioridad fue el acceso, veníamos de un esquema de “asistencia” pública a través del Instituto Nacional del Seguro Social, lo que implicaba que mucha población que necesitaba servicios de salud y no podía pagar, no podía acceder: menos de un 20 por ciento de la población tenía cobertura, que se limitaba sobre todo a los trabajadores formales.

Con la Ley 100 pasamos a un esquema de aseguramiento a través de las EPS, que básicamente venden seguros a cambio de recibir una prima por cada persona. Esta se financia con recursos públicos y aportes de las personas con capacidad de pago.

Así se amplió la cobertura a cerca del 95 por ciento de la gente, lo cual, además, la ha empoderado para exigir sus derechos: trata de quitarle a alguien el carné a ver si cede. Este esquema mixto y solidario me parece que ha funcionado bien.

En un ranking mundial que se publicó en 2006 -de los pocos que se han hecho-, Colombia quedó en el primer lugar en equidad financiera que se traduce en un riesgo bajo de que una persona se empobrezca al tener un percance de salud.

Hay otros sistemas eminentemente privados como el norteamericano que funcionan con un esquema de bolsillo, y otros públicos como el español y el británico que se financian con una alta carga impositiva.

Pero los diferentes sistemas de financiación no parecen haber hecho una gran diferencia en la respuesta a la pandemia. Donde puede haber diferencias justamente es en materia de salud pública, que en la Ley 100 aparece de manera expresa pero se dejó en un segundo renglón.

LSA: ¿Por qué?

S.R.: Porque nuestro sistema de salud está basado en una perspectiva curativa de la enfermedad.

LSA: ¿Qué significa eso?

S.R.: Que se contempló una estructura grande de aseguramiento como forma de que las personas enfermas accedan a los servicios de salud, con varios regímenes: contributivo, subsidiado, especial -el de los profesores y las FF.MM-; con aseguradoras y prestadores del servicio -clínicas y hospitales-, unas fuentes de financiación claras y un plan de cobertura de servicios.

Para la salud pública solo se dijo que serían unas acciones colectivas a cargo de los entes territoriales con base en recursos disponibles. Cuando no identifico responsables, al final estoy diciendo que no hay ninguno y las inversiones en salud pública no son muy concretas además.

LSA: ¿En qué sentido?

S.R.: En que son inversiones a largo plazo y no se pueden mostrar resultados fácilmente porque lo que se busca es evitar que algo ocurra: la enfermedad, y son muy previas al momento en que la gente acude al servicio de salud.

Los funcionarios no pueden mostrar el equipo de última tecnología que adquirieron o la operación exitosa que salvó a una persona.

Por otro lado, un porcentaje de la prima que reciben las EPS también debe destinarse a promoción y prevención en salud.

Pero sólo desde hace pocos años y de manera incipiente, están haciendo acciones de ese tipo en parte por un mayor control del MinSalud, lo que desde el punto de vista del aseguramiento es ilógico porque lo que les conviene es que los usuarios no se enfermen.

Antes de la Ley 100, los municipios y departamentos tenían, en cambio, brigadas de salud pública que conocían bien el territorio, sabían dónde estaba la gente y tenían perfiles epidemiológicos claros de la población que se perdieron.

LSA: Usted dice que la salud pública tiene múltiples aplicaciones con la pandemia…

S.R.: Las brigadas de salud antes de la Ley 100 tenían información de la población que hoy sería clave para rastrear contactos en el territorio y hacer intervenciones comunitarias. Además de que la higiene personal y hábitos básicos como lavarse las manos, que hoy le exigimos a las personas, podrían estar interiorizados.

Una aplicación muy importante es que hoy las personas con mayor riesgo de enfermedad grave y muerte por coronavirus son las que tienen problemas de salud -comorbilidades- que son prevenibles con comportamientos saludables producto de acciones en salud pública justamente: hipertensión, diabetes, sobrepeso.

En Italia y España hay estos mismos problemas pero combinados con población adulta. Aquí aparte de las personas mayores de 70, hay una preocupación por personas entre los 40 y 50 años con esas mismas condiciones de salud.

LSA: Aunque aumentamos la cobertura, en un estudio que usted hizo sobre nuestro sistema de salud, encontró que una de las barreras de acceso tiene que ver con que las aseguradoras tienen “poder de compra” de los servicios de salud lo que explica en parte la crisis de los hospitales públicos evidenciada con esta pandemia...

S.R.: Las aseguradoras deciden dónde ir a vender los seguros con un criterio de mercado “de grandes números”, eligen lugares donde puedan tener muchos usuarios entre los cuales distribuir los riesgos. No les conviene, por ejemplo, tener, solo o mayoritariamente, pacientes de alto costo porque eso reduce los márgenes de ganancia de la prima.

En todo caso, bajo el principio de universalidad del aseguramiento, unas pocas tienen presencia en lugares donde hay menor población.

Allí, generalmente, hay sólo un hospital público que presta el servicio de salud y que depende para subsistir de que la EPS que tiene cobertura le compre sus servicios: las EPS son dueñas de sus asegurados.

En esos casos, ellas ejercen un poder de compra -que incluye la negociación del precio- prácticamente absoluto porque el hospital no tiene a quién más venderle sus servicios, es lo que se conoce como monopsonio.

Cuando no llegan a un acuerdo con el hospital, lo que hacen es alquilar una casa y poner ahí servicios diagnósticos de baja complejidad, con un médico general y una enfermera que incluso a veces solo están ocasionalmente. Y para los servicios de mayor complejidad, las EPS contratan con hospitales y clínicas que están en cabeceras municipales donde tienen mayor número de usuarios a donde se tienen que desplazar los que no viven ahí mismo.

El hospital público termina quedándose sin clientes y en una difícil situación financiera, porque en el sistema actual para su sostenibilidad dependen de la prestación de servicios.

LSA: En efecto, con el Covid las finanzas de los hospitales están sufriendo porque han dejado de hacer procedimientos para garantizar disponibilidad para pacientes contagiados ¿Cómo se pueden revivir los hospitales públicos?

S.R.: La razón por la que el Gobierno Nacional y algunos gobiernos locales han tenido que tomar posesión de las UCI es porque la mayoría de prestadores de servicios son privados y es allí donde está la tecnología.

Con la pandemia, nos dimos cuenta de que muchos hospitales públicos han desaparecido o están en muy mal estado y no es de extrañar porque son unos de los grandes perdedores con la Ley 100.

Hoy es claro que el Estado debe garantizar que existan en todo el país y no seguirlos dejando a su suerte. En un corto plazo se han hecho inversiones en hospitales que estaban prácticamente desmantelados, lo que demuestra que es posible.

El Estado debe garantizar que existan hospitales públicos en todo el país y no seguirlos dejando a su suerte

Sandra Rodríguez 

Su sostenibilidad no puede seguir dependiendo de los servicios que vendan, sobre todo, en zonas apartadas del país. Su rol en el sistema debe ser eliminar las barreras geográficas y administrativas que hay para acceder al servicio, no podemos estar a merced de los servicios que quieran prestar los privados.

Una sociedad pierde mucho cuando un hospital público cierra. Si hay problemas de corrupción, de administración, de mora en el pago, el regulador del sistema debe resolverlos.

LSA: Otro de los problemas que ha mostrado el sistema de salud es la precariedad de la situación laboral de los empleados de la salud, pero también la escasez de ciertas especialidades. Según la encuesta del Colegio Médico Colombiano que usted cita en una presentación, más del 75 por ciento de los profesionales de la salud han tenido problemáticas laborales… Parecen otros perdedores de la Ley 100.

S.R.:Así es.

Respecto a la escasez, si bien tiene que ver con un problema de formación, no entiendo por qué pareciera que se dejó para lo último la capacitación del personal de salud en el manejo de las UCI, cuando podría haberse adelantado mientras llegaban los ventiladores.

