El congreso rojo -por cuenta de un fallo del Tribunal de Cundinamarca- se volvió tertulia, terminó antes de lo previsto y pasó sin pena ni gloria. Lo único que resultó siendo noticia este fin de semana fue el sentido discurso de César Gaviria que mandó duras pullas al ex presidente Álvaro Uribe, al vicepresidente Germán Vargas Lleras, al Procurador y a la Canciller. Pero quizá las más duras fueron al presidente Juan Manuel Santos a quien el ex presidente le dijo que aunque lo seguiría apoyando en su propósito de conseguir la paz, lo hará “desde la llanura”.
Con la expresión pública de la frustración del ex presidente, que llevaba meses en ‘cocción’, Santos pierde -por lo menos por ahora- a uno de sus aliados políticos más efectivos justo antes de la campaña que se avecina para ganar el plebiscito por la paz. Y quizás también a la única persona que habría tenido la influencia suficiente en el partido para convencer a los liberales de acompañar a Santos en la reforma tributaria que necesita pasar antes de fin de año.
Los mensajes de Gaviria a Santos
“Creo que ha llegado el punto de que mis sugerencias, hechas de la manera más respetuosa, no son consideradas sino que ni siquiera merecen atención y aún molestan así estén adornadas de un trato amable y cierta benevolencia. No tengo problema alguno en no tomar el tiempo valioso del presidente Santos. Mi presencia en los parajes del Palacio de Nariño parece hoy incómoda, irrelevante y tal vez leída como una intención de cogobernar ajena a mi intención. Tengo la piel dura pero me cansé de solo recibir palo porque bogas y palo porque no bogas”, dijo Gaviria en su discurso.
“Se llama dignidad”, gritó alguien del público.
Las palabras de Gaviria tenían una historia detrás.
El ex presidente liberal fue el que le dio el primer puesto público a Juan Manuel Santos como su primer ministro de Comercio Exterior y fue también quien le abrió la puerta a la política al hacer campaña a su favor (mientras Santos viajaba en Europa) para que ganara la Designatura en 1993, una especie de Vicepresidencia, con pocas responsabilidades pero mucho poder por el acceso que permitía al mundo político.
Más recientemente, Gaviria fue determinante para darle la vuelta a la campaña de la reelección en el 2014. Cuando las encuestas proyectaban que Santos perdería la primera vuelta frente al candidato de Uribe, Óscar Iván Zuluaga, el presidente le pidió a Gaviria que ayudara. Y Gaviria se echó al hombro la campaña.
Gaviria fue el coordinador de la campaña presidencial tras la estrepitosa salida del asesor JJ Rendón después de la primera vuelta. Y desde que llegó, se puso en la tarea de poner a Uribe a la defensiva y alinear las facciones políticas de la Unidad Nacional, cuyos celos internos habían provocado un desorden grande en la campaña, como contó La Silla. También convenció a Santos y a su equipo de que ésta debía girar alrededor del tema de la paz, una apuesta que no solo resultó ganadora sino que amarró al Presidente el proceso de la Habana.
Esa tarea fue clave para que la campaña de Santos recuperara terreno y finalmente ganara, con el apoyo de otras fuerzas políticas como las de la izquierda.
En otras ocasiones, el Presidente también ha acudido a Gaviria como último recurso. Cuando el fallo de la Haya contra Colombia y también durante la crisis con Venezuela, su experiencia como ex presidente de la OEA fue un activo importante.
Sin embargo, a juzgar por su discurso, el expresidente siente que su presencia es incómoda hoy en el Palacio de Nariño.
En los últimos meses, Gaviria ha acumulado tres derrotas consecutivas y públicas, dos de ellas de tipo burocrático. La primera fue cuando apoyó a Gilberto Rondón para la Contraloría de la Nación (derrotado por el también liberal Edgardo Maya); la segunda, fue al impulsar al vicefiscal Jorge Perdomo para la terna de Fiscal General (que quedó descartado); y la tercera cuando acudió a Palacio a hablar con Santos sobre la terna a Fiscal con el objetivo de que no incluyera el nombre de Néstor Humberto Martínez, el candidato de Vargas Lleras.
“Aunque yo se que en la Casa de Nariño siempre me va mal me dejé convencer de [Horacio] Serpa de acompañarlo a hablar de la terna de fiscal general. Fuimos con un mensaje simple y sencillo: Presidente, no se deje presionar de manera indebida para hacer su terna de fiscal. Es verdad que él nunca nos ofreció terna liberal pero también lo es que nunca se la pedimos. Si él cambió de opinión estaba en todo su derecho. Pero en lo que a mi tiene que ver, no puedo aceptar la explicación de que no entendí lo que el Presidente nos dijo en dos horas de relajada conversación”, dijo Gaviria en el discurso.
