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Así cambió el poder en 2013

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En el 2013 no hubo grandes transformaciones del poder, salvo las movilizaciones sociales y la oposición de Uribe, pero se preparó el terreno para grandes transformaciones del poder. En particular, para una recomposición del Congreso con la bancada uribista y la firma de un Acuerdo de Paz. En todo caso, estas fueron algunas de las principales transformaciones del poder este año para La Silla. :

 

1. Surge en la calle un nuevo escenario político

Durante este año, quizás el fenómeno más interesante de transformación del poder fueron las movilizaciones sociales que pusieron en jaque al gobierno y obligaron al Presidente a enviar a sus ministros o a ir personalmente a negociar con los manifestantes abriendose un nuevo escenario político que hacía décadas no se veía.

 

2. Toman fuerza las reivindicaciones económicas de la izquierda

Tradicionalmente, el alma política de la izquierda ha primado en Colombia: la que denuncia los abusos en derechos humanos, la que defiende las minorías y hace control político.  La que ha representado Petro, Navarro y Lucho Garzón. Este año, sin embargo, el alma económica de la izquierda tomó fuerza. Cuando ya parecía que los temas alrededor del modelo “neoliberal” habían quedado en los años noventa, surgieron las movilizaciones del agro cuestionando los tratados de libre comercio, demandando (y consiguiendo) subsidios para productos como la papa y poniendo en duda varios aspectos del modelo económico. Incluso se puso de moda el control de precios en campos tan diversos como los medicamentos y los insumos agrícolas y también los subsidios a la papa o al Transmilenio, que no se veían desde los años 70.

 

3. La oposición en cabeza de Uribe

Este año Álvaro Uribe se convirtió en el principal opositor del Gobierno creando un nuevo paradigma de oposición: un solo hombre, sin congresistas, sin medios tradicionales a su favor, sin un partido que lo respalde se convirtió en la principal piedra en el zapato de un presidente con una coalición parlamentaria que supera el 80 por ciento. Su fuerza caudillista radicó en su reputación como ex presidente y en su capacidad de persuadir a los colombianos de su propia narrativa a través, principalmente de twitter..

 

4. La tecnocracia muestra sus limitaciones

Durante años en el Establecimiento hubo un consenso de que la tecnocracia era imprescindible para un buen gobierno. Este año, la tecnocracia mostró sus debilidades. No solo no fue capaz de anticipar las movilizaciones en todo el país sino que tampoco logró los niveles de ejecución que había anticipado el gobierno. No pudo sacar adelante reformas clave como la salud. Al final, Santos terminó cambiando a tecnocrátas por políticos tradicionales, en entidades tan claves como el IGAC, Banco Agrario, Incoder. El cambio en la cúpula de Planeación Nacional también fue interpretado como una bajada de perfil a la tecnocracia.

 

5. Se difumina el poder de los gremios

Uno de los cambios grandes del poder este año –como lo contó La Silla es que se puso en evidencia la falta de capacidad de los gremios para tramitar las reivindicaciones de sus respectivos sectores. Desde la Federación de Cafeteros hasta Afidro pasando por la SAC perdieron vocería frente al gobierno, que ante su falta de representatividad, tuvo que negociar directamente con los campesinos o con las empresas..

 

6. Se ideologizan los extremos, se desideologiza el centro

Durante este año sucedió algo que no había pasado en años anteriores. Mientras que se fortaleció la oposición de izquierda encabezada por el senador Jorge Enrique Robledo y la de derecha, liderada por Uribe, el centro representado en la Unidad Nacional se vació de contenido ideológico. Frente a la reforma a la salud, el proceso de paz o la destitución de Petro, los partidos de la coalición oficial brillaron por la ausencia de posiciones o de propuestas. Incluso frente a la elección del Procurador, que tiene una orientación abiertamente conservadora, los liberales votaron en pleno sin importar que representara una postura ideológica completamente contraria.

 

7. La minería perdió peso político

Aunque Santos arrancó su gobierno anunciando que sería una de las ‘locomotoras’ de la economía, este año la minería prácticamente desapareció del discurso del Presidente, quien ni siquiera fue al Congreso Anual de Minería a Gran Escala pese a que se encontraba a pocas cuadras inaugurando el Festival de Cine de Cartagena. El gobierno tampoco impulsó la ley de consulta previa que había prometido, ni hizo cambios en las CAR, ni presentó el nuevo Código Minero, todos proyectos que eran fundamentales para el sector. Y para rematar, cambió nuevamente al Ministro de Minas, el cuarto durante su gobierno.  Los escándalos por el  accidente de una barcaza cargada de carbón de la Drummond, la fuerte movilización social en contra de la exploración de oro de Eco Oro -la antigua GreyStar- en el páramo de Santurbán, los rumores sobre la salida del país de la carbonera CCX del millonario brasilero Eike Batista, las huelgas en el Cerrejón y Prodeco, y la negociación de la prórroga al contrato de Cerro Matoso elevaron el costo político del compromiso del gobierno con este sector.

 

8. La división de la clase dirigente

El proceso de paz con las Farc ha dividido a la clase dirigente entre un sector moderado, centrista, que le apuesta a la negociación y que está representado en el presidente Santos y otro más de derecha que cree que el camino habría sido más Seguridad Democrática y que la negociación es una rendición. Este sector ve en Álvaro Uribe a su vocero. Esta división se refleja también frente al tema de las tierras, de la reparación y restitución de tierras, del fuero militar. Es una división que no se veía desde hace décadas.


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