Nos enfrentamos a varias brechas que han sido mencionadas por la Organización Panamericana de la Salud: de pertinencia, de calidad y de cantidad del personal de salud

Sandra Rodríguez 

En este momento nos enfrentamos a varias brechas que han sido mencionadas por la Organización Panamericana de la Salud. Una, en la pertinencia del conocimiento: que el personal que tenemos no sea el que necesitamos; en la calidad, que no sea lo suficientemente bueno, y en la cantidad, que no haya el número necesario.



 

Hay un problema de formación del recurso humano en salud que no se le puede dejar completamente al mercado. Si bien se trata de decisiones individuales, el Estado puede generar incentivos para que las personas se formen en áreas que son necesarias para el buen funcionamiento del sistema.

En eso Colciencias puede jugar un rol muy importante con una mirada a largo plazo.

Eso requiere conocer las características y la distribución geográfica de las personas que se están formando. El último estudio que tenemos es de 2007 del MinEducación, la Universidad Javeriana y la Universidad de Antioquia.

LSA: El otro gran problema son las condiciones laborales...

S.R.: Sí, que también tiene que ver con la decisión de en qué área formarse dentro de una lógica de mercado.

La mayoría de nuestros profesionales son médicos generales y auxiliares de enfermería y esa sobreoferta hace que su poder de negociación de los salarios y condiciones con las aseguradoras sea muy reducido.

Con otras especialidades que son exclusivas, en cambio, ocurre lo que se conoce como un monopolio bilateral y es que se equiparan las cargas en la negociación.

Esa regulación ha venido de las propias agremiaciones médicas, lo que se ha traducido en cupos súper limitados para la formación en ciertos campos como una forma de mantener los precios.

Con las reformas posteriores al sistema se ha abierto además la posibilidad de contratación de forma flexible: por horas, por servicios, a término fijo.

Según la Encuesta de la situación del personal médico que hace el Colegio Médico, solo el 25 por ciento tiene contrato como trabajador de planta. Esto en todo caso no es exclusivo del personal de salud sino que es una tendencia del mercado laboral en general.

 

LSA: Usted dice que otro de los problemas que ha mostrado la pandemia es la alta dependencia tecnológica del extranjero. La cadena internacional de suministro en general está saturada ¿podríamos estarlo haciendo mejor?

S.R.: Por más que un país tenga buenos acuerdos internacionales con otros países y buenos aliados en general, la pandemia ha dejado al descubierto cierta lógica de ‘sálvese quien pueda’ y es entendible que los Gobiernos reserven la producción de sus países para su mercado interno si su población está en riesgo.

La pandemia ha dejado al descubierto cierta lógica de ‘sálvese quien pueda’ y es entendible que los Gobiernos reserven la producción de sus países para atender su población

Sandra Rodríguez 

De hecho me parece que en medio de esa situación Colombia logró al menos adquirir, por ejemplo, los ventiladores, a un precio intermedio, a diferencia de Chile al que le tocó casi al doble del valor inicial.

Pero el problema de fondo es la política industrial del país y eso se hizo patente con los sectores esenciales que pudieron seguir trabajando durante la cuarentena que fueron “esencialmente” de producción de alimentos.

Los otros sectores de la “economía naranja” como el turismo, a los que le estamos metiendo la ficha y que representan nuestro futuro, son además muy dependientes de condiciones culturales, económicas y de movilidad favorables.

Aquí de nuevo Colciencias tiene un rol fundamental en garantizar la financiación de investigaciones y desarrollos tecnológicos de largo aliento que exploten el talento que ya tenemos en áreas clave y que se ha formado además en las mejores universidades del mundo.

LSA: ¿Las decisiones que se han tomado durante la pandemia le hace pensar que el Estado va a cambiar su relación con las EPS, ARL, proveedores de insumos médicos o medicamentos?

S.R.: Antes de la pandemia ya había antecedentes positivos.

El ex ministro de Salud, Alejandro Gaviria, se dio la pela de renegociar el precio que el Estado había estado pagando durante décadas -por mal negociador- por medicamentos que se podían comprar más baratos en el mercado internacional lo que generó una presión incluso diplomática.

En el contexto puntual de la pandemia se han tomado medidas -que de entrada muestran lo que hay que corregir-. Yo esperaría que haya alguien en el Gobierno tomando nota de todo lo que hay que cambiar.

Lo ideal sería que hubiera un equipo pensando con un poco más de cabeza fría en el escenario futuro, en cómo puede generar el Estado los incentivos correctos en el sistema de salud para que todos los agentes hagan lo que se espera de ellos.

Uno siempre quiere más, pero comparativamente con otros países, me parece que nuestra respuesta no ha sido mala.

Hay que aplicar, en todo caso, lo que hemos aprendido en este período en materia de prevención y promoción de la salud pública, mantenimiento de los hospitales públicos, formación de personal de salud y mejoramiento de sus condiciones, y en autocuidado, con miras a estar preparados para las próximas enfermedades infecciosas que seguirá habiendo.

En salud no se puede trabajar de forma fragmentada y se requiere un pensamiento costo-efectivo de largo plazo.

Por ahora los veo en la lógica de apagar incendios.

Silla Académica
manuelagalvis_

El reportero que ha depurado la Inteligencia

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Cada vez que Ricardo Calderón anuncia en un consejo de redacción que tiene una historia “simpática”, los demás periodistas saben que tiene una bomba: que ese será el tema del que hablarán otros medios, que el ministro de Defensa lo negará, que luego dirá que no le “temblará la mano” con las “manzanas podridas”, y que si no hace nada, al cabo de unos meses, Ricardo tendrá otra historia “simpática”.

Calderón, el periodista de la revista Semana que se acaba de ganar el Maria Moors Cabot Awards, uno de los premios de periodismo más honoríficos del hemisferio otorgado por la Universidad de Columbia, es quizás con Daniel Coronell, el mejor periodista investigativo de Colombia. 

Es el periodista que reveló la denuncia de los perfilamientos de periodistas, políticos de oposición y algunos militares incómodos por parte del batallón de inteligencia del Ejército; el que destapó el escándalo de inteligencia de Andrómeda y el Tolemaida Resort en donde estaban presos militares condenados por crímenes de lesa humanidad vivían con todo tipo de gabelas durante el gobierno de Santos; la existencia del hacker Sepúlveda en la campaña de Óscar Iván Zuluaga, del Centro Democrático; y antes que eso, las chuzadas ilegales de la Dirección de Inteligencia de la Policía; y antes, la saga de la Mata Hari, la entrada de alias Job, el asesor del paramilitar Don Berna, a la ‘Casa de Nari’ de Uribe; y antes de eso, que el Das estaba en manos de paramilitares y que también estaba persiguiendo a los opositores del gobierno y a los magistrados que investigaban al senador Mario Uribe, primo del Presidente; y mucho antes que eso, que el entonces senador Alvaro José García Romero había determinado la masacre de Macayepo, por la que fue luego condenado a 40 años.

Esos son algunos de los escándalos más memorables que ha destapado Calderón. Pero también, desde que entró hace 26 años a la revista Semana, ha escrito cientos de historias que han ayudado a entender el mundo del hampa y sus conexiones con la legalidad. Tal vez, nadie ha hecho tanto como él por depurar las Fuerzas Armadas y los organismos de inteligencia de sus miembros más corruptos y peligrosos.

A diferencia de algunos periodistas cuya labor investigativa se limita a filtrar audios reservados de expedientes judiciales, Calderón lleva años cubriendo las entrañas del inaccesible mundo de la inteligencia militar, cultivando la confianza de sus miembros, juntando las piezas, y arriesgando su vida.  Siempre bajo el radar, sin darse aires, sin seguidores en las redes sociales, sin ningún tipo de militancia política ni de protagonismo. Es el auténtico reportero que solo habla a través de sus investigaciones.