Según supo La Silla, esa no ha sido la única vez en que el ex presidente ha terminado frustrado luego de una reunión con Santos. Cuando el gobierno presentó la primera reforma tributaria, el ex presidente dio su opinión sobre los problemas que tenía y fue ignorado; luego pasó lo mismo cuando propuso que en las elecciones se propusiera un referendo para que Santos tuviera facultades extraordinarias para negociar la paz; y por último, cuando escribió una columna en El Tiempo sugiriendo una justicia transicional que abarcara a todos y no solo a los guerrilleros.
Dos personas allegadas a él le dijeron a La Silla que básicamente el ex presidente -que ya está por encima del bien y del mal- se aburrió de que lo busquen cuando hay problemas graves y que de resto lo ignoren. Y que por eso lo dijo públicamente.
“Es que con el Presidente funciona mejor el chantaje que la generosidad”, dijo uno de ellos. Expresando quizás más que el sentimiento de Gaviria, el que sienten muchos liberales frente a Santos, y que también salió a relucir durante el congreso liberal.
Después del discurso de Gaviria, Santos trinó que la presencia de Gaviria en Palacio "nunca es incómoda". Pero ese puente por ahora quedó fracturado. Y es un puente que puede llegar a necesitar cuando decida pasar la reforma tributaria.
Gaviria entre los liberales: con respaldo pero no como 'jefe' (por ahora)
Durante el congreso liberal, se iban a tomar dos decisiones claves que se quedaron a medias por el fallo del Tribunal de Cundinamarca de suspender el congreso: la de la dirección del Partido y la de la posición de los liberales frente a la Unidad Nacional.
La Silla supo que en el partido ya hay humo blanco para definir a las directivas que lo llevaran hacia el 2018.
Aunque varios representantes a la Cámara firmaron una carta pidiéndole a Gaviria que fuera jefe único del partido, él no aceptó, y en todo caso, su nombre no logró sobreponerse a las rencillas internas que hay entre las bancadas de Senado y Cámara: unos 9 de los 17 senadores estaban respaldando a Serpa, según supo La Silla.
El nombre de Gaviria como jefe único solo lo propuso publicamente el senador Juan Manuel Galán cuando anunció que quería ser precandidato presidencial en el 2018. Sin embargo, según tres senadores con los que habló La Silla, el ofrecimiento no pasó de eso.
“A Gaviria se lo propone como ex presidente, porque sigue siendo un político muy activo que no está en cargos y que no genera el rechazo que genera Samper en medios. Pero eso lo hace Galán para quedar bien. No lo dijo en la bancada de senadores. Se quedó esperando qué decía la mayoría”, dijo un senador que pidió guardar su nombre.
En todo caso, Galán volvió a mencionar en su discurso del sábado que los rojos eligieran a Gaviria como jefe único a lo que buena parte del público respondió gritando "Serpa, Serpa, Serpa".
Por eso, la decisión fue dejar una dirección dual, en cabeza del senador Horacio Serpa por parte de Senado y Fabio Amín como codirector de Cámara "para garantizar el equilibrio", como dijo un representante que consultó La Silla.
“[Gaviria] es el único que puede ser director único del partido. Lo de que sea dual es porque se reconoce en el doctor Serpa un gran liderazgo pero con recelo y desconfianza desde la Cámara”, dice el representante a la Cámara Fabio Arroyave.
Sin embargo, La Silla supo que hubo un acuerdo para aplazar las decisiones electorales para un congreso extraordinario que se reunirá en un año. Por eso, en la práctica, la reelección de los copresidentes Serpa y Amín será solo por un año y Gaviria dijo expresamente en su discurso que dentro de un año acepta lo que le pidan.
Frente a la segunda decisión, aunque las palabras de Gaviria cayeron bien entre la bancada de congresistas rojos, la mayoría de ellos siente que la molestia del expresidente con Santos no los representa a ellos sino que es una cuestión más personal suya.
“El sentimiento es de él. La bancada de la Cámara [por ejemplo] tiene una invitación del Presidente el próximo martes y la idea es acompañarlo en lo que le resta de mandato pero con independencia crítica como con la reforma tributaria”, dijo un congresista.
“Creo que él tiene tiene un profundo compromiso con la paz, así como el partido Liberal está totalmente jugado con la paz y con el gobierno, pero él no está motivado para salir a hacerlo como lo hizo en la segunda vuelta por la manera [en la que están] las relaciones [con el Gobierno]”, agregó el representante Arroyave.
Por ahora, los liberales seguirán apoyando al Gobierno, sobre todo en los temas que tienen que ver con la paz y con buscar un candidato para el 2018, ya sea propio o en coalición con otras fuerzas como La U.
En lo que sí hay consenso es que serán independientes en el apoyo a la reforma tributaria que Santos ha anunciado que va a presentar al Congreso a finales de este año y con la que los liberales no están de acuerdo porque la ven como una forma de subirle los impuestos a los más pobres.
Así lo dijo Serpa en su discurso ayer y lo repitió hoy en una entrevista con El Tiempo, en una posición que comparten varios congresistas. Cuando llegue el momento crucial de presentarla, al Presidente le tocará acudir a un amigo diferente a Gaviria.

La Silla
César Gaviria Trujillo
Ex presidente de la República