Periodista por descarte

Ricardo Calderón habría sido un policía si en la escuela de cadetes el agua fuera caliente.

Hijo de un oficial retirado de la Policía, Ricardo creció entre policías. Fue al colegio de los hijos de los oficiales, en la época en que el narcotraficante Pablo Escobar pagaba a los sicarios dos millones de pesos por matar policías. 

Entre los 550 que asesinó en esa época el Cartel de Medellín, cayeron algunos papás de sus compañeros, y para Ricardo y sus amigos asistir a sus entierros fue parte del paisaje de su infancia.

Lejos de ahuyentarlo de ese mundo, Ricardo, como varios de sus amigos, quiso meterse de policía. Cuando descubrió que eso implicaba bañarse todos los días con agua fría, consideró la Armada; al fin y al cabo, la ducha sería refrescante en Cartagena. Pero también desechó la idea porque lo mareaba el mar. Optó por estudiar biología marina en la Tadeo.

Le iba mal. Pésimo, en realidad. Las matemáticas lo superaban, y la ortografía más. Perdió el primer semestre, y el segundo. Su afición por los billares “California”, cerca de la universidad, le resultaban más interesantes.

Fue entonces cuando el periodista Darío Arizmendi, del mismo pueblo de su mamá, los visitó y los invitó a conocer la universidad de la Sábana; era linda, y con la ayuda de Arizmendi, Calderón entró a estudiar comunicación social, y se convirtió en periodista, por uno de esos descartes que a veces terminan definiendo los destinos de la vida.

A su papá, un mayor retirado, le parecía una carrera de reinas, una costura, y a Ricardo le interesaba menos que la rumba, hasta que finalmente le fue cogiendo el gusto a la carrera y por recomendación de un amigo, terminó entrando a la revista Semana a cubrir deportes.

Con tiempo y con espacio

Entró a Semana cuando recién comenzaba el proceso 8 mil, contra el entonces presidente Ernesto Samper, una historia que hacía historia en el país y en la revista. La redacción era pequeña, y cada edición tenía más de 200 páginas.

Eso significaba que había tiempo y espacio para los periodistas, dos privilegios de los que hoy carecen, y Ricardo comenzó a ofrecerse de voluntario para cubrir las tomas guerrilleras y las masacres, mientras seguía cubriendo los partidos de fútbol y la Fórmula Uno. Viajaba todas las semanas a algún pueblo, escribía la historia en su máquina de escribir y la mandaba por fax.

En los viajes se encontraba con sus excompañeros de colegio, ya convertidos en tenientes y subtenientes. Ellos le presentaban a otros suboficiales, a los buenos y a los malos, y Ricardo, que parece mudo y, por eso mismo, dan ganas de contarle muchas cosas, los escuchaba por igual.

Hablaba su mismo lenguaje, no tenía afán, no tenía agenda, no tenía otras aspiraciones, y si tenía miedo, no se le notaba. Así, poco a poco, los convirtió en sus fuentes y encontró un nicho con muchas historias que muy pocos se atrevían a contar.

Cuando varios años después que él entré a trabajar en la revista Semana ya había una especie de leyenda alrededor de Ricardo.  Decían algunos que a veces corría carreras clandestinas en la autopista de noche y en contravía; que tenía una ‘caución’ sobre su puño porque si le pegaba a alguien lo podía desfigurar; que su familia creía que él en realidad seguía cubriendo la Fórmula Uno hasta que le comenzaron a dejar amenazas en el contestador automático de la casa.

Era difícil de creerlo: era tan flaco, tan callado, tan pacífico que yo me preguntaba una y otra vez si se referían al mismo. Cuando le preguntaba si era cierto, solo se reía.

Un día, unos estudiantes me fueron a contar que habían oído que desde Casa de Nariño salía un carro de noche a dispararle a los indigentes del Cartucho, y querían que investigara si era cierto.  Sin saber qué hacer con esa conversación, busqué a Ricardo. “Déjame averiguo”, me dijo, y yo pensé que era como cuando uno dice, “nos tenemos que ver”, una formalidad.

Dos lunes después, Ricardo llegó al consejo de redacción con la mano vendada. Se había ido al Cartucho, el barrio más peligroso de la ciudad en ese momento, y había decidido pasar la noche allí a ver si veía al tal carro de Palacio. Un habitante de la calle, que creía tener derecho al espacio que ocupó Ricardo, partió una botella y trató de chuzarlo.

“Nada grave. Lo intento de nuevo en un par de semanas”, me dijo, mientras yo lo escuchaba aterrada, y creía entera la leyenda.

Para ser un periodista investigativo tan bueno -sobre todo si es sobre un tema tan peligroso como la corrupción en las Fuerzas Armadas- se necesita ser valiente.  Esa es una condición, pero no es suficiente. El secreto de Ricardo, concluí después de años de verlo trabajar, es que él no entra y sale de las historias, él siempre permanece en la historia, la única que cubre.

Es su capacidad de hablar durante años con las fuentes, incluso cuando no tienen nada que contarle; de corroborar lo que le dicen para que no le metan cuentos; de no fallarles, en el sentido de realmente investigar lo que le cuentan y dar la pelea por publicarlo.

Un ejemplo concreto: un día hablando con unos detectives del DAS, le contaron del robo de una cafetera de 80 millones de pesos. Llevaba horas con ellos, echando carreta, y éstos comenzaron a hablar de que en la entidad ‘chuzaban para arriba’ y ‘chuzaban para abajo’.  Le contaron también de una casa en Honda, donde ayudaban a los paramilitares.  Ricardo les preguntó con quién podría hablar de eso, y durante meses fue juntando las piezas que condujeron a la disolución del organismo de inteligencia.

Fueron meses de corroborar datos, de imprimir los documentos que tapizan su oficina, de comenzar a entrevistar a las fuentes a la una de la madrugada para evadir los seguimientos, de aprender a detectar los embuchados que le quisieron meter para hacerle cometer un error y de recibir todo tipo de amenazas y presiones. Pesaba 60 kilos cuando arrancó a investigar, y 38 después de publicar las denuncias.

Es la fortaleza de su reportería la que le da la capacidad a él y a la revista de resistir la ira del presidente de turno, las dudas de los colegas, las demandas y los sufragios que inevitablemente acompañan cada historia “simpática” que publica.

Interactiva: 

El imperio de los Char, que ahora coronarán el Congreso

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En 2002, cinco votos le arrebataron al entonces senador Fuad Char su sueño de ser presidente del Congreso.

Aunque hasta su rival local, el fallecido dirigente José Name Terán, le había estado haciendo campaña con toda la bancada costeña, horas antes de aquel 20 de julio el entrante Gobierno de Álvaro Uribe se movió para que esa silla quedara en manos de su aliado Luis Alfredo Ramos, hoy en juicio por parapolítica. 

Hoy, si nada extraordinario ocurre, su hijo menor Arturo Char sí logrará esa ‘coronita’.

Lo hará a pesar de todos los ruidos que lo rodean, comenzando por la investigación previa que le abrió la Corte Suprema dentro del caso de compra de votos de la prófuga excongresista Aída Merlano, quien lo señaló de haber sido uno de sus cómplices.

Sellarán su triunfo los votos en bancada de Cambio Radical (su partido), los liberales, los conservadores, La U, el Centro Democrático y el Mira -un total de 80 apoyos-, según lo que nos confirmaron los voceros de estas colectividades.

Eso, en una instalación de Congreso que será histórica porque, por primera vez y debido a la pandemia del covid, los discursos del presidente de la República y de los presidentes de las diferentes cámaras no se harán en el capitolio, sino de manera virtual, a través de las plataformas Zoom (en el caso del Senado) y Google Meets (en el caso de la Cámara).

Pero con su posesión como cabeza de una de las ramas del poder público, en una de las crisis más grandes de la historia de Colombia, Arturo Char no sólo cumplirá el anhelo personal que no pudo su papá.

También, engordará aún más esa aplanadora de la política tradicional que es el clan que conforma junto a “Don Fuad”, como le llaman reverencialmente algunos al patriarca; y a su hermano, el exalcalde de Barranquilla, Álex Char; los caciques regionales más poderosos del país.

La nueva presidencia del Congreso no puede desligarse, pues, de la historia y los intereses -entre los que están la Casa de Nariño en 2022- de esta dinastía del Caribe, a la que La Silla Vacía le ha seguido la pista de manera constante desde hace más de cinco años con varias investigaciones.

El imperio

Haga clic sobre las caras para ver los nombres.

 
Arturo Char
Senador del Atlántico
 
Luis Eduardo Diaz Granados
Senador del Atlántico
 
Armando Zabaraín
Senador del Atlántico y Magdalena
 
Ana María Castañeda
Senadora de Sucre
 
Fabián Castillo
Senador del Magdalena
 
César Lorduy
Representante del Atlántico
 
Karina Rojano
Representante del Atlántico
 
Modesto Aguilera
Representante del Atlántico
 
José Amar
Representante del Atlántico
 
Jorge Méndez
Representante del Atlántico
 
Carlos Mario Farelo
Representante del Atlántico
 
Laureano ‘el Gato Volador’ Acuña
Senador Conservador
 
Miguel Amín
Senador de La U
 
Luis Miguel ‘el Mello’ Cotes
Exgobernador del Magdalena
 
Karen Abudinen
MinTic
 
Luis Alexánder Moscoso
Viceministerio de Salud Pública y Prestación de Servicios
 
Jaime Pumarejo
Alcalde Barranquilla
 
Elsa Noguera
Gobernadora Atlántico
 
Andrés Felipe Ren.jpgo
Concejal Coalición Barranquilla Humana
 
Julio César Álvarez
Concejal Centro Democrático
 
Recer Lee Pérez
Concejal Polo
 
Ernesto Jesús Crissien
Concejal La U
 
Juan Ospino
Concejal La U
 
Heidy María Barrera
Concejal La U
 
Zamir Benavides
Concejal Cambio Radical
 
Oswaldo Antonio Díaz
Concejal Cambio Radical
 
José Francisco Trocha
Concejal Cambio Radical
 
Leyton Daniel Barrios
Concejal Cambio Radical
 
Samir Eduardo Radi
Concejal Cambio Radical
 
María Auxiliadora Henríquez
Concejal Cambio Radical
 
Andrés Felipe Ortiz
Concejal conservador
 
Juan Camilo Fuentes
Concejal conservador
 
Juan José Vergara
Concejal conservador
 
Samuel Elías Marino
Concejal conservador
 
Richard Fernández
Concejal liberal
 
Mauricio Villafañez
Concejal liberal
 
Fredy Barón
Concejal liberal
 
Óscar D. Galán
Concejal liberal
 
Katherine Pasos Zapata
Alcaldesa Usiacurí, Atlántico
 
Jose del Tránsito Coll
Alcalde Tubará, Atlántico
 
Jorge Luis Manotas
Alcalde Sabanalarga, Atlántico
 
Diana Carolina Martínez
Alcaldesa Ponedera, Atlántico
 
Jorge Vargas Muñoz
Alcalde Galapa, Atlántico
 
Gregorio de Jesús Brito
Alcalde Candelaria, Atlántico
 
Roberto Celedón
Alcalde Baranoa
 
Felipe Cañizalez
Alcalde Apartadó, Antioquia
 
Arturo Char
Senador del Atlántico
 
Luis Eduardo Diaz Granados
Senador del Atlántico
 
Armando Zabaraín
Senador del Atlántico y Magdalena
 
Ana María Castañeda
Senadora de Sucre
 
Fabián Castillo
Senador del Magdalena
 
César Lorduy
Representante del Atlántico
 
Karina Rojano
Representante del Atlántico
 
Modesto Aguilera
Representante del Atlántico
 
José Amar
Representante del Atlántico
 
Jorge Méndez
Representante del Atlántico
 
Carlos Mario Farelo
Representante del Atlántico
 
Laureano ‘el Gato Volador’ Acuña
Senador Conservador
 
Miguel Amín
Senador de La U
 
Luis Miguel ‘el Mello’ Cotes
Exgobernador del Magdalena
 
Karen Abudinen
MinTic
 
Luis Alexánder Moscoso
Viceministerio de Salud Pública y Prestación de Servicios
 
Jaime Pumarejo
Alcalde Barranquilla
 
Elsa Noguera
Gobernadora Atlántico
 
Andrés Felipe Ren.jpgo
Concejal Coalición Barranquilla Humana
 
Julio César Álvarez
Concejal Centro Democrático
 
Recer Lee Pérez
Concejal Polo
 
Ernesto Jesús Crissien
Concejal La U
 
Juan Ospino
Concejal La U
 
Heidy María Barrera
Concejal La U
 
Zamir Benavides
Concejal Cambio Radical
 
Oswaldo Antonio Díaz
Concejal Cambio Radical
 
José Francisco Trocha
Concejal Cambio Radical
 
Leyton Daniel Barrios
Concejal Cambio Radical
 
Samir Eduardo Radi
Concejal Cambio Radical
 
María Auxiliadora Henríquez
Concejal Cambio Radical
 
Andrés Felipe Ortiz
Concejal conservador
 
Juan Camilo Fuentes
Concejal conservador
 
Juan José Vergara
Concejal conservador
 
Samuel Elías Marino
Concejal conservador
 
Richard Fernández
Concejal liberal
 
Mauricio Villafañez
Concejal liberal
 
Fredy Barón
Concejal liberal
 
Óscar D. Galán
Concejal liberal
 
Katherine Pasos Zapata
Alcaldesa Usiacurí, Atlántico
 
Jose del Tránsito Coll
Alcalde Tubará, Atlántico
 
Jorge Luis Manotas
Alcalde Sabanalarga, Atlántico
 
Diana Carolina Martínez
Alcaldesa Ponedera, Atlántico
 
Jorge Vargas Muñoz
Alcalde Galapa, Atlántico
 
Gregorio de Jesús Brito
Alcalde Candelaria, Atlántico
 
Roberto Celedón
Alcalde Baranoa
 
Felipe Cañizalez
Alcalde Apartadó, Antioquia
 
Arturo Char
Senador del Atlántico
 
Luis Eduardo Diaz Granados
Senador del Atlántico
 
Armando Zabaraín
Senador del Atlántico y Magdalena
 
Ana María Castañeda
Senadora de Sucre
 
Fabián Castillo
Senador del Magdalena
 
César Lorduy
Representante del Atlántico
 
Karina Rojano
Representante del Atlántico
 
Modesto Aguilera
Representante del Atlántico
 
José Amar
Representante del Atlántico
 
Jorge Méndez
Representante del Atlántico
 
Carlos Mario Farelo
Representante del Atlántico
 
Laureano ‘el Gato Volador’ Acuña
Senador Conservador
 
Miguel Amín
Senador de La U
 
Luis Miguel ‘el Mello’ Cotes
Exgobernador del Magdalena
 
Karen Abudinen
MinTic
 
Luis Alexánder Moscoso
Viceministerio de Salud Pública y Prestación de Servicios
 
Jaime Pumarejo
Alcalde Barranquilla
 
Elsa Noguera
Gobernadora Atlántico
 
Andrés Felipe Ren.jpgo
Concejal Coalición Barranquilla Humana
 
Julio César Álvarez
Concejal Centro Democrático
 
Recer Lee Pérez
Concejal Polo
 
Ernesto Jesús Crissien
Concejal La U
 
Juan Ospino
Concejal La U
 
Heidy María Barrera
Concejal La U
 
Zamir Benavides
Concejal Cambio Radical
 
Oswaldo Antonio Díaz
Concejal Cambio Radical
 
José Francisco Trocha
Concejal Cambio Radical
 
Leyton Daniel Barrios
Concejal Cambio Radical
 
Samir Eduardo Radi
Concejal Cambio Radical
 
María Auxiliadora Henríquez
Concejal Cambio Radical
 
Andrés Felipe Ortiz
Concejal conservador
 
Juan Camilo Fuentes
Concejal conservador
 
Juan José Vergara
Concejal conservador
 
Samuel Elías Marino
Concejal conservador
 
Richard Fernández
Concejal liberal
 
Mauricio Villafañez
Concejal liberal
 
Fredy Barón
Concejal liberal
 
Óscar D. Galán
Concejal liberal
 
Katherine Pasos Zapata
Alcaldesa Usiacurí, Atlántico
 
Jose del Tránsito Coll
Alcalde Tubará, Atlántico
 
Jorge Luis Manotas
Alcalde Sabanalarga, Atlántico
 
Diana Carolina Martínez
Alcaldesa Ponedera, Atlántico
 
Jorge Vargas Muñoz
Alcalde Galapa, Atlántico
 
Gregorio de Jesús Brito
Alcalde Candelaria, Atlántico
 
Roberto Celedón
Alcalde Baranoa
 
Felipe Cañizalez
Alcalde Apartadó, Antioquia

 

Los Char de Barranquilla son reconocidos a nivel nacional, sobre todo, por ser la familia cuna de quien ha sido uno de los alcaldes más populares de la última década en Colombia: Álex Char (mandatario 2008-2011 y 2016-2019), cuyo segundo mandato siempre estuvo marcado con las favorabilidades más altas en diferentes sondeos.

Pero ellos son mucho más que eso: son la dinastía Caribe que, mezclando hábilmente política y negocios, trascendió las fronteras del Atlántico y hoy cuenta con la fuerza política y económica como para jugar fuerte en las presidenciales, justamente en cabeza de ese exalcalde.

Tienen una bancada propia en el Congreso, como sólo la tiene el expresidente y senador Álvaro Uribe, el hombre más poderoso del país. Tienen burocracia en el alto Gobierno.

En su ciudad ejercen una influencia omnímoda, que incluye controlar ocho alcaldías del departamento, incluyendo la de la capital; mandar en la Gobernación, que el Concejo de Barranquilla funcione más como subalterno de su grupo y tener influencia en entes de control como la Contraloría.

Toda una aplanadora que se sostiene y se explica en la poderosa mezcla que lograron para generar voto de opinión y voto amarrado por clientelismo con: una maquinaria tradicional (evidenciada, por ejemplo, en el uso de la Alcaldía de Barranquilla en 2015 para conseguirle apoyos a la reelección de Char entre los contratistas -ver historia aquí-, o en la compra de votos de las campañas de algunos de sus congresistas -ver historia acá-).

Y con: una gestión pública reconocida como buena y destacable especialmente por su megainversión en obras civiles -ver historia aquí-  que le cambiaron la cara a la ciudad y que ha sido ampliamente difundida y publicitada por medios propios y otros aliados, algunos beneficiados de la millonaria pauta oficial, como hemos contado.   

Eso, más todas las simpatías que les genera ser dueños del equipo de fútbol Junior, con el que no consiguen votos directamente, pero sí popularidad y que la gente esté entretenida. Al menos, así era antes de la pandemia del covid cuando los goles del “tiburón” acallaban cualquier mala noticia,como también lo detallamos.

Pero el Junior es apenas una de las propiedades de los Char.

Según la revista Forbes de este año, la familia Char Abdala (Don Fuad, sus hermanos, sus hijos y sobrinos) es una de las diez más ricas del país.

La estrella, y punto de origen, de este grupo empresarial son los supermercados Olímpica, la 14 empresa más grande del país, con más de 350 tiendas, presente en 22 de los 32 departamentos.

Nació en 1955, cuando el padre de Fuad, Ricardo Char Zaslawy, un inmigrante sirio-libanés que llegó al país en 1926, abandonó el pueblo de Lorica -antes el Bolívar Grande, hoy Córdoba- se asentó en Barranquilla y compró un almacén en el centro de la ciudad que se llamaba el Olimpo.

Fue Fuad quien, tras un accidente de tránsito que sufrió su padre, lo convirtió en una cadena de farmacias que, en menos de diez años, ya tenía sedes en varias ciudades del Caribe.

Por esos años, a comienzos de los sesenta, Fuad y sus hermanos iniciaron un proceso que marcaría un punto de quiebre y que determinaría el futuro del grupo empresarial y político: la integración vertical.

Fue así como crearon sociedades en el sector inmobiliario que les ayudaban en la compra de locales y como en 1969 compraron la Cadena Radial del Caribe que rebautizaron con el nombre de Olímpica Stereo, hoy la emisora más escuchada en Barranquilla , con la que podían publicitar sus tiendas sin tener que pagar pauta.

Dentro de esta estrategia de integración vertical para reducir los gastos y multiplicar las utilidades, los hermanos Char Abdala le compraron a la familia Santodomingo, en 1989, la compañía de financiamiento Serfinansa por 1.300 millones de pesos.

El negocio tenía sentido, pues un año antes, con su Olímpica, habían entrado al mundo de los almacenes de grandes superficies (el tipo de mercados que no sólo se dedica a vender alimentos, sino que también vende otros productos como ropa y electrodomésticos) que suelen tener sus propias compañías de financiamiento, con el objetivo de ayudar a sus clientes a financiar sus compras.

El año pasado, como contamos, los Char convirtieron a esa compañía en un banco, con lo cual mostraron su apuesta por crecer en el negocio en el que están las familias más poderosas del país.

En esta misma lógica de integrar sus negocios para reducir costos, el clan ha creado en estos años empresas que potencian su mayor activo que es la Olímpica. Así, tienen compañías en los sectores avícola, empaques, vigilancia, alimentos, entre otros.

1972 también marca un punto de quiebre en la historia empresarial y política de los Char.

Ese año, Fuad, ya reconocido como uno de los empresarios más importantes de Barranquilla, fue invitado a vincularse al equipo Junior de Barranquilla por sus directivos y allí fue presidente y, con el tiempo, se convirtió en su más importante directivo y dueño. 

El Junior es uno de los grandes activos del grupo, al que se han dedicado, además de todo, por ser unos verdaderos hinchas.

Y los Char han sabido cómo integrarlo a sus otros negocios. Por ejemplo, una persona que quiera abonarse al Junior tiene beneficios en la tasa si paga con una tarjeta de crédito Olímpica, manejada por Serfinanza. El abonado, a la vez, tendrá un dos por ciento de descuento en sus compras en la Olímpica.

El Junior también es clave en la historia de los Char porque marca el ingreso del patriarca Fuad a la política.

Como contamos en nuestro especial sobre el poder del fútbol, en 1984 ese dirigente fue designado gobernador del Atlántico (en esa época los gobernadores no eran elegidos por voto popular) por el entonces presidente godo Belisario Betancur por recomendación de su ministro Jaime Castro, quien había sido dirigente de la Dimayor y desde allí conoció a Fuad como un empresario deportivo.

De allí, Char papá saltó al Ministerio de Desarrollo Económico durante el Gobierno de Virgilio Barco y, en los noventas, tras apoyar en el liberalismo a César Gaviria -con quien hasta hoy guarda una cercana amistad- en su carrera por la Presidencia, empezó a consolidar un grupo político propio con poder local.

En un principio, los Char representaban una alternativa en un departamento dominado por los gamonales tradicionales

Con el discurso de la renovación, en 1991 lograron tres grandes victorias junto a un grupo de empresarios atlanticenses: Fuad logró una curul en el Senado con el aval del Partido Liberal y sus dos apuestas para la Alcaldía y la Gobernación -Bernardo ‘el Cura’ Hoyos (hoy condenado por corrupción) y Gustavo Bell, respectivamente- fueron elegidas.

Tres años después, esa imagen de triunfo que empezaba a dispararse fue empañada con el retiro, por parte del Gobierno de Estados Unidos, de la visa de Fuad Char para entrar a ese país.

En 1997, la revista Dinero aseguró, citando fuentes de la Embajada, que se había debido a un cuestionamiento por el crecimiento del emporio Char, cuyo patriarca, en todo caso, no estaba involucrado en ningún proceso.

Siguiendo con el recorrido político, el grupo va a cumplir treinta años de tener silla en el Congreso. Primero, con el movimiento que creó Fuad, llamado Voluntad Popular, y, luego, en Cambio Radical, partido que el dirigente ayudó a fundar y al que se unió en 2004.

Se mantuvieron incluso en la pausa que hizo “Don Fuad” en 2006, cuando decidió retirarse del Congreso e irse de embajador a Portugal, nombrado por el entonces presidente Álvaro Uribe, a quien había apoyado en su reelección y con quien hoy también guarda una cercana amistad (los Char respaldaron a la Presidencia a Iván Duque, candidato de Uribe, en segunda vuelta).

Como típica familia política tradicional que considera que las sillas del Congreso son de su patrimonio privado, le cedió su curul a su hijo Arturo, quien llegó con el aval de Cambio Radical. 

Arturo Char es un administrador de empresas, que pasó por la presidencia del Junior, cuya mayor aspiración era dedicarse a la música.

“Él no quería estar en el Congreso, se lo decía a su papá, pero Don Fuad también sabe que a Arturo le gusta el poder y la plata, y le ha dado todo el juego. Hoy Arturo es una cabeza en el grupo con tanto mando como Álex”, nos contó un político importante del grupo Char que lo sabe de primera mano y que prefirió no ser citado para evitarse líos.

El que se convertirá hoy en el presidente del Congreso llegó por primera vez al Legislativo en una lista de voto preferente en la que también estaba su primo, el exsenador David Char, quien recientemente se acogió a la Jurisdicción Especial para la Paz y allí confesó que para esa campaña hizo alianza con los paramilitares. Aunque también aseguró en su declaración que no hablaba de política con su tío, que para esa campaña se reunió con paramilitares.

Un año más tarde de ese aterrizaje en el Congreso, los Char conseguirían la que es hoy la joya de su corona política: la Alcaldía de Barranquilla.

Para ese entonces, Álex, quien había sido concejal y gobernador por menos de un año,-en una campaña que en principio perdió y luego le fue favorable, tras un reconteo de votos del Consejo de Estado-, ganó la Alcaldía con el apoyo de los caciques tradicionales y rivales de Char: José Name y Roberto Gerlein.

Desde ese 2008 en que se posesionó Álex, los Char no han soltado la Alcaldía y la controlan por completo en alianza con otros políticos, pero manteniendo la absoluta definición de la burocracia. 

En estos 12 años de mandato, como también lo hemos detallado, los Char han concentrado la contratación en unas cuantas empresas, algunas dirigidas por amigos suyos.

Su apuesta por el poder ha trascendido su feudo en el Atlántico en un camino que han recorrido, principalmente, de la mano con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, de quien han sido amigos y patrocinadores.

En 2010, fue Vargas el que convenció a Fuad Char de regresar al Senado por Cambio Radical, en parte para fortalecer el partido, para ese entonces ya golpeado por la sombra de la parapolítica, y en parte para terminar de apalancar su estrecha relación con el clan barranquillero, evidenciada públicamente con la escogencia de Elsa Noguera (en ese momento exsecretaria de Hacienda de Álex Char y hoy Gobernadora del Atlántico) como su fórmula vicepresidencial. 

“Don Fuad” sacó poco más de 73 mil votos, la segunda votación de la colectividad, y se posesionó en el que sería su último periodo en el Congreso.

Desde finales de ese periodo, a sus hijos, especialmente Álex, se les sentiría más el peso de las decisiones del grupo político.

Así, en 2014, el hoy exmandatario lideró la campaña de reelección de Juan Manuel Santos en el Atlántico -que iba en fórmula con Vargas- y, un año más tarde, cuando se lanzó por segunda vez a la Alcaldía, encabezó la entrega de avales de Cambio Radical por todo el Caribe, expandiendo su grupo más allá de las fronteras del departamento.

Esa colonización charista por todo el Caribe se hizo, principalmente, para engordar las aspiraciones presidenciales de Vargas Lleras e incluyó a varios personajes cuestionados, como lo detallamos.   

Desde el triunfo de Álex en la Alcaldía en el 2015 y con la Gobernación que, aunque en manos del liberal Eduardo Verano, andaba a su ritmo, pues el grupo fue determinante en esa elección y recibió burocracia allí; los Char se convirtieron en el poder hegemónico del Atlántico sin oposición ni críticas.

Como contamos, la hegemonía de los Char trajo un cambio profundo en la política del departamento y la región: se pasó de maquinarias que mezclaban clientelismo de barrio y la compra o el amarre de los votos a través de redes de favores de los gamonales (como lo fue en la época de los Gerlein y los Name) a aplanadoras empresariales, sofisticadas, que le apuntan a garantizar los apoyos a toda costa y que se sostienen básicamente con plata. 

Plata con la que pocos clanes cuentan. 

Esto llevó a que, tanto para las elecciones legislativas de 2018 como para las locales de 2019, el resto de políticos tradicionales del departamento se tuvieran que aliar con los Char, ante la imposibilidad de competirle a su poder político y económico.

Fue así como en 2018 los Char armaron un ajedrez de alianzas, que también detallamos, con otros políticos para garantizar una bancada gorda propia en el Congreso. Lo lograron y hoy tienen en total 11 congresistas, todos avalados por Cambio Radical.

En octubre del año pasado, lograron lo que pocos caciques consiguen: hacer moñona y quedarse con la Alcaldía capital y la Gobernación de su departamento. En Barranquilla tienen a Jaime Pumarejo y en Atlántico a Elsa Noguera. 

No tienen oposición ni en el Concejo ni en la Asamblea y tienen vasos comunicantes con la dirección del Icbf departamental y la Contraloría distrital de Barranquilla.

Además controlan otras siete Alcaldías en el Atlántico y una en Antioquia.

También tienen cargos a nivel nacional, como el viceministro de Salud Pública y Prestación de Servicios (uno que ha cobrado especial relevancia en estos tiempos de pandemia) en cabeza de Luis Alexánder Moscoso, exfuncionario cercano al exalcalde barranquillero y a su hermano Arturo; y son amigos de la ministra de TIC Karen Abudinen, exsecretaria de Gestión Social de la Alcaldía (charista) de Elsa Noguera.

Toda esta historia de poder, este imperio levantado en 65 años de vida empresarial y política, incluye también una serie de cuestionamientos, ruidos, sospechas, que rodean a los Char y que, ahora que uno de sus líderes será la cabeza del Congreso, seguro se harán aún más visibles.

Los cuestionamientos

 

El escándalo de compra de votos y fuga de Aída Merlano


Para las elecciones legislativas de 2018, los Char se aliaron por debajo de la mesa (porque estaban en distintos partidos) con la entonces Representante goda, quien había decidido dar el salto al Senado fracturando a la poderosa casa Gerlein que, liderada por los hermanos, Julio y Roberto Gerlein, llevaba más de 50 años siendo uno de los principales poderes políticos y económicos del país.

El día de las elecciones, Merlano fue capturada y, luego condenada, por liderar una organización de compra de votos.

Cuando se fugó a Venezuela, y como lo habíamos contado desde 2017, la Excongresista confirmó que en esas elecciones efectivamente había estado asociada políticamente con los Char.

También, señaló directamente a Arturo Char de supuestamente haberla ayudado a escapar.
Por estos hechos, la Corte Suprema investiga al próximo Presidente del Senado por presuntamente haber cometido los delitos de corrupción electoral y fuga de presos.

David Char y sus vínculos paramilitares

David Char Navas, excongresista y sobrino de Fuad Char, fue capturado a finales del 2017 por sus vínculos con el frente José Pablo Díaz del bloque norte de las Autodefensas.

Char Navas se sometió a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y se convirtió en el primer agente del Estado no militar en hablar el tribunal creado por el Acuerdo de La Habana.

En sus audiencias públicas, el Excongresista de Cambio Radical confesó haber tenido relación con los paramilitares y haber comprado votos.

Aunque también aseguró en reiteradas ocasiones durante su testimonio que no entró a la política ni compartió actividades electorales con su tío. 

David Char llegó al Senado en 2006 en una lista de voto preferente por Cambio Radical, que encabezó Germán Vargas y en la que también estaba Arturo Char.

El eslabón con la corrupta Odebrecht

El año pasado, la Fiscalía citó a imputación al empresario barranquillero Javier Torres por, presuntamente, haber firmado, con un consorcio del que hacía parte la corrupta multinacional brasilera, un contrato falso, por poco más de nueve mil millones de pesos, con una empresa de su propiedad para obras que nunca se hicieron.

Torres, como contamos en esta historia, era amigo del exalcalde Álex Char e, incluso, su esposa Katia Nule es madrina de su hijo.

Esto es clave porque, como se ha conocido, el modus operandi de Odebrecht para repartir coimas en el país era suscribir contratos falsos con empresas cercanas a los políticos.

El vaso comunicante con el desfalco de la Triple A

El exalcalde barranquillero Álex Char tiene un vaso comunicante con el caso del saqueo de la empresa de servicios públicos aseo, agua y alcantarillado, Triple A.

Varios directivos de esta empresa fueron capturados y aceptaron sus cargos por haber desviado recursos de la compañía para enriquecerse por medio de contratos falsos con otras empresas.
Como contamos en esta historia, una de esas empresas pertenecía en esos años a Héctor ‘el Oso Yogui’ Amarís, mano derecha y compañero de parrandas del exmandatario.

El aval a Oneida Pinto, exgobernadora condenada de La Guajira

 

En el 2015, en plena campaña a la Alcaldía de Barranquilla, Álex Char recorrió el Caribe entregando los avales de Cambio Radical para esas regionales.

Una de sus avaladas fue la exgobernadora de La Guajira Oneida Pinto, quien duró apenas 18 meses en el cargo, pues fue suspendida porque el Consejo de Estado encontró que estaba inhabilitada cuando se inscribió como candidata. Su salida sumió al departamento en una crisis institucional: en ese cuatrenio La Guajira tuvo ocho gobernadores.

El domingo pasado, Pinto se entregó a las autoridades, pues llevaba más de un año prófuga huyendo de una medida de aseguramiento que pidió la Fiscalía por un proceso que adelanta en su contra por presuntas irregularidades en la contratación cuando fue alcaldesa del municipio de Albania (La Guajira).

Las casas que levantó una constructora suya y que han pagado los barranquilleros

 

Antes de ser el alcalde más popular del país, Álex Char era constructor de casas y, entre 2002 y 2005, su empresa edificó dos conjuntos residenciales sobre un sector de deslizamientos de Barranquilla, que dejaron a unas 400 familias damnificadas.

Por esto, como contamos, el Distrito ha tenido que pagarles, de sus arcas, al menos 5.700 millones a las familias afectadas.

Ninguno de estos cuestionamientos, ruidos o sospechas, ha dañado la alta popularidad de los Char.

Sin embargo, el manejo que sus mandatarios le están dando a la pandemia (Atlántico es uno de los sitios más golpeados por el covid) les ha empezado a rayar este teflón, como detallamos.  

La llegada a la Presidencia del Senado de un Char marcará un hito cuyo efecto no se conocerá sino hasta dentro de varios capítulos más de esta novela.

Hoy celebran los Char. Y también el presidente Iván Duque, con un aliado en el Legislativo que va a revisarle los decretos con los que ha estado gobernando sin mucho contrapeso hasta ahora.

En el camino obvio que sigue rumbo a la Casa de Nariño, habrá que ver hasta dónde dura la celebración de este clan, cuya historia es en realidad una radiografía de cómo ha funcionado el poder nacional ejercido desde una región. Una radiografía de país.

 

Lea algunas de nuestras investigaciones sobre los Char:

Laura Ardila Arrieta
aavilac
Interactiva: 

Arturo Char Chaljub

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Arturo
Char Chaljub
Cédula de ciudadanía
Casado
Jueves, Mayo 11, 1967
Masculino

El Presidente del Senado, elegido el 20 de julio de 2020 en medio de una fuerte polémica debido a que tiene una investigación previa abierta por supuestamente estar involucrado en una red de compra de votos, nació en Barranquilla el 5 de noviembre de 1967, y es hijo del empresario y político Fuad Char y de la fallecida comerciante Adela Chaljub.

Los Char, del Caribe, son una de las familias más ricas y poderosas de Colombia.

No sólo controlan políticamente la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico, sino que cuentan con una bancada propia en el Congreso.

Además, Fuad Char, o ‘Don Fuad’ como le llaman reverencialmente a este patriarca, creó los almacenes y droguería Olímpica, la 14 empresa más grande del país que, con más de 350 tiendas, está presente en 22 de los 32 departamentos.

La Olímpica es el punto de origen de este imperio empresarial que tiene además el equipo de fútbol Junior de Barranquilla, el banco Serfinanza (el único de origen Caribe que existe actualmente) y la cadena radial Olímpica Stereo.

Los Char han creado otras empresas que las integran para, así, reducir costos y potenciar sus utilidades. Así tienen empresas en los sectores avícola, empaques, vigilancia, alimentos, entre otros.

Arturo es accionista de varias de estas empresas.

Aunque su pasión siempre ha sido la música y la cultura, terminó estudiando Administración de Empresas y Mercadeo en Estados Unidos por, como él mismo cuenta, presiones familiares.

En 1994, tras la muerte de su madre, el hoy Senador asumió la gerencia y el manejo de la Joyería Moderna, ubicada en el centro de Barranquilla, que había sido fundada por su abuelo Antonio Chaljub y que su madre llevaba administrando más de treinta años.

En el año 2000, mientras atendía en la joyería, recibió un día una llamada de su padre contándole que el entonces presidente Andrés Pastrana quería que se fuera para la embajada de Colombia en Londres.

Aceptó y trabajó durante dos años como Primer Secretario en esa embajada. Regresó a Colombia y ocupó por año y medio la presidencia del Junior, el equipo que su familia venía manejando desde hacía treinta años.

En 2004, junto con otros empresarios de la ciudad, decidió crear el Barranquilla Fútbol Club, un equipo de fútbol que juega en la segunda división y cuya finalidad es ser la cantera (un equipo juvenil en el que se forman los jugadores que quieren ser profesionales) del Junior. De allí, han salido grandes ídolos barranquilleros como Teófilo Gutiérrez y Carlos Bacca.

Dos años más tarde, Arturo entró al mundo de la política, pese a nunca haber ocupado a un cargo público.

Como típica familia política tradicional que considera que las sillas del Congreso son de su patrimonio privado, Fuad, quien cumplía ya 15 en el Senado, le cedió su curul para irse de embajador a Portugal, nombrado por el entonces presidente Álvaro Uribe a quien apoyó en su campaña de reelección.

En esos cuatro años en el Congreso, en la Comisión Quinta, Arturo no se destacó por algún debate de control político o un proyecto de ley de su autoría. De hecho, él mismo ha dicho que no disfrutó esos años en el capitolio.

En el 2010, Fuad volvió al Congreso, convencido por el entonces candidato presidencial Germán Vargas Lleras, en parte para fortalecer el partido Cambio Radical, para ese entonces ya golpeado por la sombra de la parapolítica, y en parte para terminar de apalancar su estrecha relación con el clan barranquillero, evidenciada públicamente con la escogencia de Elsa Noguera (en ese momento exsecretaria de Hacienda de Álex Char y hoy Gobernadora del Atlántico) como su fórmula vicepresidencial. 

Arturo se mudó a Estados Unidos y volvió para la campaña legislativa del 2014 para ya, definitivamente, ocupar la curul de su padre que ese año se retiró del Congreso.

Desde ese momento, han sido sus hijos, Arturo y ,especialmente, Alejandro (el popular exalcalde barranquillero mejor conocido como Álex), a quienes se les sentiría más el peso de las decisiones del grupo político.

“Él no quería estar en el Congreso, se lo decía a su papá, pero Don Fuad también sabe que a Arturo le gusta el poder y la plata, y le ha dado todo el juego. Hoy Arturo es una cabeza en el grupo con tanto mando como Álex”, nos aseguró un político importante del grupo Char que lo sabe de primera mano y que prefirió no ser citado para evitarse líos.

Así, en 2014, el exmandatario de Barranquilla lideró, en compañía de su hermano senador, la campaña de reelección de Juan Manuel Santos en el Atlántico -que iba en fórmula con Vargas- y, un año más tarde, cuando se lanzó por segunda vez a la Alcaldía, encabezó la entrega de avales de Cambio Radical por todo el Caribe, expandiendo su grupo más allá de las fronteras del departamento.

Desde ese momento, Arturo, que en campaña suele mostrar su talento para la música cantando en cada pueblo que visita, ha sido el senador más votado de Cambio Radical: con 108 mil votos en 2014 y 126 mil en 2018.

Como contamos en esta historia, para esas últimas elecciones los Char, ya con la maquinaria más poderosa del Atlántico, se aliaron con varios políticos locales para consolidar una bancada propia: lo lograron y hoy tienen 11 congresistas aliados, todos en Cambio Radical.

Entre esos aliados, estaba la exrepresentante conservadora Aída Merlano, condenada y prófuga por el escándalo de compra de votos de Casa Blanca. Merlano se lanzó en fórmula, por debajo de la mesa, con Lilibeth Llinás, hermana del exdiputado charista Adalberto Llinás.

Merlano ha dicho en entrevistas que su alianza con el grupo Char la hizo a través de Arturo y que él le ayudó a escaparse en octubre de 2019.

Por esto, la Corte Suprema investiga a Arturo Char por presuntamente haber cometido los delitos de corrupción electoral y fuga de presos.

Aun con estos cuestionamientos, el Senador logró, en el año del coronavirus cuando Colombia atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia, el sueño frustrado de su padre: ser el presidente del Congreso.

Lo consiguió, pese a que, aunque fue presidente de la Comisión Cuarta en 2014, pocas veces en el Congreso se le oyó la voz y en sus ya diez años sólo ha presentado once proyectos de ley.

A Char lo apoyaron en bancada el Centro Democrático, el Partido de La U, los liberales, los conservadores, el Mira y su partido Cambio Radical.

Presidente del Congreso
Ocupación: 
Presidente
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
2002 to 2003
Ocupación: 
Senador
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
2006 to 2010
Ocupación: 
Senador
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
2014
Partido: 
Fecha ocupación: 
2006
Persona relación: 
Fuad Char Abdala
Tipo de relación: 
Descripción relación: 
Hijo Fuad Char.
Persona relación: 
Alejandro Char Chaljub
Tipo de relación: 
Persona relación: 
Germán Vargas Lleras
Tipo de relación: 
Descripción relación: 
Los Char han sido aliados de Germán Vargas desde hace 16 años.
Persona relación: 
Andrés Pastrana Arango
Tipo de relación: 
Descripción relación: 
Pastrana nombró a Arturo Char en la Embajada colombiana en Londres cuando fue presidente.

Este es Germán Blanco, nuevo presidente de la Cámara

Germán Blanco

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Germán Alcides
Blanco Álvarez
Cédula de ciudadanía
Casado
Domingo, Junio 11, 1967
Masculino

El nuevo Presidente de la Cámara es un político tradicional de Antioquia que toda la vida ha hecho política en el conservatismo.

Nació en Medellín el 6 de noviembre de 1967 y estudió Derecho en la Universidad Autónoma.

Su vida política empezó desde muy pequeño, pues ayudaba sus padres a hacerle campaña al entonces representante godo Benjamín Higuita, del grupo del exministro y exsenador Fabio Valencia Cossio.

Valencia Cossio es una pieza fundamental en la trayectoria de Germán Blanco.

De hecho, sus primeros trabajos los consiguió bajo la sombrilla del Exministro, quien es hoy uno de los políticos más poderosos del Centro Democrático (su hijo Santiago es senador por ese partido).

Así trabajó como director de la Empresa Antioqueña de Telecomunicaciones (Edatel) y como gerente del extinto Seguro Social en Antioquia, siempre en representación de Valencia.

Al Exministro, Blanco también le debe su llegada al municipio de Támesis, Antioquia, hoy fortín político del Congresista

De acuerdo a lo que nos contó una persona que lo conoce desde esta época, Valencia fue quien lo recomendó para el cargo de Secretario de Gobierno de esa Alcaldía, cargo que ocupó entre 1992 y 1993.

Su primera aspiración política fue en el 2000, cuando se lanzó a la Asamblea de Antioquia con el aval del movimiento conservador Coraje de Valencia Cossio. Allí duró dos periodos.

La fractura con Valencia se dio para la campaña legislativa de 2010 cuando el entonces saliente Ministro del Interior no respaldó su candidatura a la Cámara. Por eso, Blanco hizo alianza con el grupo que dirige el parapolítico Óscar Suárez Mira, condenado y prófugo.

Con el apoyo de los Suárez Mira, Blanco fue elegido en estos últimos tres periodos como representante a la Cámara (2010-2014, 2014-2018, 2018-2022).

De hecho, como contamos en La Silla Vacía, Blanco tiene entre sus asesores en el Congreso a aliados del clan Suárez y a políticos que lo apoyaron.

En las pasadas elecciones locales, Blanco apoyó a Alfredo Ramos a la Alcaldía de Medellín y al hoy detenido gobernador Aníbal Gaviria. Su esposa, Lina María Bustamente, es hoy la secretaria de Salud de la Gobernación.

Blanco fue elegido en el 2020 presidente de la Cámara con el apoyo de su partido Conservador, los liberales, La U y el Centro Democrático.

Presidente de la Cámara de Representantes
Ocupación: 
Secretario de Gobierno de Támesis
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
1992 to 1993
Ocupación: 
Diputado de Antioquia
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
2001 to 2008
Ocupación: 
Representante a la Cámara
Entidad ocupación: 
Fecha ocupación: 
2010
Institución educativa: 
Nivel estudio: 
Pregrado
Programa educativo: 
Fecha ocupación: 
1992
Persona relación: 
Fabio Valencia Cossio
Tipo de relación: 
Descripción relación: 
Nació en el grupo político de este conservador paisa.

Este es Arturo Char, el nuevo presidente del Congreso

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